Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

44. Dulce Navidad

Me manchó la mejilla de cacao al darme su carta a los Reyes Magos. Mientras seguía agachado, le miré a los ojos y prometí que no olvidaría entregarla. Luego me levanté y guardé el sobre celeste en el bolsillo derecho de mi abrigo. Como soy zurdo, el izquierdo lo reservé para lo otro.

Al llegar a la calle donde habían colocado el stand real, me encontré con una multitud. Los niños, acompañados por sus padres, esperaban impacientes su turno. Según las órdenes, primero debía localizar al rey con manto azul, que resultó ser Gaspar. Después, me uní a la cola detrás de unos mellizos. Cuando les tocó, eligieron sentarse sobre las rodillas de Melchor y Baltasar. Así que mi objetivo quedó libre. Saqué la pistola del bolsillo y le reventé la cabeza de un disparo.

Durante la huida, me invadió una sensación de amor y paz. No solo por el éxito del trabajo. Me sentía tan feliz porque también conseguí echar al buzón de Sus Majestades el sobre celeste de mi hijo.

43. Azul Desenfrenado (José Ángel Gozalo)

Hoy, en el día de nuestro aniversario, los recuerdos azules cortan como cuchillos.
Porque azul era el color de tu primer coche donde me entregué a ti.
Revivo cada momento, cada caricia de aquellas noches de puro y sincero amor en las que dejé atrás la niña que fui, sintiéndome por primera vez mujer entre tus brazos.

Se aparece para darme muerte, la imagen de tu nombre y el mío encerrados en un corazón dibujada sobre el interior del parabrisas empañado.
Ahora, has tenido la desfachatez de comprarle un coche a tu joven amante exactamente del mismo color azul.
Esa berlina deportiva comparte muchas similitudes con su dueña.
Cuando te montas en ella, su piel suave envuelve tu cuerpo ajustándose a ti perfectamente. Luce siempre dispuesta, elegante y reluciente sin necesidad de ningún retoque, tanto que los demás hombres sienten envidia al verte pasar con ella. Ya se sabe, lo nuevo siempre es nuevo.
Lo que no entiendo, es cómo eres capaz de controlar tanta potencia entre tus manos, si siempre fuiste de pasarte de rápido y ni de poner la marcha atrás te daba tiempo.
No debería, pero siento pena por ella de que su marido cornudo sea mecánico.

42. Frenesí

El añil del atardecer secuestraba la colada y ella acudió a rescatarla. Mientras franqueaba la verja que conducía al huerto, unos destellos lapislázuli le llenaron los bolsillos del mandil, el cárabo ululaba como un fantasma, Sirio encendía la linterna. Y era en esa hora bruja cuando deseaba con más añoranza los abrazos. Se sentó en el poyo de ver las estrellas. En una niebla de ensoñaciones y ambrosía por el licor de moscatel le pareció sentir las caricias deseadas de unas manos que la condujeron con suavidad para acorralarla entre los laberintos de la ropa de cama tendida. El cuerpo, que se le antojaba vigoroso, la apretó entre las sábanas recias; la meció en un vaivén de cuna para adultos; le susurró ayudado por el pentagrama del viento aquellas palabras inconfesables que siempre le hubiera gustado oír. De mañana la llamaron las cabras de ubres llenas y el lebrel. Se despertó encima de la hierba, trenzada con ramas caídas del membrillero, envuelta en la colcha de lino, con un almohadón por bufanda y una frazada a los pies; ebria de un amor inventado, los labios húmedos de besos de escarcha y un carámbano prendido en el pelo.

41. ABDUCIDOS

El azul limpio de las frías mañanas invernales se convirtió en un tono parduzco al ver como se paralizaba su existencia.
Durante una semana la vida familiar se redujo a una pequeña estancia, al trastocarse el orden preestablecido por obra de birlibirloque.
Se suspendieron en aquel hogar trabajos y clases, aunque lo más duro fue la obligación de transmutar el descanso nocturno, al verse obligado a repartirse las horas de sueño.
En esos largos días las charlas entre los tres habitantes de la casa quedaron resumidas a un único objetivo: averiguar como demonios debían montar aquella cama de Ikea.

40. Batalla de Lena

 

Y todo en aquel concierto de copas varias donde  el llegar hasta los lavabos había sido una auténtica ulisea (como ella misma decía, desde que conoció a un tal…)

Y así la primera pudo pasar, cuando otra consiguió salir, y entonces ante un espejo externo, de bolsillo, con el que en la espera quiso acicalarse pudo contemplar su reflejo…

El de una políglota, expertas en lenguas varias, aunque ni tan siquiera controlaba la suya propia…

Un mes, 30 días, una cantidad ingente de minutos… Ese fue el tiempo que su mente se retrotrajo, y en un análisis descarnado pudo comprobar sus andares en ese tiempo perdido…

Uno tras otro; sus pasos seguidos, creyendo que la hacían feliz, pero… Esa primero, el segundo, el de después, comprobando que todos eran por un despecho que ella misma provocó

Creía que cada uno, o los muchos, con los que había yacido le aportaban algo…

Pero fue observar el espejo, y su propio reflejo, y el fondo junto a la barra… Para recobrar la imagen fatua de lo que trataba de olvidar…

… Pero ese día aquellos profundos azules no le miraban a ella…

39. Feliz Navidad, mamá…

Hoy Celeste se ha levantado temprano. Tras las vidrieras se divisa un cielo cobalto. Su hija pasará a recogerla después del desayuno. Es 24 de diciembre y cenarán juntos, dormirá con ellos y mañana celebrarán la navidad en familia. Desde que entró aquí es la primera vez. A Raquel siempre le ha tocado de noche en el hospital por estas fechas, pero este año se ha cogido unos días. A la mayoría también vendrán a buscarles, salvo a los que ya apenas pueden levantarse. Lleva puesto el jersey añil que le regalaron sus nietos. Mete en el bolso una muda, sus zapatillas y los chalecos que ha tejido para todos, en tonos que van del turquesa al índigo. Preparada, baja a recepción. Permanece de pie junto a la entrada, ansiosa, apoyada en su bastón. Todos se van marchando. Transcurridas dos horas, una auxiliar se acerca y le tiende el teléfono.

– Hola mamá. Siento llamarte tan tarde, pero acabamos de aterrizar. Resulta que a Jorge le tocó la cesta en la oficina y el premio era ¡un viaje para los cuatro a Nueva York! ¡Imagínate! Hemos volado toda la noche. No pude avisarte antes. Nos vemos a la vuelta. Feliz Navidad, mamá.

38. Un delfín en mi bañera (Adrián Pérez)

Hay un delfín en mi bañera. No sé cómo ni cuándo ha llegado hasta aquí. Es la primera vez que me pasa, así que al principio no he sabido muy bien cómo comportarme. Luego me he acordado de que son unos animales muy inteligentes, así que me he sentado en la taza y le he contado mi extraño día en el trabajo. Con lo del programa de control de horas que acaban de poner ha emitido un silbido bastante largo; lo de la fusión con la otra empresa le ha hecho girar sobre sí mismo varias veces y cuando le he dicho que la semana que viene llega un nuevo gerente, ha expulsado un chorro por el espiráculo que ha hecho una humedad en el techo. Como hemos cogido confianza y la bañera es bastante grande, he intentado meter un pie, pero antes de tocar el agua, que cada vez es más y más azul, ya me estaba enseñando sus dos filas de dientes puntiagudos. Así que sigo aquí, en albornoz, sin poder darme un baño, deseando que la noche pase rápido y por fin sea viernes.

37. CON SU CAMISITA Y SU CANESÚ (Belén Sáenz)

—Policía. Abra, por favor. ¿Conocía la existencia de una mujer encerrada en el sótano de su domicilio?

Tengo una muñeca…

—¿Ha sido usted quien le ha puesto esas ropas infantiles y la ha peinado con trenzas y lazos?

Vestida de azul…

—El equipo de emergencias nos ha informado de que probablemente lleva años confinada en la misma cama. No sabe andar y apenas conoce las palabras papá y mamá.

La saqué a paseo, se me constipó…

—Esto es muy grave, señora. Está desnutrida, la han alimentado únicamente a base de papillas. No se le ha desarrollado la dentadura y ha dejado de menstruar. Además, le han vendado los pechos para aplanárselos.

La tengo en la cama con mucho dolor…

—Aparte de llagas en todo el cuerpo debido a la inmovilidad, tiene laceraciones alrededor de la boca causadas con un objeto punzante.

Me dijo el doctor, que le dé jarabe con un tenedor…

—Usted denunció la desaparición de su bebé en 1976, pero la ha mantenido oculta todo este tiempo en condiciones de extrema crueldad. Vamos a proceder a su detención. ¿Entiende los cargos que se le imputan?

Dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis…

36. HASTÍO

Para levantarse el ánimo escupió con gran fuerza el gastado chicle de su seca boca. Después, se frotó duramente sus cansados ojos azules hasta sentir dolor, mientras desde el viejo sofá pateaba bruscamente la mesita que tenía enfrente. Seguidamente, tras un gran impulso, se levantó casi de un salto que le hizo crujir hasta el último hueso de su debilitada espalda. Ya de pie, mirando al frente, no supo responderse a sí mismo: ¿Y ahora qué?

35. Venían del Norte (Pepe Sanchis)

Venían del Norte. Cada mes de julio, puntuales, desde hacía más de veinticinco años. Conocieron la costa mediterránea por la celebración de un Congreso de Cardiología al que acudió el doctor Hilbrecht y su mujer. Aprovecharon para buscar en el pueblo una casa con vistas al mar.

Una vez jubilados, desde la terraza admiraban, felices, las aguas tranquilas. Pero aquella mañana tuvo lugar un extraño suceso. De improviso, el azul del cielo empezó a tornarse de un gris plomizo, agobiante. En su interior creció un aciago sentimiento. Era un odio que se manifestaba hacia el otro, en el hombre contra la mujer y en ella contra él. Resultaba superior a sus propias fuerzas. Cada uno se hizo con el primer objeto a su alcance para hacer daño, un par de azadas del jardín. Se golpearon con saña. con una brutalidad antes impensable en ellos, sin detenerse, hasta la extenuación. Allí quedaron, tendidos en el suelo, heridos de muerte sin remedio.

Solo entonces, el cielo recuperó su color, desapareciendo el gris y volviendo a ser el pequeño paraíso de siempre. Nadie supo explicarse porqué aquel par de jubilados, que habían venido del Norte, fueron encontrados, inertes, en su propio jardín.

34. Magritte (Carmen Cano)

Creció convencido de la existencia de un doble que habitaría en las antípodas y se movería por el mundo de forma paralela. Antes de acostarse miraba la esfera que iluminaba su mesilla y señalaba con el dedo el recorrido que algún día emprendería para encontrarlo.
Mientras formaba una familia y asistía disciplinado a la oficina, tomó forma en su mente una nueva idea, la cuarta dimensión: en alguna zona del espacio estarían dispersas, de forma dual, sus moléculas.
Hasta que una tarde de tedio se presentó ante él una figura que no dudó en reconocer. Su otro yo se le manifestaba con sus mismos contornos, con la chaqueta y el sombrero que vestía para ir al trabajo. A su propio vacío interior le correspondía una oquedad desde la que se divisaba un cielo cobalto de nubes algodonosas. Se aproximó a él y se acopló a su silueta. En paz consigo mismo, se dejó llevar por aquella levedad que lo transportaba hacia una inmensidad azul, hacia su verdadero lugar en el Universo.
En el suelo quedó con descuido su oscura indumentaria de oficinista.

33. Light it up blue

Mi hijo me mira, pero siento que no me ve. Sonríe y tampoco su sonrisa de dientes grandes y torcidos es para mí. Yo abro fuerte mi sonrisa para que sonría conmigo. Y escondo mis lágrimas y mis angustias en el cajón azul donde fui guardando todo lo que los médicos le iban diagnosticando. Ni ellos mismos sabían por qué mi niño viviría en una especie de burbuja. Su pequeño mundo azul, de miradas oblicuas, sonrisas aleatorias y palabras de bebé. Que a mí me correspondería traducir con cariño y paciencia.

Mi corazón a veces se quiebra cuando me despiertan sus gritos nocturnos, llenos de un pánico tal que solo puedo calmarle acariciando su piel de bebé grande, tan suave y delicada, casi azul, mientras intento sacar alguna nana de voz suave del cajón, enmarañada y casi perdida entre cientos de evaluaciones confusas de tantos y tantos médicos.

Por si acaso, he dejado una luz azul encendida dentro de mi corazón para que nos guíe. Y así no nos perdamos en este extraño camino, lleno de más dudas que certezas, que juntos hemos de recorrer cada día.

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