Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

Y JOSE MARIA MERINO "VUELVE" A INSPIRARNOS

VIAJERO APARENTE

El itinerario del aperitivo no fue como todos los días. Al encontrarse con él, muchos mostraban gran regocijo, le felicitaban por su regreso, se alegraban de volver a tenerlo entre ellos. Bienvenido, Ramiro, ya era hora de que volvieses, bienvenido, te habías ido demasiado lejos, le invitaban, un bar después de otro, Ramiro ha vuelto, decían, esto hay que celebrarlo. Bebió de más, y cuando después de despedirse se fue a su casa para almorzar, con bastante retraso, caminaba inseguro y tenía mucha confusión en la cabeza, pero no tanta como para no saber que nunca había salido de aquella ciudad y que no se llamaba Ramiro.

de Jose María Merino (LA GLORIETA DE LOS FUGITIVOS, Páginas de Espuma)

SEP68. VOLVER A EMPEZAR, de Miguel Angel Molina

Cuando descolgó el retrato que presidía el salón sintió que había llegado el final. Era el momento de decir adiós a un montón de momentos vividos en su compañía. Muchos años de risas y alegrías, de júbilo y depresión quedaban a partir de entonces atrás. Guardó la fotografía en una bolsa y se dirigió hasta los cubos de basura de la esquina. Al llegar, a los pies del contenedor verde, otro retrato llamó su atención. Al acercarse, vio en él a un hombre maduro, con cara de buena persona, y comprendió que era el momento de empezar de nuevo.

SEP67. DUBLÍN, ÍTACA, de Ricardo Gómez Tovar

Molly telefoneó a Ulises Bloom desde su salón de Merrion Square, en Dublín, pero por toda respuesta le llegó el graznido de una gaviota perdida. El río Liffey carecía de la inmensidad del Mediterráneo, pero en su fondo también dormían monstruos que impedían volver al hogar. A esa misma hora, tras salir de la oficina, el ingenioso Leopold se tomaba una jarra de cerveza de Marón en la concurrida Taberna del Cíclope. Al otro lado de la barra bebía solitaria Circe O’Flaherty, de cuyos mágicos encantos se había librado días antes vertiendo en su jarra de Guinness unas hojas de la hierba “Moly”. Eso le recordó que aún no había telefoneado a su esposa para decirle que llegaría tarde. Tiresias Ryan, el agente de seguros, le esperaba para asesorarle sobre su futuro. Paseando por el puerto, Ulises Bloom oyó conversar a dos marineros borrachos en una barcaza llamada “Penelope”.

-Pues sí, Caribdis, el patrón ha ido a Merrion Square a cortejar a una dama casada…
-¡Mal rayo le parta, amigo Escila!

En el portal, Leopold recordó que su nombre era Ulises. Cerró la cancela, impidiendo la entrada de un marino.

-Ya volvió -susurró Molly, mientras guardaba su tapiz de Donegal.

SEP66. LAS MONEDAS Y LA FUENTE, de Mª Asunción Buendía (Asun)

Las monedas tintinearon al chocar entre sí, antes de sumergirse. A su vez las risas frescas y limpias de los jóvenes cesaron hasta que comprobaron que todas las lanzadas, hubieran hecho blanco en las cristalinas aguas de la fuente. Luego volvió a estallar el griterío.
De fondo la resignación del profesor de historia. No podía con esos muchachos, solo sabían reír, y sacar punta a todas sus explicaciones.
Sin embargo estaba feliz. El viaje de fin de curso terminaba, y había sido un broche perfecto para cerrar su larga carrera. Seguramente sus alumnos no habían aprendido toda la historia del arte que él pretendió enseñarles. Pero siempre recordaría las muchas ocasiones en que le escucharon con la boca abierta, aunque luego soltaran la risotada y gracieta de rigor.
Así que él también arrojó su moneda.
Y las monedas y la fuente cumplieron su misión: todos volvieron.
Los alumnos, años más tarde y con diferentes motivos. Lunas de miel, viajes de negocios, importantes reportajes fotográficos, aburridas visitas familiares… y el profesor, aunque nunca había vuelto a viajar, volvió muchas veces más.
Volvía siempre en la memoria y en el corazón de cada uno de sus alumnos.

EL JURADO… HA VUELTO

Pues ya tenemos al jurado de septiembre en marcha. 
A los miembros que ya conocéis por ser los ganadores del mes pasado, Asun Gárate, Ruben Gozalo y Adrián Pérez, nos unimos un servidor (JAMS, que soy permanente como funeraria) y la «privilegiada» por la fortuna en unirse a este equipo, que este mes será Raquel Ferrero. Quiero agradecerle públicamente que haya aceptado este reto de forma tan generosa.
Nos os despistéis… os estamos leyendo

SEP65. SORPRESA, SORPRESA, de Amparo Martínez (Petra Acero)

El salón huele a cebolla y laurel. En la mesa: el mantel que nos regaló su madre, la vajilla de las ocasiones especiales y una gran vela de cumpleaños… ¡Lástima tanto trabajo para nada! Este año no habrá fiesta sorpresa… Atravieso la puerta, entro en la cocina. Me parece más pequeña y estrecha: ¡como la cabina del camión! Ella trajina entre sus recetas mágicas. El rojo le favorece. Su barriga feliz me recuerda a papá Noel… No te preocupes, gordi, os cuidaré: ¡he vuelto para eso!
Suena el teléfono. Es la policía para comunicarle que su marido ha sufrido un accidente de tráfico, pero con el ruido del extractor no lo oye. Mira el reloj del horno, sonríe y murmura: “Ya está hecho”. Abre la puerta de la cocina y pasa al salón… ¡Nada!… No me ve. ¡Tendría que verme! Ella ve… cosas…. Si no ¿para qué he vuelto?

Llaman a la puerta. Es Manolo, el carnicero. Entra como Pedro por su casa… Morrea a mi mujer, acaricia a mi futura hija y se sienta a la mesa como si fuera yo. Ella le sonríe y, con los ojos encendidos, sopla mi vela negra de cumpleaños.

SEP64. VERANO DEL 68, de Antonio Toribios

Cuando Zanito volvió de la piscina aquel domingo, le extrañó que a la puerta no estuviese el Seat 600 de su padre. Había empezado a ver cosas extrañas dos o tres calles antes, pero no había tomado consciencia de ello hasta estar ante este vehículo de curvas depuradas y brillos metálicos que para nada se parecía al utilitario recientemente repintado de amarillo. Se acercó a la puerta y trató de abrir pero no pudo. Iba a llamar cuando apareció un hombre en el dintel. ¿Quién es usted? –le preguntó desafiante. Zanito se quedó helado, pues reconoció rasgos suyos en los de él. Farfulló una disculpa y se alejó, mientras le asaltaba la imagen de una película reciente, donde a Burt Lancaster le pasaba algo parecido. “No es posible” –pensó, con el corazón dándole un vuelco- y le asaltó la absurda idea de que aquel joven pudiera ser el hijo que aún no había tenido. Se pellizcó el brazo con la esperanza de despertar, pero sólo consiguió hacerse un morado. Su vista reparó en un extraño panel luminoso en plena calle donde aparecía: “26º C”, y después la cruda verdad: “08-09-2013”.

SEP63. TORMENTA DE VERANO, de Mercedes Marín del Valle

Sentado en su silla de diario contemplaba las paredes cuajadas de flores de su patio. Flores en lienzo y flores en tiesto, siempre flores.
No pensaba en nada y reflexionaba sobre todo.
Sus ojos semicerrados a la luz de mediodía evocaban todos los sonidos que ahora escuchaba y entonaba con dificultad.
Espesas nubes augurando tormenta consiguieron que abandonara, a regañadientes, su palco privilegiado frente a aquellos pájaros coloridos de canto incansable.
Los truenos revivieron la época en que trillaba la mies cuando aún era un niño. Truenos precedidos de rayos fulminantes y quebrados, capaces de calcinar la vida.
Antes de que hubiese abandonado el umbral, un aguacero violento mojó sus talones desnudos. Sentado tras los visillos miraba al cielo con respeto. El tiempo había mitigado su impaciencia de antaño.
En el transcurso de la tormenta evocó fechas y sucesos, repasó su devenir y se enfrentó a su presente. La vida, ineludible y cruel, le había zarandeado sin piedad.
El arcoíris abriéndose paso por encima de la barandilla que días antes pintó de verde, coloreó su pelo níveo e iluminó sus mejillas. Su corazón suspiró y su boca esbozó una sonrisa. No había porqué volver atrás, todo estaba en su sitio.

SEP62. UN ÁNGEL ABURRIDO, de Juana Mª Igarreta Egúzquiza

Un ángel, aburrido de la anodina paz celestial, escuchó la conversación de dos sabios recién llegados al paraíso. Hablaban sobre las ventajas de una buena lectura. Así que decidió descender por las noches a la tierra para ir leyendo algunas obras literarias.

Cada noche se colaba en una gran biblioteca y escogía un libro que leía hasta que el día empezaba a clarear.

En cada libro leído, y a modo de marcapáginas, colocaba una pluma que arrancaba de sus frondosas y sedosas alas blancas.

Hasta que una fatídica madrugada no pudo regresar al cielo. Sus alas eran frágiles, casi transparentes y no aguantaban su peso. Tras múltiples intentos fallidos para remontar el vuelo cayó al suelo extenuado, quedándose profundamente dormido.

Ulises, el bibliotecario, llamado así porque su llegada al mundo fue toda una odisea, se encontró aquella mañana al serafín durmiente. Restregándose fuertemente los ojos, se le acercó con sigilo para no despertarlo. Acto seguido, recuperó el libro que todavía permanecía junto a sus esbeltas y delicadas manos: La Odisea, de Homero.

En sueños, ajeno a la realidad y bajo la mirada perpleja de Ulises, el ángel volaba una vez más, como cada noche, de regreso a su Ítaca celeste.

SEP61. ELLA, de Mª Jesús Pueyo (Patricia Richmond)

He visto a mi padre en el pasillo. Ha pasado un año desde que me fui, pero ahí estaba él, mirándome expectante.
Y ellos que no se callan. Tienen el manuscrito. ¿Qué más quieren que diga? Que quiénes son mis cómplices, a quién iba a entregárselo. Cómo explicarles que no tenía ningún plan. Sólo me lo llevé, sin saber qué haría después. Por ella… que me ha dejado tirado. ¿Qué hará cuando se entere? Nada, lo sé. Yo sólo quería estar con ella, demostrarle que podía estar a la altura.
No les escucho. Que hagan lo que tengan que hacer, que me lleven donde tengan que llevarme, pero que se callen. No puedo quitarme su risa de la cabeza, me estoy volviendo loco. Ella…
Y mi padre, ¿qué le voy a decir? ¿Que con lo que sacara del libro iba a devolverle el préstamo para el doctorado? No, era todo para ella… Ella.
No puedo pensar cómo podría volver a casa, pero la mirada de mi padre lo decía todo: estoy aquí.
– Deja de llorar y vamos a empezar otra vez. ¿Nombre?
– Gaston Bouchet.
– ¿Edad?
– 23 años.
– ¿Ocupación?
– Becario de la Biblioteca Nacional.

VIRTUDES… Y PREMIOS

Lo de siempre… habéis vuelto a ganar en RADIO CASTELLÓN 
(el 90% de los ganadores son participantes de ENTC)
La novedad… Tenemos el placer de ver como ganadora a una participante que lleva poco por aquí y que no habíamos leído demasiado. Esta semana la ganadora semanal ha sido
VIRTUDES TORRES
¡Enhorabuena!
Podéis leer sus relatos (y los de toda la pandilla de entcianos ganadores) en este ENLACE

SEP60. CLONES, de Paloma Casado Marco

Ningún rostro conocido le esperaba en el comité de bienvenida de la estación espacial. Aún no lo sabía, pero sus dos meses en órbita, habían equivalido a casi diez lustros en el tiempo de la tierra.
Pasada la obligada cuarentena de incomunicación y readaptación, quiso visitar su casa aunque la experiencia le resultara desoladora. Nadie había sabido darle noticias de su esposa, salvo de los éxitos obtenidos en sus trabajos de ingeniería genética hacía más de treinta años.
La casa se mantenía igual, solo la envergadura de los árboles del jardín manifestaba el paso de los años.
Llamó a la puerta con una mezcla de curiosidad y tristeza. En el umbral, su mujer tal como la recordaba, le sonreía expectante. Tras el abrazo interminable, un remolino de pensamientos comenzaron a girar en su cabeza intentando encontrar alguna explicación a aquel extraño mundo, a aquel caos. Todo había envejecido, todo, menos Eva.
En el interior, poco a poco, fueron apareciendo versiones de las diferentes edades de su esposa: con veinte, con quince, con diez años…le rodeaban observándole.
-Ella supo que algún día volverías –explicaba la mayor- y quiso que no te encontraras solo.

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