Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

JUL117. LA VIDA, de Òscar Pareja Bañón

Preferiría no hacerlo pero tampoco tengo otra opción. De hecho me obligan para que ella, mi bebé, tenga una oportunidad en la vida. La que no supe aprovechar y perdieron sus hermanos. Mi cuerpo está sangrando de dolor y mi cabeza vive en la niebla provocada por la epidural. He escuchado su llanto alejarse y convertirse en un simple papel y en una nueva voz que me nombraba y me indicaba dónde firmar.
Y preferiría no hacerlo pero no hay más salida. La vida es jodida cuando tu opción es joderla. Esa es la única que conozco. Ahora me arrepiento, me doy cuenta del dolor de un hijo, pero enseguida me conformaré y cuando se curen mis puntos, ya estaré viviendo lo de siempre, la calle, los bares, las plazas y rondar de un brazo a otro sin saber dónde estará el braguetazo que me salve de mi mierda vida. Y me quejaré de los servicios sociales que me obligan a cosas que preferiría no hacer y de sus putos planes de mejora. No cambiaré nada, preferiría no hacerlo, ya que estoy cómoda así.
Escucho llorar a alguien. Preferiría no darme cuenta que son mis lágrimas las que escucho.

JUL116. PREFERIRÍA NO HABERLO HECHO, de María Rojas

Cuando me fui a calzar me di cuenta de que tenía los pies al revés, mas a pesar de esta inapropiada situación, me calcé la bota izquierda en el pie derecho y la otra bota en el otro pie.
Trastabillando, salí a la calle, donde advertí la tremenda nevada que caía, cosa que agravaba más mi débil equilibrio.
Al poco tiempo de mal andar, tropecé y caí al suelo. Un paseante me ayudó a levantar y, con escasa lucidez, me dijo:
—¡Pero mujer! ¿a quién se le ocurre salir con este tiempo y encima con las botas contrariadas?
No sé si fue su voz chillona, o quizás su fea y burlona cara, lo que desencadenó aquello que el destino ya tenía planeado. El que yo sacara ese curvado puñal y la nieve se manchara de sangre.

JUL115. LA CUESTIÓN, de Fernando Martínez

Juan era un hombre de costumbres. Ya sabe, lo tuyo, tuyo y lo mío, mío. Cada uno en su casa y dios en la de todos. Más vale dar que recibir. Y al fin y al cabo, eso es lo que hizo, dar. Y por si fuera poco en el centro de la plaza, junto a la fuente, para que lo viera todo el pueblo. Ahí fue donde encontraron a la Candela y luego… ¡Todo el revuelo que se ha armado! Yo no entiendo tanto revuelo, ¿Sabe lo que le quiero decir? Aquí esto ha pasado toda la vida de Dios. No sé para qué tanto, ¿para qué? Y encima tenemos a la otra, a la Candela, que yo qué sé si será verdad lo que contaban de ella. Que si esto, que si lo otro, ya sabe usted, y si no, seguro que puede imaginárselo. Estas cosas no pasan porque sí… pero entiéndame, una cosa es hablar así, entre amigos, y otra muy distinta sacar los trapos sucios en televisión, para que todo el mundo sepa lo que se cuece aquí. Vamos, que no. Que preferiría no concederle esa entrevista, además… ¿De cuanto estamos hablando?

JUL114. LA PRUEBA, de BEATRIZ CARILLA EGIDO

Garabatea un corazón en el papel y lo adereza con un beso. Se asemeja más a un culo pero lo da por bueno. Es un regalo para Denys, el chico que le hace temblar hasta las pecas desde que lo vio en las gradas.

Aun en la distancia que le proporciona el trapecio puede distinguirlo entre el público. Su rojizo cabello le delata. Nota como el maillot se le encoge y desea que a él le ocurra lo mismo con sus pantalones. El vértigo ya ha hecho su entrada pero prefiere continuar —sólo una vez más —se dice.

¡Veva, la pequeña trapecista! ¡Sin red! ¡Han oído bien, sin red! ¡Contengan la respiración! anuncia el presentador. Columpiándose en las alturas esparce nubes de talco dando manotazos al aire. Tras varias vueltas realizadas a la velocidad del rayo queda suspendida tan solo por los empeines. Y es ahora cuando decide poner a prueba a su pelirrojo. En un periquete se balancea hasta incorporarse de pie en el trapecio. Se toma el tiempo necesario para visualizar el objetivo y encauzar rumbo. Coge impulso y se lanza al vacío. Intuye que Denys le recogerá en brazos, aunque tenga que soltar las palomitas.

http://unamariposacomosello.blogspot.com.es/

JUL113. DESENCANTO, de Jorge Armando Pérez Torres

-Tengo miedo del resultado – dijo Matias.
-No tengo ni una palabra que decirte – dijo Fanny – y echó una fumada tan grande que parecía una bomba nuclear.
-No se puede fumar aquí – dijo una vieja enfermera, señalando la advertencia en un cartel.
Se miraron como dos personar intentando reconocerse, luego, la fea enfermera tiró sobre una silla de espera los documentos que portaba en una carpeta, encendió un cigarrillo, y lo fumó justó debajo del cartel de advertencia. Y allí permaneció, recargada en la pared, hasta que el cigarrillo se consumió totalmente.
-Cuando tengamos hijos les mostraré lo bello que es el mundo – me dijo Marissa una vez.
-Preferiría no hacerlo – le dije
-¿Preferirías no hacer qué?
-Tener hijos
-¿Qué dices? ¿Por qué? – continuaba fumando.
-La vida es una trampa – dijo Matias, y extendió su mano para arrebatarle el cigarrillo de la boca a Fanny; entonces él lo fumó.
-Tarde o temprano el desencanto sucede – otra fumada – y no ves más que sombras.
-Tienes razón, hay un switch que apaga la luz cuando todo brilla.
-Antes observaba un campo lleno de flores; ahora solo es un desierto.
Número 3: turno de Matías para la prueba VIH.
Parpadeó. Todo seguía siendo igual.

JUL112. GODOT NO ACUDIÓ AL ENCUENTRO, de Nacho Rubio Arese

–Godot, ¿qué bobadas de preferencias son esas? Tienes una cita. Soy tu autor y, aunque no te agrade, debes acudir al lugar.
Absorto en sus propias cavilaciones, el personaje juguetea con los dedos de ambas manos, comparando cuál es el más largo de todos.
–Está decidido, Samuel –pronuncia concluyente–. Por absurdo que te parezca no pienso meterme ahí dentro.
El escritor escruta perplejo a la rebelde figura que, los pies encima de su mesilla, se niega a saltar dentro de la página a medio escribir.
–Pero ellos… Compréndelo, llevan mucho tiempo esperándote junto al camino. Se les ha hecho de noche.
–Diles que aparentemente no vendré hoy. Quizás mañana.
–No sabrán qué hacer.
–Por mí, como si se imaginan un firmamento de raíces cúbicas rutilantes.
–Pero, ¿quién te has creído que eres para desobedecerme? ¿Dios?
–Ni mucho menos, Samuel. A lo sumo, su supuesta metáfora, bien lo sabes.

JUL110. CARTAS DE ULTRATUMBA, de Juancho Plaza

Un coro de ausencias le recibe cada noche al volver a casa. La luz de la luna entreteje las sombras de los que se fueron. Se esconden al encender la lámpara del salón, pero sabe que permanecen ahí, acechando. Bartleby se enreda entre sus piernas ronroneando en busca de las caricias que nunca recibe. Tal vez le conceda algo de cariño cuando espante a los fantasmas que pueblan esas cuatro paredes. Acude a la llamada del sofá, horadado a través de los años por la gubia de su esencia. Aprovecha el vaso de la noche anterior y se sirve un Jack Daniel’s de la botella que, esperando el fin como todos allí, quedó abierta. Sobre la mesa, una vez más, otra carta inexplicable. Demasiados años solo, demasiados mensajes. Sus padres, sus hermanos, su mujer, sus espíritus de cabecera. Sin abrirla la une a las demás. Vacía las dos cajas frente a si y llama al gato, que se acerca desconfiado.
–Si me queréis con vosotros allí estaré. –Piensa.
Enciende un Malboro y con todo el cariño del que es capaz abraza a Bartleby.
–¡Ven aquí cabronazo! –Le dice mientras arroja la cerilla.
–¡Nos vamos para el infierno!

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JUL109. QUÉ FAMILIA, de Silvia Ginesta

-Que vamos ya.
-No, tal vez en otro momento
-Siempre lo mismo, te digo que es necesario ir ahora y tú me ignoras.
-Sabes muy bien que no soporto a tu familia, y qué decir de tu madre
-Pero Pepe, acaso no has leído el mensaje que te envié
-¿Mensaje?, no qué decía
La mujer lo miró con estupor, sus ojos derramaban lágrimas, finalmetne le contestó.
– Pepe, tu padre se ha casado con mi madre, puedes darte cuenta, con el fastidio que le tengo a ese viejo verde.

JUL108. LA DESGANA REPENTINA, de Isabel Martínez Barquero

Me han contado que pronto mi constancia se verá recompensada. Van a encargarme que realice la gran obra de mi vida, una obra por la que apostará una editorial famosa. No niego que me agrada, pero en el fondo de mi espíritu ha surgido una irrefrenable apatía. No entiendo muy bien esta sensación de indolencia cuando he esperado durante muchos años un estímulo de este calibre. No hallo un pensamiento que me explique el giro de mi voluntad; tan sólo sé que huyo y que ya preparo la frase que diré cuando me llamen: «Preferiría no hacerlo». Que nadie me censure por mi falta de energía y mi ausencia de ambición. Existen diferencias entre los seres humanos y a algunos, como a mí, nos aterra el cumplimiento de nuestros sueños más íntimos: si la aspiración se cumple, la energía se queda paralizada, estéril para traer al papel las grandes obras del futuro. Aunque pocos lo entienden, el silencio puede ser el lugar más idóneo para alcanzar la gloria pretendida.

JUL107. LAURA, de Juan Fuente

Esta noche duermo con ella. Acomodo la almohada y la miro un instante intentando encontrar mentiras. Nunca la quise tanto. Recuerdo aquel día en que se cayó patinando y se cortó el mentón. Todavía el fantasma de la cicatriz revolotea su rostro, y lo cierto es que la hace aún más guapa.

El amanecer me sorprende y me cuenta sus primeras luces. Pronto todo se pondrá en marcha. Vendrán las enfermeras y poco más tarde su madre. Intentaré disimular, pero me destroza verla tan delgada y con esas ojeras, y con el alma derruida asomando por cada nueva arruga de su rostro. Entrará despacio e irá junto a ella. Al menos ahora ya no llora. Le dará dos besos y le acariciará con ternura dolorida la cabeza. Laura siempre le sonríe y la saluda con su voz transparente que no logra atravesar el aire.

Llevamos aquí meses y he tenido tiempo de leer mucho. Sé que sustancia necesito y al fin he podido conseguirla. Para nosotros ya pensaré algo.

http://elhombredelsacodepalabras.blogspot.com.es/

JUL106. LA PRUEBA DEFINITVA PARA SABER SI ESTÁS MUERTO, de Adrián Pérez Avendaño

Como cada domingo, ojeé el periódico durante una hora hasta que llegué a las necrológicas, pero esta vez ocurrió algo extraordinario: una de las esquelas iba dirigida a mí. Lo deduje no sólo por mi nombre sino por una emotiva dedicatoria firmada por mis familiares y amigos más cercanos. Solté el diario y me pellizqué hasta amoratarme el brazo, pero no sentí dolor. Corrí a mirarme en el espejo más cercano y vi que una aureola traslúcida flotaba sobre mi cabeza. Me percaté entonces de que la puerta del salón estaba cerrada, –cosa nada habitual–. Al abrirla, hallé un grupo de caras conocidas que departían mientras tomaban café y pastas alrededor de lo que parecía un ataúd. Quería corroborar que ése era yo y aquel mi funeral. Así que caminé con sigilo hasta él y al asomarme -como quien se asoma a un pozo- comprobé que era yo. Aun así, me negaba a aceptar mi muerte. Y aunque hubiera preferido no hacerlo, me senté en una de las sillas vacías, me armé de valor y agucé bien el oído deseando con todas mis fuerzas que todos comenzaran a hablar horrores de mí.

http://unmaldiaparaelpezplatano.wordpress.com/

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