Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
días
1
7
horas
0
2
minutos
2
4
Segundos
4
7
Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

DIC37. ¿QUÉ ES LA NAVIDAD?, de Fernando da Casa de Cantos

–¿Qué es la Navidad? Debo hacer una redacción para el cole –se justificó Celia.

Su madre amasaba la manteca con la harina, el azúcar y la canela mientras meditaba su respuesta. Un mechón de sus cabellos invadió su cara independizándose de su moño. Sopló sobre sí misma, advirtiendo de su indisciplina a las díscolas hebras. Como no le hicieron caso, observó sus enfangadas manos y prefirió que su antebrazo pusiera orden en su cabeza. Solícito, lo intentó de inmediato. Sin éxito.

–¿Quieres recogerme el pelo, cariño? Tengo las manos sucias…

Celia recogió los cabellos de su madre y recompuso su artesanal peinado. Se separó un poco para contemplar mejor el conjunto, como si de una obra de arte se tratara. Satisfecha, besó a su madre y le regaló un tierno abrazo antes de abandonar la estancia.

–Espera, Celia, aún no te he contestado.

–Sí me has contestado, mamá. Cuando llega la Navidad procuramos ser más felices, abrazamos a nuestros seres queridos, lo bueno vence a lo malo… Es así, ¿no?

Su madre sonrió. “Qué hija más lista tengo, con tan solo ocho años”.

–Pero eso lo has dicho tú…

–No digas nada, mamá, lo he entendido. La Navidad eres tú.

DIC36. ODIO HACIA LA NAVIDAD, de Nicolás Megías Berdonce

Tras años sin saberse nada de él, apareció de nuevo por Navidad, bajó de una limusina negra, dejando a todos los vecinos de ese barrio anonadados. A primera vista nadie lo reconoció, vestía traje negro, olía a perfume caro y en su rostro se podía ver una barba bien arreglada.
Mientras entraba por el portal del edificio, los vecinos comenzaron a cuchichear a sus espaldas. Tocó en una de las puertas al azar sin saber quien le abriría. Tras un rato esperando, abrió una mujer de pelo cano con una bata de colores. El desconocido sin mediar palabra sacó un cuchillo de dentro de su chaqueta y se abalanzó sobre ella asestándole varias puñaladas dentro de la casa.
Después de limpiar el cuchillo, dejó el cadáver tirado en el suelo y abandonó el edificio para desaparecer de nuevo en su limusina sin sospecha alguna.
Años después de aquel crimen, el «Asesino de la Navidad» como era conocido en los medios, fue detenido en su lujosa mansión, acusado de varios crímenes.
Lo único que dijo, mientras enseñaba la noticia de la muerte de sus padres en Navidad, fue. » Debía acabar con la Navidad, ella acabo con mi vida«.

http://misviajesenfotografias.blogspot.com.es/

DIC35. CRISTALES ROTOS, de Mª Belén Mateos Galán

Una brisa de viento y nieve, entraba por la ventana del cuarto de Juan, bajaba por las escaleras y rodeaba de una manera nada cálida los motivos navideños que adornaban su casa, hasta salir por la puerta que de par en par mostraba su abandono. Las luces brillantes, alegres y coloristas del árbol, contrastaban con la tenue y amarillenta luz del pesebre. Al fondo se ponía percibir el sonido reiterado de un villancico que amortiguaba las campanadas de aquel reloj de cuco, que entre hora y hora arrastraba un cúmulo de malos y decadentes días. Creo que la llamaron la noche de los cristales rotos. Él no entendía nada y acurrucado en un rincón del baño rezaba para que aquellas personas de uniforme gris devolvieran a sus padres, que a golpes y gritos de: La resistencia…_ Se los llevaron. Desde entonces solo ese acompasado tictac del cuco le hacía compañía en su silencio.

DIC34. LEGADO TERRENAL, de Izaskun A. Alvarez de Eulate

Perdí la fe en la humanidad al mismo tiempo que la capacidad para llorar. A medida que la indiferencia comenzó a instalarse en mi pecho y mi piel se transformaba en una capa rugosa y gris, las lágrimas dejaron de acudir a mis ojos hastiados de injusticias.
Sin embargo, caprichos del destino, una vez al año y siempre por Navidad, recupero la facultad perdida. En estas fechas, convenientemente privado del anual letargo insensible, mis ojos se desbordan incontenibles cuando descubro en la mirada inocente de los niños la candidez que permanece amordazada durante el resto del año.

Desde mi atalaya, veo emocionado engalanarse a la ciudad que, emulando a una coqueta joven, se acicala con guirnaldas y bombillas de colores y perfuma tenuemente su atuendo navideño con aromas tradicionales. La observo degustando golosa los típicos manjares, bailando feliz sobre el reflejo de los edificios en los charcos de sus aceras y recuperando la esperanza mientras asoman a sus labios palabras que sugieren un sentimiento universal.

«Quizás por eso mis lágrimas brotan indomables. ¡Qué contrariedad!», pienso con resignación mientras intento encontrar entre las nubes un motivo que justifique ante las demás gárgolas, otro año más, un comportamiento tan inconveniente como impropio.

DIC33. CORTÍSIMA VISITA, de Lorenzo Rubio Martínez

Cincuentón rechoncho vestido de rojo y blanco con saco abultado a las espaldas procedente de zona norte en hora nocturna. Manos y pies en las repisas de una fachada urbana. Ventana abierta, saco al suelo y salto a un nuevo decorado.
Lujoso árbol circundado por diversos regalos. Calcetines colgados en las manijas. Vaso de leche y galletas en una mesa. Ruidos de trasiego.
Niño despierta en habitación. Sonrisa en rostro. Puerta abriéndose. Individuo de rojo y blanco de espaldas en cuclillas.
Vuelta al dormitorio. Párpados de niña abriéndose. Bifurcación de mellizos. Uno silba. Rechoncho mira. Dedo vertical en boca.
Bastón de caramelo de dos metros en manos de nena. Dirección rostro: objetivo morros. Hombre en suelo. Gotas de sangre esparcidas por el gres.
Sujeto rechoncho volando por ventana.
Melliza abriendo regalos circundantes a abeto decorado. Manos de niño sacando de saco portátiles, móviles, joyas y otros enseres.
Estruendos de sirenas en zona sur. Adultos saliendo de habitación con movimiento involuntario de boca seguido de frotamiento de ojos.

DIC32. EL EGIPCIO, de Paloma Hidalgo Díez

La papilla de los deditos de Lucía, la salsa de arándanos que salpicaba siempre la abuela Patro al servir el capón, y cinco o seis clases de vino. Un recuerdo indeleble de la piña flambeada y de las uvas del noventa bajo una lluvia de bengalas. El kétchup, indispensable también ese día para Edu, y el café, con o sin cafeína. También tengo chocolate. Y mayonesa verde, del día que la tía Rosario quiso innovar. Seguro que si busco encuentro aceite de almendras, del turrón blando, y pacharán. Todos han dejado huella en mí. Dentro de unos días, incluso tras las inmersiones en agua con lejía y los baños del sol tibio de diciembre, volveré a lucir las marcas más rebeldes con orgullo. Es lo bueno de tener una familia que disfruta reuniéndose en Navidad en torno a una mesa, que además sigue contando con el viejo mantel de hilo, el de siempre, para adornarla.

DIC31.RENACER, de Lorena Jiménez Justicia

En Nochebuena Lucía cenaba sola mientras veía, hastiada, la televisión. De repente, llamaron a la puerta. Al abrir se quedó petrificada. Era la Muerte. No cabía duda. Aquella capucha negra tapándole la cara y la guadaña bien erguida.- ¿Ya vienes a por mí?- Vengo a advertirte- ¿De qué?- Tienes una semana para cambiar de vida o te llevaré conmigo- ¿Cómo?- Sé que estás deprimida. Si en Nochevieja no has cambiado tu actitud, morirás- Yo no tengo la culpa de estar deprimida. Estoy sola y no tengo trabajoLa Muerte no quiso oírla. Se evaporó y Lucía pensó que, si bien estaba deprimida, era demasiado joven para morir, pero ¿qué podía hacer para que las cosas mejoraran? El día de Navidad se levantó, encendió su ordenador y vio una carpeta titulada «relatos». Recordó que en otro tiempo tenía ilusión por escribir. ¡Esa podía ser su salvación! Recuperó uno de sus cuentos y lo mandó a un concurso. Ganó. Estaba tan contenta que en Nochevieja salió a celebrarlo. Entró sola a un bar y, al otro lado de la barra, un hombre le sonrió. Se acercó a ella, hablaron y ya no se separaron jamás.

DIC30. RESTAURACIÓN, de María Elejoste Larrucea (Mel)

Oh sí, le recuerdo. En esta foto está más joven y aseado pero es él. ¿Cómo se llamaba?… ¡Charlie! Sí, eso. No, no, estuvo solo unos días, luego se fue sin despedirse, es lo normal ¿sabe? Esta gente… Verá, el padre Carmelo, que es un santo, por Navidad siempre acoge a un pobre, un vagabundo. Le da cama, comida y le aloja en la casa cural. A cambio solo pide que limpien el altar de los Ángeles, ellos también se merecen un regalo en estas fechas. Durante el año se acumula polvo y los angelotes se vuelven grises. Dirá usted que me hago mayor, pero yo hasta diría que empeoran, se les ve… demacrados, escuálidos. Todos los años lo mismo sí, yo llevo aquí en la parroquia… veinte años. Es ya una tradición. Vienen familias necesitadas de los pueblos de alrededor, pero Don Carmelo les remite a servicios sociales. Insiste en que sea un joven de estos solitarios… sí, joven, hay que estar ágil para subir al retablo ¿sabe? No sé cómo, llámelo milagro, espíritu navideño… en fin, caridad por caridad, siempre hacen un buen trabajo. Fíjese señor inspector, vea que regordetes y sonrosados están los angelitos.

http://melodiasdecuentos.blogspot.com.es/

DIC28. CHRISTMAS INTERACTIVO, de Inés Z. López

Apareció por navidad, brincando entre las prímulas del salón: un pequeño duende volador, verde y radiante. Totalmente desconcertada corrí tras él, tirando uno de mis bonsáis intentando alcanzarle. El muy ladino se carcajeaba ante mi torpeza.
!Estúpido duende! Aparecía y desaparecía entre destellos fosforescentes.
Al final, caí al suelo abrazada al ficus. Ya no podía más. Rodé hasta quedar boca arriba y topé con sus ojillos. ¿Era cosa mía, o me guiñaba uno?
Sus manos brillantes rozaron mis pechos, que subían y bajaban, movidos por una fuerte respiración. A un golpe de alas se coló en mi camiseta. Y un segundo más tarde estaba entre mis muslos. Su rapidez era tal, que no podía pensar. Solo sentía. Vibraba.
En un momento abrí los ojos y me vi envuelta en su propia luz.
Aquel mini-gigoló alado me proporcionó un clímax infinitamente superior al que experimentaba ingiriendo turrón. Cuando logre recuperarme, él estaba sentado junto a una orquídea. Y lo cierto es que me era familiar; pero cuando me acerqué desapareció entre una explosión de chispas doradas.
Entonces recordé. Corrí hasta el cajón y rebusqué entre los christmas recibidos. Sí. Allí estaba: “Si esta Navidad quieres disfrutar, al Duende deberás soplar”

DIC27. PSICOLOGÍA DE LA NAVIDAD, de Guillermo Mora Bertó

Aquel famoso psicólogo, estaba empeñado en la idea de que si a la navidad le quitas los regalos y las voluptuosas comilonas, la sociedad perdería la ilusión y la alegría. Y hasta ahí todo correcto, pero, pudo llegar a la conclusión de que hemos perdido la esencia de la navidad, la hemos vendido al mejor postor, para ahora tener que re comprarla con el sudor de todo nuestro cuerpo. En resumidas cuentas, le hemos dado un rol capitalista que has de cumplir para poder disfrutarla. El psicólogo sumido en la mas plena indignación, decidió pasar las navidades con gente pobre que no pudiera permitirse lujos.¿Y sabéis cual fue su sorpresa? que la gente pobre disfrutaba de verdad la esencia de la navidad. Eran felices con la simple compañía de la familia.
Entonces fue el propio psicólogo quien se dio cuenta, que el era el primero en haber perdido la esencia, que acepto ese rol hace tiempo y que estaba encadenado de pies y manos. Quiso hacer lo mismo que los pobres en su propia casa, privando de regalos a su mujer y sus hijos, que no recibieron tan bien esa iniciativa y enfurecieron. El insistía que así de verdad disfrutarían de la navidad, pero se negaron estirando la mano como exigiendo su regalo. Como si fuera una broma… Entonces pensó: Con lo sucio que he dejado el camino, es obvio que cueste tanto limpiarlo. Y fue en ese momento, entre el caos del hogar que asfixiaba, cuando ese gran psicólogo, se convirtió en persona.

Nuestras publicaciones