Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

ANIMALES

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en ANIMALES

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el 5º de este año serán LOS ANIMALES. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de AGOSTO

Relatos

SEP137. NATURALEZA MUERTA, de Xavier Blanco

La estancia es pequeña. Hay una mujer recostada sobre un sillón frailero, un espejo y una mesa camilla adornada con una cesta de fruta madura. “Mantenga esa posición y fije la vista en el espejo”, -reitera el pintor. Ella, sentada en la silla, observa su cara. No se reconoce. Sus ojos de niebla apenas distinguen la imagen, como si solo fuera el retrato latente de un daguerrotipo revelado con insuficiente luz. Intenta dibujar una sonrisa en ese espejo mohoso, pero el reflejo no se deja engañar. El artista esboza en el lienzo una línea, recta y dispersa. Es el único trazo con el que adorna su semblante. Orgulloso de su obra, recoge sus pertrechos y abandona la sala. La mujer sigue perdida en su mirada. Una soledad prepotente cerca su anatomía, como si la bolsa amniótica de la vida se hubiera roto hecha añicos. Hace semanas que espera. Siempre tuvo un sexto sentido para las cosas de la vida. Sus ojos regresan al espejo pero la imagen se desvanece. Ovillada en mil hebras de memoria su cuerpo resbala extinto en la silla: sus ojos negros, sus ropas negras y su negra existencia. Regresa el pintor y recoge su guadaña.

http://xavierblanco.blogspot.com.es

SEP135. HISTORIA DEL VIENTO DE OTOÑO, de Elysa Brioa Escudero

Cuentan que cuando sopla el viento de otoño, desde el mar se oye la voz. Es entonces cuando las mujeres del lugar atan con cadenas y candados a sus hombres. Tan vehemente es el canto, que todos los varones que se encuentran cerca de su influjo se vuelven locos de pasión. Ciegos y sordos a todo lo que no sea el llanto herido de ella, se lanzan sin pensar al mar. Pocos subsisten en las frías aguas, angustiados por encontrarla son incapaces de volver a tierra.
Él acudió atraído por las historias que hablaban de la mujer envuelta en llantos de ausencia. Por mucho que preguntó nadie supo decirle donde encontrarla, por eso esperó sentado en la playa, la paciencia era su única compañía.
Dice la leyenda que ahora es él quien llama y cuenta a todo aquel que quiera escuchar su diálogo insensato, que la está buscando, que la esperará mientras conserve la vida. Sabe que en algún momento ella volverá, con el fruto maduro que engendró en su vientre.

 http://elystone.blogspot.com.es/

SEP134. LA PIEL DEL MELOCOTÓN, de Manuel del Valle

Cuando mis ajados labios acarician la suave piel del melocotón,no puedo evitar acordarme,de ese recuerdo, qizá, falsamente instaladoen mi memoria por las posteriores repeticiones del relato en boca de mi madre:
  Tendría yo unos pocos años, quejábame de la fruta picada y madura que mi padre de profesión frutero retiraba del escaparate para traer a casa:
-padre ¿por que tan pachucha la fruta? debía decir yo por aquellos años
-hijo, estas frutas de apariencia arrugada y picadas por los pájaros esconden la más dulce y jugosa pulpa ya que los pájaros con natural acierto las han escogido entre todas…
-entonces ¿si son mejores frutos por que los retiras? contestaba yo sin rendirme
-porque la gente solo fija su superficial mirada en los frutos más tersos y jóvenes, sin mirar con el corazón…
-¡dejáos de pamplinas principescas que se os enfria la sopa! intervenía mi práctica madre…
Yo , ingenuo que nada veía de principesco en las palabras de mi padre.Años más tardey tras haber leido a Saint – Exupery al fin pude apreciar (con el corazón ) el dulce jugo de las palabras del melocotón que ahora acarician mis labios.

SEP133. AL CAER LA TARDE, de Rebeca Gonzalo López

Contempla ensimismada el viejo molino. Apenas le quedan fuerzas para mantenerse en pie, pero acostumbra a acercarse a aquel lugar cada 27 de septiembre al caer la tarde.
Le fallan casi todos los sentidos, pero su corazón late con la misma viveza que antaño. Pasear por esas ruinas al cobijo de los manzanos le hace sentirse flotar entre nubes, como la niña de quince años que dejó atrás hace tanto tiempo.
A escasos metros el rumor del agua sigue el viejo sendero y surca kilómetros y kilómetros, mezclado con las lágrimas que en cada aniversario de aquellos besos furtivos a un extraño, vierten sus ancianos ojos. Quizá algún día lleguen a su verdadero destino y por fin se reencuentre con su verdadero amor… como la fruta madura que besa la tierra al caer del árbol.

 www.cuentosrecienhorneados.blogspot.com

SEP132. ES ÉPOCA DE SIDRA, de Fina Fernández Fernández

El otoño reinaba a sus anchas y la estampa que se veía lo corroboraba: La temperatura empezaba a refrescar, caían las hojas de los árboles como fruta madura, la hierba estaba enrojeciendo y se veían unos nubarrones que presagiaban que no tardaría en llover. La ventolada  de ayer vertió el prau lleno de manzanas y los topos se estaban dando un gran festín. Es época de preparar la sidra.
Desmontamos el llagar y una vez limpio, enchufamos la trituradora e hicimos correr el agua por donde hoy irá la fruta. Fregamos el barreño donde caerá el líquido color miel. Metimos también en el agua embudos y coladores. Una vez recogidas las manzanas, las lavamos, troceamos y las pusimos en el llagar. De cuarenta y cinco kilos de manzanas saldrán unos treinta y tres litros de zumo, y llenaremos las botellas que repartiremos entre familia y amigos. Nosotros nos quedamos con ocho, suficientes para  saborear la primera sidra dulce del año. Recién salida, nos sabe demasiado a zumo. Nos gusta que pasen unos días, que empiece a picar un poco. A cada poco te encuentras sin saber por qué sirvientote un vaso y… ¡salud!

 Blog = finola

SEP131. MACEDONIA, de Pablo Vázquez Pérez

Era el final del verano y seguía haciendo mucho calor. Los aldeanos se refrescaban a la sombra, junto al río. Cuando aparecieron las primeras aletas afiladas, emergiendo fuera del agua, nadie se extrañó. A los tiburones les encantaban las manzanas y las peras, sobre todo las de los árboles frutales que lindaban allí con la orilla. Devoraron todas las frutas que flotaban sobre el agua del cauce, sin dejar ni un solo rabito, ni unas semillas.
Aunque, días antes, los paisanos del lugar se lo habían pasado mejor con la visita de los delfines, más simpáticos y agradecidos.

 http://pablosinbulla.blogspot.com.es/

SEP130. EL PESQUISIDOR, de Jose Vicente Pérez Bris

Olmedo fue un gacetillero sin escrúpulos. Desde su famosa columna periodística, “El Pesquisidor”, atacó a personajes públicos de la ciudad. Difamaba a políticos, actores, gentes del mundillo rosa o de la televisión.
Sus víctimas también eran abogados, promotores inmobiliarios o grandes chefs.
La estrategia estaba sutilmente programada. Primero, arrastraba su prestigio y honorabilidad por los suelos. Luego, les hacía chantaje, amparado en su poder mediático.
Cuando iban cayendo, como fruta madura, pagaban la extorsión y el columnista les iba devolviendo la credibilidad con cuentagotas. Su tira se convirtió en un péndulo entre la difamación y la verdad.
Se enteró de que un famoso chef andaba retrasado con los pagos. La reforma del restaurante, un figón de lujo situado en el centro, estaba acumulando facturas impagadas.
Olmedo, viendo su oportunidad, se citó con el restaurador. Le propuso un trato: un veinticinco por ciento del negocio, a cambio de buscarle tres inversores que pagaran las minutas.
Acuciado por los acreedores, el cocinero aceptó la sociedad. Los financieros no eran hermanitas de la caridad, precisamente.
“El pesquisidor” cometió su primer error en muchos años. Descubrió tarde que uno de los promotores era un mafioso.
El final de la historia está aún abierto.

SEP129. EL SABOR DE LA FELICIDAD, de Rosa Molina

Querido hijo:
¿Nunca te hablé de Eva? Era la hija de la frutera del pueblo, siempre rodeada por la ingenua forma de las peras, por el olor de las  manzanas que pesaba en la romana. Durante años balbuceamos pedidos y precios, pero nuestra inmadurez nos separó y ambos, por senderos y parejas distintas, culminamos vidas correctas, regladas, hasta que ahora, muchos años después y otra vez solos, nos hemos reencontrado. En cuanto la vi dejé de sentirme vacío, cerrado, nadie. Mi soledad se agarró a su alegría tratando de adivinar qué porción de sufrimiento traía ella consigo, pero en sus ojos sólo vi la certeza de saber que la vejez es efímera, que es posible vivir sin memoria ni previsión,  que la vida queda grabada en los surcos de la piel, en la forma de los huesos. Así que, tras una furiosa afirmación mutua, instalados en una felicidad definitiva, hemos decidido huir, abandonar esta residencia a la que llegamos con la sumisión de sabernos abandonados, para vivir de nuevo, con el corazón lleno de sabor y saber.
Hijo, quiere a los tuyos y recuerda: la vida, cuanto más madura, más sabia y efímera, como la fruta.
Os quiere,
Papá.

SEP128. SABIO REFRÁN EN ÉPOCA DE MAGIA, de Laura Garrido Barrera

Una noche fría y oscura, se encontraba don Mendo, vestido con un traje gris y apolillado, ensayando sus trucos de magia bajo un castaño frondoso. Pasó el señor boticario, le dio las buenas noches y ni siquiera le preguntó de qué truco se trataba. Los habitantes del pueblo estaban acostumbrados a las nocturnidades del mago, que sólo ensayaba de noche por miedo a ser descubierto. Anduvo el hombre cambiando de árbol según estuviera la luna. Si menguante en el castaño, si creciente en el manzano, si nueva en el naranjo y si llena en el limonero. Pero a pesar de todo, el truco se le resistía. Pasó un extranjero una noche de luna nueva, y tropezó con don Mendo bajo el árbol. – –Apártese buen hombre – le gritó el mago – ¿no ve que estoy a punto de conseguirlo?.  Y decir esto y  cayó sobre sus cabezas una gran vaca lechera.  Al día siguiente, los encontraron en el suelo malheridos y golpeados. La señora Tomasa rió mucho al verlos :
-Ya le dije que era cuestión de madurez, que todo lo que sube, baja, y que no es época de buena leche.

 http://demispalabrasylasvuestras.blogspot.com.es

SEP127. LA CAMPANA, de Ulises Abraham Torres Díaz

EL SOL HABIA ENCENDIDO TODOS SUS MOTORES Y  CAIA PESADAMENTE SOBRE EL ROSTRO DE LOS HOMBRES, SUS ROPAS DE MANTA ALIVIABAN UN POCO EL SOFOCANTE CALOR, SUS PIELES DORADAS LLENAS DE ATARDECERES PARECIAN ROMPERSE, COMO SI ALGO DENTRO DE ELLOS QUISIERA ESCAPAR Y LA PIEL LOS CONTUVIERA, PERO AUN HABIA PALABRAS EN SUS LABIOS Y SUS OJOS SE NEGABAN A APAGARSE; NADIE SUPO COMO SUCEDIO O QUIZA NO SE ATREVEN A DECIRLO, PERO FUE EN AQUELLA CASA, DONDE POR LAS NOCHES LAS PALABRAS DABAN FUERZA Y LOS CORAZONES LATIAN MAS DE PRISA, Y POR LAS MAÑANAS A FINGIR, COMO SI NADA PASARA, COMO SI LAS CADENAS RESULTARAN COMODAS, PERO LA SEMILLA SE HABIA PLANTADO HACIA YA TRES SIGLOS Y QUIZA LA FRUTA ESTABA MADURA, MUCHOS HABIAN MUERTO, PERO ESTABAN LISTOS PARA RESURGIR, CABALLEROS AGUILA Y GUERREROS ANCESTRALES HABIAN VUELTO, ALGUNOS DICEN QUE JAMAS SE FUERON, Y TODO SE MEZCLO, UN PRECIPITADO BREBAJE NOCTURNO Y DE REPENTE, EL CURA, Y DESPUES LOS GRITOS, Y DESPUES LA CAMPANA, REPICANDO DESDE LO ALTO DE LA PARROQUIA,Y OTRA VEZ LA CAMPANA COMO NO OIRLA, PARECIA QUE CAIA AGITANDO LA POLVORA, INVITANDO A TODOS A OBSERVARLA A PUNTO DE CAER….COMO FRUTA MADURA

SEP126. MADUREZ, de Sara Lew

“Ya no es momento de perderse” piensa Carla mientras tantea en la espesura el rumbo a seguir, pero el ocaso —que no espera— la encuentra en plena incertidumbre. El monstruo que la acompaña aspira gravemente ese aire cargado de aprensión y se ensancha.
Unos frutos rojos que relucen en el suelo la devuelven al camino, y ella avanza saboreando la estela rica y jugosa que dejan. El monstruo, contagiado de esa atmósfera apacible, suspira y se desinfla. Carla continúa así —como extasiada— hasta que la brisa nocturna se convierte en un viento fuerte y bochornoso, de esos que presagian tormenta. Entra en pánico al pensar que no hallará cobijo en medio del bosque, y el monstruo que va a su lado se expande. Truena y comienza a llover. El monstruo crece aún más, empapado de terror. Carla camina a trompicones, apartando la maleza mojada y las ramas zamarreadas por el viento, hasta que se topa con un barranco. Desesperada, no ve ninguna salida. Entonces el monstruo se hincha tanto que asciende convertido en un inmenso globo a punto de estallar, y ella se lanza al vacío, justo a tiempo de asirse de su cola. El monstruo, aliviado, suspira.
 
 http://microrelatosilustrados.blogspot.com.es/

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