Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SERENDIPIA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en SERENDIPIA

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LA SERENDIPIA. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
días
1
0
horas
0
0
minutos
1
9
Segundos
1
3
Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE NOVIEMBRE

Relatos

26. BYTES

Las campanadas  han  dejado de resonar. Se escuchan gritos de júbilo  por todas partes,  miles de personas de múltiples nacionalidades,  celebran el inicio del año nuevo congregadas en la Puerta del Sol.

Los amigos se abrazan entre  brindis de  champan y las parejas se besan apasionadamente bajo un cielo de fuegos artificiales.

Padre e hijo observan,  como siempre en silencio,  la escena contenida en el disco duro del servidor.

— ¿Por qué reproducen  este video insulso  todos los años papá? —pregunta el niño sin pronunciar una palabra.

—No lo sé hijo mío, debe ser una de las clausulas del contrato. Supongo que los de la corporación Vida eterna,   pensaron que a las “memorias virtuales”   nos gustaría celebrar la Nochevieja para seguir sintiéndonos algo humanos.

25. POR FIN UN AÑO VENTUROSO de Piluca Illana Herraiz

De una en una, sin atragantarse. Lo había conseguido.

Las otras veces habían resultado infructuosas. Una mirada sin querer, un gesto queriendo. Cualquier distracción consciente o inconsciente habían dado al traste con el ritual, que desde siempre había seguido a pies juntillas como mandaba la tradición: Todos alrededor de la pantalla. El reloj a punto, sonando los cuartos, las campanadas del año nuevo. Las uvas contadas una y otra vez para que no fueran ni más ni menos que doce.

Por fin estaba solo. Ahora sí le llegaría la fortuna. Sería un buen año, no como los pasados. Nadie le distraería. Una vez fue su hermano ¿Por qué le había hecho aquel guiño justo en la penúltima? No pudo tragarla. Él se lo hizo cuando le empujó por el terraplén. Un desgraciado accidente. En otra ocasión fue su madre la que distrajo su atención ¿Por qué se le cayeron las uvas?. La encontraron sin vida, víctima de un fallo cardíaco cuando encontró colgado el cadáver de su padre. ¿Suicidio? ¿Asesinato?

SI. Este año sería venturoso. No cabía duda.

La enfermera del psiquiátrico recogió vacío, el vasito de plástico dónde el paciente asesino había comido metódicamente las uvas de la suerte.

24. LA LUNA LOS ALUMBRO

Para celebrar el nuevo año que se precipitaba por instantes, Simón y Carola se reunieron en la alberca y enfocados con la luz de la luna llena, intercambiaron sus regalos.

Ella descubrió el suyo. Era un tarro de cristal que contenía pedazos desordenados de su niñez.

-Es un puzzle, para que recompongas tu infancia-le explicó él

Simón desanudó el suyo. Le sorprendió ver un diario ya escrito en fechas aún no llegadas.

-Es el futuro que te espera, para que vayas construyéndolo-le aclaró ella

Carola arrojó el tarro al suelo haciéndolo añicos; él hizo volar el diario hasta el lago asegurándose de que se ahogaba con todas sus hojas.

Después hicieron la promesa de fabricar juntos el presente.

 

 

23. FIN (Edita N.T.)

Vive sola todo el año, menos el treinta y uno de diciembre. Sus familiares, como siempre, con el pretexto de visitarla, aprovechan la ocasión para cenar como reyes. Luego, vibran con las campanadas en el balcón que da a la Plaza del Reloj, repleta de eructos de alcohol desde varias horas antes. Esta vez, hastiada, se acurruca en una esquina del sofá sin que nadie se percate. Cierra los ojos; ya no soporta ver tanta tontería repetida, tanto jolgorio desproporcionado… Y se olvida de volverlos a abrir.

22. DESDE EL OTRO LADO (ÁNGEL SAIZ MORA)

Encaramados en lo más alto de la valla metálica, sobre la frontera de dos mundos, sus cuerpos se mimetizan con una noche que parece igualarlo todo, sombras que conocen que a un lado está el erial conocido, tapizado de polvo, adherido a su alma desde que nacieron; al otro, la esperanza incierta.

Un agente sube los peldaños de una larga escalera de mano. Tras informarles de su situación irregular, les insta educadamente a descender. Recalca que el intento de salto ha sido frustrado, que deben deponer la actitud y retirarse ordenadamente.

Las mafias apuntaron la medianoche como el mejor momento, con los encargados de la vigilancia pendientes de celebrar la llegada del nuevo año. Parecía posible cambiar las cartas marcadas de su destino adverso, pero desde que han sido descubiertos se escucha el desgarro en los corazones, que no amortigua la agotada piel de ébano, latidos de la miseria que coinciden con el eco de unas campanadas.

Uno de ellos, irreflexivamente, se lanza en caída libre. Los reflectores revelan un hilo de sangre muy roja sobre la tierra prometida, donde millones de personas brindan, se besan, olvidan los problemas, formulan ilusiones.

21. Deseos y sueños

Hace frío en todos lados. Incluso en mis huesos. Todo es negro y húmedo. Todo. Miro a las sombras oscuras de nuestra nueva familia. La anterior se deshizo hace poco. Muy poco. Esperamos en silencio a que algo ocurra. Siempre ha pasado algo en esta noche. Puede ser un simple silencio. La paz. Su aura. Su aroma. Su fuerza. Pero hace frío y ni los brazos recogiendo nuestros cuerpos nos refugian. Unos roedores nos observan. Esperan algo que llevarse al estómago. Las bombas y morteros hace tiempo que recorren nuestro cielo para acabar con una pared. Con una habitación. Con una vida. Su ruido nos obliga a refugiarnos en el subsuelo. En las entrañas de la tierra. “Así, alejamos la voz del terror de nuestras almas”, decía Papá. No sé si los que disparan tienen alma. No sé si lo llegaré a saber. No sé si quiero conocerlo. No sé si le importa a alguien de los que estamos aquí.

Arropados bajo el manto oscuro y protector del sótano que nos acoge, escuchamos el repiquetear de las campanas en esta última noche del año.

Y

deseamos que el ovillo del tiempo se deshaga en finas posibilidades de vida mañana.

20. INSTINTO BÁSICO

El sofá desocupado, la cocina fría…
Pirata, mirando fijamente la puerta. Él no entiende de uvas, ni su significado, ni las prisas por engullir y ahora que lo pienso, yo tampoco.
Le doy vueltas y vueltas a los canales del televisor y mientras, mastico un trozo de turrón del de siempre, que es el único que me gusta.
Hay uvas para regalar ¡qué despilfarro!
Rafael,Bosé, Ricky Martin, Azúcar Moreno, Sergio Dalma y Macario… lo mismo de siempre. El primer anuncio del año, el de Endesa o el de Movistar… los mismos vestidos pero con menos tela y la misma falsa alegría.
“Fulanita de tal nos muestra su casa y asegura que ser madre, ha vuelto a darle sentido a su Navidad”
Madre mía, que atajo de hipócritas… que si hay que apadrinar un niño o niña (que hay que ser coeducativos) que si hay que ser solidario para que la campaña del kilo sea un estrepitoso éxito, que si…
¿Qué te pasa perrito? ¿Por qué estás inquieto?
¿Es que hay alguien en la puerta? ¿Es eso?

¡Dios mío! ¡Has venido! Con cada uva lo pedí ¡verte, verte de nuevo! ¡Mi Navidad vuelve a tener sentido!
Bailar pegados…na na na.

19. ESTE AÑO SÍ QUE SÍ

-El año que viene dejaré de fumar -dijo María a Almudena – ¿A que sí Paco?
Paco, su marido, asintió. <<Al sofá no, Paco, contrólate>> – repetía mordiéndose la lengua.
-Siempre dices lo mismo María – replicó su hermano.
Almudena rió.
-Y de beber, ya verás Alfonso – respondió María.
-Mamá.. y me prometiste que por reyes..-empezó Paquito.
-No ahora no, Paquito, los mayores están hablando. – replicó su madre – A lo que iba, Almudena, tras las campanadas, ya verás.
En la tele, Ramón García anunció los cuartos.
-Uy, que nervios, come despacio Paquito – sugirió su madre.
La cuenta comenzó. 1,2,3,4,5,6,7. Para entonces Paco había terminado y se puso a observar como su mujer, ofuscada, seguía comiendo uvas. 8,9,10,11,12.
¡Feliz año nuevo! – gritaron todos al unísono.
Las copas de champán resonaron con el chinchín y todos bebieron.
María, ¿qué haces bebiendo? ¿no habías prometido dejarlo? – preguntó Almudena.
Sí, sí. Una copa no hace daño a nadie – dijo mientras guiñaba un ojo.
¿Y ese cigarro? – añadió su cuñada.
¡Mira que eres pesada Almudena! ¿El año que viene? – dijo sonriendo.

18. Que mi alegría permanezca (que ma joie demeure) (Ginette Gilart)

Fue justo en la última campanada cuando quedaron a oscuras.
—¡Mierda! —dijo José— otra vez nos han cortado la luz. Menos mal que los niños están dormidos.
—Encenderemos unas velas que me han dado en el comedor social —contestó su mujer, y añadió— lo siento, no he podido acabar las uvas a tiempo.
—No importa, María, la suerte no es para nosotros.

Mientras, en otro lugar más iluminado de la ciudad, rodeado de fulanas, un hombre celebra su salida de la cárcel.
—Cómo les he engañado haciéndome el arrepentido. Serán tontos e incautos, me sueltan por buen comportamiento y encima no devolví ni un duro, ja, ja, ja.
Luego agarró su copa de champán francés gran reserva y soltó.
—¡Brindemos por este país de gilipollas!

16. Cuando el miedo es el silencio….

 

Un frio aterrador se instaló entre cada campanada de año nuevo. Estábamos  los cuatro sentados a la mesa. Se escuchaban las gotas cayendo desde el techo hasta el suelo de madera. Las campanadas y el roce de la gota con el suelo eran los únicos sonidos. Todo lo demás era un silencio intenso. Algo terrible pasó aquel día. Yo era demasiado pequeña para entenderlo. Hoy no puedo recordar la causa de la tristeza pero si esa gota de agua cayendo acompasadamente y esa campana rompiendo mi silencio de miedo.

15. ÁFRICA (Salvador Esteve)

Las luces dañan mis ojos, los gritos de júbilo y la música mis oídos, apenas me tengo en pie.  Comienza un año nuevo, para la mayoría lleno de esperanza, de ilusiones, pero para mí todo acabará.  En el anonimato de la alegría me habéis abrazado y besado, nada tengo contra vosotros, pero mi amor, mi conciencia y,  sí, tal vez la venganza, me ha obligado a realizar algo monstruoso.  Las campanadas empiezan a sonar.  Todos pedís deseos, el mío ya se ha cumplido.

 

Mi mujer e hijo han muerto, pronto me reuniré con ellos.  Me he empapado de su amor y absorbido sus fluidos.  He viajado sin descanso y ahora estoy aquí, en vuestras ciudades, recorro los parques, veo a vuestros hijos.  Ahora investigaréis, ahora buscaréis remedio para el ébola.  ¡Ahora sí!

 

14. Billete de vuelta (Patricia Richmond)

Las campanadas del año nuevo me hacen llorar. Nunca superaré el recuerdo del sonido de la campana que nos llamaba en el silencio helado de aquella noche…

Así que voy a esconderme en la terraza mientras los demás brindan con champán y despiden este maravilloso 1915, el mejor año de mi vida.

 

—Perdón, creía que no había nadie.

—Buenas noches. No se vaya, señorita, aquí hay sitio para dos melancólicos.

—¿Inglés?

—¿No me recuerda? Yo no he podido olvidarla.

—¿Nos conocemos?

—Me salvó la vida hace tres años, pero entonces no era actriz ni se llamaba Mary. Era una encantadora taquillera del puerto de Southampton.

—¡El chico triste que me devolvió el pasaje!

—Sí, no podía irme dejando a mi madre en el estado en que se encontraba. Esperé y tomé otro barco unos meses después. He pensado mucho en usted durante todo este tiempo y no esperaba reconocerla aquí, convertida en una estrella de cine.

—Subí al Titanic con su billete y sobreviví. Acepté el pasaje de vuelta que me ofrecía el destino, cambié de nombre, inventé una biografía más interesante y aquí estoy, ¿señor…?

—Soy Charlie, Charlie Chaplin. Feliz año nuevo, señorita Pickford.

 

Nuestras publicaciones