Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

51. El don de la belleza (Alberto Jesús Vargas)

El cielo le otorgó el privilegio de la alcurnia, pero le negó por completo el don de la belleza. Criada con atenciones de hija única, sus padres la protegieron de la burla de otras niñas dándole una educación solitaria con los profesores más notables. Desarrolló así un espíritu sensible unido a un gusto exquisito por el arte y cuando heredó fortuna y títulos, tuvo el capricho de ser plasmada con la hermosura de la que carecía, por un pintor de talento que se ganaba a duras penas la vida en el bulevar de los bohemios.

En los días de posado, el trato entre ambos se fue haciendo afable y mientras ella compartía confidencias, él transformaba con hábil pincelada un cabello sin gracia, en ondulada melena, unos ojos hundidos y mínimos, en luminosa mirada y hasta una tez cetrina de pómulos marcados, en tersas mejillas de porcelana fina.

Cuando el retrato estuvo acabado, la dama deslumbrada lloró ante él la amarga soledad de sus noches mientras el artista, que había salvado la verdad de aquel rosto en otro lienzo pintado en la intimidad de su buhardilla, lloraba su impotencia de pobre diablo que nunca podría aspirar al amor de la marquesa.

50. WINTER

Tenía yo 14 años cuando entró en mi casa el tocadiscos. En el camino al colegio había una tienda de música donde me paraba muchas veces con la nariz pegada al escaparate. Me gustaban las portadas de las cajas con varios vinilos, sobre todo la Flauta Mágica. Entré en el local donde una señora muy mayor me miró sonriente desde detrás del mostrador. Le calculé 40 años. Dije que quería un disco de música clásica pero que al no haber oído nunca nada de ello me ponía en sus manos. Extrajo de la estantería uno con nubes bajo un reluciente cielo azul, afirmando cariñosamente que me gustaría. En casa lo analicé: The Four Seasons. En el colegio nos enseñaban francés por lo que no entendí su significado. Vivaldi leí en grande. Con cuidado coloqué la aguja y comencé la maravillosa audición hasta que llegó el segundo largo del Winter (posteriormente conocí su traducción). Quedé extasiado. A ese primer disco siguieron muchos otros. Después de tantos años, hoy es el día en que, para mí, esa segunda parte del Invierno de las Cuatro Estaciones de Vivaldi es la pura y sencilla definición de la belleza.

49. MATICES (Sandra Sánchez)

La belleza a la que yo me refiero es ese tipo de belleza extraña como de flor muerta. Le nacía justo en mitad de la frente. Simétrica como el corazón de una manzana y, de ahí, se extendía a todo el cuerpo. Una auténtica catarata de belleza que resbalaba adaptándose a cada pliegue, a cada curva, inundando huecos, bañando orillas…
Sólo yo -que la trataba a diario- era capaz de captarla. El resto la rehuía tachándola simplemente de fea sin molestarse siquiera en buscar  adjetivos que matizaran esa fealdad, cosa que me ofendía sobremanera.
Pensaba que ella nunca había llegado a percatarse ni de la belleza extraña que yo le otorgaba, ni de la fealdad simplona con la que la tildaba el resto; igual que yo no había llegado nunca a discernir si me había enamorado o si la admiraba como quien admira una obra de arte.
Hace poco me enteré de su muerte. Justo a los dos meses de mi partida, me dijeron. Muerte repentina, por lo visto. Pero ahora sé que, matizando el asunto, fue una muerte natural, tan natural como la muerte de esas plantas que encontramos en nuestra casa al regresar de una larga ausencia.

48. Una belleza absorbente

Se había despertado justo a tiempo de recordar el sueño. Lo anotó en un bloc y ya no durmió. Ese fue el comienzo. Luego, los tanteos, los múltiples borradores. Cuando estuvo preparado, se encerró en su estudio para componer la obra.

Los especialistas ensalzaron la belleza del texto. Destacaron el vocabulario depurado, el envolvente ritmo de la acción, la fuerza de los personajes. Y los editores le auguraron un éxito de ventas inmediato y duradero.

En una sesión de firmas de su libro se acercó alguien con cierto aire familiar. El autor, después de un instante de estupefacción, reaccionó airado al reconocer ante él a una figura escapada de su relato.

– ¿Cómo te atreves a presentarte aquí? ¡Vuelve a tu sitio!

– Mi sitio es el tuyo. Has creado una hermosa historia que te ha dado fama y te ha traído a esta orilla donde no hay fronteras y todos somos reciclables.

Fueron inútiles sus esfuerzos por volver a la realidad, por despertar de la pesadilla. Ya había sido incorporado como secundario a otra trama todavía inacabada.

47. ENERO VIVO

Un sol nuevo en la atardecida invernal

todos los verdes posibles en mi vida nueva.

Un paseo que barrunta primaveras cercanas

tu mirada clara atravesando el valle.

 

La humedad que refresca el alma

del río que fluye entre tu vida y la mía.

Momentos calmos en los que nos paramos

atrapamos el instante, los soles y un futuro amable,

vivido aquí y ahora, en el Valle del Trubia

el que habita en el mapa coloreado

que dibuja este momento divino…

cuando por fin vencimos al tiempo

en un invierno meditado.

 

 

**

 

46. Fusión (Aurora Rapún Mombiela)

En una playa escondida y poco frecuentada por el ser humano, se encuentra el lugar más bonito del mundo. Las piedras blancas absorben el sol y contrastan con el azul absoluto del cielo, las olas rompen en la orilla con el sonido de la inmensidad. Me tumbo directamente sobre los cantos rodados calientes, no necesito toalla, los brazos extendidos, los pies rozando el agua. Cierro los ojos, inspiro el aroma salado que transporta la brisa y me olvido de todo. No sé cuánto tiempo llevo así, disfrutando, pero percibo que me empiezan a crecer algas entre los dedos de los pies, trepan por los tobillos y se entrelazan en las pantorrillas. Sorprendentemente, siento la necesidad de comerme al pequeño cangrejo que ha trepado hasta mi ombligo y de beberme la ola que me ha cubierto entera. Poco a poco me voy convirtiendo en espuma y al final, con un ligero vaivén, me fundo con la belleza de la madre naturaleza. 

45. Los escondites de las bellas palabras

Era una mujer que en cada recodo de su cuerpo escondía bellas palabras.Siendo niña descubrió que le gustaba la palabra Risa y la escondió en la boca.                                                                             En su juventud, cuando el viento bailaba entre los rizos negros de su melena, escondió entre ellos la palabra Alegría.                                Más tarde, cuando le conoció a él, en su sonrisa escondió Ilusión y después Deseo y en el regazo Amor y también Hijos.                        Un día escondió Celos en sus oídos y Miedo sobre la espalda, pero enseguida los desechó y la palabra Perdón ocupó su lugar. Escondidas entre los días del calendario fueron pasando muchas palabras, algunas pasaron despistadas y otras que nunca le gustaron decidió olvidarlas.                                                                                   Años después, entre las hebras de plata de su pelo, escondió la palabra Sabiduría y entre los pliegues de las arrugas de su rostro,sé  cobijo la palabra Paciencia.En sus serenos ojos siempre escondió la palabra Ternura y entre sus manos se refugiaron la Dulzura y también la Calma.
Ella era mi madre y un día descubrí que entre sus brazos escondía la palabra Belleza.

44. La hora del recreo

 

Mi amada Violet, no creas que pienso en ti para evadir el miedo. Mis compañeros cuelgan en las cabinas los sujetadores de sus novias. Como si fueran patas de conejo. Yo prefiero recordarte sentada junto a mí en el Albert Hall. Temblando de emoción al escuchar el Opus 18 de Beethoven. Tan etérea que podrías vivir en una de las nubes que atravieso. Perdona por estas confidencias. Quizá te resulten de mal gusto. Pero aún necesito que escuches una más. Estoy a punto de incumplir las órdenes recibidas. Creo que desvarían. ¡Un puente barroco! ¿Cómo voy a destruir un puente barroco? Solo con imaginarlo me entran ganas de llorar. Ni que fuese un monstruo. Lo tengo decidido. Voy a desviar la trayectoria de la bomba. Caerá sobre ese patio feo que acabo de localizar en un colegio.

43. TERAPIA

Buenos días, me llamo Juan y soy adicto a la belleza. Buenos días Juan, repitieron diez voces fundidas en una para darle la bienvenida. Las voces pertenecían a personas con adicciones de lo más curiosas: miedo, soledad, oscuridad… Todos y cada uno de ellos se sintieron un escalón por encima del nuevo. Adicto a la belleza. Que vulgaridad.

La terapeuta de aquel grupo de extrañas adicciones invitó a Juan a desnudar los efectos de su patología.

El hombre expuso su infierno. Se ahogaba si no poseía cosas agradables a la vista, si no vivía en un lugar con un paisaje de ensueño, y qué decir de las personas que le rodeaban, le afectaba hasta el desmayo su aspecto físico no pudiendo convivir con nadie que no poseyera el don de la belleza, de hecho estaba empezando a sudar porque el adicto al miedo y otro par de asistentes no eran precisamente agradables a la vista. La terapeuta se percató de su malestar y se acercó para calmarlo. Cuando Juan tuvo sus ojazos verdes fijos en los suyos, sus manos perfectas deslizándose por su rostro y una sarta de dientes como perlas sonriéndole, supo que había elegido la mejor profesional.

42. Divergencias (Mónica Rei)

El señor  Skłodowski acarició con suavidad la tripa ochomesina de su esposa Bronisława.

—¿Tú que prefieres, amor mío, que nuestra hija sea inteligente o que sea  guapa?

Bronislawa exhaló el aire de sus pulmones y sonrió levemente antes de responder.

—Yo quiero que sea feliz.

El señor Sklodowski que, mientras escuchaba embelesado a su mujer, seguía acariciando su tirante barriga se acercó a esta y le susurró a la que iba a ser su quinta hija:

—Ya sabes Marie, tus padres deseamos que seas una mujer preciosa.

41. Invisible Niña Bonita

Daniela es una niña preciosa, sus ojos profundamente negros  y grandes esconden secretos de adulto que su sonrisa disimula ampliamente.

¿Cómo intuirlo?

De la mano de su madre camina cada día hasta el colegio con su uniforme de cuadros impoluto y planchado;  en el recreo sus compañeros se ensucian y despeinan, pero ella vuelve a casa con sus trenzas perfectas, no quiere enfadar a su mamá.

¿Nadie lo ve?

La bañera está lista y sus cuatro vitales añitos corren a disfrutar de su mejor momento del día,  hoy su linda carita se está hundiendo en el agua, su belleza se va diluyendo al mismo tiempo que una terrible sorpresa se dibuja en su rostro.

¿Mamá?

Un halo de densa oscuridad acaba de enturbiar esa mirada perdida, los maternales ojos ven a su niña dormida. Ella alcanza aquel frasco del armario y se sumerge en el sueño infinito para acompañarla.

 ¿Quién le dio el alta?

De repente aquel barrio tranquilo se llenó de ruidos de sirenas y de micrófonos interrogantes.

Sospechas había pero….la maternidad es algo tan bello….es inexplicable…..

Y ahora ¿qué?

Un número más. ¡No!

40. El abuelo de Antón

El abuelo de Antón.

El rostro surcado de profundas arrugas es testigo de la dureza de una vida a la intemperie y del paso del tiempo.
Cincuenta años labrando la tierra dejan unas manos ásperas y curtidas, de dedos gruesos y encorvados por la artrosis.
Tiene setenta y cinco años pero aparenta diez más.
Unas gruesas lentes le permiten ver y moverse con holgura.
Ayer le diagnosticaron cataratas y una incipiente sordera.
Siente impotencia y rabia.
La expansión de su círculo se va cerrando hasta ahogarle. Jamás se rinde.
Le queda la coherencia de la palabra y un corazón juvenil
Después de la siesta, pasea con su perro durante una hora y luego, desgrana el tiempo muerto hasta la hora de dormir viendo películas del oeste, al tiempo que saborea las galletas de toda la vida y un vaso de leche caliente con cacao.
Lleva una vida sencilla
Acaricia a Antón con sus ásperas manos, temeroso de lastimar su delicada piel.
El pequeño le mira arrobado y jugueteando con su bastón le abraza.
-¡Eres el abuelo más guapo del mundo! -Susurra
El corazón se le enternece. Deja de cumplir años. Nada más importa. En el olvido queda su fatigoso pasado.

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