Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

6. Esta noche cuento que te quiero. Capítulo VI.

Tras dejar tirado en el suelo al padre de Emma, Isaías abandonó la consulta a toda prisa y decidió esconderse en el bosque que había a las afueras del pueblo hasta que todo se tranquilizara un poco.

Mientras en la ciudad, Emma no paraba de dar vueltas por aquella habitación, haciéndose la misma  pregunta una y otra vez. ¿Habría salido todo bien?

Días atrás había descubierto que el joven que besaba a su chica trabajaba de enfermero en el hospital, por lo que el siguiente paso era conocerlo,  para ello Emma había orquestado un minucioso plan en él cual nada podía salir mal.

Tras varias horas de espera, el teléfono de la habitación sonó:

– ¿Sí? – Contesto Emma – ¿Estará solo herido, no?…¿Cómo que no lo sabes?… Espero por tu bien, que solo este herido, ese era el plan…

Emma colgó el teléfono, salió de la habitación y se dirigió al hospital, para saber si su padre había ingresado.

Pero mientras caminaba por aquel laberinto de calles y grandes avenidas, la vio, allí estaba ella, sola, esperando el autobús. Emma quiso dar la vuelta, pero la chica la reconoció.

– ¿Emma? ¿Emma, eres tú?

Emma quedó paralizada…

5. La exploradora (Patricia Richmond)

A los cinco años pidió una máquina de escribir a los Reyes Magos. La había visto en la foto de una revista, en casa de una escritora. Así que la recortó y la pegó en la carta para que los reyes no se confundieran. Y se la dejaron, una bonita Olivetti Lettera 35 roja y reluciente.

El día que la estrenó, escribiendo despacio con sus deditos que titubeaban buscando las letras, abrió la puerta del laberinto. Allí la esperaban princesas, dragones, brujas, caballeros y hadas que le enseñaron a no rendirse, aunque se equivocara de camino mil veces, porque allí siempre estaban ellos para darle la mano y ayudarla a seguir avanzando.

Cada vez que cerraba una puerta, abría otra, arponeando historias con las teclas de su Olivetti. Se convirtió en la capitana de un ejército de aventureros que extendieron su laberinto levantando nuevos muros y tendiendo puentes sobre precipicios y ciénagas.

Ya no encuentra cintas de recambio para su máquina y sus nietos, incapaces de convencerla para que la cambie por un ordenador sin alma, recorren la red para comprar en lugares remotos las últimas unidades. Saben que, aunque le muestren la salida, ella nunca saldrá del laberinto.

 

4. TRAPPED IN THE LABYRINTH (J.Redondo)

De feo aspecto, despeluchado, ateo, depravado y portador de un ojo de cristal, George Spencer, sirviente de la New Haven Colony, fue duramente flagelado hasta serle arrancada la declaración. Aunque posteriormente retractó ante el juez, esta confesión fue considerada válida como la del primer testigo de los dos que marcaba el laberinto legal de aquellos alienados puritanos. La prueba era aquel cerdito, nacido tuerto, acto de Dios por el que su divinidad quería mostrar, en su infinita sabiduría, la evidencia del pecado. Qué mejor segundo testigo del flagrante lascivo “animalismo” de nuestro descreído sirviente, que la cerda paridora del cochinillo. Evidentemente, si esta impúdica suina hablase, reconocería la paternidad de George. El proceso quedó así cerrado y sentenciado en Connecticut.
Y en 1642, la cerda, madre del gorrino tuerto, fue ajusticiada a espadón y George colgado en el patíbulo.
Tres años más tarde dos deformes puercos nacían en esta granja de New Haven Colony. Sus rostros eran de extraordinario parecido al de otro sirviente, Thomas Hogg. Éste, también de impíos antecedentes y amigo de lo ajeno, advertido, resistió cárcel y tortura sin confesar ni desfallecer. Esta vez, el juez no pudo alegar el testimonio de los dos, indispensables, bíblicos testigos.

3. Nunca se da por…¿perdido? (J.Antonio Vázquez)

 
Agotado y ojeroso susurré entre dientes la letanía de maldiciones con las que solía recibir las vísperas. Ni me acordaba ni quería de los motivos que me empujaron a aquella locura. Ignoraba entonces que de visita en el infierno solo cabe perder batallas, aunque optimista, abrazaba cada nuevo día con renovada esperanza.
 
En las trincheras –así las llamábamos –, estaban los desconocidos que a fuerza de compartir sinsabores dejaron, sin quererlo, de ser extraños. Como Doña Julia, que nos amenizaba las esperas con sus exquisitas croquetas, o Blas, el jubilado, con quien arañaba al aburrimiento blandiendo trampas al mus; todos éramos tropa.
 
Hoy, después de seis horas de cola esgrimí sobre el mostrador con furibunda determinación, a saber: referencia catastral, duplicado del certificado de vacunación, volante de residencia, autoliquidación del impuesto sobre terrenos urbanos, licencia de ocupación de terceros e incluso un carné de préstamo que Genaro, un buen amigo, encontró en la biblioteca municipal durante su turno de limpieza.
 
La funcionaria, bruja arrugada con bolígrafo pero sin gato, sin desviar la mirada de la pantalla y ostentando el mismo asco que desgana sentenció con monocorde voz de autómata programada : « Aquí no es. Falta una fotocopia. Vuelva usted mañana »

2. BIG BROTHER (Virtudes Torres)

Era adicta a los reality show.

El vaso con la coca cola y el cuenco de palomitas o en su defecto la bolsa de patatas fritas la acompañaban.

Se conocía los nombres de l@s participantes y tras finalizar la emisión se enganchaba a internet para seguir minuto a minuto cada movimiento de los concursantes.

Adquirió conocimientos…banales, y empezó a trasnochar, o a dar una cabezadita en el sofá.

Las comidas a base de sándwich con cualquier cosa, y a depender sólo y exclusivamente de la publicidad para ir al baño.

Aquel día la conexión falló, y  las horas se hicieron interminables. No era el día de emisión, por lo que tuvo que conformarse con el repaso de los momentos más “atractivos”.

Creyó enloquecer. Iba y venía por las habitaciones de la casa como ratón en un laberinto.

Atacó el frigorífico en busca de algún alimento con el que calmar su ansia.

Pensó salir a la calle, y le invadió el pánico. Angustiada, se dejó caer en un rincón  esperando a  que la  señal se recuperase.

Sus lágrimas provocaron aplausos.

En esos mismos momentos, en un canal de un país sudamericano, emitían el reality show que ella, sin saberlo, estaba protagonizando.

1. LIEBRATÓN (EPÍFISIS)

La noche calma, deja oír mis pasos por el empedrado brillante, que un propio, en la parte alta de la calle, riega larga manu. Me paro bajo un farol y palomilla fernandino y me enciendo un cigarro, giro sobre mis pies  y exhalo el humo por las narinas. Me siento bien, y al reanudar el paseo, me veo caminar por las fachadas, que dirigen mis deseos por el dédalo de calles, al Conejo Feliz. Me cuesta atravesar el cortinaje grande de terciopelo, cada día más.

Me siento en mi taburete, beso a mi camarera preferida y comienza el ritual, ginebra, vermú rojo y triple seco en la coctelera e inicia un baile con sus pechos. Un buen grog, me trae recuerdos del Hotel Tirol de mi juventud,  de esa juventud que ahora busco aquí. Se empina por encima de la barra y me calienta en la oreja que hay una nueva, una liebratón.

Se me acerca una joven enorme, con una malla ajustada que aplica a mi rodilla y un calor pasa lentamente a mi cuerpo, apoya sus manos en mi muslo y  pido un benjamín.

Al salir, me acomodo la entrepierna  y me encamino a tomar unos churros. Sonrío.

141. EL ARCHIPIÉLAGO SIN FIN

Miles de pequeñas islas pululan por el mundo soñado.

Cientos de miles de islotes ocupan el mar de los deseos confusos.

 

Corren historias sobre un extenso país donde el lejano mar solo se adivina. Allí las mujeres y los hombres conviven en cierta armonía, se acarician con frecuencia y el cariño estabiliza su mundo. Los niños no cuidan a sus padres cuando estos enloquecen de venganza.

 Si una pareja tiene discusiones fuertes en esa Arcadia, entonces un dios pagano los envía once días a convivir en una pequeña habitación, con alimento, una pequeña cama y sin distracciones. Por ley  tíos y primos cuidan delicadamente a los hijos mientras sus padres meditan solos. Siempre se intenta.

Nadie visitó jamás ese gran país, quizás sea un recurso más del inconsciente colectivo para soportar la maldita soledad  que domina el archipiélago

 

En las islas recuerdan que eran agradables, buenos en el buen sentido, honestos y soñadores ¿Los idealizaban? Jamás hablaban entre ellas de sus recuerdos.

Los islotes extrañaban a rabiar la paz, sus dulces pieles, el amor del bueno…

 

Un gran terremoto unió  las islas, alguien pensó: 

Al que invente de nuevo __________ le trasladamos al islote de los eremitas vacios sin dudarlo.

 

 

140. Los pantalones

—Ni “no sabes el día que he tenido”, ni “me duele la cabeza”, ni criptonita, ni leches. A casa se viene a cumplir —, grita Lois haciendo restañar la fusta en el aire.

139. La Sirena-perro

Tiene el olfato más fino que existe, capaz de oler un caballito de mar a veinte islas de distancia y cuando nada es la más rápida de todas. Su tesoro más preciado es un hueso de ballena que lleva royendo desde hace varios años. Le gusta perseguir a las langostas, jugar con las tortugas y no le dan miedo los tiburones. Aunque no le gusta demasiado, soporta salir de lustro en lustro a cazar elefantes marinos junto a su amo.

Cada vez que un barco navega sobre su territorio, ladra burbujas que emergen a la superficie como notas musicales, y si hay perros sueltos en cubierta se ven arrastrados a saltar por la borda. Durante varios minutos juguetean en el agua pero al final del pataleo, los perros caídos se ahogan irremediablemente y la Sirena-perro vuelve desconcertada a casa. Mientras mira su fabulosa cola de pez, se pregunta por qué trágica ironía evolutiva el resto de perros del mundo tienen esas inútiles patas traseras que los condena a la extinción, y se alegra de ser diferente.

138. MELENAS SALVAJES

La isla de las mujeres es tan leve que el menor terremoto la propulsa. Cruza entonces mares de trasatlánticos monótonos, redes de arrastre, obedientes aves migratorias. A veces se detiene frente a una costa habitada. Los bañistas las espían desde su orilla mientras preparan el abordaje. Las isleñas los ven acercarse rugiendo en sus lanchas.

 

 

“Ay, los hombres”, advierten las viejas sentadas en los acantilados.

 

“Ay, los hombres”, se relamen las jóvenes desnudas sobre la arena.

 

 

Durante días yacen con ellos. Sus vientres morenos los absorben. Hasta que una mañana, los hombres quieren construir viviendas, trazar calles, desbrozar el bosque. Ellas les preparan las lanchas. Apuntan al corazón con sus flechas.

 

 

Los despiden llorosas agitando sus melenas salvajes.

 

137.Mantra religioso

No pueden evitar asomarse en cuanto salimos a pasear por el bosque, curiosos y anhelantes, pero enseguida echan a correr como conejos, como si no estuvieran deseando saborear la canela de nuestra piel. Siempre logramos cazar una docena: no solo los que no corren demasiado, también el hombretón babeante ante nuestros pechos desnudos, incluso algún osado Apolo cuyos ojos  nos dicen que pretende disfrutar de nosotras y luego escapar. Por la noche comemos y bebemos, la música de los tambores nos incita a un salvaje placer y los hombres responden bajo nuestros cuerpos olvidándose en ese momento infinito de su destino. Los acariciamos, los besamos, los poseemos con la delicadeza de las hadas y con los zarpazos de las panteras; las pócimas y los ungüentos hábilmente aplicados consiguen encender de nuevo su deseo y recuperar su potencia sexual para que sigamos amándolos durante toda la noche. Y una vez abandonados, exprimidos y exhaustos, en ese paréntesis de la vida que queda suspendido en el aire y se confunde con la muerte más dulce, la mano de las sacerdotisas ejerce su poder sagrado, y los despojan de su último aliento con un beso y una daga que les roba el corazón.

136. CADENA PERPETUA

…escapa sin retocarse, rebuscando las llaves del Peugeot, calculando lo que cocinará mañana, hoy le toca con los cabrones de 1º H y esta tarde mamo­grafía (en junio será agredida por una madre), en el portal buenos días a una limpiadora que no puede agacharse, las rodillas, y encima ayer el hijoputa de siempre, segunda vez, le echó la mano al cuello, pero a dios gracias hay trabajo para ayudar a su hija embara­zada (morirá cuatro meses después, violencia ma­chista), vacía el balde en la alcantarilla sin salpicar a la joven que guasapea, los dedos como alas, quiere sacarse el carné y está tirándose al capullo del jefe 🙂 🙂 para que la hagan fija en la perfumería (sufrirá dos atracos estas navidades), la amiga, en paro y resentida, se muere de envidia alineando melones rochet, o como se llamen, derrotada por goleada, odia la puta frutería y a sí misma (el accidente definitivo sobrevendrá dentro de seis meses), podría colocarla su prima, la honra familiar, que desayuna de segundas en la sede del partido, con sus patéticos mentores, diosecillos falaces y mezquinos, ya toca mandarlos al carajo y llevárselo calentito (condenada a siete años de inhabilitación por cohecho)…

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