Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

BLANCO Y NEGRO

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en BLANCO Y NEGRO

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán relatos que desarrollen el concepto BLANCO Y NEGRO. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE DICIEMBRE

Relatos

100. 90-60-90 (Pablo Cavero)

¡Albricias! Ha sido amor a primera vista, siempre he creído en él. Varios meses de búsqueda han merecido la pena. Desde que la vi me hizo sentir muy cómodo. Tiene las medidas perfectas. Su sencillez nórdica encaja con exactitud con mis necesidades, se adapta como un guante a mis pretensiones. Soy muy afortunado. Va a terminar con mi desorden, con este caos de soltero que tanto irrita a mi madre. Desde que la traje a casa, la llevé directa al dormitorio y ahí continuamos. Compruebo sus capacidades interiores. Eso sí, con delicadeza, con mimo. Me recreo en su belleza, en su elegancia. Me quedo dormido mirándola, embobado. Y nada más despertar la contemplo abstraído. Observarla me lleva a recrear cada segundo de las respuestas, las sonrisas y la belleza de la dependienta de Ikea mientras me vendía esta cómoda. También la acogería con gusto en mi dormitorio, aunque no tenga los 90-60-90.

99. La belleza de Críspulo (Salvador Esteve)

«Asomado a la terraza del séptimo piso, por última vez leo lo que será una nota de suicido, a la vez que la carta de mis últimas voluntades».

 

A la atención de la autoridad competente que proceda al levantamiento del cadáver:

Señoría, nací feo, muy feo, mi madre hundió su mirada y jamás conocí el color de sus ojos. Mi padre repetía que no era hijo suyo, prefería pasar por cornudo antes que por progenitor del engendro. En el colegio, el bullying era mi asignatura de refuerzo. Dicen que el que tiene un amigo tiene un tesoro, yo soy pobre.

Mas soy consciente de mi estéril belleza interior y la voy a repartir. Nunca he besado a una mujer, pero mi corazón palpitará en un cuerpo enamorado y  mis corneas verán el deseo correspondido; el resto de mis órganos alimentarán sueños ajenos.

                                                                                                                                                                           Atentamente,   

                                                                                                                                                                          Críspulo

 

«Llamo a una ambulancia y me desnudo, no quiero que el forense pierda tiempo. Pego la carta con cinta adhesiva a mi tórax, suspiro, me santiguo y salto. Por el piso quinto empieza a llover y una traicionera ráfaga de viento arranca, junto a un mechón de vello, la carta que mi pecho tan ilusionado custodiaba…».

98. Fosa de amor

Un día te llaman desde las agencias municipales y te dicen que ya pasaron los diez años y debes decidir si compras otros 99 años de nicho o te sacan los restos, usted verá lo que hace, y tú les explicas que no tienes dinero, de modo que vas donde te dicen, el día que te dicen. Los operarios sacan la caja y ahí es cuando tú puedes pedir que la abran. Pídelo, verás que es como si se entreabriera una puerta que da a otra salita donde por fin volverás a verla, tan hermosa como siempre, con su occipital franco y desafiante, su cúbito de Atenea y su legendario fémur que volvió locos a tantos antes que a ti. Los operarios cáncer-veros se quedarán obnubilados de tanta belleza, ahora o nunca, harán la vista gorda y no te pedirán la moneda, incluso te sonreirán al despedirse, justo antes de volver a cerrar la caja. Os quedará el viaje al osario comunal, cuánto has tardado, no ha sido fácil, bueno, ya estamos aquí…y todas esas cosas que se dicen al reencontrarse las enamoradas muertas tan jóvenes y los que se suicidan porque no soportan la ausencia.

97. Subyugada (Juana Mª Igarreta)

Observo frente al espejo cómo las estilizadas manos de Laura, la peluquera, se mueven vertiginosas sobre mi cabeza; manejando con destreza la brocha, reparte el tinte sobre las níveas raíces de mi pelo, que tras la conjunción de química y espera volverán a lucir oscuras. Ritual al que me presto una vez al mes, en un intento ilusorio de escapar al paso del tiempo.
Laura, de figura generosa en curvas y rostro dibujado en suaves y proporcionadas facciones, es sumamente atractiva. La contemplo y rememoro la confesión que esta me hizo en una ocasión anterior. De cómo su agraciada imagen hacía en algunos hombres trocar amor en posesión, hasta el punto que tuvo que abandonar Toledo, su bonita ciudad natal, para escapar de su última relación: un apuesto comercial que, con sus esmeradas artes amatorias y seductor discurso, la tenía totalmente subyugada.

De pronto, un repartidor irrumpe en el salón de belleza y, una vez confirmados nombre y apellidos, entrega un paquete a Laura. Esta, sorprendida y deshaciéndose de los guantes, lo abre ante mis ojos.
Al hallar el precioso anillo, trabajado en fino arte damasquinado, la hermosa cara de Laura palidece por momentos.

96. La espera (Nieves Torres Alonso de la Torre)

Cada primer domingo de enero, desde hace 40 años, se sienta en el mismo banco del Retiro y estudia minuciosamente a todas las mujeres que por su edad podrían ser ella. Cada año hay menos posibilidades: podría haber rehecho su vida hace décadas en algún otro país y haberse olvidado de la cita, o incluso podría haber muerto; así y todo él la espera.

Al final de la mañana entra en el café y me cuenta, otra vez, que se llamaba Elka, que tenía 26 años y la sonrisa más bella de toda Varsovia. Me habla de amor y de planes de boda; de revueltas, de detenciones y huidas.

Después de comer algo, se aleja cabizbajo del parque mientras la vida en Madrid continúa hasta el próximo enero, ajena a su banco y a a su espera.

94. Invasiones bárbaras (Josep Maria Arnau) -Fuera de concurso-

Belleza vendida a ignorantes, piensa el vigilante mientras recuerda las larguísimas colas. Así, la magia del lugar se pierde. Está acabando su ronda alrededor del faro y le duelen los pies de tanto correr tras los escurridizos. Con el último visitante ya encarrilado hacia la salida, oye unos pasos delatores en el acantilado. Se acerca y ve al rezagado. ¡Más avisos, más valientes! Lo ha cogido infraganti, a punto de perpetrar su hazaña. Pero su mirada es demasiado fija, su sonrisa demasiado forzada. Y su trasero, apoyado en la barandilla, demasiado redondo. Justo cuando le da al botón, pierde pie y desaparece.

93. Divino humano

Tras el plácido pestañear, la nacida de la espuma del mar ha avivado las musas consagradas al ingenio; suave se han deslizado sobre los hombros de quienes pretenden sueños; en las tablas de escritura, en el silencio compuesto, en el más grácil danzar. A la isla de arrecife de coral ha arribado, malherido, un marinero, perturbando su solaz. En el costado soporta, atravesado, un arpón. Ella ha dispuesto su empeño en sanarlo con lo bello; desde el cálido regazo agasaja sus escuchas con acordes de algodón, y en el exhalar de risas, aletean tenues chispas, coloreando su faz. A su gesto, eclosiona luminiscente, la montaña de mineral; una cortina acuosa recorre la senda dorada de topacio transparente. Cómplice, el arco celeste, se engalana con diamantinos broches; y hacia el centro, la sublime dama eterna ha menguado su contorno para no rivalizar. Ya va cuajando la noche; esculpiendo en escarcha el perfil de las olas; centelleando fugaz a guirnaldas de sonrisas, que penden desde la brisa. A intervalos, él se ausenta; induciéndole ensoñaciones de brecas, nacaradas en rojo y cristal.

—¡Por todos los dioses del Olimpo —gruñó el pirata, antes de zarpar—, quién demonios podría soportar tanta belleza!

92. Yo creo

Todas las tardes pasaba embelesada frente al escaparate. Arrimaba tanto mi cara al cristal que casi me quedaba adherida a él. Tarros, frascos, albarelos de tantos colores y tamaños descansaban en las repisas. Deseaba contemplar cómo se subía el cierre. Entonces, aparecía la señora Vito. Su delantal inmaculado, una orquídea prendida a su pelo ensortijado que recordaba a un mar embravecido, y su inmensa sonrisa actuando de rompeolas, te daban la bienvenida.

Apenas llegaba al mostrador, pero con mis pies de puntillas, me alcé los centímetros suficientes para que la señora Vito, alcanzara a verme el flequillo y los ojos. Al tiempo que coloqué mi moneda sobre la madera del expositor, ella se giró con bendita candidez. Escrutó la variedad de matices que se le presentaba en los aparadores. Cogió un bote cualquiera. Solo ella, conocía lo que se albergaba dentro ¿Fe? ¿Confianza? ¿Magia? Creo.

Esperanzada salí con mi triaca, dispuesta a que mi hermana frente al espejo no buceara nunca más en su ilusoria mediocridad sino como en mis pupilas se reflejaba, como mi linda compañera de juegos. Que por fin desterrara ese leviatán interno que distorsionaba su belleza oriunda de niña porque me la estaba arrebatando.

91. Azúcar, goce y plata

Toda la belleza las tienen tus enaguas rematadas en azucarado encaje. Rumorosas se mueven tras tus pasos, desdoblando rincones. Ávida de goce lo esperas. Hurga en tus escondrijos, inunda tus humedades. Gimes de dicha.
Días más tarde, él se pierde con agitaciones en el bajo vientre. Tú sigues, desplegando pasos, almidonando enaguas y contando doblones de plata.

90. DÍA Y NOCHE DE UN PINTOR (Óscar Quijada Reyes)

Mi vida transcurre entre pinturas, pinceles, lápices, papeles, exposiciones y otras actividades conexas. Hoy tengo una exposición acompañada de varias conferencias. La gente acude a ver mis obras y quedan anonadadas por aquellas en lienzo, algunos admiran mis dibujos con carboncillo, otros se decantan por lo clásico y por las pinceladas. Estoy sorprendido por la cantidad de personas que se sienten atraídas por las pinturas abstractas, dicen que son muy hermosas; aunque tienen su lugar, yo creo que no lo son, las acabo y presento porque les gustan. Con razón dicen que “sobre gustos y colores no han escrito los autores”.

Estoy seguro de que ninguno conoce lo que en verdad es hermoso en mi vida, lo que me llena e inspira. Aunque no cumpla con los cánones de belleza y la voluptuosidad que imponen los promotores del espectáculo y el mundo mediático, mi esposa sí que es linda y está por encima de todo lo que nos quieren hacer creer. Hoy tendremos otra de nuestras veladas, así que sin duda compartiremos, reiremos, jugaremos y cada uno sentirá la felicidad del otro. ¡Espero que no derramemos todas mis pinturas ni dañemos las obras terminadas!

89. Prejuicio

Hace rato que el niño tiene los ojos abiertos de par en par: es la primera vez que visita un circo con una exhibición de rarezas humanas. Su padre le ha llevado para enseñarle que esas personas no son atracciones de feria y que su oficio es tan digno como cualquier otro. No le cuesta demasiado. Donde los demás solo ven a un hombre con un cráneo tan reducido que parece la cabeza de un alfiler clavado en el cuerpo, el pequeño descubre a alguien alegre y lleno de talento. Es el único que escucha con interés el ingenioso monólogo de otro individuo que se mantiene de pie sobre un taburete con su tercera pierna, el resto del público ríe a carcajadas. Su entusiasmo se multiplica con cada nuevo personaje, hasta que llega a la última jaula y se queda embelesado contemplando la sonrisa de la niña camello, que nació con las rodillas dobladas hacia atrás y solo puede caminar a gatas. El padre se siente satisfecho. «Tal vez aún pueda ser alguien en la vida», piensa mientras vuelve a cubrir la cara de su hijo con una capucha antes de volver a casa.

88. MENSAJES DE AMOR

Mi tío Ángel vivió algunos años con nosotros hasta que nos dejó para acompañar a su amada Angustias. Siempre la ponía como ejemplo en sus pláticas con todos nosotros cuando tocaba hablar de amores. Basaba su argumento en aquellos años difíciles que les había tocado vivir; decía que ella era la más bella de toda la comarca y que era pretendida por casi todos los jóvenes. Fueron juntos al altar nada más decirle que él quería casarse con ella, además de por su belleza, porque sería también su ángel de la guarda mientras estuvieran juntos. Ahora entiendo a mi madre, cuando dice que su hermano es mi fiel reflejo porque hablo sin parar de mi novia que vive en otra ciudad, con la gran diferencia según ella de que él no tenía móvil para pasar horas escribiéndose mensajes de amor. Él utilizaba la borrica de mi abuelo para trasladarse al pueblo vecino y decirle directamente que la amaba.

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