Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SERENDIPIA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en SERENDIPIA

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LA SERENDIPIA. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
días
0
9
horas
1
4
minutos
5
8
Segundos
4
5
Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE NOVIEMBRE

Relatos

DIC41. CONJURO, de Belén Rodríguez Cano

Estudiaba el último curso de Técnicas para la viabilidad planetaria.Sólo debía presentar el proyecto final para conseguir el título de Magíster. Había tantas opciones de cambio que no se decidía por ninguna.
Equipado con su Medidor de Coincidencias, arrancó su vehículo teletransportador y se dirigió al planeta y a la época que le habían asignado: planeta Tierra, principios de siglo XXI, mes Navidad.
Hebían elegido ese mes, porque era el único en el que, los pobladores de Tierra, ralentizaban sus contiendas y recordaban, vagamente, al modelo diseñado por los Arcanos para hacer de Tierra un planeta habitable.
Al adentrarse en su atmósfera, la familiar cúpula gris anuló su visión. Descendió a ras de suelo e inició su recorrido mundial para decidir el cambio…
En África, su estómago rugió de hambre, en Arabia las balas mordieron su piel, en Japón sus pulmones se asfixiaron con aire tóxico, en América los soldados coparon el horizonte, en la anciana Europa las calles estaban tomadas por millones de personas que reclamaban condiciones de vida justas.
Desolado, decidió un cambio global.
Cuando acabó de recitar el conjuro, Tierra volvió a sus orígenes.
El hombre era una especie más luchando por su supervivencia , podría reescribir su destino nuevamente y la Navidad sería su forma de gobierno.

DIC40. EL PAJE REAL, de Miguel Ángel Cejudo López (La Marca Amarilla)

Suena un villancico tras otro en el abarrotado centro comercial. Cerca de la sección de juguetes, junto al árbol y pesebre navideños, han situado un “Paje Real” contratado a tiempo completo para esta campaña. Los niños acuden ilusionados a entregar su carta y recibir unos caramelos a cambio. Algunos dan consignas al paje para que los reyes magos no se equivoquen con sus regalos, como el año pasado. Otros desean que los niños pobres también reciban algún juguete. El paje siempre sonríe y les asegura, con acento de paje, que todo lo que pidan se cumplirá si se portan bien. A veces, cuando algún niño temeroso llora, él sabe calmarlo y transmitirle una confianza que los padres agradecen, convencidos de que muestra un auténtico espíritu navideño.

Cuando termina su jornada laboral, compra algo de comida en la tienda de su amigo Hakim y ya en su humilde hogar de cuarenta metros cuadrados, se asea un poco antes de rezar orientado hacia La Meca, junto a sus cinco compañeros de piso. Después, nuestro paje real imagina que hay una estrella que nos ilumina, con la esperanza de que todos los niños del mundo puedan ser respetados y felices.

DIC39. NO APARECÍA, de María del Carmen Guzmán

Yo la llamaba a gritos, pero nada, no acudía. Algunas veces, la muy pécora se me acercaba, pero sólo era un momento. Muchas noches me levantaba de la cama al oír el timbre de la puerta, pero no había nadie. ¿Una alucinación acústica?
El tiempo iba pasando y el plazo para entregar mi trabajo, antes de la Navidad, se acercaba, y ella, la que tenía que ayudarme no aparecía…
Una noche, con los ojos como platos mirando al techo, un bolígrafo y unos papeles sobre la mesilla de noche, unos golpes sobre los cristales de la ventana me sobresaltaron. Me levanto y ¡allí estaba! Ella, con su larga túnica azul oscuro, su largo cabello hasta la cintura y algo, no sé qué era, en una mano.
Abrí la ventana y una ráfaga de viento frío entró en la habitación. Pensé: “¿Cómo ha podido subir hasta aquí si vivo en un séptimo piso?”, y entonces, al mirarla más de cerca, al sentir su beso helado sobre mis labios, comprendí que no era la que esperaba, la Inspiración, sino la otra.

DIC38. EL ÁRBOL DE LA FELICIDAD, de Antonio Ortuño Casas

Con mi familia me divierto más que nunca los últimos días de cada año y los primeros del siguiente. Me divierto más que el resto del año y no celebramos nada que nos imponen, lo hacemos porque creemos en el futuro haciéndolo realidad en cada presente. Caminamos por las aldeas, montes, ríos, ramblas y valles que rodean nuestra comarca; paseamos sin prisas, subimos, bajamos, descansamos debajo de los árboles endémicos, incluidos pinos y cipreses que estas generaciones venimos plantando para las siguientes, volviendo a llenar la tierra de ellos que otras antes habían desnudado sin pudor para lucirlos luminosos en sus salones en pro de una celebración figurada.

Terminando el año repetimos el rito de plantar otro árbol cada uno de nosotros, que nos encargaremos de cuidar el resto de nuestras vidas. Y cuanto más adultos nos venimos haciendo más responsabilidades nos vamos echando encima, siendo los regalos más preciados que recibimos cada vez que cada fin de año plantamos uno nuevo.

Este fin de año, ya en la madurez de mi vida, presiento de nuevo que luzco radiante con mi familia, con la que sembraré felicidad para un nuevo año que vuelve a aparecer.

DIC37. ¿QUÉ ES LA NAVIDAD?, de Fernando da Casa de Cantos

–¿Qué es la Navidad? Debo hacer una redacción para el cole –se justificó Celia.

Su madre amasaba la manteca con la harina, el azúcar y la canela mientras meditaba su respuesta. Un mechón de sus cabellos invadió su cara independizándose de su moño. Sopló sobre sí misma, advirtiendo de su indisciplina a las díscolas hebras. Como no le hicieron caso, observó sus enfangadas manos y prefirió que su antebrazo pusiera orden en su cabeza. Solícito, lo intentó de inmediato. Sin éxito.

–¿Quieres recogerme el pelo, cariño? Tengo las manos sucias…

Celia recogió los cabellos de su madre y recompuso su artesanal peinado. Se separó un poco para contemplar mejor el conjunto, como si de una obra de arte se tratara. Satisfecha, besó a su madre y le regaló un tierno abrazo antes de abandonar la estancia.

–Espera, Celia, aún no te he contestado.

–Sí me has contestado, mamá. Cuando llega la Navidad procuramos ser más felices, abrazamos a nuestros seres queridos, lo bueno vence a lo malo… Es así, ¿no?

Su madre sonrió. “Qué hija más lista tengo, con tan solo ocho años”.

–Pero eso lo has dicho tú…

–No digas nada, mamá, lo he entendido. La Navidad eres tú.

DIC36. ODIO HACIA LA NAVIDAD, de Nicolás Megías Berdonce

Tras años sin saberse nada de él, apareció de nuevo por Navidad, bajó de una limusina negra, dejando a todos los vecinos de ese barrio anonadados. A primera vista nadie lo reconoció, vestía traje negro, olía a perfume caro y en su rostro se podía ver una barba bien arreglada.
Mientras entraba por el portal del edificio, los vecinos comenzaron a cuchichear a sus espaldas. Tocó en una de las puertas al azar sin saber quien le abriría. Tras un rato esperando, abrió una mujer de pelo cano con una bata de colores. El desconocido sin mediar palabra sacó un cuchillo de dentro de su chaqueta y se abalanzó sobre ella asestándole varias puñaladas dentro de la casa.
Después de limpiar el cuchillo, dejó el cadáver tirado en el suelo y abandonó el edificio para desaparecer de nuevo en su limusina sin sospecha alguna.
Años después de aquel crimen, el «Asesino de la Navidad» como era conocido en los medios, fue detenido en su lujosa mansión, acusado de varios crímenes.
Lo único que dijo, mientras enseñaba la noticia de la muerte de sus padres en Navidad, fue. » Debía acabar con la Navidad, ella acabo con mi vida«.

http://misviajesenfotografias.blogspot.com.es/

DIC35. CRISTALES ROTOS, de Mª Belén Mateos Galán

Una brisa de viento y nieve, entraba por la ventana del cuarto de Juan, bajaba por las escaleras y rodeaba de una manera nada cálida los motivos navideños que adornaban su casa, hasta salir por la puerta que de par en par mostraba su abandono. Las luces brillantes, alegres y coloristas del árbol, contrastaban con la tenue y amarillenta luz del pesebre. Al fondo se ponía percibir el sonido reiterado de un villancico que amortiguaba las campanadas de aquel reloj de cuco, que entre hora y hora arrastraba un cúmulo de malos y decadentes días. Creo que la llamaron la noche de los cristales rotos. Él no entendía nada y acurrucado en un rincón del baño rezaba para que aquellas personas de uniforme gris devolvieran a sus padres, que a golpes y gritos de: La resistencia…_ Se los llevaron. Desde entonces solo ese acompasado tictac del cuco le hacía compañía en su silencio.

DIC34. LEGADO TERRENAL, de Izaskun A. Alvarez de Eulate

Perdí la fe en la humanidad al mismo tiempo que la capacidad para llorar. A medida que la indiferencia comenzó a instalarse en mi pecho y mi piel se transformaba en una capa rugosa y gris, las lágrimas dejaron de acudir a mis ojos hastiados de injusticias.
Sin embargo, caprichos del destino, una vez al año y siempre por Navidad, recupero la facultad perdida. En estas fechas, convenientemente privado del anual letargo insensible, mis ojos se desbordan incontenibles cuando descubro en la mirada inocente de los niños la candidez que permanece amordazada durante el resto del año.

Desde mi atalaya, veo emocionado engalanarse a la ciudad que, emulando a una coqueta joven, se acicala con guirnaldas y bombillas de colores y perfuma tenuemente su atuendo navideño con aromas tradicionales. La observo degustando golosa los típicos manjares, bailando feliz sobre el reflejo de los edificios en los charcos de sus aceras y recuperando la esperanza mientras asoman a sus labios palabras que sugieren un sentimiento universal.

«Quizás por eso mis lágrimas brotan indomables. ¡Qué contrariedad!», pienso con resignación mientras intento encontrar entre las nubes un motivo que justifique ante las demás gárgolas, otro año más, un comportamiento tan inconveniente como impropio.

DIC33. CORTÍSIMA VISITA, de Lorenzo Rubio Martínez

Cincuentón rechoncho vestido de rojo y blanco con saco abultado a las espaldas procedente de zona norte en hora nocturna. Manos y pies en las repisas de una fachada urbana. Ventana abierta, saco al suelo y salto a un nuevo decorado.
Lujoso árbol circundado por diversos regalos. Calcetines colgados en las manijas. Vaso de leche y galletas en una mesa. Ruidos de trasiego.
Niño despierta en habitación. Sonrisa en rostro. Puerta abriéndose. Individuo de rojo y blanco de espaldas en cuclillas.
Vuelta al dormitorio. Párpados de niña abriéndose. Bifurcación de mellizos. Uno silba. Rechoncho mira. Dedo vertical en boca.
Bastón de caramelo de dos metros en manos de nena. Dirección rostro: objetivo morros. Hombre en suelo. Gotas de sangre esparcidas por el gres.
Sujeto rechoncho volando por ventana.
Melliza abriendo regalos circundantes a abeto decorado. Manos de niño sacando de saco portátiles, móviles, joyas y otros enseres.
Estruendos de sirenas en zona sur. Adultos saliendo de habitación con movimiento involuntario de boca seguido de frotamiento de ojos.

DIC32. EL EGIPCIO, de Paloma Hidalgo Díez

La papilla de los deditos de Lucía, la salsa de arándanos que salpicaba siempre la abuela Patro al servir el capón, y cinco o seis clases de vino. Un recuerdo indeleble de la piña flambeada y de las uvas del noventa bajo una lluvia de bengalas. El kétchup, indispensable también ese día para Edu, y el café, con o sin cafeína. También tengo chocolate. Y mayonesa verde, del día que la tía Rosario quiso innovar. Seguro que si busco encuentro aceite de almendras, del turrón blando, y pacharán. Todos han dejado huella en mí. Dentro de unos días, incluso tras las inmersiones en agua con lejía y los baños del sol tibio de diciembre, volveré a lucir las marcas más rebeldes con orgullo. Es lo bueno de tener una familia que disfruta reuniéndose en Navidad en torno a una mesa, que además sigue contando con el viejo mantel de hilo, el de siempre, para adornarla.

DIC31.RENACER, de Lorena Jiménez Justicia

En Nochebuena Lucía cenaba sola mientras veía, hastiada, la televisión. De repente, llamaron a la puerta. Al abrir se quedó petrificada. Era la Muerte. No cabía duda. Aquella capucha negra tapándole la cara y la guadaña bien erguida.- ¿Ya vienes a por mí?- Vengo a advertirte- ¿De qué?- Tienes una semana para cambiar de vida o te llevaré conmigo- ¿Cómo?- Sé que estás deprimida. Si en Nochevieja no has cambiado tu actitud, morirás- Yo no tengo la culpa de estar deprimida. Estoy sola y no tengo trabajoLa Muerte no quiso oírla. Se evaporó y Lucía pensó que, si bien estaba deprimida, era demasiado joven para morir, pero ¿qué podía hacer para que las cosas mejoraran? El día de Navidad se levantó, encendió su ordenador y vio una carpeta titulada «relatos». Recordó que en otro tiempo tenía ilusión por escribir. ¡Esa podía ser su salvación! Recuperó uno de sus cuentos y lo mandó a un concurso. Ganó. Estaba tan contenta que en Nochevieja salió a celebrarlo. Entró sola a un bar y, al otro lado de la barra, un hombre le sonrió. Se acercó a ella, hablaron y ya no se separaron jamás.

DIC30. RESTAURACIÓN, de María Elejoste Larrucea (Mel)

Oh sí, le recuerdo. En esta foto está más joven y aseado pero es él. ¿Cómo se llamaba?… ¡Charlie! Sí, eso. No, no, estuvo solo unos días, luego se fue sin despedirse, es lo normal ¿sabe? Esta gente… Verá, el padre Carmelo, que es un santo, por Navidad siempre acoge a un pobre, un vagabundo. Le da cama, comida y le aloja en la casa cural. A cambio solo pide que limpien el altar de los Ángeles, ellos también se merecen un regalo en estas fechas. Durante el año se acumula polvo y los angelotes se vuelven grises. Dirá usted que me hago mayor, pero yo hasta diría que empeoran, se les ve… demacrados, escuálidos. Todos los años lo mismo sí, yo llevo aquí en la parroquia… veinte años. Es ya una tradición. Vienen familias necesitadas de los pueblos de alrededor, pero Don Carmelo les remite a servicios sociales. Insiste en que sea un joven de estos solitarios… sí, joven, hay que estar ágil para subir al retablo ¿sabe? No sé cómo, llámelo milagro, espíritu navideño… en fin, caridad por caridad, siempre hacen un buen trabajo. Fíjese señor inspector, vea que regordetes y sonrosados están los angelitos.

http://melodiasdecuentos.blogspot.com.es/

Nuestras publicaciones