Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

QUIJOTERÍAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en QUIJOTERÍAS

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el tercero serán QUIJOTERÍAS Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE MAYO

Relatos

26. LA TRAMPA (Belén Sáenz)

No estaba mal. Nada mal. Hacía piruetas de frente y perfil para apreciar los réditos de tantísimo dinero y dedicación. En el espejo, un yo destelleante. Incluso diría que había crecido algún centímetro. Me brillaban los ojos y el cabello; moría de ganas por acariciarme la piel. Aproximé los dedos extendidos hacia el azogue, dejándome llevar por un nosequé magnético. Vi mi imagen temblar de placer, expandirse en ondas vibrantes, elegantes. La mano entró con naturalidad en mi nuevo contorno, que tenía la consistencia de una natilla dulce y tibia. Olía a ropa limpia, a atardecer de primavera. Tras los brazos, que se adaptaron como una serpiente a su propia muda de piel, aproximé el rostro. Justo antes de acoplarme en mi ser plegué los párpados y respiré hondo. Los sonidos y las luces implosionaron; fue como zambullirse en un lago limoso. En el reverso me estaría esperando un país de las maravillas. Pero abrí los ojos y allí solo había una chapa de madera oscura. Rancia y plagada de carcoma. Sentí un frío helador en la nuca y se me paralizó todo el cuerpo cuando fui consciente de que había quedado atrapada de espaldas al mundo.

25. RAZONES PODEROSAS

Se acercaba la noche y el frío empezaba a colarse por las ventanas y entre los cuerpos desarrapados.
Escondida tras unos barriles de cervezas, María asomaba su cabeza pelirroja cada vez que sentía abrir la puerta del local.
Sabía que allí corría peligro pero necesitaba contactar con él.
Después de un par de horas, que se le hicieron eternas, por fin vio asomar su figura desgarbada, llena de encanto.
Parecía alegre y un poco entonado. Pero conforme se acercaba se iba poniendo cada vez más nerviosa.
Y ella no sabía como plantearle su problema sin que la tomara por loca.
– Hola Jaime, ¡te veo bien! ¿Cómo os van las cosas por casa?
– Lucía, ¡qué haces aquí? ¡No sabes que te buscan por el atraco a la joyería!
Tratando no alzar la voz, contestó.
– Necesito que me deis refugio. ¡Me lo debéis!
– Si no lo haces por mí hazlo por tu hermano al que llevo dentro de mis entrañas.

23. Vino, la vi y la venci

 

También vino a visitarme.

En aquellos días un grave problema de salud atenazaba a mi familia y cuando yo empecé a tener molestias mi cabeza se disparó, un único pensamiento ocupaba mi mente, obviamente alguien iba a perder la partida y ésa iba a ser yo. De repente la mirada se me extravió, las ganas desaparecieron, mi corazón pugnaba por salir por la boca y mi interior era un volcán a punto de estallar, me sentía morir. La doctora que me atendió en urgencias me diagnosticó en un segundo: “Usted presenta un cuadro de ansiedad y depresión”.

¿Yo? No podía creerlo. Sólo fueron dos semanas de tirarme a la pastilla en cuanto me despertaba, aunque fueron días largos en los que la cabeza navegó por ideas oscuras.

Hoy reconozco en ti todos los síntomas sólo que tu llevas batallando mucho tiempo. Tras dos horas de conversación creo ver un hilo de brillo en unos ojos preocupantemente apagados. No puedes creer que yo, tan vitalista, tan segura de sí misma, hubiera caído ahí.

Pues sí recibí su visita, y tu deberías dejar de ponerle canapés, verás que pronto cambia tu desangelado aspecto en cuanto se marche.

22. Tácito acuerdo

Ella se recoge el pelo mientras hierven los espaguetis. No quiere estropearse el peinado ni que huela a comida que hoy ha ido a la peluquería.

Él, sentado en el despacho, abre el ordenador para entrar en su página de citas habitual.

Ella, en la cocina, sonríe pensando en la lencería, el vestido y los zapatos que se pondrá esta tarde para acudir a la cita.

Los dos comentan la carta que ha llegado de la Comunidad de vecinos y las noticias de la radio mientras comen. Al terminar, la cocina queda perfectamente limpia.

Cuando ella se acaba de arreglar le dice un «adiós querido» desde el pasillo; no quiere que la vea maquillada y se dirige a la puerta de la casa de puntillas, para no hacer ruido con los tacones.

Él le contesta alzando la voz mientras cambia de página por si decidiera entrar en el despacho o se le olvidara algo:¡Pásalo bien con tus amigas y recuerda que esta tarde iré al gimnasio!

21. MALO

Nació malo, malísimo.

En cuanto llegó al mundo odió a la comadrona, al médico, a las luces, al cordón umbilical y a su madre.

Pero en ese mismo instante decidió engañar a todo el mundo y se disfrazó de bueno.

Aprendió a sonreír, a ser simpático, a hacer el bien.

Nadie se daría cuenta nunca de cuánto los aborrecía.

Triunfó en los estudios y en los negocios. Creó empresas. Sus trabajadores jamás hicieron una huelga. Disfrutaban de las mejores condiciones. No podía verlos.

Fundó varias organizaciones benéficas para ayudar a los inútiles desamparados.

No tuvo pareja sentimental. Era ya demasiado teatro.

Se hizo muy mayor repleto de asco y de acciones magníficas.

A su funeral asistió lo más granado de la sociedad, además de una multitud de almas agradecidas.

En el tanatorio, cuando la caja descendía hacia el fuego eterno de la incineración, se oyó un descomunal exabrupto.
“A LA MIERDA” gritó con todas sus fuerzas.

Y por fin sonrió con su auténtica sonrisa, con ese infinito rictus de maldad, la mayor que haya existido.

20. Casa encantada

Cuando entré por primera vez en la casa me llamó la atención el buen gusto con el que parecía estar decorada. Ahora sé que el aspecto no es lo más importante. Tampoco la simpatía del agente inmobiliario. Ni siquiera la ubicación. Nuestros sentidos con frecuencia nos engañan. Me sorprendió, eso sí, la gran cantidad de gatos callejeros que merodeaban por el lugar, atraídos, ahora lo sé, por el olor del descampado de la parte de atrás.  Al poco de mudarme comencé a encontrar objetos personales que parecían ser de inquilinos anteriores, pero cuando se lo comenté a la agencia siempre decían no saber nada de ellos. Al parecer, todos habían abandonado el lugar inesperadamente al finalizar el contrato. Lo peor vino cuando comenzaron a aparecer los cuerpos, menos mal que para entonces, los gritos desesperados de los fantasmas ya habían conseguido ahuyentarme.

19. CUENTOS DE AMOR (A. BARCELÓ)

Dijeron que se querían muchísimo, pero problemas de toda índole habían ido erosionando su relación.

Cuando todo empezó a desmoronarse, intentaron no hacerse daño respetando lo mucho que tenían en común. Los buenos propósitos no tardaron en desaparecer: los halagos se convirtieron en insultos; las buenas palabras se tornaron reproches, acusaciones y amenazas. Comenzó una escalada de odio que parecía no tener fin.

Dicen que lo peor llega cuando deja de importar, cuando aparece la indiferencia y ya no se siente ni frío ni calor. En su caso, eso también estaba previsto, había llegado el momento de la reconciliación para poder seguir haciendo caja. Claro que, si no funcionaba, pasar página también podía resultar rentable.

18. Ante todo hay que ser educado (La Marca Amarilla)

Cuando Angelines vio que amablemente se ofrecía para subir su compra a casa, supo que el nuevo vecino no era de fiar. Nunca le pareció guapo, menos aún con esas pintas y esos ridículos tirantes que siempre llevaba para sujetar los pantalones, pero sí que era muy atento y educado, lo cual era sospechoso según ella; “¡Pero si tiene cara de terrorista!” comentaba siempre en la peluquería, en la panadería y en la verdulería del barrio. Las vecinas empezaron a tomarse en broma a Angelines, un día les dijo que había comprobado que el nuevo vecino vivía solo, que no trabajaba y que recibía alguna visita “extraña”, entonces se obsesionó en afirmar que era una persona retorcida y, seguramente, un delincuente en potencia.

La mañana del fatal atentado, los clientes del bar del barrio se atragantaron con el café al ver la foto del principal sospechoso en la televisión, era clavado al nuevo vecino, pero con otro nombre. Todos se acordaron de Angelines en ese momento, incluidos los policías que fueron a investigar la vivienda del presunto terrorista y se la encontraron asfixiada con unos tirantes alrededor de su cuello, en lo que -en apariencia- parecía un asesinato.

17. INVESTIGACIÓN PRIVADA

Sus labios se entendían sin palabras mientras sus besos desnudaban el amor que se escondían. Ella le cogió la mano y la acompaño hasta encontrar la redondez de su blusa. Siempre me gustó esa blusa. Él temblaba, y la inocencia de sus movimientos hacía sonrojar a la mujer, que con los ojos a oscuras, tiraba de la hebilla de su cinturón mientras la intensidad perdía la vergüenza en la entretela del pantalón. La ternura dio paso a unas respiraciones entrecortadas, cómplices de un movimiento mecánico.

Mi cámara seguía grabándoles. Apague el cigarro. El trabajo estaba hecho. Abrí la puerta del coche desde el que observaba. Me incliné sobre la vida para no ahogarme con aquellas arcadas del corazón; mientras, la cabeza replicaba. Ojalá el trabajo fuese para otro.

16. POSTMORTEN – EPI

Hace ya 25 años que entré como aprendiz en una tienda de daguerrotipos de la Plaza Mayor. El dueño era muy alto, magro de carnes y antipático, parecía salido de la cárcel. Vestía un blusón como de tendero.
Nuestro trabajo consistía en acudir a los domicilios donde se había producido alguna muerte, representar alguna escena diaria y hacer unas imágenes de ese momento.
Había que desnudar al muerto. Costaba mucho liberar las articulaciones y el sonido que se producía al abrir los dedos de las manos no se te va ni cuando duermes.
Teníamos muchos artilugios para colocar al cadáver y cuando lo conseguíamos avisábamos a los familiares y realizábamos una exposición, que tardaba unos cuántos minutos.
El que salía más nítido era el cadáver, los familiares acababan moviéndose.
Desde hace un mes estoy solo y me estoy volviendo loco.
El otro día, un niño, se escapó y se escondió detrás de unas cortinas.
Otro, un hombre fuerte, al separarle los dedos de las manos, me agarró y tuve que darle con el martillo para que me soltara.
Ayer, una joven cuando estaba desnuda me abrazó. Grité y entró la familia y ahora estoy en la cárcel.

15. Dulzura

Recoge el pelo alborotado de la niña en una trenza, acaricia la mejilla húmeda de la anciana, abre la puerta a la vecina cargada de bolsas, sonríe a cada persona que se cruza, se arremanga en el comedor social, ilumina rostros, enciende miradas, suaviza golpes, escucha historias, susurra palabras bonitas, diluye pesares, contagia alegría. Todo el mundo admira su fuerza. Todos anhelan el bienestar que prodiga.

Pero llegar a casa, Lidia se frota la cara con un paño de intimidad que borra su sonrisa, que desvela sus ojeras, que enjuga el brillo de sus ojos, que le hace pequeñita. Y cuando se pincha, expectante, el dedo con una aguja, los niveles  invariables le hacen llorar sin consuelo lágrimas almibaradas.

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