Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

11 – Atracción

Como ballenas que nadan en el inmenso mar, con ese equilibrio ingrávido de globo, así se comporta ella cuando nos acostamos. Primero nos deshacemos de los aparatosos trajes y apartamos la compleja instrumentación. Solo entonces sucumbimos a la pasión, nos sorprendemos flotando de amor por la estancia. Tras el orgasmo final vemos juntos las estrellas, al fondo, justo detrás de la majestuosa vista del planeta Tierra que tenemos desde la estación espacial.

10. Monstruo abisal (Eva García)

Debió ocurrir un día que buceaba cuando me lo tragué. Sería aún pequeñito, porque ni me enteré ni nada. Fue mucho después de salir de aquel océano en el que había estado disfrutando de la sal de la vida cuando lo supe.

Empezó a hacerme cosquillas en la barriga y, a veces, hasta me daba pellizcos. Muchas noches no me dejaba dormir: me calentaba los pies y la nariz para que me levantara de la cama.

Un día me cansé, porque me chupaba demasiada energía y me daba mucha lata, y  fui al médico a ver si me lo podía sacar, para meterlo en un acuario o algo así. Pero después de hacerle una foto con una cámara de esas que lo ven todo por dentro, negó pesaroso con la cabeza:

―Es mejor que te hagas su amigo para siempre ―me dijo.

El bicho, que parecía un pulpo, salía sonriente aferrado a mi hígado saludando con una pata: estaba claro que no iba a dejar que lo desalojaran por las buenas.

Desde entonces le llevo de excursión al mar y, mientras me empapo de salitre azul, le cuento historias alegres esperando que se vaya, harto de mí, por donde vino.

09. EL ORIGEN DE LAS ESTRELLAS

Los antiguos dioses dictaron que su unión incombustible no podía darse lugar jamás. Es por ello,  que fueron separados hasta el fin de los tiempos.

Eunice fue congelada entre  bloques de hielo del Ártico,  mientras  Draco,  quedó encarcelado en el interior  de un volcán dormido en la Antártida.

Durante milenios, mantuvieron viva la esperanza enviándose mensajes de amor con las ballenas que cruzaban el mundo,  de quienes,  obligadamente, aprendieron su extraño lenguaje.  Estas,  les contaron de guerras  y ocaso de civilizaciones enteras.

El tiempo pasó inexorable hasta que Eunice, con el corazón en el pecho, descubrió que el hielo se derretía y  podía mover los dedos.  Las ballenas culparon al hombre.

Una vez liberada, voló para encontrarse con su amor, quién también había escapado haciendo estallar el volcán.

Unieron al fin sus cuerpos y el fuego resultante  de su pasión lo arrasó todo.

Eunice contempló entonces la devastación del mundo y no pudo soportarlo.  Cayó de rodillas levantando una nube de cenizas.  Lloró,  y de sus ojos brotaron nuevos océanos.

Draco, conmovido por su sufrimiento, levanto los brazos tirando de los astros del cielo y estos, al precipitarse incandescentes  sobre las renovadas  aguas,  se convirtieron en estrellas de mar.

 

08. CONQUISTADOR (Ángel Saiz Mora)

El reposo es quimera cuando la noche abre cicatrices. Las sábanas insomnes guardaban memoria de las punzadas del día anterior a su partida, cuando él permaneció sordo a sus protestas al tomar a la fuerza un cuerpo que creía suyo por derecho. Las velas de su galeón se ensancharon camino del Nuevo Mundo. En tierra dejó a una joven empequeñecida bajo el estigma de la deshonra.

Él labró su gloria con disparos de mosquete y golpes de espada en nombre del rey, de Dios y de la promesa de riquezas. Ella sobrevivió como costurera, incapaz de hilvanar su corazón anegado de resentimiento, aliviada porque entre ellos se interpusieran inmensas masas de agua.

El temporal se cobró varias almas durante la arriesgada travesía de regreso, no así la del expedicionario, cuya natural falta de escrúpulos había hecho de él un superviviente allende los mares. Con el rostro curtido de brisa y salitre volvió a irrumpir en la misma casa. Un oleaje furioso encrespó carne y sábanas, pero esta vez la mujer no presentó resistencia. Aguardó a que al dominador saciado le rindiese el sueño. Una aguja afilada en el cuello hizo lo que no consiguieron el océano ni las flechas.

07. DIARIO DE A BORDO (Paloma Casado)

El último de mis compañeros acaba de morir. Dejaré que su cadáver encuentre reposo en el fondo marino y así también acortaré mi vida. Estoy solo, ya nada importa.

Ignoro el tiempo que habrá pasado desde que nos embarcamos; aquí los días son iguales a las noches y los relojes dejaron de tener sentido. Quién podía sospechar que los tripulantes del nuevo submarino seríamos los únicos supervivientes de la guerra. Cuando quisimos emerger, tras la agitación producida por la onda expansiva, nadie atendió nuestra llamada. Pronto comprendimos que nuestro mundo se había convertido en un lugar contaminado, en un cementerio sin lápidas.

Desde entonces, viajamos entre cadáveres de peces y restos de algas descompuestas con la esperanza de encontrar algún rastro de vida

El primero fue Iván, el débil Iván de cuyo oportuno suicidio todos fuimos responsables. Del resto se fue ocupando el azar o quizá el diablo que cargaba el arma de la ruleta rusa con la que nos jugamos la subsistencia.

Soy el último hombre o quizás el último fantasma expiando su culpa. Este lugar silencioso, solitario y oscuro se parece demasiado a la muerte.

 

06 – VAIVÉN

El otro día nos preguntó el profesor por el océano. Si nos parecía misterioso con tantos tesoros. O tan inmenso que llegaba a separar, aunque acercaba a las personas también  permitiendo que espléndidos barcos surcasen sus aguas a toda máquina. Me ayudó con la silla de ruedas a colocarme frente a la pizarra y dijo: «¿Querrás dibujarnos el océano?». Nerviosa, tracé una línea azul, recta sin embargo como si el océano no tuviera olas.

Al día siguiente, un día muy soleado, dijo mi padre: «Princesita, voy a rescatarte sí o sí. Hoy el viento sopla favorable y quisiera que sintieses el contacto con la tabla de surf. Que nos divirtiésemos de lo lindo con las olas». Pensábamos que los tiburones iban a ser buenos chicos porque los delfines los mantendrían a distancia. El profe es un gran hombre, pero solo en brazos de mi padre consigo olvidarme de esas piernas que me hacen cosquillas y le digo: «Papi, me parece fantástico». Y mientras me despeino y respiro el olor a sal del aire, me doy cuenta de que la silla ha rodado hasta la orilla. Mis piernas ortopédicas, en un ir y venir, flotan como si estuvieran caminando hacia nosotros.

05 – DEMASIADAS TRAGEDIAS

La barcaza esperaba vacía en la orilla a aquellas trescientas almas que habían gastado todos sus ahorros para poder cruzar a la otra orilla.

Querían escapar de aquel océano de bombas y artillería, pero nadie se presentó para guiarlos en la travesía como les habían prometido.

Uno de los más robustos del grupo al oír el llanto de los más pequeños, se erigió líder  y comenzó a embarcar a mujeres y niños primero.

Sabía que no había espacio para todos y que la barca no aguantaría, pero no podía quedar allí a sus primos, a su familia, a sus vecinos de toda vida, por lo que les dijo que embarcaran los hombres también.

El océano inmenso de estrellas y planetas vigilaba la embarcación en aquella inusual noche oscura en calma, que parecía presagiar lo peor.

A unos pocos kilómetros de la costa, los nervios afloraron entre algunos de los hombres y se enzarzaron en una pelea que el líder del grupo no pudo controlar haciendo que la barcaza volcase, cayendo todos al mar.

Con la luz del día, los guardacostas se percataron de la tragedia. Una tragedia que se repetirá lamentablemente sin que nadie haya hecho nada aún para evitarlo.

 

04 – ATRACCIÓN FATAL

A Jorgito le habían hablado del mar, de los océanos, de las profundidades marinas… Pero esos temas no le interesaban en absoluto. Intentaron convencerlo para que fuese a clases de natación, sin éxito. Hasta ducharse le desagradaba: que el agua corriera por su cuerpo le provocaba mal humor.

Ahora, a Jorge le apasiona surcar los mares con su pequeño yate. Invita a sus amigos a fiestas en la cubierta, nada durante horas en el mar y practica deportes acuáticos como el surfing, el buceo… y es un apasionado del esquí acuático.

¿A qué es debido este cambio radical? –se preguntaba su madre−.  Un día logra averiguarlo. Entra en su piso de soltero, en su ausencia, y curiosea. Pablo tiene revistas de ciencias marinas manoseadas y hasta una Enciclopedia del  Mar totalmente  subrayada, en una edición muy antigua. Es precisamente este último hallazgo el que despeja todas las dudas: su ex marido había venido con esa enciclopedia de 25 tomos, años atrás, con objeto de que su hijo aprendiese a amar el mar como él. Es marino mercante.

Finalmente, el  viejo lobo de mar ha logrado su objetivo –pensó la madre, resignada.

03 – ¡Huelga!

Desde la entrada en vigor del nuevo plan de ahorro energético, la situación en las profundidades se ha vuelto insostenible. Tal medida, aun contando con el beneplácito de la mayoría, ha generado reticencias en algunos sectores que, viendo desestimados todos y cada uno de los escritos presentados ante la Comisión Oceánica y amparándose en el Real Decreto Legislativo 256/12, de 26 de mayo, por el que se regula el uso de las energías renovables en la franja abisal, no dudarán en llevar sus reivindicaciones hasta el extremo y cesar, si fuera necesario, en el cumplimiento de sus obligaciones.
Digan lo que digan, los Melanocetus johnsonii están convencidos de que las bombillas LFC que deben incorporar obligatoriamente a sus antenas antes del veinticinco del corriente no alumbran con la misma intensidad que la bioluminiscencia bacteriana que utilizaron hasta la fecha.
Y eso que todavía nadie les ha comunicado que Neptuno acaba de adherirse a la “Hora del Planeta”.

02 – Omaha

 

“Qué alegría me dais. Si es  niño, le llamaréis como a tu padre,  ¿verdad, Robert?  ¡Deseaba tanto un nieto!”

“Cógelo, hijo, era de tu abuelo.  Ya eres un hombre y necesitas un reloj,  ahora es tuyo. Prométeme que cuidarás  de tu madre hasta que yo regrese.”

“Tenías razón,  Joan, la temperatura del agua es perfecta. ¿No estás cansada de nadar?  Regresemos, cariño.  Mira que  pequeños se ven todos en la arena. Cuando lleguemos a la playa, pediremos unos cócteles y nos los tomaremos tumbados  bajo una sombrilla. Sí, será como estar en el Paraíso.”

−¡Basta de ensoñaciones, soldados! Cuando se abran las compuertas, todos al agua. Al saltar, tened cuidado con el equipamiento. No os paréis al alcanzar la playa. Seguid corriendo. Hay que tomar la cima del acantilado, como sea. Y pensad en los que dejáis en casa.

 

 

01 – LOS TESOROS DEL «REVANGE» (JAMS)

El propio capitán Teach se reservó un turno de guardia como solía hacer cuando las dificultades abrumaban a la tripulación. Sus hombres le adoraban más aún en los momentos difíciles.

Después de cinco semanas sin tocar tierra las provisiones escaseaban. Terminadas las legumbres y tras tirar media carga de galletas de pan, infectadas de gorgojos, hasta las ratas habían desaparecido. El agua de uno de los depósitos se había podrido, y en el otro era turbia y salobre. La última idea en las perolas había sido ablandar pedazos de cinturón y cinchas de cuero cociéndolos durante horas con pescado.

Fue su travesía más larga. Salían al encuentro de The Rose, una corbeta inglesa que jamás les esperaría tan lejos de destino. Esa era su ventaja esta vez. Transportaba un cargamento de plata, pero, sobre todo, esperaban que tuviera los víveres y alcohol suficientes para regresar felizmente a Bahamas.

Las nubes de la última tormenta se difuminaban. Barbanegra ocupó su puesto de vigilancia en una poltrona del castillete de proa. Improvisaba interpretaciones de su destino en el cielo estrellado porque desconocía el significado de sus signos. Miraba el horizonte plateado del oceáno con la única seguridad de que aquella luna llena planeaba algo.

142. Vale por un día de la madre

¡Siempre estás en la luna, hijo! Lo que mi madre no sabe es que donde estoy yo es en Saturno. No le dije lo del vuelo porque sabía que se iba a llevar un disgusto. Ella vive feliz creyendo que estoy en la Costa del Sol haciendo un máster en coctelería. Es que lo de astronauta, desde un principio, no le hizo ninguna gracia. Pensaba que si me embarcaba en un viaje tan largo iba a estar mucho tiempo sin verme. Sin embargo, lo de no visitarme en Benalmádena es porque el trayecto se le hace pesado. Y yo, con la excusa de lo carísimo que es el curso y las prácticas que supuestamente tengo que hacer después, en todo el año no tengo que volver a casa. Así que le llamo vía satélite una vez al mes y siempre le digo que estoy esperando que me visite para llevarla a Puerto Banús. −Cómo voy a ir hasta ahí, hijo, con lo lejísimos que está; ya vendrás tú en Navidad…− me dice tan contenta. Ella sí que está en la luna, sí.

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