Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

NEPAKARTOJAMA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta última propuesta es el concepto lituano NEPAKARTOJAMA, o ese momento irrepetible. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
Esta convocatoria finalizará el próximo
31 de DICIEMBRE

Relatos

13. UN PUEBLO DE CASTILLA (Paloma Casado)

La niña se eleva en el vuelo de un “duble” acompañada por la canción de las que dan a la cuerda. Cerca, siete chavales desarrapados y sudorosos juegan al futbol. Dos piedras limitan la única portería defendida ahora por un niño con flequillo y costras en las rodillas. Sentadas a las puertas de sus casas, tres ancianas de negro zurcen ropas zurcidas entre charlas y suspiros. Desde la ventana de su vivienda, una mujer parece observarme y por un momento, absurdamente intimidada, bajo la mirada. En la iglesia se acaba de celebrar una boda y los novios reciben una lluvia de arroz con la que los invitados les desean prosperidad. Quizás, sea el día más feliz de sus vidas. Quizás lleguen después las decepciones, la enfermedad de un hijo o las malas cosechas. Es muy probable que uno de los dos parta primero y las lágrimas acaben oxidando el tiempo del reloj superviviente. Todos: niños, ancianos y jóvenes pretendemos burlar nuestro destino arropándonos con juegos, con palabras, con amor. Ellos, los vecinos de este pueblo congelado en imágenes no saben que están muertos.

12. VOLVERÉ

Las principales religiones nos aseguran que la muerte no es el final, y nos prometen que existe algún tipo de vida después. Pero también están los que opinan que no, como aquel del chiste, que opositaba a profesor de Historia del Arte y que cuando le pidieron que les hablara del Renacimiento, contestó que vaya bobada, que cuando te mueres…Te mueres.

¿Quién conoce la verdad? ¿Ha regresado alguien para despejar las dudas? Parece que no. Así que yo os prometo, solemnemente, que cuando me vaya de este mundo, haré lo imposible para volver e informaros absolutamente de todo. Ea.

…Si hay algo más allá, claro.

11. EL CONTENIDO (Sara Lew)

No hay camisetas dobladas en las estanterías ni blusas o vestidos en las perchas. En los cajones desiertos faltan prendas interiores y en la balda de arriba es imposible encontrar latas de galletas que albergan cartas ajadas o fotos en color sepia. Gorras, bolsos, pareos… si los hubo, ya no están. Todo se lo ha llevado la riada. Ahora este armario vacío es mi tabla de salvación y a su vez, también mi ataúd. Navego entre enseres flotantes observando a un lado y al otro buscándola, pero solo veo la cuna.

10. Romance (Javier Igarreta)

Hace tiempo que en mi pueblo ya no viven ni los muertos, un ciprés cortado en seco y unas tumbas en el suelo yacen como mudos restos del antiguo cementerio. Aún, cuando sopla el cierzo o ventisquea el invierno, se escuchan sordos lamentos, después se encarga el silencio de acogerlos en su seno.

Ya ni llegan los viajeros, olvidaron el trayecto o ellos mismos se perdieron en los recodos del tiempo. Hace poco unos rockeros, con Harleys de mil doscientos,  dieron allí con sus huesos tras un blues a ras del viento. Vestían chupas de cuero y fliparon cuando vieron por la noche fatuos fuegos danzando como esqueletos. Fingieron retar al miedo, por no tener que temerlo, y amparándose en un rezo se enredaron con un credo. Los ángeles del infierno a toda marcha se fueron,  con sus motos color negro y el prestigio por los suelos.

Sólo un viejo lugareño, quijote en su campo yermo, se hace el sueco pese al celo de un fondo buitre extranjero que ambiciona su terreno. Es muy pobre, casi ciego y con vicios muy modestos, lo suyo es contar en verso el devenir de su pueblo, para que quede el recuerdo.

09. Somos todos, cariño

Hace días que siente una presencia en la casa. Alentado por la ilusión de que el espíritu de su mujer lo visita, ha vuelto a dejar notas con frases de amor por armarios y ventanas, como cuando ella vivía. Anhela una respuesta del más allá. Tal vez un te quiero escrito en el espejo del baño, un libro arrojado de la estantería por una fuerza invisible o el parpadeo fugaz de una bombilla, manifestaciones sobrenaturales que escapen a la comprensión humana. Pero nada, tan solo la sensación perenne de que alguien lo observa.

La imagina entonces al borde de la cama, mirándolo con esos ojos de gata triste que gastaba, y una tarde termina por confesar mientras saca el sobre que esconde bajo la cómoda del dormitorio: solía guardar parte de lo recaudado tras hacer caja en el ultramarino que regentaban; para los estudios de los chicos o, la verdad, para cualquier contingencia, como esta soledad que últimamente sobrelleva con alguna escapadita de fin de semana. Pero tras sus palabras, el silencio de costumbre.

Hasta esta mañana. En el buzón por fin la primera señal: una carta certificada a su nombre del Ministerio de Hacienda.

08. Sobremesa eterna ( Fernando García del Carrizo)

Los pequeños discuten en el otro extremo de la mesa quién se comerá el último helado, mientras los mayores encuentran soluciones, aparentemente fáciles a los grandes problemas del planeta.  Contemplo sus rostros. Los ojos de la mayor, igualitos a los míos, no pierden detalle de lo que ocurre en la comida. La segunda, zurda y cabezota como yo, pega codazos al cretino de su marido para que ayude a recoger los platos. Mi hijo, que heredó mi sonrisa, lucha con el pequeño para que haya más puré en su boca que en el babero. Todos parecidos a mí, pero por suerte diferentes y únicos. Entre el ruido, los gritos y las risas disfruto al observarlos. Ensimismado, tardo en responder a la pregunta de si me ocurre algo por lo callado que estoy. Respondo que me siento mejor que nunca. Y es verdad. Aunque ellos lo desconozcan todavía, tengo la tranquilidad de saber, que, en breve, cuando me incineren, seguiré presente.

07. SEMILLAS (Ángel Saiz Mora)

El motor de mi vida ha sido la certeza de que dejaré de existir, eso me hizo diferente. No encontraba sentido a actuar igual que la mayoría, ajeno a la caducidad, sin que algo de mí perdurase.

Una vida saludable exige sacrificios, como no trasnochar ni beber, algo que los amigos no entendían. A pesar de ser apuesto, de considerable estatura, con curiosos lóbulos en las orejas, separados y con forma de triángulo, mis relaciones sentimentales nunca tuvieron nada físico. Debía reservar el cuerpo para fines más trascendentes.

Visité muchas clínicas de distintos países. Mi estrategia requería extenderse, sembrar en mil terrenos.

Poco importa que ya no pueda hacer donaciones en bancos de esperma por la edad. Ahora que un apocalipsis acabará con toda vida en el planeta, quizá sea el único que me siento lleno de paz.

Solo un grupo va a sobrevivir al gigantesco meteorito. Jóvenes elegidos por su inteligencia y buena salud han partido hacia las bases establecidas en la Luna. Son la esperanza de la humanidad, según las imágenes que repiten los medios de comunicación, a modo de desesperado consuelo. Uno de ellos destaca por su altura, orejas con lóbulos separados y forma de triángulo.

06. El secreter

Ahora, que estoy inmóvil sobre el abismo, te sientas a mi lado.

Tu rostro, una mezcla opaca de indiferencia y sentido del deber, no muestra rastro de emociones. Comienzas tu catarsis dibujando la historia de nuestra vida en el aire aséptico de la habitación.

Ahora, que ya no me alcanza el habla para replicar.

Me asombran los capítulos donde nuestros recuerdos divergen de tal modo que me pregunto con quién vivías, con quién viví en realidad.

Ahora, que no viviré más.

No te reconozco en las hazañas que guardabas bajo esa tapa de caoba, ni me veo en las valoraciones que escondías en el  cajón inferior derecho. Sacas papeles apolillados que huelen a rancio, arrugas fotos de los niños, despliegas un mapa de rutas fallidas y atajos infames. Del cajón superior izquierdo sale ella, envuelta en flores y purpurinas.

Ahora, cuando ya no importa.

Supongo que tanta confesión limpia tu conciencia y me miras de reojo. Esforzándome mucho, rozo el colgante que jamás me quité. Es imposible que lo hayas olvidado. Entonces  te veo juguetear con la llave del cajoncito secreto y liberar las mismas hormigas que ambos sentimos aquella tarde bajo la piel.

Ahora ya, por fin, puedo desaparecer.

05. SECUESTRO en ENTC (1ª parte)

Me llamo Porfirio Facúndez, llámenme Porfi, porfa.

(Ahora os cuento qué pinta el detective Porfi en “El Sendero”).

Del salón no se sale hasta que yo solucione el misterio.

(En el establecimiento hostelero se celebra un encuentro con medio centenar de personas que debaten sobre miniescrituras mientras disfrutan del yantar y el bebercio, o viceversa. Alguien ha llamado a la policía denunciando una desaparición).

¿Quién ha llamado?

(Calamanda levanta la mano).

¿Por qué?

Una de nosotras ha escrito en el blog de ENTC que ha sido secuestrada y que los cómplices están aquí.

(Aclaremos. Porfi jamás ha resuelto caso alguno).

¿Su nombre?

Integras Artinata.

¡Descripción física! ¿Cómo es?

(Nadie la ha visto nunca. De ella sólo saben que sus escritos son maravillosos, fabulosos, divertidos, únicos).

Bueno. Estudiaré dilatación de pupilas, respiración y sudoración de cada uno. Atraparé a los nerviosos. Soy infalible.

(Al rato)

Ha sido fácil. Quedan detenidos por secuestro: Mariángeles, Paloma, Jams, Rafa, Ángel y Rosalía.

(De pronto, una entrada en el blog los deja estupefactos. Dice “No moriré del todo”, firmado “Integras Artinata”)

(CONTINUARÁ … Si puedes ayudar en este tremendo e imposible enigma al pobre Porfi, porfa, habla … o calla para siempre).

04. War

La ilusión de una nueva vida crecía en su interior. Después de muchos intentos, llegó. Así que urgía la búsqueda de una solución habitacional.

El bajo en el edificio señorial era una ganga. La zona, inmejorable. La suerte los acompañó tal vez por eso de que “un bebé siempre viene con un pan debajo del brazo.” Techos altos, molduras, recios muros… El mejor nido para la criatura.

Dicen que el embarazo agudiza los sentidos y las noches de Marga se estaban convirtiendo en todo un desafío. Primero, los golpes. Luego, corrientes heladas, pasos, portazos, crujidos en el pasillo y por último, los lamentos. Aquello iba más allá de lo que cualquiera podría soportar.

Las casas viejas tienen eso, insinuaba Daniel, pero Margarita empezaba a comprender los mensajes y en vez de tranquilizarse, se inquietaba aún más.

Cuando el pequeño Sebastián cumplió ocho años y Daniel ya había huido en un barco de nombre extranjero, Margarita aprovechó la reforma para echar abajo el tabique.

No le sorprendió el hallazgo de los restos sepultados. Los había oído clamar justicia durante demasiado tiempo.

El edifico se envolvió en silencio, pero los más ancianos murmuraban ideas desfasadas sobre la guerra y sus revanchas.

03. Matarnos

No moriré del todo en este hospital y tú aún lo ignorarás cuando estés al pie de mi tumba, recibiendo condolencias, sintiéndote víctima porque los demás no saben, aunque algunos intuyan. Volveré para decirte que aquello no fue un accidente. Despertarás en medio de la noche al notar mi calor en las sábanas y el vaho de mi aliento en tu rostro te hará recordar. A través de ti, tendré más vida en la muerte que en la propia vida. Sentirás el escalofrío del recuerdo, la impotencia de no poder dormir o el pánico de hacerlo, pues temerás mi visita. Reconstruirás el accidente a tu antojo, pero no podrás engañarte: la memoria es terca y no se borra como un hematoma bajo la falda. Te acompañaré como una sombra y ya no me preguntarás dónde he estado ni me levantarás la mano. Seré la musiquilla que se pega al oído, un canturreo constante, molesto como una insinuación, insoportable como los celos, turbadora como una duda. Querrás cambiar el pasado y verás que es imposible, igual que dejar de acordarte. Y es por eso que tendrás que acabar contigo para deshacerte de mí. Suerte en el intento, cobarde.

02. MEMENTO MORI – EPI

Desde el banco en que estoy sentado veo pasar a la gente y me asombra la despreocupación que llevan.
Inconscientemente me vuelvo. Me parezco al General que desfilaba por las calles de Roma cuando tenía un triunfo en alguna batalla y detrás de él iba un siervo diciendo, solamente eres un hombre, morirás.
Cuando se sufre no es bueno vivir más años, ni siquiera la inmortalidad.
Cuando la muerte se acerca, nuestra foto puede ser ya un bodegón de naturaleza muerta. Vanitas, en el sentido de futilidad, insignificancia, fragilidad de la vida, brevedad de la existencia.
Si te dicen, puedo morir yo antes, sí, es cierto, pero no es probable.
Estoy vendiendo mi colección de figuras de dentista de Capodimonte, mi colección de monedas españolas y mis mecheros.
Cuando ya no esté, mis deudos cogerán alguna insignificancia como recuerdo y lo demás se malvenderá.
Me releo y parezco deprimido, pero no. Lo único, que ya no hago planes a un futuro largo e incierto
Me paso las horas muertas, oyendo la música de mi vida y si coincide con la hora del aperitivo, con un buen vermut.
Ahora, Carpe Diem.

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