Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

3. Renacimiento

(Relato fuera de concurso)

Cuando desperté, muchas cosas ya no estaban donde habían estado siempre. En la tiniebla aturdida de vapores dulces que me atenazaba sólo hallé consuelo a aquel crujido de mi horóscopo imaginando un cuadro luminoso en mi mente. Cobalto entre dunas siena, nubes escarlata, gotas doradas y reflejos de azabache sobre un desierto de gemas ígneas me ayudaron a huir del frío blanco de aquella catedral de dolor.

La realidad me requería, sin embargo, así que moví la cabeza como respuesta a las voces que trataban de arrancarme del delirio de colores. Entonces vi los cables y los tubos y percibí que una música diferente había invadido el mundo mientras dormía. Recordé por qué estaba allí, en manos de otros artistas que, con aguja, hilo y bisturí, cercenaban lo terrible rescatando lo sano para esculpir vida.

Supe que alguno de ellos había tatuado una enorme cicatriz en mi vientre y otras tantas en mis entrañas: sobreviviría sin que muchos órganos resonaran más dentro de mí. Respiré, aliviada, el oxígeno a raudales que me ofrecían.

Y cerré los ojos.  Y volví a empuñar mis pinceles invisibles en su honor: brotes traslúcidos, un disparo cobrizo, plata lunar y zumo verde de lágrimas esperanzadas.

2. Naturaleza de una artista (María José Viz)

Decían de ella que era el arte personificado. Sabía cómo caminar con elegancia (siempre erguida y contoneando levemente las caderas), sonreía sin enseñar completamente su dentadura, con una contención muy estudiada. De su madre heredó el arte de la costura y llegó a superar a su maestra con creces, puesto que no solo cosía como ella, sino que, incluso, diseñaba modelos con originalidad y destreza. Por si fuera poco, tenía interiorizadas combinaciones de colores y formas que aplicaba en la elaboración de conjuntos florales vistosos. Sabemos que, últimamente, escribía poemas de bella factura.

Perfecta era una artista en todo, hasta en calcular fríamente la colocación de las puñaladas que se vio obligada a asestar en la espalda de Eugenio, su última víctima. Un zigzag ejecutado con maestría, que asombra al forense.

1 . UN CUENTO AMARILLO (JAMS)

El color me posee … el color y yo somos una sola cosa. Paul Klee

He oído contar que Paul Klee, tras su viaje por Túnez, Egipto e Italia, regresó a Munich con la necesidad de encerrarse en el taller y experimentar con la luminosidad de sus recuerdos. Pintó, en principio, un pequeño círculo amarillo en medio del lienzo para luego combinar otras formas y tonos, en busca de manchas figurativas escondidas en el azar. Pero solo encontró dudas. Probó a acrecentar el diametro con la esperanza de que su luz le comunicara una solución, pero también fue inutil. Prefirió acrecentar más su magnitud hasta sobrepasar la superficie del lienzo, expandiendose por la pared del estudio, respondiendo a un chillido interior, un impulso que le empujó a romper las dimensiones planas, alcanzando el suelo, atravesando las ventanas y puertas hacia el exterior, los edificios colindantes, las aceras, los automoviles aparcados…

Una denuncia le detuvo en comisaría unas horas. Y mientras su abogado negociaba una “liberación inmediata para un artista tan célebre”, él calculaba los pinceles y pigmento necesarios para ampliar aquel circulo hasta incluir los bordes del parque, la estación de autobuses y el estadio olímpico, hasta construir un enorme punto amarillo, vivo y palpitante, que le sirviera como inicio para un proyecto mayor.

131 . DE VIAJES

El viajante de calzados se sienta en la terraza frente al mar a esperar el momento de su siguiente visita. A su lado su vieja maleta con las muestras que enseñar.
Contempla relajado  como se acerca una mancha oscura que al poco se convierte en un bote del que saltan   un montón de personas.
Chapotean, nadan, y al llegar a la arena huyen  sin rumbo , como una estampida.
Le  sobrecoge su aspecto demacrado , temeroso.
Entonces, el viajante comprende que los verdaderos viajeros  marchan con el corazón y los pies desnudos

130 . El falso gurú (Juana Mª Igarreta)

Abandonó su maleta cargada de sueños no cumplidos en el andén de los desengaños, y con su dolido corazón envuelto en una coraza de resentimiento salió a vengarse del mundo. Aprendió impasible a adentrarse en la oscuridad de las miradas más tristes. Disfrazado de sabio y maquillado de comprensión, se sorprendió a sí mismo erigiéndose en un falso gurú. Con palabras balsámicas pronunciadas en seductor bisbiseo, “querer es poder, todo es cuestión de control mental…”, exploraba sin vértigo insondables abismos emocionales, iluminando momentáneamente a los huérfanos de confianza y parcheando penas a aquellos que lo escuchaban. Imperturbable, hizo una rentable profesión de sus habilidades. El mercado a conquistar era amplio, pues muchos eran los sufridores; muchos los que ansiaban ver ensanchado su horizonte de esperanza.
Un día, saturado de éxito y de dinero, pero no de felicidad, se cansó de viajar y quiso recuperar su maltrecho corazón de la consigna del olvido. Se deshizo del pesado envoltorio y lloró por todo lo que había hecho, visto y vivido. Su corazón derramó el último latido, al mismo tiempo que en sus ojos latían las últimas lágrimas.

129 . Te conozco bacalao, aunque vayas disfrazao (Rosy Val)

—¡5.000 pelas, tronca… vaya un marrón! Empezamos bien las vacas…
—Tranki, tía, que el picoleto venía rayao, ¡si nada más pararnos empezó la movida!… que si el cinturón, que si los papeles del buga, que si la ele…
—¿Y el rollo macabeo que nos largó después?, ¡que vaya pintas…… que ya no hay valores… que dónde vamos a llegar… que si nuestros viejos supieran!
— No te comas el tarro, Sofi, nos tocó el chungo, el carroza… lo pagamos a medias y punto.

Con la multa en el bolsillo de sus vaqueros, Sofía y su chica retomaron el viaje hasta el hotel de la playa. Apenas llegaron a la habitación y sin ánimo para deshacer maletas decidieron ir a cenar. Salieron al tapizado pasillo y camino del ascensor, dos hombres que llevaban idénticas intenciones. Repentinamente la mano del más alto, presintiendo que quizá había alguien en la retaguardia, liberó el culo —enlatado en unos pantalones negros de cuero brillante— de su acompañante.
Sofía, adelantándose dos pasos y al tiempo que deslizaba una mano dentro del bolsillo de sus vaqueros, palmeó con la otra el hombro del más bajo… Lo reconoció enseguida, aunque ahora no llevase tricornio.

128 . El tío Joaquín

Hoy ha muerto. Mi hermana y yo nos hemos peleado. Los dos lo queríamos mucho, pero ella, bañada en lágrimas, me ha dicho que estoy tan loco como él. Quizás tiene razón.

Jamás he conocido a nadie que haya viajado tanto. Escaló una montaña mágica, conoció al Dalai Lama, nadó entre tiburones en Sudáfrica, se enamoró en Grecia y batalló en Turquía, naufragó en siete mares, descubrió tesoros en islas remotas, asesinó en el Orient Express, remontó el Amazonas, bebió de las fuentes del Nilo, cabalgó con los apaches, fue infiel en París y se suicidó en Oviedo…

Mi hermana dice que todo es mentira. Que jamás salió de su habitación, habitada por libros viejos y su silla de ruedas. No entendió su último deseo: ser enterrado con una moneda en la boca.

Buen viaje.

126. ÉRAMOS TAN FELICES

Todo iba perfecto entre nosotros cuando subimos al avión rumbo a California en nuestro viaje de novios. Andrés me cedió sin rechistar el asiento de la ventanilla y se sentó en medio, a la derecha de una chica que nos contó que se llamaba Karen y regresaba a Los Ángeles desde Madrid, tras desfilar en la pasarela Cibeles.

Yo me dormí poco después de despegar y entre sueños los oía hablar y reírse, callándose cuando me despertaba. Una de las veces los pillé besándose y más tarde, mientras volábamos sobre el océano, ella se levantó para ir al baño y Andrés me dijo que iba a estirar las piernas. Me quedé esperando mucho tiempo, cuando regresaron me hice la dormida y los escuché cuchichear haciendo planes de futuro. Durante el aterrizaje, Andrés me confesó que estaba enamorado de Karen y que ella acababa de confirmarle que esperaban un hijo.

Mientras desembarcábamos le pedí el divorcio y en la misma terminal de recogida del equipaje nos repartimos la ropa. Él metió la suya en la maleta de ella y se marcharon cogidos del brazo, como las parejas de toda la vida, caminando despacio debido al avanzado embarazo.

125. El intercambiador (Mel)

Lo siento, no puede quedarse aquí, vamos a cerrar. Sí, ya veo, nadie ha venido a buscarle, pero usted no está perdido y no es un objeto, así que váyase. Pues, no sé, pruebe en «Personas desaparecidas». Ya, técnicamente tampoco… Pues ¡asúmalo hombre, está usted muerto! Anímese, sin hipoteca ni madrugones, que no es ninguna tontería, muchos le envidiarían. ¡Y yo que sé qué hacen los muertos! vaya al cementerio y arrastre alguna cadena o intégrese en el calavera futbol club.  No me llore, venga, aproveche para hacer cosas que nunca pudo, viajar por ejemplo. Además ¿qué le va a pasar si le descubren? ¿qué le echen del avión en pleno vuelo? ¿qué le detengan? bah, se hace usted el muerto pero de verdad, sin hablar y quietecito, le entierran, usted escarba y sale, y vuelta a empezar. Bueno se da una ducha o se mete un ambientador en el bolsillo, porque permítame decirle, ya que hay confianza, que empieza usted a oler, así que, hala, ya que no ha podido irse con el Imserso, esta es su oportunidad. Claro que puede ir donde quiera, hombre, al pasado no. Pero quitando eso, el mundo es suyo. ¿En serio? Acepto encantado.

124. HASTA LUEGO, LEONARD

En el verano del setenta y cinco era difícil aguantar el calor. Todavía más, pasar las tardes en el bar del pueblo con la paga de un quinceañero. Hacer sonreír a la chica de Londres que viajaba de camino hacia la costa, casi un milagro. Gastar la última moneda en la máquina de discos para poner So long, Marianne y llamar su atención, parecía una jugada maestra.

Pero lo imposible fue que no saltara Georgie Dann con Bailemos el bimbó.

123 – FUTURO PERFECTO (Yolanda Nava)

Yo habré viajado de tus ojos a tu pubis unas mil veces. Tú habrás recogido cada giro de mis labios entre los pliegues de tu piel, otras tantas. Él habrá transitado unas quinientas por el sendero de la soledad hasta sentir en sus papilas la bilis del desamor. Nosotros habremos soñado en incontables ocasiones con tener tres niños, una casa de campo y dos perros. Vosotros habréis llorado a nuestras espaldas los últimos diez domingos, después de despedirnos. Ellos habrán logrado en, aproximadamente trescientos minutos, que este viaje que emprendes sin equipaje camino del quirófano alcance con éxito su destino.

122 – A quien pueda interesar

Se pasó todo el verano trasladándose de un lugar a otro, vacaciones bien repartidas, decía, así da tiempo a todo. Tanto viaje le hizo pagar su peaje y el día que, después de tanto tiempo esperando, iba a tener el honor de compartir mesa y mantel con algunos de sus héroes y heroínas, un mal resfriado, causado por haber tomado demasiado el aire (acondicionado), la dejó postrada en cama, sin tener ni siquiera ¡pobre!  con quien compartir cama y ajuar.

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