Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

SEP37. ESPEJISMO DE UN LUGAR LLAMADO ESPAÑA, de Ana Belén Rodríguez Piqueras

La crisis que nos obliga a explotar el verbo aguantar me dota aún de correa, ya que de la suerte de tener empleo me alimento, con el temor de estar sustentada siempre por un dueño, hasta que lo mejor no acontezca.

_¡Silencio!_ Alguien puede advertir lo que escribo y entonces caería en el abismo.

Difícil es quejarse cuando a doscientos todo le da igual, le va bien o tanto le da.

Valiente casa de la sidra se ha creado en este espacio. Tanta guerra civil, tantos derechos evocados y ahora la juventud calla. Divino tesoro decían; que ahora llora civismo.

Miro a mi izquierda, a mi derecha:

_ Libre_ Puedo escribir anónimo de nuevo.

Este débito de vida: teatro trabajado de aquellos que disimulan un qué hacer cuando las paredes de este gran coliseo se pudre.

No quisiera ser pesimista con esto, tampoco abusar de un negro ni buscar ironía en este escrito. Aunque suerte púrpura terrenal, espero no celestial, la de aquellos que corroen en la política y lo social, ellos no se esconden.

Dura la realidad del que no se puede plantear volver y madura juventud la del que ansía salir.

SEP36. PUNTO Y FINAL, de Esperanza Temprano

Sabía que al doblar la esquina estaría de nuevo en el punto de partida con la misma maleta, repleta entonces de aventuras y ahora de arrepentimientos. El miedo le salió al encuentro al igual que hace cinco años cuando supo que iba a ser padre, entonces le hizo huir y esta vez le ha hecho volver.
Ella está asomada a la ventana tendiendo la ropa, más bella que nunca, con ese mechón rebelde que juega a taparle los ojos. Sus miradas se encuentran e intercambian reproches y remordimientos. Por un instante esboza una leve sonrisa en la ventana y él se abraza a un destello de esperanza en la calle.
─¿Eres cliente de mi mamá?─ le pregunta un niño que juega a las canicas frente al portal.
─Pablito, sube, te he dicho mil veces que no hables con desconocidos─ grita ella desde arriba antes de cerrar todas las contraventanas.
Un olor a puchero flota en el aire junto con los besos que no le dio y el hijo que no educó. Se aleja, al fin, con el precio de su cama clavado en las entrañas.

SEP35. CUATRO DE SEPTIEMBRE, de Lola García Roldán

Cuando regreso organizo los regalos adquiridos en vacaciones. Después me siento en el sillón y cierro los ojos, repaso mis proyectos para este otoño.
La próxima semana es el cumpleaños de Leticia, tengo que hacer la matrícula en la escuela de idiomas, apuntarme al gimnasio, y un montón de cosas.
Me asalta una pequeña idea que crece y se convierte en certeza, sé que quieres volver… Todavía me duele tu recuerdo.
Entrase de golpe en mi vida, arrasando, me poseíste física y mentalmente, tu energía quemaba, me debilitaste, quede anulada, solo querías cama. Durante demasiado tiempo mi vida giró en torno a ti. Al marcharte tarde en recuperarme, necesité ayuda para que las secuelas cicatrizaran.
Hoy la experiencia me dice lo que debo hacer. Me incorporo, cojo el teléfono y marco un número.
Cuando contestan digo: Señorita, por favor ¿me da cita para la vacuna de la gripe?

SEP34. VIUDO DE VIVA, de María Elena Sánchez Álvarez

Después de una larga vida, embarcado en aguas de diferentes océanos, Tristán volvió. Regresó a la casa que vio crecer a sus hijos y marchitarse a la joven Iria, ahora canosa y solitaria. Por fin la mar iba a devolverles la calma.
La vida de Iria había transcurrido debatiéndose entre la soledad y la ausencia. La soledad la compartía con la noche, única sabedora de su debilidad, y la ausencia la conjugaba con el verbo avezar, compañero de su fortaleza al alba.
Fue madre, padre, cocinera, educadora, contable, fabuladora de historias y, sobretodo, generosa con las cualidades de Tristán; agotaba las horas y los adjetivos para que sus hijos crecieran amando a su padre.
Pero esa paz no llegó. La cercanía se convirtió en óbice, los adjetivos se fueron desliendo, Iria sintió la pérdida de su amor ponderado y lloró… lloró por él, sin quererlo lo vistió de luto, convirtiéndole en marido viudo de esposa viva.

SEP33. VOLVER A NACER, de Teresita Bovio

Alientos impuros y manos heladas
imperiosas llaman:
¡Ven aquí muchacha!.
Alucino abismos…
La voz de mi madre
con amor reclama
¡No vayas, aguanta!
Titánica lucha, dolores sin calma.
Ella me sostiene,
¡Te amo, reacciona, no vayas!
Se marchan las sombras con la luz del alba
¡Sonrío a la vida en esta mañana…

SEP32. VANGUARDIA, de Miguel Ángel Cejudo López (La Marca Amarilla)

La noche en la trinchera es muy dura, “más que la vida” dice mi compañero Miguel, como si la guerra fuese ajena a la vida.
Aquella noche nos dijeron que sería nuestra última batalla, que después volveríamos a casa y nos reemplazarían en la vanguardia. Luchamos con aquella idea y eso nos hizo ser más temerarios en un combate cruel y pernicioso.
Las primeras luces del día insinuaban una sangría rebozada en barro pero una niebla atenuadora conseguía disimular la barbarie. Miguel me hizo gestos de que aquello había terminado y señaló el punto de encuentro de nuestra Compañía. Nos abrazamos emocionados al comprobar que nuestros cuerpos no tenían muy mal aspecto.
El Capitán hizo el recuento de soldados, suspiró aliviado a pesar de que sólo estábamos allí una tercera parte del total y ordenó la partida, la vuelta al hogar. Empezábamos la marcha adentrándonos al bosque a través de una acogedora niebla carente de humedad cuando un soldado despistado interrogó al Capitán por los heridos y los cadáveres.
– Pronto vendrá la Cruz Roja al auxilio de los heridos – gruñó el oficial – y por los muertos no se preocupe usted, también volverán a casa.

SEP31. CON LA FRENTE MARCHITA, de Esther Gómez

Es un oscuro barrio de paredes grises y ropa tendida, en el portal los diferentes olores de guiso componen una densa sinfonía, la banda sonora de todo el edificio sale de una vieja radio, suena un tango.
Allí reside Amanda Durán, hace más de veinte años que vive sola. Desde aquel día que su marido fue a comprar tabaco y no regresó, a partir de ese momento, su corazón de treinta años se vistió de negro, sus cabellos de blanco, la mirada perdida en algún inalcanzable horizonte. Nunca más volvió a pintar sus labios.
La cama de matrimonio parece burlarse de ella, dándole a elegir entre los dos lados. Estaba recostada cuando un escalofrío recorrió todo su cuerpo, supo que algo sucedía. Sintió sus pasos lentos y vencidos, que aún conservaban cierta arrogancia, subir las escaleras. El inconfundible olor a madera, a ron y a taberna impregno todo el espacio, clavándosele como un puñal en el estomago. No se asusto cuando el sonido seco y abrupto del timbre rompió el silencio.
A lo lejos la música sigue sonando “volver con la frente marchita” en la puerta llaman insistentemente. Puso su cuerpo en posición fetal y respiro profundamente llenándose de olvido…

SEP30. LABIOS DE NORIA, de Federico González

Al subir, no sabían realmente dónde ascendían. Siempre las ideas que conducían a la magia eran de ella. Y subió, tras ella, a la noria.

Juntos, ya en el vagón, se elevaron arrullados por el vaivén de aquel juguete único. Juntos, en el aire, se aferraron a la ternura, con la carne valiente de los labios.

La noria dibujó entonces un beso circular, un redondel íntimo de labios que se tocan, que se unen, que se sienten, que se muerden, que se mojan, se buscan, se apartan, se penetran, se invaden, se desean, tiernos, temblorosos, sabios, lúdicos, sensuales, labios que giran una, dos, tres veces, que bajan al suelo y suben, un girasol de labios que se abrazan, una noria de labios, labios de noria.

Cuando sus labios dejaron de girar, buscaron la aparente firmeza de la tierra. Era ahora esa tierra sobre la que caminaban la que no dejaba de girar, incansable, con la indestructible certeza del tiempo. Sus labios, sobre la noria de la tierra, viajaron sin que pudieran evitarlo en vagones distintos, mirándose, a lo lejos, sintiéndose, a lo lejos, deseándose, desde lejos. Sin poder bajar sus labios de la noria poderosa del olvido.

SEP29. CENA PARA DOS, de Rosa Barrera Groba

Ricardo sirve la cena: revuelto de verduras con champiñones y una ensalada de colores.
Aurora sigue sentada en el sofá, la mirada fija en un punto, abstraída. Las noticias cuentan los sucesos del día.
Aurora no está por la labor de acercarse a cenar. Ricardo come solo. El vino está frío y lo comenta con ella:

-Aurora, este vino está exquisito, lo trajo un día Juan, ¿recuerdas? ¡Él solo tiene buenos vinos!

Ricardo está acostumbrado a que ella hable poco. Saca un queso enorme de postre, en trocitos para despistar su dentadura postiza.

Terminada la cena, se sienta con Aurora y la arropa con la manta de cuadros. Acaricia a su esposa. Se deja acariciar sin decir nada. Como cada noche… ese momento especial.

Afuera golpean la puerta y se oyen gritos desde la escalera. Abre la mirilla: ¡la policía! Nace un silencio.
-¡Abra la puerta!

Ricardo abraza a su esposa como quien espera un final.
Derriban la puerta de un golpe, dando paso al horror: Aurora es casi un esqueleto, lleva muerta una semana.

Ella sale en féretro; el destino de Ricardo un centro social pero no atiende a razones…su vida no tiene sentido sin Aurora. Cuesta volver a empezar.

SEP28. ÍTACA VERANIEGA, de Juan Pedro Ortega Sánchez

Pone el marcador a la página y cierra el libro. Se toma unos segundos antes de levantarse y devolverlo al estante. Allí se cubrirá de polvo. Observa los lomos de los innumerables libros que ha ido acumulando en su biblioteca personal. ¡Hay tantos que no ha leído! ¡Tantas cosas que no ha hecho este verano!
Termina de preparar la maleta. Ha esperado hasta el último momento. Le quedan varias horas de curvas y atascos. Se siente cansado sólo de pensarlo. Por la mañana, volverá al remo. Nuevas aventuras y tribulaciones le esperan, indeseadas, desagradables. Tendrá que aguantar a cómitres, enfrentarse a leviatanes. Deberá soportar las galernas administrativas, los huracanes burocráticos.
Al menos le queda la esperanza de que dentro de un año podrá regresar a su Ítaca veraniega.

SEP27. OLVIDAR, de Patricia García Roldán

No quiero recordarlo y menos revivirlo, pero aquí estoy . Ya llevamos tres veces esta semana, yo me niego , pero me empujan a ello.
Sé en el fondo de mi corazón que si lo hago toda esta pesadilla acabará, pero rehúso hacerlo. No sé qué es ,pero por ahora no me siento con fuerzas… si esperaran tal vez algo de tiempo…
Quizás sería capaz de volver a esta casa y contarles con todo lujo de detalles como aquella madrugada en la que él volvió lleno de whiski y oliendo a perfume barato , le maté.
__Sí señores __ Les diría . __ No fue premeditado , pero yo ya estaba harta de sus palizas ante mis negativas cada vez que volvía borracho a casa, y coloqué la escopeta ,que él mismo me había enseñado a usar, en el lado derecho de mi cama.
Cuando sentí cerrarse la puerta de golpe acaricié el arma para cerciorarme de que seguía allí.
Entonces él entró y babeando quiso meterse en mi cama.
__ Grité : ¡ Mamá , mamá!. Pero ella ,como hace desde que cumplí los doce, se hizo la sorda. Cogí la escopeta y apoyándosela en el pecho disparé.

SEP26. VUELTA AL MUNDO, de Josefa Reche

Cuatro años preparándose para la travesía: consiguió el velero, lo acondicionó, se preparó física y psicológicamente, estudió exhaustivamente las cartas de navegación, aprendió técnicas de pesca ya que el viaje no tendría escalas, adquirió potabilizadores de agua, confeccionó velas de repuesto, aprendió a guiarse por las estrellas por si fallaban los instrumentos y leyó en tres ocasiones la enciclopedia del mar de Jacques Cousteau.
Zarpó el dos de mayo con una confianza ciega en sus posibilidades de llevar a cabo la hazaña. Se sentía como el capitán Nemo. Un auténtico lobo de mar. En el puerto le despidieron como a un héroe. Sintió un orgullo que enardeció su corazón.
Al tercer día de navegación, se produjo el terrible descubrimiento que le hizo desistir de su sueño, que jamás retomó. Lo apuntó en su cuaderno de bitácora: “Cinco de mayo. Compruebo que horror que he olvidado la cerveza, ¡Hala! Pa casa”.

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