Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

19. EL ARTE DE SOBREVIVIR, de Hiedra

Aquella semilla que cayó del árbol un día gris en el que el bosque lloraba por su desolador futuro. Que nació recubierta del agrio fruto que un desplumado pájaro ingirió para sobrevivir y transportó hasta una zona carente de vida. Que quedó enjaulada entre dos rocas duras como el acero que parecían llevar siglos allí. Aquella semilla… germinó. Y una pequeña rama verde esperanza se abrió paso entre los desolados pedruscos que la rodeaban.

18. QUIERO CONTARTE UN CUENTO, de Luciérnaga

Sentada desde la orilla, en el remanso del riachuelo, vengo a contarte un cuento, ahora que vas a dormir.
Dicen que la escucharon los espíritus del bosque. Dicen, que estaba escondida. Dicen, que nadie hasta entonces la vio.
Dicen que un día, erase un día, en el que se cansó de vagar sin ser vista. Y desde lo profundo de la tierra, salió para entrelazar su sonrisa con las hojas en invierno, revolotear con las aves en primavera, pintar de colores el otoño, y en el verano descansar bajo el roble, junto a este riachuelo.
 Dicen que desde ese día ilumina el bosque. Que lo inunda de magia, y lo hace sentir.
Y el bosque se siente feliz de ser su compañero.
Mañana, cuando amanezca, viste tu desnudez y calza tus pies, desnuda tu mente, y desabrocha tus ojos, la verás llegar a tu retina.
El bosque, te enseñará la ruta y si estás listo para empezar a caminar, te sorprenderá.
Dicen que los habitantes del bosque la cuidan, y cuentan, que el árbol más veterano y sabio la llamó “Belleza”.

17. EL PASEO DE ALBA, de Luciérnaga

-¿Que tienes ahí? te pregunté.
– Una luciérnaga- contestaste, y yo, vi una luz tenue.
-¿Puedo verla?
-No puedo enseñártela, se me escaparía- me dijiste desafiante.
Sonreí.
-He visto un búho, mirándome desde lo alto de un roble.
– ¿Y qué te ha dicho el búho?-
– Papá, los búhos no hablan, ululan, solamente ululan- sorprendido por tu respuesta volví a sonreír.
De pronto una risa salió de tu boca-
-¿De qué te ríes Alba?
-Una hormiguita sube por mi pierna.
-¿Y a la hormiga, me la enseñas?
-No, si la cojo la haré daño con mis dedos.
Percibí un olor verde y fresco y tú exclamaste -¡Qué bien huele!
-Sí, yo también lo huelo-Te dije extrañado.
-Es la lluvia que moja la hierba. ¡Mira, una mariposa amarilla! ¿La ves?
– Sí, se ha posado en la margarita-
– No papá, está sobre mi cabeza.
– Venga Alba, date prisa.
-Un rato más, quiero seguir paseando por el bosque.-Me pediste con voz zalamera.
-Pero si llueve mucho más, tendrás que regresar.
-No, ya no llueve.
– Venga Alba, deja el perfume de tu madre, apaga la linterna y sal de la sabanas, llegarás tarde al colegio.

16. BAILE EN EL BOSQUE, de Mariposa

Las gotas de lluvia cayeron sobre las hojas del arrayán que exhalaron un aroma a clavo y canela. Me pareció que se habían puesto contentas. Me fijé con atención y vi que estaban bailando; se movían bajo el embate de la lluvia siguiendo el ritmo de una música sutil que ejecutaban las ranas escondidas entre el pasto. No me importó estar calada hasta los huesos; siempre me ha gustado el baile y la alegría de los salones en las noches cálidas de verano, entonces me atreví a dar unos pasos de baile, y a pesar de que noté que los arrayanes se calmaron y la lluvia amainó, bailé con los pies desnudos sobre la hierba mojada mientras las hojas me miraban enfadadas y un floripondio estremecido me lanzó el perfume embriagador de sus flores blancas.
Me di cuenta que al cabo de un largo rato había seducido a los árboles y flores del bosque, la lluvia regresó y las hojas me salpicaron con diminutas gotas que brincaban de alegría. Bailamos con frenesí y desde entonces vivo bajo el embrujo de los espíritus del bosque, el bálsamo de las flores y el ritmo de las hojas.

15. EL VIEJO ROBLE, de Hada

La ardilla saltaba ágil de un lado a otro buscando su comida, el gusano la miraba –envidioso- mientras arrastraba su cuerpecillo sobre una hoja inmensa, la ardilla miró a un joven corzo que correteó a su lado, se sintió torpe e insignificante; mientras, el corzo sintió sobre si el aleteo de un pájaro, “volar” –pensó-, “eso si que debe ser grande” y deseó tener alas, el gorrión observó en el cristalino riachuelo la velocidad de los peces que en él habitaban, “¿qué sentirán dentro del agua?, debe de ser mágico moverse dentro de ella”.
Aquella mañana en el bosque nadie parecía estar contento dentro de si, el viejo roble que leyó lo que todos pensaban habló:
-Amigos no reneguéis de lo que sois, nada sería igual si el gusano fuera ardilla, la ardilla corzo, el corzo pájaro, el pájaro pez…, todos somos importantes, hasta yo que no puedo como vosotros ir de un lado a otro.
El viento les acarició mientras cantó entre las hojas del sabio roble: «todos somos el bosque, a él todos nos debemos».
Los animales volvieron a sus actividades escuchando la sabia canción y compadeciendo al árbol: “pobre roble, tanto tiempo sin poderse mover”.

14. SEMBRANDO SENSACIONES, de Hada

Sembré las ilusiones al lado del riachuelo de aguas cristalinas, la paciencia y templanza las planté debajo de un roble de generosa sombra, con la alegría y la esperanza me fui a un claro lleno de flores multicolores y poblado de abejas, para que polinizaran sobre ellas y las extendieran.
La paz y los sueños me los quedé y me senté con ellos a leer un libro del que se escapaban duendes y hadas que correteaban festivos por el bosque

13. MI BOSQUE, de Endrina

Mi bosque. Sueño con él cada noche desde este páramo yermo. Mi bosque es antiguo y nuevo, caracolea por las faldas de las montañas y desciende abrupto en cañones y vaguadas. Mi bosque no es de nadie, sino de los que lo habitan y lo adoran. Mi bosque se escurre de entre las manos de quien quiere apropiarselo, pero se mete en el alma de los que le consagran su vida. No hay silencio en mi bosque, sino canciones de agua, murmullos, trinos, zumbidos, bramidos, arrullos…Tiene mi bosque colores nunca vistos, rincones donde no pasa el tiempo y puentes angostos a otros mundos. Mi bosque es musgo y roble y madreselva. Mi bosque es zorro y azor y comadreja. Desde este páramo yermo siento, bosque mío, que me llamas en la distancia. Lo sé porque tu aroma, impreso en mi corazón, empieza a invadir mis sentidos… Espérame, mi bosque, lo dejo todo y me voy contigo.

12. UN CUENTO MÁGICO, de Zorro

Cerca del espumoso río Asón, en el bosque de Diente Púrpura, vivían hadas en las zorreras y sin quererlo dejaban un rastro luminoso. Los habitantes cercanos habían avistado luces extrañas, y murmuraban entre ellos leyendas sobre personitas alegres que dormían abrigadas por los zorros. Manzana, la hija menor de los Tesoro, fue la primera en dirigirse hacia dichas luces: la llamaban así porque siempre llevaba trocitos de manzana en el bolsillo izquierdo de su vestido. Cuando llegó donde las hadas chapoteaban, quedó pasmada y olvidó ocultarse, así que los seres salieron huyendo.
       Manzana volvió sola al escondite de las hadas tras unos días, no creída por nadie. Detrás de un matorral, arrojó trocitos de manzana, formando un caminito de fruta entre las zorreras  y ella. Una hada golosa salió y acabó capturada.
       —Te concedo un deseo si me liberas —suplicó la hada.
       La niña lo pensó un poco y dijo:
       —Quiero que uno de vuestros zorros marche a mi casa, se ponga a dos patas y hable. Así no volverán a llamarme mentirosa.
       Aquella tarde un zorro entró en casa de la familia Tesoro, se puso a dos patas y vocalizó “Manzana…, Manzana”. Hoy nadie sabe explicar lo sucedido.

11. HERMANAMIENTO, de Coronel Autillo

-¡Hola hermano! Cuanto tiempo sin tu grata presencia.
-¡Un abrazo hermano!
Por un momento sus cuerpos intercambiaron los recuerdos y experiencias acumuladas durante su larga separación.
Acabado el fuerte abrazo el hombre procedió a despejar de maleza y malas hierbas los alrededores y a inspeccionar la salud de su gran hermano, para ello subió hasta su copa y desde allí con un vistazo comprobó el estado de sus sobrinos. Observo que no era muy bueno y que había mucho trabajo, pero no importaba ahora había tiempo, había regresado a sus raíces abandonadas por causa mayor y cumplir a sin con la promesa de retornar que hizo hace ya algunas décadas. No le asustaba la gran cantidad de trabajo por hacer pues no había regresado solo, sus seres queridos habían venido para contemplar a aquel pariente lejano que no conocían pero que formaba parte de su familia gracias a los relatos de su juventud.
Este hermanamiento entre hombre y bosque había existido en tiempos antiguos, con su regreso existe y con sus vástagos existirá.

10. MIS DOS AMANTES, de Ardilla

Me levanté temprano. Él aún dormía y su respiración era el único sonido que inundaba la estancia. Los rayos de sol empapaban el suelo, filtrándose por la ventana, como si quisieran alcanzar el borde de la cama para tocarlo. Con los pies descalzos atravesé la habitación y me asomé afuera, notando como la calma se introducía dentro de mí con las primeras bocanadas de aire. Él y la naturaleza. Mis dos amantes. Uno aún soñando, el otro un sueño en sí mismo. Y yo allí. Lejos de los miedos, lejos de las redes y los ruidos.
El bosque comenzaba a despertarse, las hojas tintineaban en lo alto, el murmullo del agua comenzaba a resurgir. Entonces él bostezó, acompañado del roce de las sábanas contra su cuerpo. Al darme la vuelta y mirarlo pude ver la luz del sol emanando de sus hermosos ojos verdes.

09. VARIOS PÁJAROS DE UN TIRO, de Hojarasca

Escaseaban los bosques. Mudáronse los duendes a jardines, parterres, macetas y herbolarios. Nocturnos, sigilosos, hipnóticos, susurraban a los dormidos humanos: “planta árboles; lo del libro y lo del hijo son bobadas”.
  Hubo menos libros malos; ahorrábase papel. Crecían mogollón los bosques. Se extinguían los humanos.

08. EL DINERO NO CRECE EN LOS ÁRBOLES, de Champiñón

Para una persona desconocedora de la historia natural, un paseo por el campo o por la orilla del mar es como si deambulara por un museo lleno de maravillosas obras de arte, de las que las nueve décimas partes se hallan de cara a la pared.
Temiendo una hora entera de clase de aburridos cálculos, un estudiante de economía le dijo a su profesor:
  -Señor, ¿ por qué no damos un paseo por el bosque como hacen los alumnos de biológicas ?
  -Los estudiantes de biología recogen especímenes para su posterior estudio – repuso el educador -. Naturalmente, no esperará usted encontrar dinero tirado por el bosque, ¿ verdad ?
Sin amilanarse, el alumno replicó:
  -Al menos podremos probar que no crece en los árboles.

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