69. Constelaciones (Alberto Jesús Vargas)
Me quedé dormido contemplando la bóveda celeste y en mi sueño apareció ella, tan deseada como imposible, invitándome a pasear en cuerpo astral por todas las constelaciones. Despojados de materia aunque no de deseo, ascendimos ligeros hasta la Osa Mayor y desde allí alcanzamos las nebulosas de Orión. Nos besamos en Andrómeda y ya en Casiopea sentimos que formábamos parte de un infinito capaz de desplegar toda la belleza de un orgasmo. Cegado por tanta luz medida en años, no vi el agujero negro por el que me precipité y caí en un vertiginoso descenso que parecía no tener fin. Desperté sobresaltado en la realidad de una butaca reclinada que debía abandonar sin perder más tiempo. Me esperaban el cubo y la mopa para seguir fregando, como cada noche, el suelo pisoteado del planetario.
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Los sueños, tan misteriosos, parece que sirven para poner orden en nuestra mente, resetean el cerebro sin escatimar deseos reprimidos y frustraciones.
Un relato sobre sueños sublimes, inalcanzables, frente a la realidad que siempre vence y se impone, pegada al suelo y ramplona Qué mal despertar debió de tener el pobre hombre.
Un abrazo y suerte, Alberto
Aunque se sabe desde el principio que es un sueño, uno se imagina que el protagonista está en el campo o algo así, disfrutando a placer de esa fantasía cósmica, no se espera que la dura realidad le vaya a dar en la cabeza con el mocho de la fregona, jajaja.
Una buena historia de contrastes, real como la vida misma.
Mucha suerte y un abrazo Alberto.
Cabezada de cansancio con un sueño poético y especial. Golpe de realidad al final que nos sorprende. Hilado y narrado con maestría. Suerte con este relato Alberto. Un abrazo.