Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

BLANCO Y NEGRO

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en BLANCO Y NEGRO

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán relatos que desarrollen el concepto BLANCO Y NEGRO. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE DICIEMBRE

Relatos

16. La pequeña de siete hermanos

Ni gritos, ni portazos, ni un correr por el pasillo. Nadie en la casa, todo en silencio. La niña sintió una sensación de libertad tan extraña como deseada, algo que nunca había experimentado.

Entró en el dormitorio de su hermana Carmen, la mayor. Tuvo suerte porque el armario no estaba cerrado con llave. Comenzó a probarse la ropa nueva que ella heredaría, después de Rosa, su hermana anterior.

Con el vestido rojo y las sandalias de tacón parecía mayor, aunque tuvo que meterse relleno en el escote.Ya sin trenzas y con los labios pintados se sentó frente al espejo cruzando las piernas y entornando los ojos. Mientras se fumaba un cigarro imaginario imitando aros de humo, comenzó a leer algunas cartas que su hermana guardaba entre la ropa interior. La mayoría eran de Fernando, el chico más guapo que ella había conocido y que cada vez que coincidían le guiñaba un ojo sacándole los colores.

¡Y qué cosas decía el muy picarón!

Leía en voz alta, disfrutando de cada frase, de cada palabra. Solo tuvo que sustituir el nombre de Carmen por el suyo, Elena.

15. Cita a ciegas (fuera de concurso)

La lavadora ruge, el ordenador crotora, el despertador barrita, la mantequilla se derrite sobre el pan caliente. El orgasmo es un plato que se sirve frío en un bar de las afueras. Manel espera en la estación al expreso de las nueve. Las vías son una cremallera por la que se acercan las dos mitades de un tren de vasos de cristal. Una mitad de Marina viaja en uno de primera clase. Comparte departamento con la hija mayor de una mofeta, que huele bastante mejor de lo dicen, y con un basset hound, con sombrero y gabardina, que no para de roncar desde que salieron de Río Negro. La otra viaja en un vagón de mercancías junto a grullas de papel, nubes de azúcar y sonajeros parlanchines. A la hora exacta se vuelven a reunir en el andén tres de Shittovizza. Manel las ve siendo ya una sola: su piel azul de salamandra, su traje de plástico reciclado y un pez plátano en el ojal de la solapa. El amor es una lata de conservas que se abre, por primera vez, en el asiento de un cine de verano.

14. Amor animal

He vivido siempre con la simbiosis entre la calma y el nerviosismo, ella se alimenta de él y él se deja arrastrar por ella, el resultado es una apatía insoportable.
Sin embargo, el pasado veintinueve de febrero, ella entró por la puerta de mi tienda. El nerviosismo actuó solo y  cuando ella, cabizbaja y casi reptando, apoyó su cabeza sobre mi pie,   la recogí del suelo abrazándola contra mi pecho. Su ronroneo me permitió sentir la calma sin ningún otro aderezo.

13. Una mañana perfecta

La mañana había amanecido gris y amenazando lluvia, pero a Amancio, a quien gustaba tanto el invierno, le pareció un buen día para salir a pasear. Sin dudarlo y mientras canturreaba, desayunó, se vistió, se enfundó la vieja gabardina, cogió el paraguas y salió.

Las nubes oscuras del día anterior habían descargado durante la noche porque la calle estaba mojada y los baches de la carretera llenos de charcos. Nada más salir del portal un coche pasó a toda velocidad y salpicó su recién lavada gabardina: «parece que Ayuntamiento aún no arregló los socavones…» se dijo paciente.

Apenas llevaba unos minutos caminando cuando un fuerte viento comenzó a soplar y una nube caprichosa descargó sin tregua. Amancio se dispuso a abrir su paraguas pero el viento volvió del revés las varillas, y sin darle tiempo a refugiarse, acabó mojado como una sopa: «es lo que tiene la lluvia, que moja» dijo mientras se secaba la cara con un pañuelo…

Diez minutos más tarde y después de caminar a duras penas unos doscientos metros desde su casa, Amancio regresaba empapado pero feliz: «una mañana perfecta para caminar» se dijo a sí mismo satisfecho y esbozando una ligera sonrisa…

12. Olas contadas

Que la temperatura del agua esté a unos 13 grados centígrados y el color del cielo de un gris marengo que amenaza desastre, no es el escenario ideal que yo había montado en mi cabeza cuando me apunté, entusiasmada, a la escuela de surf.

Tampoco soy capaz de cumplir con el consejo principal de la primera lección: Mirada siempre al frente, en dirección a la playa y las piernas firmes sobre la tabla.

Y, muy importante: NO contéis las olas. La Vuestra, la Buena, llegará.

Demasiadas pelis de surfers hawaianos bronceados, surcando enormes olas azul turquesa espumeante al ritmo de los Beach Boys.

¿Cuántas son demasiadas?, me pregunto, mientras ‘Surfin’ U.S.A’, suena en mi cabeza, martilleando mis pensamientos. Pero sigo en el agua, temblequeando, agarrada como una lapa a mi tabla protectora. Que no me salva de un nuevo revolcón en dirección al fondo del océano. Y vuelta a la orilla.

Al agua, patos. El profe me mira, animoso. Estoy de pie en la tabla. Viene una ola enorme y… ‘Yeah, everybody’s gone surfin’

11. La mirada del viento (Juan Manuel Pérez Torres)

Huyendo del bullicio de la ciudad, Sofía suele pasear de parque en parque. Un día de abril, caminaba con su bastón, guiándose por los sonidos y olores que la rodeaban, y mientras perseguía aromas florales, el piar de un gorrión la detuvo en seco. Una especie de pio pio, o de trino, que escuchaba incesante, parecía demandar su atención y decidió seguir aquella melodía dejándose guiar por el gorjeo. Acercándose, tropezó con un banco y, al sentarse, sintió la cadencia de la brisa en su flequillo a la vez que la calidez del sol acariciaba su rostro. Justo en ese momento, un niño se acercó corriendo, intentando controlar una cometa de colores brillantes que acabó enredándose en el bastón de Sofía. El niño se disculpó y ella, sorprendida, se rió.
¿Te gustaría ayudarme a recogerla? le preguntó ella, y juntos, comenzaron a desenredar la cuerda. Mientras lo hacían, el niño le habló sobre sus sueños de volar, y Sofía, con su voz suave, le contó historias de cómo el viento podía llevarlo a lugares lejanos, incluso aquellos imaginados. Resuelto el enredo, el chaval voló corriendo la cometa y el gurriato, revoloteando, saltó piando hasta las manos abiertas de Sofía.

10 ÉXTASIS ( Fernando García del Carrizo)

—¿Lo notas?, todos mis sentidos se han despertado. Veo tu rostro, las paredes y los muebles del dormitorio, pero mi visión va más allá y descubro una rica gama de colores y matices gracias a la luz que penetra entre las cortinas. Mi piel, más sensible que nunca, erizada, percibe el tacto de las sábanas en las zonas de contacto como una fuerza imantada. Mis oídos escuchan cada sonido por pequeño que sea hasta el último de tus pensamientos. Mi boca saliva con el gusto de tu cuerpo. Huelo tu ser y me embriaga hasta el mareo. Percibo que estoy vivo con todo su significado. Aquí y ahora. Me da miedo asomarme al abismo y comprobar que este mismo instante jamás se repetirá.

—Qué pesado te pones cada vez que lo hacemos. Y por favor, ¡deja de llorar!

9. ENCUENTRO ASIMÉTRICO (Edita)

Deambulo por un centro comercial buscando lo que no hallo. Creo haberme cruzado con una mujer conocida y vuelvo la cabeza. Ella también se gira. Durante unos segundos, intercambiamos miradas incómodas y sonrisas tontas; enseguida eliminamos la distancia para saludarnos efusivamente. ¡Hace tanto tiempo que no nos vemos…! Conversamos un buen rato. Nos ponemos al día narrando detalles de nuestra situación familiar y laboral actual. Luego pregunta por mi hermana Carmiña. Quien me conoce no se libra de evocarla a ella. Tiro de ese hilo para seguir charlando. Le cuento lo unidas que estuvimos siempre desde su nacimiento, solo un año después del mío: vestidas como gemelas, la escuela rural, la primera comunión, las labores agrícolas, el instituto, la cama estrecha compartida en la pensión, misma carrera universitaria… De repente, somos conscientes de que entorpecemos la circulación de los demás compradores. Nos despedimos apresuradamente con un fuerte abrazo, saludos a la familia, deseos de volver a vernos pronto y, por supuesto, un beso para Carmiña de su parte.

Lo siento, hermanita, nunca sabrás qué persona se interesa por ti y te recuerda con cariño porque no tengo la menor idea de quién era esa señora.

8. EPÍLOGO (Puri Rodríguez)

Cierre del círculo. Tramos de mi vida, que aquí os narré, resumidos en una sola palabra: Humo, Respuestas, Metamorfosis, Félix, Magia, Suerte, Involución y Epílogo.

Entre delirios de morfina y cuarenta kilos de peso, murió papá siendo aún joven. Yo tenía quince años y él se llamaba Aladino, aunque no llegó a tener la suerte del personaje del famoso cuento. Un cáncer llegó antes y se lo llevó.

Mamá Celia, que no quiso ponerme su precioso nombre y me inscribió con el de la abuela, murió tres décadas después, perdida en el devastador caos del Alzheimer durante doce años hasta que un ictus puso fin a su deriva mental.

Yo duraré poco, pero no me dolerá perderme este mundo nuevo, incierto y mediocre, os lo aseguro. Seré fiel a mi saga familiar, que abandonó esta Tierra, tan bella y tan dura, antes de cumplir los ochenta años.

Por tanto, hoy, comienzo ya a despedirme de mi hermano chico, de la gente que quiero, de la azarosa historia de mi vida, de este tiempo gris…Hasta que un no muy lejano silencio, inopinado y abrupto, os anuncie que, al fin, yo también me marché.

Fue un placer conoceros.

07. SOFÍA, COMO MI MADRE (Ángel Saiz Mora)

Era sencillo, solo debía dejarme llevar por un sinfín de actividades para solaz del pasaje, pero los espectáculos musicales del crucero me dejaban frío. La moqueta era incapaz de amortiguar el plomo de mis pasos. Agridulce contra el desánimo resultaba el alcohol de los cócteles, tan ineficaz como socializar con turistas, limpiadores, animadoras o camareros.

Sobre cualquier estímulo externo predominaba la ineludible realidad que me tenía abatido: una anciana no suele sobrevivir a su hijo.

Necesitaba atenuar el presente de duelo con alguna escena agradable de tiempos mejores. Entornados los ojos, acudí a la imaginación, que nunca me ha faltado.

En el ensueño intenté retroceder hasta el útero materno, mecido por acogedoras aguas amnióticas. Sabía que era ilusorio reproducir, imitar siquiera, esa situación de inigualable sosiego, aunque las templadas burbujas del jacuzzi de cubierta ayudaban. A falta de cordón umbilical sentí el contacto del pulgar de un pie. La sonrisa de disculpa no ocultaba el desamparo de aquella mujer joven, que había perdido a su bebé meses atrás.

Su tendencia maternal y mi orfandad conectaron durante dos horas de charla cómplice.

Ella decidió en qué camarote pasaríamos la noche. Yo propuse un nombre para nuestra niña meses después.

06. Predicción

Se desbordaba esa mañana mi sonrisa en un rostro iluminado por la ilusión. Según el periódico, iba a conocer al amor de mi vida, tendría suerte en el juego y recibiría buenas noticias laborales. Sin tiempo que perder, me acerqué a la administración de lotería donde el atractivo dependiente me tendió junto con el boleto, su número de teléfono. Absorta en aquellos ojos verde esperanza, me despertó de mi embeleso el inoportuno timbre del móvil. Era una llamada del trabajo. Me ascendían a Ocio y Cultura, dejando por fin la sección del Horóscopo.

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