Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

QUIJOTERÍAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en QUIJOTERÍAS

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el tercero serán QUIJOTERÍAS Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE MAYO

Relatos

13. Catalepsia (Susana Revuelta)

—«Las siete y media es un juego vil, y un juego que no hay que jugarlo a ciegas, pues juegas cien veces, mil, y de las mil ves, febril, que o te pasas o no llegas» —se burlaba siempre que ganaba doña Elvira, recitando las estrofas de don Mendo.

Mientras llegaban la parentela y vecindario, doña Elvira y su hija, con velos negros y rosarios enroscados en las manos, esperaban en el velatorio improvisado en el salón jugando a las cartas. Ni  el réquiem que se repetía en el disco rayado, ni el tufo a incienso, bálsamos y cirios, les distraían. Fueron los gritos de Laurita lo que les hizo dar un respingo.

―Qué inoportuna la puñetera cría ―gruñó la abuela mientras se giraban hacia el ataúd.

Vieron entonces a la niña, que se había encaramado al féretro del abuelo y se entretenía arrancándole uno a uno los pelos de la nariz.

—¡Ha resucitado, mirad, está llorando!

Una lágrima involuntaria, eso era todo. Un acto reflejo causado por la depilación, le explicaron ambas, enviándola a la cocina. Antes de sellarle con cera derretida los labios, le taponaron con dos bolas de algodón la nariz y después regresaron a su partida.

 

12. SERENDIPIA (A. BARCELÓ)

Nunca había vuelto a saber nada de los amigos que hice en aquel campamento de verano en Irlanda.

Hace mucho tiempo, pero recuerdo perfectamente esa tarde de lluvia. Erika propuso el juego y todos coincidieron en que la maestra de ceremonias debía ser yo. Mi alocada forma de ser y mi clásica baraja española, tan peculiar para ellos, me hacían la candidata perfecta.

El conejillo de indias fue Susan. Le hice dividir el mazo en dos montones y poner las últimas cartas boca arriba, salieron dos sotas: una de bastos y otra de oros. Me inventé que se enamoraría de un hombre que la haría sufrir, pero luego cambiaría para hacerla feliz. Cuando le tocó a Patrick, le propuse extraer tres cartas al azar, sacó un tres de bastos, un rey de copas y un as de oros y con ellas hice su predicción. No resultó difícil inventar un ritual y una historia distinta para cada uno.

Hoy, leyendo una revista, he podido reconocer la odisea de un rico empresario extranjero que, tras arruinarse tres veces y hacerse adicto al alcohol, ha podido rehacer su vida ayudado por su exmujer. No podía creerlo, el artículo hablaba de Patrick y Susan.

11. SALTO AL VACÍO – EPI

Todavía la casa estaba a oscuras, me levanté y fui a las habitaciones de mis hijos.
Sabía dónde estaban, a tientas cogí las cartillas.
En el bar de enfrente del Banco, me tomé tres cazallas a la espera de que abrieran.
Ya en la plaza de Colón, entré en el Casino.
Me gusta el Black Jack y la crupier me saludó como tantos días.
Hoy va a ser diferente, voy a jugar con cabeza, las deudas que tengo son acuciantes.
Estamos los dos solos, me pido una Ginebra preparada y empiezo pidiendo carta, 21, pide ella y pierde, recojo la ganancia.
En la siguiente me salen dos figuras, me abro y duplico la apuesta, pido cartas y me salen dos 21, ella vuelve a perder y recojo las fichas.
Tengo una buena mañana y dos horas más tarde las fichas van a pagar las deudas, me levanto.
Al salir, paso por la ruleta americana cuando la bolita está dando vueltas, me paro y antes de que diga, no va más, coloco todo en el 12, mi cumpleaños.
Salgo a la calle, el 13, por la izquierda viene un autobús muy deprisa y salto a su encuentro.

10. GENIO Y FIGURA

Aseguraba que mataría con sus propias manos a quien osara tocarme un pelo, que siempre me protegería, aunque le costara la vida. Padre se ponía así de dramático para tranquilizarme cada noche de timba. Las primeras veces sus palabras contribuían a inquietarme aún más, pero me fui acostumbrando a su retórica fatalista y también a su estrategia de fullero. En cada mano se dejaba ganar hasta que no le quedaba nada por perder. Entonces, aparentemente desesperado, apostaba a su hija. Los billetes de los menos escrupulosos, que eran los más, se amontonaban sobre el tapete mientras que sus ojos lascivos recorrían mi cuerpo apenas adolescente. Entonces mostraba las cartas mirando al techo y aseguraba que era la Providencia, protectora de la virtud de su angelito, la que le había favorecido con esa “escalera real”. Más de una vez tuvimos que escapar corriendo.

Ahora cuando voy a verle, le encuentro en plena partida. No le hace falta marcar la baraja para ganar a sus compañeros del asilo. A veces, recordando los viejos tiempos, me guiña un ojo y dice: me juego a mi hija. Todos ríen, pero siempre hay alguno que acepta la apuesta contra todos sus Sugus.

09. La justa lucha del paladín

Desde que un día de mala suerte el Rey de Bastos exiliara a la Reina de Copas, tras una mala jugada en que le hizo perder una partida de brisca, vive encerrada en un terrible castillo de naipes. La fortaleza tiene cuatro plantas, su alzado es triangular y está rodeada por un jardín de tréboles que le dan un falso aspecto amable. Pero todo es mentira, en la planta baja las picas frenan a curiosos e intrusos, y a ladrones atraídos por los diamantes del primero, en el siguiente nivel están las estancias donde se asientan los corazones indecisos, que descansan desorientados y  dominados por el influjo magnético del malvado Joker, ese ser deforme de risa cínica que tanto odia a la noble baraja española y que desde el tercero, ocupado solo con una estancia, controla a sus habitantes y vigila el edificio y el verde prado que lo rodea.

Y aquí estoy yo, la valerosa Sota de Espadas, en la base de la construcción, empujando con mi tizona las frágiles paredes del edificio, para derrumbar la obra con el viento de mi ira y que los invasores bárbaros caigan bajo el peso eterno de la tradición.

08. Demencial. ( Fernando García del Carrizo)

Es difícil distinguir quien es la que está realmente enferma. Quizá se le olviden algunos nombres, le cueste terminar las frases y a veces crea que soy su madre, pero a su lado me siento querida y respetada. Se interesa por mí y mi familia, aunque me haga las mismas preguntas todos los días. Su sonrisa expresa agradecimiento, especialmente en las tareas más delicadas como asearla y cambiarle la muda cuando se le escapa. Sin embargo, su hija, juzga y condena con prepotencia todo lo que hago y como lo hago. Le es completamente indiferente mi vida y mis problemas y siempre recalca que no soy de este país. Lo único que tienen en común es que desgraciadamente ninguna se cura, a no ser que hayan inventado una pastilla para la soberbia, el clasismo y la xenofobia.

07. Al volver

Con el primer paso que di en dirección a la tan familiar calle, pensé que el corazón me explotaría en el pecho. No había estado aquí desde la adolescencia; desde aquel fúnebre día que me despedí de mi madre para siempre y me escapé de una casa que, sin su protección, sería el infierno. Nunca pensé en volver, nunca quise sentir de nuevo ese miedo paralizante que había marcado mis primeros años en este mundo.

Más, los giros de la vida me trajeron de vuelta a las mismas piedras que me atraparon tantas veces al caer. Con el bolso firmemente apretado contra mi pecho y los ojos llorosos, doy los primeros pasos de regreso a la oscuridad. Mis tacones resuenan al entrar en contacto con las piedras, la multitud reunida delante de lo que antaño fue mi hogar me mira con asombro. Muchos no me reconocen, no ven en mí la niña asustada que tantas noches había acudido a sus puertas en busca de auxilio.

Para ellos soy solo una extranjera más; una de aquellas que le habían dado la espalda a su gente por una vida mejor. Una extranjera en mi propio hogar.

06. EL PÓKER PERJUDICA SERIAMENTE LA SALUD

La partida de aquel sábado en el garito de póker acabó fatal.

Me desperté en una U.C.I., lleno de tubos y monitores, sin un solo billete en los bolsillos y con muy mal pronóstico de recuperación.

A aquel jugador de aspecto torvo, que había esquilmado a dos pardillos y los había sacado ya de la partida, solo le quedaba yo como rival. Nos había ido ganando mano tras mano toda la noche pero, incomprensiblemente, empezó a tomarse a mal que las tornas cambiaran y, cuando vio que las buenas cartas llegaban, una tras otra, a mis manos y no a las suyas, ya noté que me miraba raro.

Cuando yo había logrado que todo mi dinero, y la mayor parte del suyo, estuvieran de nuevo frente a mí en un bonito fajo, ya no lo soportó más. Sacó una pistola, me apuntó con el dedo en el gatillo, cogió todos mis billetes y, sin decir una palabra, disparó.

Lo único que declaró ante la policía fue que a él nadie le ganaba al póker y, menos, un negro. El hecho de que yo fuera tan español como él, para el tipo no contaba.

 

05. BENEFACTOR (Ángel Saiz Mora)

Estimado gerente

Sé que le sorprende recibir un sobre a su nombre y sin intermediarios. He trabajado en favor de sus intereses, consagrados a multiplicar beneficios a cualquier precio. Me dedico a las finanzas, pero también escribo por afición, sin ánimo de lucro, algo que a usted le cuesta entender. Reivindico el género epistolar, como esta misiva en papel, con la que pongo todas las cartas sobre la mesa.
Fui parte de su entramado para blanquear actividades ilegales, moralmente reprochables, con canales de evasión fiscal en el extranjero que le reportaban beneficios insultantes. He boicoteado ese despropósito de jugador tramposo. Si, su castillo de naipes se desmorona.
Organismos que socorren a los desfavorecidos (aunque le parezca increíble, existen) recibirán donaciones millonarias, las suyas, de forma anónima, usted no merece reconocimiento social por un altruismo al que le fuerzo. Así lavo su conciencia y la mía. No puede impedirlo. Guardo un as en la manga: esta carta, junto con cientos de evidencias, será pública si algo me sucede.
Algún día, cuando se pregunte si su vida ha merecido la pena, me lo agradecerá. Ruego que acepte mi primera novela, que adjunto y le dedico. La lectura purifica el espíritu.

Atentamente

04. EL AS DE PICAS (Jesús Alfonso Redondo Lavín)

Decididos a terminar con los engorros del BREXIT, el matrimonio Barnes acudió a la firma de abogados tinerfeña Betancor&Coulibaly.  La recepcionista les invitó a esperar a la abogada en su despacho. Vieron la mesa abarrotada de carpetas; en la pared colgaban, a la derecha, el diploma de la facultad con el símbolo de la balanza entre dos palmas y un nombre, Fatoumata Coulibaly, grabado en letra gótica, a la izquierda la orla con las fotos de profesores y alumnos entre las que destacaba una joven negra y en medio, dentro de un marco de marfil, un as de picas con bordes raídos e hinchados.

La abogada entró con aires de estar muy atareada:

─Buenos días, disculpen. Son el matrimonio Barnes que desean tramitar su doble nacionalidad, ¿verdad?

─Yes, correct, dijeron, aceptando que se trataba de la negrita de la orla.

─Excuse us, this ace of spades?, preguntó con curiosidad Mr. Barnes

─Ah, eso. Sí, una vieja historia. Solo quedaba un sitio en aquella barca. Nadie más tenía dinero para pagar el viaje. A las niñas que estábamos en aquella playa de Mauritania, el patrón nos repartió unos naipes. La que tuviese la carta más valiosa podría subir a la patera.

03. MAMÁ

Pablito dijo a Mamá que quería cantar en el coro del colegio. Mamá, acariciando las cerillas en el bolsillo de la bata, le envió donde el cura quien después de la prueba lo devolvió a casa afirmando que era un horror. Al siguiente ensayo ardió la sacristía, junto con el coro y el cura.

Pablito dijo a Mamá que quería jugar en el equipo de fútbol del pueblo. Mamá, acariciando el serrucho en el bolsillo de la bata, le envió donde el entrenador quien después del entrenamiento lo animó a dedicarse al ajedrez. Al siguiente partido, al bajar a la capital, el autobús del equipo se despeñó en la primera curva con el tubo del líquido de frenos serrado. No sobrevivió nadie, ni el entrenador.

Pablito dijo a Mamá que quería que le leyeran el futuro. Mamá, acariciando la cajita con polvos en el bolsillo de la bata, le envió donde la famosa medium quien inmediatamente lo despidió horrorizada porque las cartas le predecían un futuro de espanto. La policía no supo explicar el envenenamiento de la pitonisa.

Mamá espera ahora ilusionada que Pablito le diga qué quiere ser de mayor mientras acaricia algo en el bolsillo de la bata.

02. Arcanos menores

El aire y la luz en casa de la abuela siempre eran dulces: una de esas sensaciones que se adhieren a la memoria sin remedio y fijan los recuerdos con una pátina de nostalgia perenne.

Maite, Fran y yo disfrutamos mil tardes en aquel rincón mágico y sosegado. Mientras nuestras madres jugaban a ser aristócratas con sus tacitas de té y sus partidas de bridge en el salón, nosotros mordisqueábamos rosquillas de anís, conteniendo el aliento para no derrumbar las torres de naipes construidas con las barajas que mi abuela guardaba en el baúl, inventando juegos de reglas inciertas adecuadas a nuestro capricho. Maite siempre se las apañaba para deslizar la reina de corazones en mi bolsillo, yo reservaba todos los diamantes para ella y ambas nos reíamos a carcajadas cuando Fran exhibía orgulloso el as de bastos, o el de oros, las cartas más poderosas del mundo.

Entonces no hubiera podido predecir mi futuro: hastiada de copas, de reyes de bastos podridos de oro, sin ases en la manga, ni corazón en el pecho, ni un maldito trébol de cuatro hojas, mis muñecas entregadas al filo de una espada, decidida a vender el alma por revivir aquella antigua dulzura.

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