Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

14. EPITAFIO (Purificación Rodríguez)

 

Fué algo más que tu vida lo que se perdió aquel día. Algo más que tu paso por el mundo lo que desapareció con tu último aliento. La esencia de lo que fuiste, tu personal manera de experimentar cada segundo del tiempo y cada milímetro del espacio en que viviste, se marcharon contigo.

Y quien te mató, lo sabe.

Una especial mirada, una sensibilidad única, una emoción irrepetible se borraron para siempre de la faz de la tierra. El símbolo de una civilización, la huella de una cultura y una determinada senda del destino, se enterraron en la tumba en que hoy reposas.

Y quien te mató, lo sabe.

Los que nos hemos quedado más solos sin ti, te pedimos que desde donde quiera que ahora estés, atormentes a tu verdugo hasta la muerte con una sola pregunta:

¿Por qué?

13. INHUMANO

Al principio me gustaba que viniera a recibirme a la puerta moviendo el rabo, pero pasados unos meses le pedí que se pusiera calzoncillos. Sobre todo desde que un día llegué a casa con mi madre, y al verle desnudo corriendo por el pasillo me miró con cara de pánico y se dio la vuelta. Nunca más volvió a visitarnos. Llevábamos poco tiempo viviendo juntos y yo intentaba adaptarme a sus costumbres, a esas manías de la otra persona que no descubres hasta que convives con ella, y que en su caso resultaron ser muchas. Por ejemplo siempre cogía el mando del televisor con los pies, o se rascaba la espalda contra las esquinas de casa, y hasta me da vergüenza decirlo, pero un día le pillé olisqueando mi ropa interior. Aunque todo eso se me olvidaba las noches de luna llena, cuando se erguía sobre sus extremidades inferiores y me escribía hermosos poemas que me desvestían lentamente, y hacíamos el amor durante horas bañados por la luz de zafiro blanco. Y a la mañana siguiente, al ver en el espejo los rasguños de mi espalda tras la batalla amorosa, me preguntaba si en realidad estaba enamorada del poeta o del animal.

 

 

12. EN UN PRINCIPIO LA PALABRA (Inés Z.)

En un pueblo escondido, al norte de un Círculo Mágico, hay una antigua inscripción que inspira una Leyenda. En ella aseguran que el origen del hombre está en un cuento de Hadas. Que así se lo hizo saber un Mago a los habitantes del lugar.

Revelan los Sabios que aquel Ser de manos calientes se apiadó de los hombres en guerra. Sentía dolor al verles tras la batalla. No entendía los motivos de su destrucción, pues Él veía más allá de la materia.

Cantan Chamanes apoyados en gruesos troncos que el Augur escribió un cuento Mágico. Algo capaz de trasladarte a otra Dimensión. Y hay Monjes que aseguran que, cuando posas tus pupilas sobre sus letras, su historia te devuelve la Paz.

Grandes Maestros divulgaron el Mito; pero el hombre, inmerso en su propia realidad, nunca supo entender lo que esconden las Leyendas.

Los Espíritus susurran que sigue escondido allí, en lo profundo. Que si lo encuentras y sabes interpretarlo encenderás la Chispa…, harás que suceda: brillarás, menguará tu cuerpo, crecerán tus alas… Serás capaz de volar, deslumbrando a la noche, descubriendo que los mejores momentos de este mundo son aquellos en los que comprendes que no perteneces a él.

11. Rosas y risas, espinas y lágrimas (Estíbaliz Dilla Muñoz)

Le encantaba tenerme entre flores, como si fuera la mejor planta de la huerta. Siempre regándome, como si estuviera todo el día en la UCI.

Al principio yo era un capullo que empezó a florecer bajo sus cuidados. Luché contra él y conmigo misma, tapándome con un paraguas agujereado que no servía ni para defenderse del sol.

En la continua batalla del día a día  yo me mojaba , me mojé tanto que me empapé, y con el peso de la lluvia en mi epidermis fui haciéndome más débil, más suave, más frágil, hasta convertirme en un espectro con ojeras que se atormentaba porque le habían creado la necesidad del amor y del cariño.

Su objetivo era conquistarme, y lo consiguió. Cuando cumplió su sueño, despertó y entendió que tenía que desarmarse y tirar la regadera para que yo pudiera seguir creciendo como persona y riendo sin limitaciones.

10. OTRA MÁS (Edita N.T.)

Después de superada la dura batalla del divorcio, respiró, convencida de que la guerra había concluido. Pero todavía faltaba engrosar las estadísticas.

9. Legado de la Gran Guerra (J.Redondo)

No recordábamos haber visto antes algo similar. Parecía un implante extraterrestre preparándose para acometer una inminente invasión de la tierra.
Una lluvia nocturna había clausurado el estiaje. En el sendero a Matienzo, desde Las Calzadillas de Alisas, en la umbría de un bosquecillo, de su gleba ovoide, salían cuatro lenguas puntiagudas de rojo intenso moteadas de melaza negra en sus perfiles. Parecía el gorro de un bufón medieval. Un hediondo olor a cadáver, néctar para insectos necrófagos, prevalecía sobre el petricor de la geosmina.
La Sociedad Micológica de Cantabria nos lo identificó como un “Clathrus archeri”, en nuestro lar dicen llamarlo “calamardo”.
Aquel hongo encubría un origen trágico.
Sus esporas se enganchaban en Australia a la lana de las ovejas. Esa lana se utilizó para fabricar capotes de soldado en la primera guerra mundial. En los restos de aquella masacre de un cuarto de millón de muertos, en los campos embarrados de Verdún, tras la batalla de invierno de 1916, reavivando sus micelios entre los enfangados despojos, asentó en Europa sus hifas.
Desde entonces invasivamente, espora a espora, de mosca en mosca, llegó aquí, a este bosquecillo cercano al espectacular “poljé” de Matienzo y al cuaderno de campo de JAMS.

8. La batalla diaria

Regresa cansada tras batallar con los cientos de acontecimientos que la asaltan a lo largo del día. Por ello cuando llega a su hogar para disfrutar de lo que considera su reposo del guerrero, espera obtener un poco de paz, ganado con creces.
En vez de eso afronta, de nuevo, como cada día, la ingratitud de los que a su alrededor no saben valorar su esfuerzo, su gran tesón para continuar adelante con su triste rutina, a pesar de las zancadillas que le pone la vida.
Decide pensar en positivo para encarar ese desdén con una gran sonrisa. Así podrá acoger con gratitud todo lo que le depare ese día.

7. Lucia después de una de las batallas.

Lucia tubo un vómito de sangre, los padres asustados la acercaron al hospital más cercano. Tras unos días de ingreso, se propuso el traslado a una unidad psiquiátrica. Los padres accedieron, las joven de tan solo 16 años fue trasladada. Ese mismo día aprovecharon la hora de visita, y contemplaron como su hija estaba asustada, acurrucada en el suelo, absorbida por aquella estancia gigante, llena de sillas ocupadas por desconocidos de movimientos estereotipados, miradas ausentes y brillos en ojos opacos de pupila dilatada. En aquel habitáculo se respiraba una extraña sensación que llegaba al alma. Con la simple observación se descubría el sufrimiento más extremo del ser humano.
Manuel cogió a su hija en brazos y la sacó de aquel cajón desastre en el que toxicómanos, alcohólicos, y adultos con graves trastornos mentales fumaban y conversaban de temas singulares delante de su niña.
Desde aquel día Manuel reconoció su problema, era adicto al trabajo. Empezó a recuperar el tiempo perdido al lado de su hija, y milagrosamente, junto a la terapia ambulatoria, Lucia en un año había engordado nueve kilos, pero lo más significativo es que Lucia ya sonríe e incluso en alguna ocasión suelta una bonita carcajada.

6. Tres son multitud (Susana Revuelta)

Cuando tan solo se encuentra a unos pasos de la frutería, Pepa dobla la esquina en sentido contrario, embriagada por un aroma que le hace salivar.

―Te dije que dieras un rodeo y tú nada ―se lamenta abatida una voz interior.

―¡Ni caso, reina! ―estalla una segunda voz―. A ver, que llevas toda la semana masticando acelgas y tomando yogures desnatados. Qué tristeza, hija, de verdad.

Pepa se detiene frente al escaparate de la confitería del barrio. Antes, mete barriga para plegar las lorzas que sobresalen por encima del vaquero. Hoy está contenta: en el último mes ha conseguido bajar de la talla 46. Aunque, eso sí, el botón lo lleva incrustado en el ombligo.

―¡Mmm! ―se relame la voz tentadora―. Fíjate en esa bandeja: bombas de hojaldre y nata recién hechas. Como para resistirse, ¿eh?

―Peepaaa… Date media vuelta y vete por donde has venido.

Una señora sale de la tienda y Pepa le sostiene la puerta. Ya está con un pie dentro.

―Bah, por un dulce de nada, ¿qué te va a pasar? ―insiste la voz dominante―. Luego subes andando las escaleras de casa y listo.

―Buenos días ―saluda a la dependienta―. Por favor, póngame un par de…

4. Hola Septiembre (de Rueca de Aurora)

Aurora perdió al mes de agosto. La sal marina, las manos de mamá extendiéndole la crema, el sol a las seis, las sonrisas tras el objetivo y los descubrimientos en los parques.

Lo busca por la casa, en los cajones de la ropa, por el patio, en el sillón del abuelo y hasta en el columpio donde arrulló sus sueños.

Bajo la cama encuentra a septiembre. El olor a témperas, las nuevas lecciones de la maestra, los jalones de pelo en el recreo, también lágrimas camufladas en las hojas secas del suelo, corazones raspados, besos detrás del cuello, narices respingadas apoyadas en el cristal y al frío paseo del invierno sin ti.

2. El abuelo Jesús (Eva García)

Mi abuelo tenía un morirse especial que encandilaba a cualquiera.

Su historial cataléptico comenzó de bebé, cuando mi bisabuela creyó escuchar sus llantos entre los sollozos generales del velatorio y se empeñó en rescatarle del minúsculo ataúd; desde entonces, nunca supieron discernir cuando moría en serio o en broma.

Según relataban, durante la guerra los enemigos fingían dispararle por el mero placer de verle desplomarse con aquel arte y buen fallecer que congraciaba a ambos bandos, fundiéndolos en un aplauso sincero.

Por eso no dimos importancia a que quedara tendido en el jardín, con la flecha de ventosa en la frente, cuando nos llamaron para merendar. Al anochecer, la abuela lo instaló en el salón para que pudiera ver las noticias si despertaba.

Pasados cuatro días sin que tocara el mando a distancia, empezamos a preguntarnos si se habría muerto de verdad, aunque el médico fue incapaz de certificar su defunción definitiva, porque su corazón latía una vez cada dos horas impulsado por la firme convicción de la abuela de que volvería a vivir.

Sin embargo, cuando de la flecha que nadie le había arrancado brotaron hongos azules, yo comprendí  que ya estaba cansado de morir tantas veces por nosotros.

1. MEDALLA DE HONOR (JAMS)

Desmantelado por el tiempo y las explosiones, era un edifico de supervivientes. Un mecánico de motocicletas, su mujer y cuatro críos; el mayor presumía con una camiseta deportiva con el numero 5 y el nombre sobreimpreso de Zidane. Un barbero retirado, viudo, que andaba peleando con una erisipela por un corte fortuito con los cristales reventados de las ventanas. Su sobrina y un hijo ilegítimo de pocos años. Un vagabundo, medio cojo, que ocupó el piso más bajo; vivía de trapichear con los enseres de las viviendas abandonadas durante el conflicto. Dos mujeres mayores que vivían de la limosna que generaba la pierna amputada de una de ellas. En la terraza se habían escondido cuatro milicianos con un lanzacohetes sin munición y un equipo de radio; les habían ordenado que vigilasen y esperaran.

 

La especialidad de los misiles Hellfire son los carros blindados, pero una emergencia por la emisora del helicóptero le advirtió de movimiento enemigo en la terraza de un edificio desvencijado. Once enemigos abatidos y media docena de heridos. Su mejor disparo.

Cuando terminó la guerra le condecoraron; el mismo día que su esposa salía de cuentas de su tercer hijo. Es un buen padre, un buen tipo.

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