Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

QUIJOTERÍAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en QUIJOTERÍAS

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el tercero serán QUIJOTERÍAS Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE MAYO

Relatos

JUL45. SOLDADITO VALIENTE, de A. Lorenzo Hernández

-¿Duele? – preguntó mientras levantaba la venda que cubría mi brazo.
-No, mentí.
Mentí porque dolía, pero dolían más otras heridas, las que no sangran, las que quedan grabadas detrás de las pupilas.
En el viaje de vuelta, entre el sueño, el cansancio y la inconsciencia, mi mente se dejaba invadir por el salto de imágenes, que se iban sucediendo sin tregua ni piedad,  empeñándose en que la guerra viajara conmigo.
-¿Seguro que no duele?- insistió, mirándome a los ojos
– No es una herida demasiado profunda, es soportable.
– Estas de vuelta, vivo y con mil vivencias para contar en la vejez- sonrió el médico y yo supe que no sabía (o no quería) leer detrás de las miradas
– Sólo un aprendizaje -compartí-  Los muertos no son sólo los cadáveres.

JUL44. ROY, de Rosa Mª iglesias Yañez

Tenemos que viajar, menos mal que la ruta me la conozco al pie de la letra, todos los años el mismo paseo , el camino pedregoso y  montañoso, que año tras año tengo que cruzar acompañado por los míos, atravesando ríos, largos trayectos y distancias interminables
Sino lo hacemos quizás muramos de hambre, las bajas temperaturas de esta época del año, nos mata de frío. Tenemos que dirigirnos al sur donde el verano nos espera, allí dispondremos también de alimentos.
Pero el largo viaje deja a muchos de nosotros por el camino, sin que podamos llegar al destino que nos salvaría la vida,  durante algún tiempo. Hasta que algún depredador con las mismas intenciones que nosotros, sobrevivir, nos quite la vida para siempre.
Soy Roy, el Ñú mas viejo de la manada,  moribundo y famélico, sin aliento, cansado y asustado. Quizás yo, sea uno de los que no pueden terminar su viaje.

 http://clavametusojos2.blogspot.com.es/

JUL43. EL TREN DE LA VIDA, de Maricarmen Brun Martín

El tren ralentizó su marcha con un chirriante sonido, al tiempo que lanzaba un escalofriante y agudo silbido. De repente, sin previo aviso, se apeó en aquella maldita estación.
 Nunca nos lo habíamos planteado, pero a veces su alma de artista dibujaba vuelos de libertad, ni siquiera nos dio tiempo de despedirnos. Se llevó colmado de sentimientos y vivencias el equipaje de todo lo que había sido su vida.
El tren, inexorable y veloz, prosiguió su recorrido llevándome consigo.
Intento rehacer mi vida, pero cada día añoro su presencia e intento atrapar nuestros días para que no se disuelvan en el transcurso del tiempo.
 El viaje me enseñó que es posible seguir adelante: evocando los instantes felices y manteniendo vivo el recuerdo de nuestro amor.

JUL42. EL DESEO, de Asun Gárate Iguarán

Mi viaje duró cuarenta días. Pero no fui a ninguna parte. Permanecí inmóvil, en una cama de hospital, atravesada por sondas y tubos conectados a máquinas. Con los ojos cerrados y la conciencia dormida.
   Sin embargo, cuando desperté recordé haber estado muy lejos de allí, asomándome a un abismo, y al borde del espacio y las estrellas donde dicen que vive Dios.
   También estuve muy adentro de un océano helado, y de mis propias profundidades, mis tripas, mis pulmones, mi corazón…
   Fue un viaje a la oscuridad, al miedo y al dolor del que volví con la absoluta certeza de que La Vida me ofrecía algo y me obligaba a algo. Me daba la oportunidad de cumplir mi deseo más antiguo y oculto; y me recriminaba por no haberlo hecho antes, pues sólo atendiendo a ese deseo mi vida adquiriría su auténtico sentido, el que hace que la vida de uno merezca la pena de verdad.
   Aquel deseo que yo llevaba traicionando toda mi vida era el deseo de escribir.
   Salí del hospital y desde entonces escribo.
   Y, aunque arrastro una pequeña minusvalía, juro que soy feliz y que me alegro muchísimo de haber estado a punto de morirme.

EL JURADO YA ESTÁ DE VIAJE…

Lo primero es advertiros del miedo que nos da llevar 40 relatos presentados en sólo 6 días…
Lo siguiente será deciros que en uno de esos paseos que nos gusta dar por vuestros blogs hemos encontrado que se hace referencia a este blog-concurso con el acrónimo ETC, y nos ha gustado ese valor similar de «suma sin medida ni final», lo usaremos… con vuestro permiso…
Tenemos que anunciaros que el jurado para julio ya está listo… aquí no hay vacaciones para nadie. Por parte de los organizadores tendremos a Mari Carmen Cobo representando al Molino de Bonaco, y Juan Morán (aunque el voto es consensuado) por el Sendero del Agua. Como sabéis, nuestro jurado proviene de los relatos finalistas del mes anterior y tiene vocación de paridad, así que para este mes de julio han aceptado el reto Sara Lew y Miguelángel Flores. Gracias a los dos.
Por último, que, a petición de una participante y amiga de ETC, colgaremos en la columna de la derecha un link para que conozcáis y participéis, si os apetece, de un concurso con buenos premios y mejor finalidad que organiza CreciendoJuntos, el Programa de Accesibilidad del Ayuntamiento de Piélagos (Cantabria)
Y nos vamos ya, que hay mucho viaje por delante…

JUL41. LIBERTAD DEL PENSAMIENTO, de Luis Alfonso Velasco Anguiano

El viaje me enseñó el camino equivocado. Me dejaron crecer, y en un crucero, confundido perdí la transparencia al adquirir lo opuesto de los valores reales. La riqueza verdadera no requiere de bancos para guardarla, de mí depende que las horas felices en la vida no tengan límite en el conteo… el amor verdadero se escribe en la página del que lo vive. Hay muchos senderos que no son sinónimo de crecimiento y no aclaran que todo sueño puede ser real, si es que estás dispuesto a pelear con coraje para obtener la juventud eterna. Mintieron al predicarme que la plataforma del despegue estaba en la credibilidad que me otorgaran. Desgasté el tiempo sin creer en nadie, sin percatarme de que la calidez humana no se da en una mente educada, sino en el corazón del que aprende a amar al amor con el amor mismo. Un beso sin miedo no necesita de poesía; queda escrita en los labios de quien lo recibe; no hay peligro de desgarre cuando los rasguños del amor en caricias se convierten.
El final del viaje nos enseña que ser feliz no es buscar, sino sentir al responsable; sólo así llega la libertad del pensamiento.

JUL40. ESTA NUEVA CASA… de Christine-Kistila Cleret de Langavant

Hacia un rato que se había ido el cura…
No sentía ningún dolor, solo la molestia de este ruido continuo de fragua…
Le habría gustado saber de quien era esta mano tan fresca que se posaba sobre su frente:
“conociendo mi suerte con las mujeres, ¡ya veras como es la de una monja!… Además ¿quien quisiera un casi vagabundo?… que le habían enseñado sus múltiples viajes?… pues… ¡pues principalmente que siempre vuelves a casa!…”
Hizo un esfuerzo para recordar:
“India… mal virus… repatriación… oí al medico asegurar que era mi fin… ¡y hasta que no tenia yo consciencia! Valiente estúpido…”
No tenía miedo, estaba expectante, ni creyente ni ateo sentía curiosidad:
“¿que le esperaba después del viaje de la vida?”…
Intento mover los dedos sobre la sabana… una mano vino a su encuentro… consiguió entrelazar sus dedos…
Una voz se exclamo: “este hombre tiene consciencia!”…
Otra docta: “un reflejo igual que los bebes”…
Sentía una gran paz… por fin había parado el soplete tan molesto de la fragua…
Algo chafado: “ni desfile de mi vida, ni túnel, ni luz, ni espera de seres queridos…”
Vuelo lento y aterciopelado de su consciencia tal mariposa nocturna…
Paz… ¿La NADA su nueva casa?

JUL39. VUELTA AL INICIO, de Gustavo Gareiz

«Tienes que ir tras ella, Ángel”, me decía.
Tras tanto buscar, el frío sur me encendió el fuego que creía extinguido. Pies llagados, cruzando ríos, surcando montañas y contemplando mares, llegué hasta ella, toda silencio, toda misterio, tras un día de viaje y más mil kilómetros.
El silbido del viento sonó entonces como reverberación de un vacío infinito, el de mi alma, confundida con aquella estepa seca y amarillenta.
La abracé hasta llorar. La besé sin refreno. La escuché con pena: “Así no podemos estar”.
Rogué por más tiempo. Imploré por otro beso. Le dije una y otra vez que no podría… “Son sólo palabras, Gustavo”, sentenció, antes de dejarme, mirándome profunda, con sus ojos verdes y su pequeña boca.
El viaje me enseñó que las distancias no existen, pero transforman.
Entonces, volví al inicio, cuando era el verbo, porque apenas me queda uno para decir que sin ella, muero.

JUL38. DESPEDIDA, de Ángeles Sánchez Gandarillas

Llegamos al aeropuerto y los pasajeros ya estaban en los departamentos de salida. Nos apresuramos a facturar. Fuimos conscientes de que quedaba poco tiempo para estar con  ella.
Se nos agolpaba en el corazón y la garganta, una sensación de angustia; su padre tenía los músculos de la cara tensos. Ella, parecía tranquila pero, no nos miraba, temía “mojar el ojo”.
Nos despedimos justo antes de pasar por la puerta de seguridad, con abrazos más cortos y menos apretados que a la llegada, así no facilitaríamos el paso a las lágrimas, ni al vacío sin fondo del interior del pecho, ni los agolpados latidos en las sienes…
–       Llama en cuanto aterrices y cuídate…
–       !Qué sí mamáááá!
Salió del pasillo al túnel que lleva a la entrada del avión. Nuestros ojos la perseguían pero, se estrellaron en la esquina del ventanal y se rompieron en llanto…
Esta vez, sabíamos como iba vestida, como llevaba el pelo, como estaba… Partía al norte de Europa, su presente; pero, ¡estaba tan lejos!
Volveremos a esperar otro avión en otro julio, y estaremos ojo avizor para reconocerla, abrazarla y disfrutar de su visita.
Quizás vayamos a verla en septiembre.
Hasta luego hija. ¡Snif!

JUL36. MANOS LIMPIAS, de Carlos Díaz González

  Fueron muchas horas en coche pero mereció la pena: ese viaje me convirtió en quien ahora soy.
Llegué a casa exhausto. En el ascensor me aflojé la corbata. En la entrada dejé el maletín. En el sofá tiré la americana. En la ducha me limpié la sangre. En mi cama conté el dinero y desde el suelo mandé un mensaje al móvil de mi mujer diciéndole que la quería.
Por primera vez se lo dije de verdad. Por primera vez, ella no leería un mensaje mío.

 http://lashistoriasdenadie.wordpress.com

JUL35. INTENSA Y MINÚSCULA, de Pablo Vázquez Pérez

Cinco años después, Malena regresó a Madrid tras recorrer en el avión diez mil kilómetros. Llegó tan triste como una cereza cuando es separada de su rabito, antes de tiempo, porque le acompañaba una ausencia desde Tokio
Con el ánimo cual pedúnculo marchitado, alquiló un coche en el aeropuerto y condujo por la autovía hacia Extremadura. A mediodía llegó a Cabezuela del Valle. En la habitación del hostal abrió la maleta y sacó alguna ropa y objetos. La pintura de un cerezo en flor decoraba el bello estucado de la urna fúnebre que depositó sobre la mesilla.
Paseando por la calle, entró a la frutería y sus ojos se clavaron en las bandejas llenas de picotas. El amable dependiente le ofreció algunos de esos frutos colorados. Malena probó uno y sintió cómo maduraba su ánimo, mientras saboreaba el gusto fresco y dulce sin empalago de la picota, igual que un beso de Toru, su marido, revivido en ese momento. En su cabeza resonó el poema que le escribió al conocerla:

Comamos fruta madura
cobijados por la sombra
de un cerezo.

 http://pablosinbulla.blogspot.com.es/

JUL34. EL AUTOBÚS DE MADRUGADA, de Teresa Oteo Iglesias

Aquella noche volví a abandonar mi cuerpo. No lo hacía por primera vez, ya no me asustaba, simplemente me dejaba ir.
Esperé en el portal, todo permanecía tranquilo, era de madrugada y sólo se veía a algunos jóvenes que volvían a casa.
Pasó mi autobús, lo reconocí sin problemas, me subí, di las buenas noches al conductor y me senté emocionada y nerviosa. No estaba sola. Había más viajeros en el vehículo.
Por fin llegamos a la siguiente parada, las puertas se abrieron y allí esperaba  él, de nuevo, con su sombrero de fieltro gris y su gabardina, tal y como yo lo recordaba. Subió al autobús, saludó al conductor y se sentó a mi lado.
No sé durante cuánto tiempo hablamos ni cuánto duró nuestro recorrido, pero poco a poco el autobús se fue quedando sin pasajeros.
Amanecía…
Sólo estábamos los dos cuando el conductor paró y mi abuelo me dijo:
–   Es tu parada, los vivos os bajáis aquí.
Y volví a ocupar mi cuerpo.

 puntosuspensivos-teriri.blogspot.com

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