Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

NEPAKARTOJAMA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta última propuesta es el concepto lituano NEPAKARTOJAMA, o ese momento irrepetible. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
Esta convocatoria finalizará el próximo
31 de DICIEMBRE

Relatos

31. Manipulaciones

Imagina una bola fantástica de cristal. Y dentro una cabaña, con un ser huraño, de sonrisa cínica, explotando lenta, mecánicamente, las burbujas de un plástico de embalar. Plop, plop, cada bolita estalla entre sus dedos, y resuena en tu cerebro, provocándote una migraña, y también una mezcla de miedo y repulsión hacia ese ser solitario que representa todo lo que odias. Plop, plop. Porque sabes (igual que yo sé) que él, en su fuero interno, siente que cada burbuja de plástico es una persona. Tal vez yo. Quizá tú. Por eso sonríe así. Es más, ahora mismo observas como ese placer, ese poder, le está haciendo flotar.

Aunque luego cae. Cae hacia arriba, hacia los lados, hacia abajo. Y es sepultado bajo un tremendo alud. Se asfixia; siente dolor, pavor. Pero, en segundos, logra emerger entre la nieve. Sale. Respira. Grita. Heroico, regresa a su cabaña, y a su tarea: plop, plop. Cree que la tormenta ha cesado.

Y puede que sí. O puede que no.

Porque… sé sincero: cuando yo me marche, y esa mágica esfera de cristal, esa magnífica bola de nieve, quede sólo entre tus manos… ¿volverás a agitarla?

30. Desdoblamiento

Acodada a la ventana, la mujer entretenía sus horas contemplando a los gorriones. Saltaban por los tejados, cogían briznas con el pico, aleteaban en los cristales… Sus trinos parecían risas, la despertaban al amanecer y acompañaban su rutina. Envidiaba su libertad y ¡cuánto los echaba de menos los días de lluvia! Eran su único vínculo con el mundo y, a veces, imaginaba cómo sería regresar a esa vida de la que hacía tanto había abdicado. Pero al fantasear el más leve contacto humano, su corazón se desbocaba al instante y el pánico paralizaba su cuerpo. Regresaba entonces a la calidez de sus libros, al refugio interior que le habían construido, a su espacio de silencio y soledad.

«¡Qué sobrevalorada está la compañía!», musitaba luego, tristeza aplacada y ánimo sereno.

Las noches las dedicaba al trabajo. Se sentaba frente al ordenador, encendía el reproductor de música y un amago de sonrisa curvaba sus labios de inmediato. Ante la pantalla, se metamorfoseaba con rapidez en quien no era y, ajena a la inmensa contradicción que dominaba su vida, lanzaba a las redes su influjo. Una legión de seguidores aguardaba su mensaje con paciencia y con fervor.

29. Terminal-Man

Con la estilográfica que había robado a un cliente intentó redactar una nota para sus padres, pero lo pensó mejor y desistió. Nunca se le había dado bien dar explicaciones y mucho menos por escrito. Además, tampoco le iban a entender en esta ocasión. Después, con pausado esmero, se dispuso a abrillantar los faros que le guiarían hasta la obligada oscuridad. Y aunque odiaba mostrarse vulnerable, por una vez, no le importó lucir su cabeza desnuda. Y se acercó al club. En la misma puerta, mientras se despedía de sus chicas, un dolor de sobra conocido le retorció las entrañas y, al doblarse, surgieron de su camisa entreabierta una inquietante medalla de oro maciza y una calavera tatuada cuyo aliento apestaba a medicinas.

No estaba acostumbrado a perder una pelea, sin embargo, tenía sus principios y aceptaba aquella debilidad galopante como un castigo por sus vilezas y, sin mirar atrás, se enderezó como pudo, apretó la mandíbula y arrancó. Luego, condujo sosegado por el asfalto caliente hasta llegar a la costa.

El verano vibraba en el espejo retrovisor y el Sol era una bola de fuego sobre el mar cuando aceleró la Chopper y se lanzó por el acantilado.

28. SUPREMO

El hombre solitario es un Dios, al que las bestias acechan por su infinito poder para sobrevivir sin ellas.

27. TURNO DE GUARDIA – EPI

Tantas guardias en el hospital van modelando a cincel mi personalidad, haciéndola cada vez más inhumana.
Ahora soy una loba solitaria que deambula por la noche vigilando sus presas, premiando o castigando.
Al capullo machista del Box siete le he puesto una sonda uretral para bajarle los humos.
Siento mi poder de decidir sobre la vida y la muerte y depende del día que tenga, actúo de una forma o de otra.
En mi turno hay varios lobos con los que copulo cuando tengo ganas y me da igual el cómo, el dónde y el cuándo.
La otra noche, antes de llegar al orgasmo, la del box tres empezó a lamentarse por dolor. Me levanté iracunda, dejé a mi lobo aullando de frustración y fui a dónde estaba ella y ordené rejón de castigo, doble ración de nolotil intramuscular.
No tengo ni odio, ni lástima, ni escrúpulos con los pacientes que tengo asignados en mi territorio, estoy muy por encima de ellos.
Cuando por la mañana me dirijo a mi casa, voy satisfecha de mi labor realizada y más contenta me pongo, cuando soy recibida con los ladridos alegres de mis cinco perros.
Por cierto, mi nombre es Diana.

26. UN DIOS EQUIVOCADO

Se sentía superior al debatir con otros e intentaba imponer sus análisis como una bestia sacrifica a su víctima.
Se mostraba orgulloso al ir en contra del pensamiento único por considerarse superior a esa masa gris a la que despreciaba profundamente.
Esa sociedad a la que achacaba su soledad, sus dificultades para encajar en un trabajo y hallar su lugar en el mundo.
Argumentaba que tenía una gran vida interior y no necesitaba a nadie para sobrevivir, pero utilizaba a otros para solventar su vida diaria poniendo excusas para no perder su precioso tiempo en vanalidades.
Siempre agresivo, sus padres, hermanos y amigos caían en sus redes e intentaban que no le faltara nada para tenerlo contento.
Pero todo le parecía poco. Quienes le oían creían en sus alegatos: «la sociedad me impone barreras, es injusta y no me permite desarrollar mi potencial».
De poco servía el consejo de que debía adaptarse al mundo porque el universo no lo haría por él.
A sus 32 años, cuando desaparecería su sostén, se sentía perdido y paralizado.
Y en vez de buscar trabajo, de construirse una vida, continuaba anclado en la adolescencia mientras sus padres sufrían por que no le veían futuro.

25. ES HUMILLANTE PERO SOBREVIVO (Isabel Cristina)

Sola, como diosa todopoderosa y temida, acostumbré a pasear nómada a altas horas de la madrugada cuando el sueño nocturno era algo inalcanzable. Busqué  compañía para no verme como un ser fantasmal y acabé con amantes placenteros (o no) por un rato. Me descubrí habituada a aceptar dinero y sexo unidos y encadenados, una combinación muy primitiva. Yo sabía, y me repetía que era un error; aún así, me sorprendía a mi misma haciéndolo y jurándome, cada noche, que no volvería a ocurrir, que había sido la última.

—Me tomaré un trago antes de irme a casa —sugerí al camarero. 

—Y por favor, os ruego que no me juzguéis —imploré a todos desde la puerta del motel.

23. EL VISIONARIO

Cuando Marcia contempla las imágenes de montañas cubiertas de nieve o de bosques verdes, dorados y granates o del fondo del mar, siente nostalgia por lo desconocido. Sentada en una butaca de la sala de proyecciones disfruta de esos paisajes desaparecidos a pesar de esa sensación agridulce que la acompañará durante horas. La misma que le producían los cuentos que leía con su abuelo a la hora de dormir. Eran historias de esa tierra lejana que unos cuantos colonos abandonaron para comenzar una nueva vida en este planeta. Su planeta.

Antes de comenzar la película se emite un documental -para que las nuevas generaciones no lo olviden- sobre el Gran Hombre, el Visionario que miraba las estrellas. En él se muestra el proyecto al que dedicó todos sus recursos: la habitabilidad de un mundo donde pudiera sobrevivir la especie humana. Los elegidos para acompañarle fueron los miembros jóvenes de las familias más poderosas, las mismas que durante siglos habían dilapidado los recursos naturales de la tierra. El Gran Hombre cuenta ahora en la pantalla como hizo realidad su sueño. Un sueño sobre millones de pesadillas.

 

22. DUAL (Juan Manuel Pérez Torres)

Farid era un hombre solitario. No le interesaba relacionarse con nadie, ni siquiera con sus vecinos. Su única compañía eran los libros, la música y el cielo. Un día quiso construir un muro a su alrededor para aislarse aún más del mundo. Se puso manos a la obra y durante semanas trabajó sin descanso, levantando ladrillo tras ladrillo. Cuando acabó el muro, se sintió satisfecho y orgulloso. Pensó que así estaría más tranquilo y feliz… Pronto se dio cuenta de que se había equivocado: El muro no protegía su soledad, sino que la agravaba. Así Farid empezó a sentirse triste y vacío. Había perdido toda conexión con el mundo exterior y consigo mismo. Se arrepintió de haberse aislado, pero ya era demasiado tarde. O no.

Entonces decidió cambiarlo todo. Con la única fuerza de su voluntad, empezó a derribar el muro en el que se había encerrado. Era un golpe de martillo cada grito de liberación. Cuando el muro cayó, Farid lo cogió y, como si de un calcetín se tratara, le dio la vuelta y lo volvió a levantar quedándose fuera, dejándolo todo dentro. Usó el muro para encerrar aquel mundo hostil y liberarse a sí mismo.

 

21. Hijo de Thor (Luisa Hurtado)

Juntos elegimos este destino, buscamos esta vida; pero tras el paso de las primeras tormentas ella no volvió a ser la misma y acabó arrojándose del faro cayendo donde rompen las olas. Desde entonces estoy solo. No mentiré diciendo que ha sido fácil, incluso a día de hoy he de admitir que hay noches en que no lo es; pero, en general, esta vida me gusta y lo que más, esas noches de tormenta en que la luz de la linterna se extiende sobre las frenéticas olas y la tormenta ruge alrededor. En esos momentos soy el dueño del mundo, soy dios y, aunque sé que es peligroso, no puedo evitar salir del refugio, gritar a las nubes, dejar que la lluvia me empape y el viento me zarandee mientras bailo rodeado de electricidad, ciego de poder y alegría; actitud que ella nunca comprendió y que quiso impedirme poniendo en riesgo su vida.

20. (H)AST(I)ADO (Mariángeles Abelli Bonardi)

«Cergio, con ‘ce’… ¡Qué nombre raro!», exclaman cuando les contesto… Qué mal que, de pequeño, me caía esa rareza, pero padre me hizo verle el lado bueno: aunque moleste igual que la boina, igual que el sombrero, protege el verdadero nombre – tanto y tan bien como cada nombre a cada Cernunnos – y ayuda a pasar inadvertido…

Dicen que no me prodigo y es cierto, lo hago muy poco, salvo necesidad, entre los débiles que necesitan mi ayuda. Soy el señor de lo salvaje; el dios-ciervo que fertiliza y regenera el bosque…

Saboreo mi cerveza. A lo lejos, más adelante en la barra, uno trata al otro de «cornudo» y se arma la pelea… (en mi mundo esa palabra es un elogio, ¿pero acaso algún humano lo creería?).

19. Solo pude mirarte de lejos (Manuela M.)

Ya no te quiero, si te he de ser sincera. Te dejé de querer desde que una madrugada te levantaste para meterte en la cama de otra. Esa misma noche me negaste la entrada a tu vida y solo pude mirarte de lejos, como una tímida fan, hasta que todo comenzó a ir peor entre nosotros. Desde entonces no dejas de asombrarme cuando olvidas mi nombre, mientras llevo el tuyo tatuado en la ingle, o cuando te diriges a mí en tercera persona porque me quieres ausente. No dejas de asombrarme cuando te cruzas por casualidad conmigo en la calle y me ignoras, como un dios engreído, para seguir tu camino hacia algún lugar donde seguramente ella te espera.

Ya no te quiero porque has inventado un código secreto para que te odie sin darme cuenta, y para colmo te has vuelto un ser solitario y quejica, que no deja de criticar mi obsesión por el orden. Me fascina que consigas que te odie cada día un poco más, lo suficiente como para darte un lavado en el programa eco, doblarte bien y meterte para siempre en el cajón de la ropa vieja.

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