Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

ANIMALES

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en ANIMALES

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el 5º de este año serán LOS ANIMALES. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de AGOSTO

Relatos

676. REMINISCENCIAS, de Bellota 2

Existen lugares donde nos encontramos más cerca de nuestras raíces primordiales; lugares en que sentimos una paz serena y una sincronización espiritual rayana al éxtasis. Esas sensaciones son, quizás, partes ya olvidadas de nuestra memoria de especie o tal vez recuerdos de antiguas vidas, traspapeladas en nuestra alma como viejas cartas escondidas entre las páginas de un libro descuadernado.
Estas percepciones llegaban hasta Vicente al deambular por bosques frondosos y solitarios y, solo al encontrarse rodeado del más profundo silencio, las imágenes de otros yos, ya extinguidos hace siglos, se mostraban ante sus ojos como instantáneas de un pasado remoto.
Fue en uno de sus vagabundeos por tales espesuras, al adentrarse en un pequeño claro alfombrado de amapolas, cuando le asaltó por vez primera la efímera visión de aquella a la que amó en otro tiempo y en otra existencia. La vio arrodillada recogiendo flores bajo la protectora figura de un roble añejo y, al cruzarse sus miradas, una dulce sonrisa de reconocimento brotó de su rostro.
No os alarméis, pues, cuando paseando entre los árboles, oigáis sus llantos mientras yerra por siempre persiguiendo, sin jamás hallarlo, su amor perdido en el abismo de la historia.

675. ¡AL FIN LIBRE!, de Bellota 2

El exhausto guerrero atravesaba renqueante el Bosque Encantado, con el cuerpo cubierto de heridas tras su victoria contra el poderoso mago que moraba en la Torre del Destino. En su mano portaba el ojo arrancado del hechicero: una inmensa gema que brillaba con una tenue luz enfermiza. Perdido en la espesura, cada paso que daba requería de toda su voluntad para evitar desfallecer y dejarse morir.
Después de caminar sin rumbo durante días, o quizás semanas, finalmente vislumbró entre los retorcidos árboles un oscuro y serpenteante camino. Plantado en mitad del sendero, gritó su alegría a la noche sin luna, mas poco duró su momento de felicidad, pues su aventura y su vida terminaron abruptamente bajo la embestida de un rugiente y brillante dragón.
A la mañana siguiente, todos los periódicos hicieron eco de la noticia en sus portadas:
‹‹Un esquizofrénico paranoide escapó del Hospital Penitenciario durante la noche de ayer, causando en su huida la muerte de un guardia que, según fuentes policiales, fue torturado y mutilado salvajemente. El cadáver del prófugo fue hallado horas después en una carretera comarcal cercana al centro, tras ser atropellado por un camión en una zona boscosa y mal iluminada.››

674. BOSQUE DE UN SOLO ÁRBOL, de Pinos

Cuando el Señor llegó a estas tierras distribuyendo la flora, había agotado su provisión. Miró el páramo donde sin interrupciones, el cielo y la tierra se besaban en lontananza. Le gustó y pensó:- Si más arriba fui barroco, aquí seré minimalista y cubrió el suelo desnudo con pajonales que destellaban bajo el sol y se mecían  al viento.
Pero su ayudante, un angelito desfachatado preguntó:-¿ al hombre, le gustará?
-Sí, el hombre que enviaré aquí amará la libertad y el espacio abierto; además le pondré un bosque… de un solo árbol.
Y creó al ombú, el árbol que puntea la desolación de nuestra pampa.
El ombú extendió su copa para albergar a los pájaros viajeros; las vizcachas y las mulitas cavaron madrigueras entre las raíces; al tranco corto de su caballito criollo llegó el gaucho, con los ojos preñados de distancias y el alma henchida de viento.
Sentado a su sombra, pulsó su guitarra y acompañó el canto de los pájaros
Del hornero aprendió a hacer su rancho, un hornito de paja y barro que pronto se alegró con las risas de su china y de su guagua.
Así nació una raza  que el Señor complacido, bendijo.

673. LA BÚSQUEDA, de Hoja Natural

Llevaba varios días caminando por el bosque. Sin rumbo, perdido. No tenía ni hambre, ni sed, solo quería encontrar el camino de vuelta a casa. De repente, dos perros, al parecer enfurecidos, surgieron de entre los arbustos. Le miraban fijamente. Echó a correr tan deprisa como pudo hasta que logró subirse a la rama de un árbol. El corazón le palpitaba rápidamente. Empezó a gritar pidiendo auxilio. Al poco, un fuerte silbido procedente de algún lugar del bosque hizo que los perros abandonaran el lugar. Desde la rama en la que estaba subido escuchó el sonido de un motor. Se acercaba un coche.
“¡Socorro!¡Aquí!¡Arriba!-“, gritó. El auto se acercó y paró justo a los pies del árbol. Dos hombres salieron y, detrás, de nuevo, los perros.
 “Sí, lo hemos encontrado”- dijo uno de ellos. “Está aquí, en el árbol. Llama a sus familiares”- dijo el otro.
Sonriente, miró hacia abajo. Lo que vio fue su cuerpo desangrado y acuchillado. Por fin habían encontrado su cuerpo asesinado. Miró al cielo y desapareció.

672. LA EXTRAÑA HUESTE, de Raposo

Desde hacía algunos días, todas las madrugadas, a la misma hora, Rebeca creía oír pronunciar su nombre. Unas veces parecía ser el viento el que traía en sus efímeras alas aquellas tres sílabas inconfundibles; otras la lluvia al caer con fuerza inusitada sobre el tejado de pizarra de la casa rural donde vivía; algunas otras la quietud de las sombras nocturnas se interrumpía durante unos pocos segundos para dar paso a algo parecido a un susurro…
   Ella siempre intuyó que la respuesta a aquellas sutiles llamadas estaba en el bosque que envolvía con su misterio todo aquel hermoso y frondoso paisaje. Además, había aprendido desde niña que el bosque es algo vivo que respira, observa, siente y, de vez en cuando, se cobra algún que otro tributo.
   -Rebeca, Rebeca –parece gritar una y otra vez la noche.
   El aire trae olor a cera derretida mientras las dos hileras de túnicas blancas con capucha esperan, con velas encendidas, a que Rebeca coja la cruz y el caldero de agua bendita, y se ponga al frente de la extraña hueste. A los habituales sonidos nocturnos del bosque, hoy se ha unido el de una campanilla que alguien toca de vez en cuando…

671. CORAZÓN DE ROBLE, de Mestal

Mestal es su nombre, eso dice ella, pero también admite que no recuerda nada más que su nombre y un olor persistente a corteza de árbol. Abre sus ojos ámbar con desconcierto cuando le acaricio la mejilla y enredo uno de sus mechones de otoño en mi dedo. Pero me deja hacer porque nadie más se acerca a este robledal y ella tiene deseos de hablar con alguien, aunque esa persona tenga patas de gallo y haya nevado en su cabeza. Ella insiste en que sólo recuerda este robledal, como si yo tuviera la respuesta a la pregunta que no formula, como si pudiera pensar en algo más que en el embrujo de sus ojos y el tacto salvaje de su cabello. Cuando finalmente ella se aleja, entretengo mi nueva soledad con la romántica majadería de tallar en el roble un corazón atravesado con nuestras iniciales, pensando que ella apreciará un mensaje en corteza de árbol. Sólo al terminar oigo con claridad el grito de agonía y, cuando después de recorrer ciegamente el bosque encuentro el cuerpo de Mestal, comprendo la verdad. Pobre dríada, muerta por una herida en el pecho con forma de corazón.

670. EL AMOR SABIO, de Viento del Norte

Os voy a contar mi historia…
Vivía en tierra árida, rodeada de insectos, reptiles y otros chupasavias.
Poco a poco sentía que mi tamaño dismuía y que mis hojas verdes y llenas de energía se iban empequeñeciendo.
El entorno era asfixiante y poco relajado.
 Aquella mañana mire al sol y le pedí consejo: “gran sabio”, siento que estoy perdiendo mi condición de planta para convertirme en un captus, lleno de espinas y sin otra compañía que la de aquellos que fueron desterrados.
Te contaré tu historia, hace mil lunas los humanos que habitaban estos parajes cuidaban la tierra y convivían con ella en perfecta armonía pero se volvieron codiciosos y fueron agotando todos los recursos hasta convertirla en un desierto. Tus  tatarabuelos proceden de la familia Plantaristocrata de la Felicidad por su conocida savia de la alegría. Tú eres la última de tu especie y debes sobrevivir para compartir tu legado.
 Aquella noche no pudo dormir pensando que hacer! Eureka, lo tengo! Llamo al viento del norte con voz de siete leguas y le hizo un encargo.
 Nadie sabe como la planta de la felicidad se convierto en el árbol del amor pero hoy todos sienten el corazón lleno de sonrisas.

669. EL ALMA DEL BOSQUE, de Sauce Blanco

La joven Aileen vagaba por los senderos pedregosos cercanos a la ciénaga de las afueras. Era pequeña y ágil, de apariencia delicada. Andaba casi flotando en efímeros movimientos, sin echar la vista atrás.
Una lágrima ondeó en la suave brisa al no poder regresar, su pueblo no se lo permitiría. Muchos de los suyos habían puesto precio a su cabeza si la encontraban en territorio forestal, por eso tuvo que marcharse, aparte de no poder vivir con la carga de haber cometido el peor pecado que un elfo pueda llevar a cabo: dañar al bosque. Aun escuchaba sus susurros ahogados por el dolor tras la quema, aunque accidental, de una de las regiones más pobladas y arcaicas del reino, su reino. Oyó pasos de caballos acercarse hacia ella…
Alguien la había delatado en territorio humano, a lo lejos divisaba caballeros armados. Los elfos eran criaturas muy preciadas que otorgarían honor eterno al que capturase uno.
Notó un rumor en la lejanía. Los árboles la llamaban, los que fueron su refugio… ¿Qué debía hacer? Todo ser tiende a un fin y el suyo estaba en el interior del bosque, entre sus frondosas ramas, desapareciendo en la espesura del destino más cruel.

668. CORZA, de Lobo 4

 Cuando la escoba del agua barrió el invierno, nació una corza de rojo pelaje. El sol desperezó con sus rayos  las ligaduras del frío y lamió la tierra. Los días madrugaron para sentir los cambios. Estalló la flor, olía a violeta y a romero. Las semillas de polen volaron como ingrávidos copos de algodón.
 Con la bonanza en la mano del clima, la corza triscó en el bosque. Los árboles abrieron su toldo de hojas. Escuchó al mirlo  en la bóveda forestal. Descubrió la espalda del sapo partero donde  la hembra bordó sus huevos. El pasto crecía tras el largo sueño.
 Cumplió el verano de tierna yerba. A las  cálidas tierras, emigraron  los pájaros. Los lirones se escondieron en  sus madrigueras. Las ardillas en el hueco del árbol. La manada buscó cobijo pero la corza apuró los montes. El valle quedó vacío.
 Madrugó el temible invierno. La corza notó de golpe el frío. Azotaron su cuerpo vientos del Norte.  Los pájaros blancos de nieve se posaron en el suelo. Robles y  avellanos perdieron las hojas. Los arroyos fueron   cuchillos  de  hielo.
En el profundo silencio  se oyó el lamento  de la corza y el tenebroso aullido del  lobo.

667, NEGACIÓN, de Gaya

Los charcos se sucedían uno tras otro y Dani saltaba sorteándolos feliz. Por fin unos días en el bosque con sus padres. Esto era algo que ansíaba desde que tenía uso de razón (dato histórico al que no había que remontarse en demasía dada su corta edad). Por fin veía a sus padres juntos riendo, relajados y habiendo dado esquinazo a tantos momentos cargados de hostilidad.
¡No podía ser verdad! si hasta se habían dado un beso ¡de enamorados!…eso si que era fantástico, la de veces que había confesado a su abuela que papá no era cariñoso con mamá.
–       ¡Dani, i….. ven cariño tenemos una cosa que contarte!
–       Si ya voy esperad….
El corazón de Dani parecía que se iba a salir en cualquier momento ¿qué tendrían que contarle?
–       Dani …. vas a tener un hermanito para Navidad.
Eso si que no se lo podía creer, cuántes veces había pedido tener un hermanito y cuántas veces le habían contestado que no era posible porque mamá ya no podía tener bebés… ¿le habían mentido?….
–       Pero mamá…¡tu no podías tener bebés…!
–       Si cariño, pero es que yo no soy tu mamá…

666. INFORMACIÓN BÁSICA PARA HUÉSPEDES, de Duende Zahorí

Querido visitante:
 Es nuestra obligación revelarte algunas historias sobre el bosque; indicarte que tal vez auscultes ecos melodiosos; incluso es posible que te susurren las margaritas.  Escucharás cuentos fantásticos, leyendas sobre apariciones. Otearás nubes de unicornios alados que sobrevuelan fantasías. Algunas noches  se percibe el canto de una sirena. Nada debe preocuparte. Podrás engalanarte con el traje nuevo del Emperador; conversar con Caperucita cogiendo moras en un recodo del camino. Dicen que por ahí vaga el espectro de la bruja y el alma de Campanilla. Algunas tardes Hansel y Gretel regalan golosinas al final del sendero. En otoño llueven palomitas y pompas de jabón. Los más afortunados cuentan exaltados que reconocieron a Alicia corriendo detrás del conejo, y a la cigarra, amenizando una procesión de hormigas. Explican que la liebre venció a la tortuga y que la Bella durmiente sigue adormecida bajo la espesura. Si interrogas a un roble, te expresará que Pulgarcito abandonó a sus hermanos, que el lobo se merendó a las siete cabritillas,  y que los enanitos delataron a Blancanieves. Piérdete por el bosque como lo hacen los sueños en primavera. No preguntes. Aquí las cosas siempre pueden ser diferentes, de otra manera.

665. LA DAMA DEL BOSQUE, de Laurisilva 2

 Cuentan que vivió cerca de la comarca, justo al lado del bosque, aunque su origen se pierde en la nebulosa del tiempo.
Cuentan que su corazón sucumbió a un amor traicionero que amenazaba con destruir todo lo que ella amaba y defendía.
Cuentan que su vida se apagó en medio de un fuego voraz, el cual trajo consigo el frío y yermo demonio de la especulación.
Cuentan que, en la actualidad,  la Dama del bosque, como se la conoce popularmente, vaga errática por la fronda con la pálida belleza de su rostro marcado por una mueca agridulce. Su eterna obsesión le obliga a velar por la seguridad de las especies que en ella habitan.
Cuentan que sus pasos no pueden ser oídos y que rara vez se materializa, haciéndose visible únicamente cuando el equilibrio de la naturaleza amenaza con romperse.
Cuentan que si puedes contemplar su silueta, blanca y vaporosa, comprenderás que has dañado su mundo.
Yo jamás la he visto.

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