Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SERENDIPIA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en SERENDIPIA

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LA SERENDIPIA. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE NOVIEMBRE

Relatos

OCT139. NAUFRAGIO UNIVERSAL, de Belén Molina Moreno

Arturo patroneaba el Bouvier, carguero de gran tonelaje que transportaba tejido de algodón del sur de Asia al oeste de Europa. La vida a bordo transcurría milimetrada durante el día. Las tareas asignadas no admitían ningún error. El sonido de las primeras notas que Vega, el contramaestre, sacaba de su lira cuando la oscuridad borraba la línea del horizonte, marcaba el final de la cuadrícula diurna.
El turco Alhad  contaba fantásticas historias de su país, los rusos Aliosha y Misha  se lanzaban a bailar czardas;  de la cocina, el griego Alio sacaba verdaderos manjares, y los aplausos de Dunbe y Marcos con las carcajadas del gordo Carolo  daban el ritmo a la noche. Hasta el tímido Régulo aparecía con Duniébola, su inseparable talismán con forma de león.
Esta noche sin luna, el mar  refleja  el área de exploración del naufragio;  una zona blanca, brillante, oscilante, donde  gritan su brillo Arcturus, Vega, Regulus, Denebola,  Caroli y tantas otras. El Carro  tirado por Aljaid , seguida de Alcor, Mizar y  Alioth,  ya próxima al cuadrado guardado por Duhbe  Merack, las guía imparable por el universo boreal.

OCT138. CAÍDAS DEL CIELO, de Carlos Alberto Torres Gómez

Empezaba la noche a caer lentamente con el frío azotando los cristales. El termómetro había caído sin más. Mientras tanto, en el salón de su casa, un reguero de nubes de humo cubría el techo de su agonía, anegando de cenizas el parqué de la habitación. En el centro de la misma, las hojas de un árbol decrépito se desmoronaban sobre el suelo. La figura del hombre reposaba sentada en medio de aquel caos al abrigo de su soledad. La mirada se le perdía entre las sombras de la tristeza. Todo se hacía cada vez más complejo. Entonces, decidió levantarse; se asomó por la ventana y miró al cielo. En ese momento, un haz de luz se posaba en el jardín del recinto. Llamado por la curiosidad, corrió escaleras abajo. Al llegar al sitio, comprobó absorto cómo tres estrellas sobresalían de la tierra. Su brillo era muy tenue, así que las envolvió en un pañuelo y regresó a casa. Las colgó del techo y esperó a que el viento le viniera a buscar. Cuando lo hizo, las pequeñas se apagaron para siempre.

INSPIRACIÓN DESDE LAS ESTRELLAS… DE HOLLYWOOD

HÁBITAT.

El techo de mi dormitorio es Hollywood.
Nadie nunca
podrá verme llorar entre su clítoris de neón.
Me arropan luciérnagas que se derraman en lugares
lejanos,
signos de interrogación viajando gratis,
aupados por acróbatas que se mofan de mí
y con sus pisadas fulminan la Vía Láctea
y su sudor y la huella son silueta en el suelo
de Salomé pateando la cabeza del predicador:
piedad, dios del frío, para mi mesilla de noche.

Hijos de Halley arrasando mi refugio,
Sunset Boulevard en la noche oscura de mi techo.

Elena Medel. MI PRIMER BIKINI. DVD EDICIONES, 2007
(escrito por la autora a los 15 años)

OCT137. ESTRELLAS DE VERANO, de Mercedes C. Velázquez Manuel

De esta noche no pasaría. Estaba decidido. Seis sacos desgastados por el uso, ocho cañas cortadas del cañaveral y un papel de estraza usado.
La base de operaciones había quedado montada esa misma tarde, aprovechando la esquina de un  ángulo recto que formaban los muros enjalbegados de la azotea.
Cuando los padres dormían, los dos hermanos se calzaron sus alpargatas de lona y caucho, y en la soledad de la noche y el silencio más pleno, treparon casi en cuclillas por la vieja escalera exterior de peldaños de tea que les llevaría a la choza prevista. Ambos soñaban en divisar desde allí un espectáculo fascinante. Agazapados bajo el observatorio, abrieron un pequeño boquete en la tela de uno de los raídos sacos e introdujeron por él,  a modo de tubo, el cucurucho alargado y endeble de papel de estraza. Allí, impávidos y emocionados, orientaron el telescopio  hacia el cielo. El panorama no podía ser más espectacular: una franja de luz alargada y difusa, como un haz blanco, se introdujo a través de aquel improvisado catalejo infantil.
Esa noche la Tierra se unió con el firmamento de este a oeste a través del esplendoroso panorama  camino de las estrellas.

  yotanci.blogspot.com

OCT136. SIN CIELO, de Lourdes Abuide

Era obsesiva por naturaleza. Le gustaban las formas perfectas. Los números que encajaban, el orden a la vista de sus ojos. Su habitación era exactamente  cuadrada con una estantería en donde los libros se colocaban por tamaño y tono. Los lápices estaban siempre afilados a la misma altura, de forma que cuando uno se gastaba los otros sufrían la misma mutilación repentina. El armario tenía siempre el mismo número de camisetas colocadas por colores. Una y otra vez les pasaba la mano para que no se formase el mínimo pliegue. Nuria había aprendido desde pequeña que su habitación era el único lugar en donde podría existir su mundo perfecto.  Entonces hizo tapiar la ventana para no ver las tres estrellas desiguales que, a veces, asomaban cuando dormía. Le dolía el caos del cielo, de las nubes. Su retina no toleraba el  brillo de los astros, ni los colores del arco iris. Nuria era distinta y, desde que lo supo, decidió borrar de su mente el nombre de todo aquello que no podía tocar y ordenar con sus manos.

OCT135. GIJÓN-LA HABANA 1896, de Nieves Torres Alonso de la Torre

A finales del siglo XIX, un niño llamado Vicente abría a escondidas una caja de latón oculta en el armario para contemplar el tesoro familiar: tres piedras diminutas que destellaban a la luz de la vela como tres estrellas.
Después llegaron tiempos difíciles, las cosechas se malograron y los pequeños diamantes acabaron brillando, uno tras otro, en casa del banquero. Antes de que los devorara la miseria, con apenas quince años, el abuelo Vicente y dos de sus hermanos cogieron un barco con destino a La Habana, donde los esperaba un tío lejano con un plato de comida y muchas horas de trabajo por delante.
Con el tiempo, Vicente logró enviar a casa un primer paquete con una carta, un retrato y una virgen de la Caridad con un mensaje en clave que la hermana pequeña leyó para sus padres: Que el brillo de su corazón os guíe.
Cuando mi bisabuela murió, muchos años después, varias vírgenes de escayola, con un agujero torpemente tapado en el pecho, la velaron desde la cómoda.

 nieves-debajodemisombrero.blogspot.com

OCT134. EL PARAISO, de Héctor Ramón Romero

El viaje, comenzó el domingo a las diez de la mañana.Partí,  ignorando por completo las ayudas médicos-científicas y, las súplicas llorosas de los íntimos.Como decía, partí desde la corteza cerebral, con mi pequeña nave descerebrada y, a pesar de todos los tubos y cables que mantenían mi vehículo sujeto a la tierra, despegué con rumbo por primera vez para mi desconocido.Había mucha gente a mi alrrededor, me sentía como una estrella del pop, entre las nubes. Luego un inmenso hueco, succionó mi nave y me llevó por un oscuro y tenebroso túnel, por un espacio infinito de tiempo, yo,  a estas instancias, quería volver, pero el control remoto de mi nave estaba seriamente dañado, de repente, al final, se enciende un pequeño cartel que decía, ¨lamentamos mucho las incomodidades de su viaje, pero por problemas energéticos que son de público conocimiento, por mucho, mucho tiempo,  nos veremos obligados a que no vean más que este diminuto cartel luminoso, en lugar del maravilloso resplandor, al final del túnel. Firmado: San Pedro, amo de llaves del hotel Tres estrellas- ¨El Paraíso¨

 Blog = Rotcehoremor

OCT133. SOPAS SOLAS, de Ignacio Feito

En la aldea de Brezeniskhov vive sola Anastassia Prazskhyn que encontró una moneda y con ella le compró a un italiano una bolsa de letras instantáneas. Desde entonces, todas las noches,  tras sacar los nabos escuálidos, se quedan solas las letras en el plato de sopa que ella va moviendo con la cuchara de modo que formen palabras, las palabras de Tassia que no sabe leer y que significan una cosa o todas las cosas, cada día cambiando su postura, violentando incluso su inclinación, como si sirvieran de un día para otro, firmes aunque parecen erráticas, solo se necesita un vocabulario o, mejor aún, un diccionario, pero un diccionario extraño, blando, líquido,  con los términos y las palabras que se muevan por las páginas como si estuvieran navegando en una sopa de letras.
Ayer se agotaron las letras. Tassia las movió, leyó su última palabra y se la tragó. Por eso esta noche se dirige con el cuenco a una roca y allí lo deja y lo va moviendo suavemente al tiempo que mira al cielo hasta que consigue encajar en el círculo líquido tres reflejos que ondulan y tiemblan, blancos y turbios, como una sopa de estrellas.

OCT132. TRES ESTRELLAS PARA ELLA, de Violeta García Montes

Dormía mejor que nunca o, mejor dicho, más horas que nunca. De hecho pensaba que perdía el tiempo durmiendo aunque tiempo era lo único que le sobraba.
La casa de sus padres era el sitio ideal para descansar, de noche, el ruido de los grillos y la luz de las estrellas era lo único que podía alterar el sueño. Y aquello que más había echado de menos era ahora otro motivo más de frustración, tristeza e incluso enfado.
Desde que se fue a la ciudad, hacía más de 10 años, había soñado con vivir en una casa bajo un cielo lleno de estrellas como el que miraba durante horas cuando era niña. Ni el piso que compartía cuando iba a la Universidad ni el pequeño apartamento que alquiló con su primer sueldo tenían vistas más allá del edificio de enfrente.
Pero ahora, otra vez en casa de sus padres, sin trabajo y sin ingresos con los que poder pagar un alquiler con lo único que soñaba era con volver a su apartamento en un bloque de pisos donde en el mejor de los días tan sólo se veían, entre tejados, chimeneas y antenas, tres estrellas.

OCT131. ADORMIDERA, de Montaña Campón Pérez

Cada noche papá entra en mi cuarto, abre las ventanas y cuenta hasta tres. Asegura que esa tercera, la estrella más brillante, es mamá vigilándonos desde el cielo. El pobre no sabe que mamá me enseñó los nombres de las estrellas, y esa que él se empeña en señalar no es más que Sirio.

TENEMOS PORTADA… FALTA TÍTULO

Esta sugerente y preciosa fotografía es obra de María Peñil (podéis visitar su web si os interesa), una amiga del alma queridaque, por segunda vez, nos cede generosamente uno de sus trabajos para convertirlos en portada de nuestra publicación.
Efectivamente, esta será la imagen principal en la PORTADA de la publicación definitiva de final de año. Nos gustaría invitaros a que nos ayudéis a buscar un título adecuado para este segundo volumen; si el primero fue fácil por encontrarse el bosque como protagonista, en este caso la idea (como ya muestra la foto) será jugar con los conceptos de alojamiento, dormir, soñar y el género literario de lo que se encuentra en su interior … títulos, por ejemplo  del tipo…“pequeños cuentos sin sueño ni dueño” o “cuentos alojados” o “relatos que soñé”…
Podéis dejar vuestras propuestas en los comentarios  de este post…
¡¡¡Gracias!!!


OCT130. IDENTIDAD, de Eduardo Albarracin

Generación tras generación esperaron. Intuían que de allende los mares vendrían los dioses que adoraban sin conocer; aquellos dioses que suponían encarnados en las tres estrellas que el cielo, con tanta premura, había logrado alinear.
Y soñaban… soñaban cada noche que juntos jugaban sobre las ondas plateadas del mar, provocando aquella fusión mitológica que humanizaba a unos y endiosaba a otros, en una simbiosis sin par.
Todo fue luz, hasta el día del escatológico encuentro, cuando las tres estrellas, perfectamente alineadas, irrumpieron con su verdadera identidad: La Santa María, La Pinta y La Niña.

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