Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

EN UNAS HORAS…

Estamos terminando de ordenar listados, probar formularios, redactar el acta y demás… En unas horas comenzaremos a subir los relatos finalistas y las instrucciones para que podáis votar y elegir a los ganadores.
Muchas gracias por seguir por ahí… Hasta pronto

709. LA CESTUCA, de Musgo 8

Algunas noches, merodeaba por las aldeas cercanas. Vestida de negro, con una cestuca bajo un brazo y sin los zancos de madera, la vieja caminaba silenciosa, tambaleándose en la oscuridad, hasta que entraba sigilosa en una casa. Al poco tiempo salía con el mismo andar oscilante y mudo, y era entonces cuando se dirigía hacia el bosque. Se adentraba lenta, y lo atravesaba con monotonía fría, hasta que finalmente se detenía ante la caverna y depositaba en el suelo la cesta. Se oía entonces un gemido hueco de dentro del agujero. Poco a poco, un hedor de animales muertos y madera podrida iba inundando cada rincón. La criatura asomaba aquella cabeza deforme entre las sombras de las ramas. Se acercaba arrastrando un cuerpo enorme, peludo, con multitud de dedos inacabados en las extremidades, y una respiración profunda de caballo exhausto. Se arrodillaba ante la vieja y le abrazaba los pies. La vieja acariciaba la cabeza, y la criatura desde abajo no se atrevía a mirarla con su único ojo. Los paisanos lo llamaban Ojáncano. La vieja, hijo. Después, la criatura cogía la cestuca y volvía a la caverna, mientras un llanto de recién nacido brotaba de la oscuridad.

708. EL FUEGO DE LA MAGIA, de Bayas

No se asusten, alegren o circunspecten por lo que les voy a contar a continuación. Existe cierta cantidad de humanos…mágicos. Tan pequeña que probablemente ninguno de ustedes conozca a uno siquiera. Hay otro tipo, más numeroso, a los que se les suele identificar como \»raritos\»,( ¿saben a quienes me refiero verdad?). Pues bien, en el interior de estas personas hay una llama. Ésta suele tener el mismo tamaño al nacer que al morir. Excepto si antes han visitado…el bosque.
 A ellos, en un bosque de su tierra, los están buscando. Allí entre troncos caídos, altas copas, rayos de luz, de oscuridad y rocas esperan por ellos. Los guardianes del fuego abrirán los ojos oliendo en el aire la magia de sus llamas. Y éstas serán respondidas.
 Así que, no se preocupen por sus amigos los \»raros\» si vuelven de la excursión un tanto…normales. Los seres mágicos saben disimular muy bien.

707. LA CIENCIA DE LULO, de Abeto Real

Lucía el tímido sol de invierno en el jardín de Lulo. Ocre sobre verde, torcaces y un pardal. Sentado, observaba el aleteo incesante de una mariposa sobre su flauta de madera.
— ¡Quieta, mariposa! ¿Acaso conoces las estrofas que con ella se pueden entonar? Ven, te enseñaré una cosa y hoy mi amiga serás.
— ¿Sabrías volar en Do? ¿Y en Re? ¡Más difícil es en Fa! —Silencio. La mariposa quedó suspendida ante las palabras del niño. Y fue el leve meneo de su cola lo que le hizo sonreír al chaval.
— ¡Bien! Hagamos una prueba —propuso al animal. Y soltando a su amiga, comenzó a tantear una bella melodía.
— Comenzaremos con Do: Tu, turá, tu, turá…, —entonaba Lulo. La mariposa describía curvas con su vuelo. Una, y otra más hasta que aprendió.
— ¡Estupendo! Ahora con Re: Tu, turá, tu, turá…, —insistía el muchacho. Y su amiga describió una llamativa espiral. Así, hasta modular todos los acordes conocidos hasta formar una sección dorada, regla áurea sin igual. Y despidiendo a su nueva amiga, quedaron para siempre en prorrogar.
— ¡Adiós, mariposa! ¿Cómo te llamaré?
El animal trazando cuatro órbitas en el cielo contestó:
— Llámame do-re-mi-fa.
Y Lulo fue feliz. Lulo no deseó más.

706. MELODÍA FORESTAL, de Cárabo 2

Bailaban todos, pero llueve y ya no bailan. Solo dos. En medio del claro, rodeados de sombras de salvajes.
Él guía, ella le sigue. Llueve a cántaros pero calados hasta los huesos no pueden parar de mover las piernas y los brazos. Cerraron los ojos y entraron en trance.
Los demás, a cubierto entre árboles, no pueden tampoco dejar de mirarlos. Es una suerte de abrazo energético sideral.
No va a parar de llover. Seguirán bailando aún sin música, les basta con tener el cielo abierto y el viento. Y los sentidos receptivos a los sonidos y esencias sonoras del bosque.

705. NO TENGAS MIEDO, de Alimaña

No tengas miedo, sigue leyendo. Ignora el silencio de la habitación, concéntrate en los sonidos de la noche: el zumbido del viento, los aullidos de alguna alimaña, el crujir de las hojas, los pasos que se dirigen hacia ti… Sigue leyendo, no tengas miedo. Ignora el sonido del bosque, concéntrate en la habitación: el repiqueteo de la ventana entreabierta, el crepitar de las paredes, el pausado movimiento de las agujas del reloj, las pisadas que avanzan hasta donde tú estás… No tengas miedo, sigue leyendo. Ignora la noche y la habitación, concéntrate en ti: el nudo en la garganta, el latir del corazón, la sangre recorriendo tus venas, la gota de sudor por la espalda, la mano que te arropa, la respiración que golpea tu oído… Sigue leyendo, no tengas miedo. Acurrúcate entre las sábanas y libera tu imaginación: los misterios del bosque, la persona que hay junto a ti, el peligro que se esconde en el armario o aguarda bajo la cama. Deja que el miedo se apodere de la noche, sigue leyendo…

704. CUANDO EL BOSQUE NO DEJA VER LOS ÁRBOLES, de Níscalo

En una gran cuidad rodeada de gente, yo sola. Con amigos que veo cada dos meses y sin tiempo para hacer nada de lo que realmente te gusta, es cuando me di una cuenta de que “el bosque no me deja ver los árboles”.
 Y como quería ver los árboles, decidí rime al bosque. Tal vez fuera la falta de bullicio, la innecesidad de correr a todos lados, el aire limpio o simplemente el tener esos árboles tan cerca de mí, lo que me hizo quedarme a vivir aquí. Aquí encontré la paz, aquí morí. Hoy soy otra. Hoy he encontrado el amor.
Porque por fin puedo decir que lo he encontrado. No es apuesto, no es adinerado, no tiene ojos azules ni va sobre un gran caballo. Mi príncipe es un hombre bueno, un hombre de campo y, aunque no lo crean, casi no ha estudiado.
Soy feliz, soy sincera, porque he encontrado mi árbol, he dejado la pena.

703. MADRE NUESTRA, de Oruguita

Madre nuestra que estás en este mundo. Bendito sea tu nombre. Venga a nosotros tus montes y mares. Sáciense tus necesidades, así en la tierra, mar y aire. El oxígeno nuestro de cada día dánosle hoy. Perdónanos nuestros incendios, y poluciones, así como nosotros intentaremos perdonarnos. No nos dejes caer en la tentación de la industrialización excesiva y líbranos de hacerte mal.

702. SIEMPRE SALE EL SOL, de Hoja Caída

Cuando el cielo se torna gris y parece que la noche ha madrugado demasiado,
Cuando los relámpagos iluminan cual luciérnagas incandescentes,
Cuando los truenos ensordecen a los pajarillos…
Cuando parece que el viento lucha contra las ramas de los árboles…
Cuando parece que en cualquier momento los árboles ya no aguantarán mas…
Cuando menos te lo esperas aparece el primer rayo de sol.
A nosotros nos pasa igual que al bosque, a lo largo de nuestra vida nos tenemos que enfrentar a terribles tormentas, pero después de la tormenta siempre llega la calma y tímidamente el sol se va abriendo camino. Y al igual que a los árboles nos ha servido para fortalecer nuestras raíces y a aprender que es necesario vivir una tormenta para estar agradecido cuando haga sol.

701. EL PERSONAJE, de Muérdago

El bosque, ese espacio común en todas las mentes, infantiles y adultas, escenario de cuentos, de leyendas, se convirtió una vez mas en protagonista. Un protagonista con maravillosos y evocadores nombres, con historias mágicas o siniestras, con personajes reales o inventados.
Posiblemente el bosque sea un sinónimo de sentimientos, de recuerdos atávicos. El lugar donde cualquiera pueda vivir aventuras, ser libre, ser protagonista.
Es a la vez el refugio y el hábitat de la naturaleza en su más puro sentido, el de especies vegetales y animales, y también el de las personas que han contribuido a hacerlo y a mantenerlo.
Nunca debemos olvidar que desde el carbonero al leñador, desde el cazador hasta el pastor, han puesto su grano o su sudor para que siga vivo. Solo por eso, debiéramos entrar en el bosque como se entra en los cuentos y en los sueños, con la esperanza de un final feliz. O sea de un principio y un continuará.

700. ES NATURAL QUE FUERA ASÍ, de Níscalo

Es imposible saber la cantidad de colores verde que cubrían la orilla del río. Desde los árboles hasta los arbustos, pasando por cantidad de plantas que, sin querer marcar su territorio, se confundían unas con otras. El sol penetraba a duras penas, nadie recuerda cuando no fue así. Pero el tronar que quebraba el silencio en este momento hacía intuir cuando sí iba a volver el sol a esos musgos y hojas que cubrían el suelo.
 Motosierras, equipo pesado de transporte, un permiso que y el alto desempleo en la zona eran los culpables secundarios, la incapacidad para valorar la importancia del bosque y la falta de conciencia, los primeros.
 Cuando un centenar de abetos estaban tumbados en el suelo, cuando ya no había protestas ni detenciones inútiles, parecía que nada los podía detener. Las nubes y la lluvia cubrieron el bosque. Lo cubrieron tanto que, entre nubes y niebla desapareció por completo. Desapareció a tal punto que una mañana, los obreros no pudieron encontrarlo. El destino había sido truncado, no todo se había perdido.
Al salir el sol, nadie sabe cuánto después de aquello, el bosque fue olvidado. Esa fue su suerte.

699. REENCARNACIÓN, de Búho 2

Mientras enciende el último cigarrillo, Fran recuerda la noche en que despertó, parpadeó dos veces, y con los ojos muy abiertos oteó el bosque de hayas en completa oscuridad. Captó un movimiento entre la hojarasca, se lanzó en picado y el ratón cayó bajo sus garras sin rechistar.
Ante el pelotón de fusilamiento, Fran se pregunta qué será la próxima vez que despierte.

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