Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

MAMIHLAPINATAPAI

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. Comenzamos el año con MAMIHLAPINATAPAI, el entendimiento con la mirada. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
31 de MARZO

Relatos

MAY164. HABITACIÓN 231, de David Moreno

Princesacabizbaja no mira a los ojos cuando le hablan, pareciera timidez pero no lo es. Tampoco mala educación. Aprendió a observar los zapatos de la gente como reflejo defensivo que la alejara de la realidad.
Princesacabizbaja recuerda que los ha visto de mil tipos, de cordones, con velcro, de tela, de charol, con punta fina y redondeada, de marca y sin ella, deportivos, para los domingos, con olor y sin él, de tamaño discreto y enormes, incluso de tacón fino. Los suyos están desteñidos y con la suela raída.
Hoy mientras su madre, sin mirar atrás, abre la puerta para salir de la habitación escucha las pisadas cada vez más intensas de unas botas de piel acompasadas con unos cascabelillos que las hace perfectamente reconocibles.
Princesacabizbaja tiembla y cierra los ojos pensando que ojalá sea la última vez que su madre la encierra con desconocidos.

MAY163. SUEÑA PRINCESA…, de Carmen Aguado

Estando el rey tan plácidamente recostado en su trono, oyóse un agudo grito en mitad de la noche. Ayudado por uno de sus secuaces se incorporó desorientado preguntando “¿Qué le pasa a la princesa”?. Escaleras conquistó con dificultad, y nada hacía sospechar, que la princesa estaría sollozando desconsoladamente en su alcoba, por no mentar ahora que gritaba sin parar. El rey con pena le ayudó a salir de esa condena y para sentirse serena comenzó a hablar: “¡Ay papá! He tenido una amarga pesadilla. Estando yo dormida, han inundado mis sueños presencias de seres diminutos, extraños ogros malignos que me arrancaban mis dorados cabellos, también había un príncipe azul, que intentaba rescatarme de todos ellos…” Su majestad, se levanta con imposibilidad, mientras ríe sin parar, haciendo que la princesa asombrada se le vaya el susto como si nada. “Pero princesita, eso que me cuentas no tiene estima, lo de los gnomos pase, incluso lo de los ogros, pero hija mía ¡los príncipes azules no existen!”

MAY162. PRINCESA DE MENTIRA, de Ana Rosa de Artíñano Comin

La princesa está triste…. qué le pasa a la princesa?. 

Siempre quiso llegar a lo más alto. Intentó conseguirlo pero ni la suerte ni las cartas de su destino le fueron favorables. 
Pensó que el mundo giraría a su alrededor y a su antojo y no fué así, fué ella la que tuvo que bailar al son de la melodía que le marcaba la vida.
Se miraba en su espejo y le preguntaba si era la más bella y este le reiteraba que no. No había pensado que un mundo sin espejos quizás sería un mundo más feliz. La princesa se enfurecía días tras día. No podía vivir en su cuento rodeada de príncipes que luego se convierten en ranas, besos con aparente sabor a caramelo que te dejan agridulce la boca, hadas con varitas mágicas que no cumplen sus deseos , castillos que se derrumban con apenas un soplo de aire y sueños como pompas de jabón que se rompen al ascender al cielo. 
Y un día, por fin despertó a la realidad y se dió cuenta que era…. de carne y hueso.

MAY161. POR NO SER VARÓN, de Maribel Martínez Montoro

En un mes de mayo nació la princesa, era tierna y delicada como la más hermosa de las flores. Pero no todos la veían, la persona más importante para ella, no quería verla.

Creció esperando su atención, se esmeraba en ser la mejor y en destacar en todas sus tareas para que reparara en ella. 
El tiempo fue pasando y con él su ilusión de ver cumplido ese deseo.
No faltaba quien le dijera que era la princesa más hermosa, la más inteligente, la mejor educada, quien en cualquier momento le recordara su valor. 
Pero en ese tiempo algo falló, la princesa no podía comprender qué veían cuando así la calificaban. Su ceguera fue tan grande que dejó de ver, de verse. 
Sus ojos se apagaron y todos se preguntaron: ¿Qué le pasa a la princesa? Los mejores médicos del reino vinieron a visitarla, investigaron todas las causas, hasta las más inverosímiles, nada cambió. Sus ojos permanecieron en la oscuridad. 
Todo el reino se fue oscureciendo, el sol se entristeció y las estrellas dejaron de brillar. 
Todo cuento tiene su moraleja: Si no le miras, le niegas, si le niegas, reniegas de la vida. Di NO a la discriminación.

MAY160. ALCURNIA, de Mei Morán

Llega a la cola del paro mucho más tarde que los demás. Se ha pasado tres horas frente al espejo maquillándose, dándole vuelos al secador para las acrobacias del pelo y escogiendo el vestido. Cuando le toca el turno tiene hambre y saca el bocadillo que le ha hecho su madre. El funcionario le espeta una mirada de reprobación y carraspeando la conmina a olvidarse de la comida. Después de preguntarle nombre, dirección y demás parafernalia quiere saber su profesión. Ella sacude la rubia melena, enarbola las pestañas inundadas de rímel y con aires de realeza le contesta:
– Princesa.
Seguirán sin darle trabajo.

En casa no la esperan. Saben que el día es largo y aún más la noche. Saben que volverá para desayunar. No habrá preguntas. Le buscarán el monedero en el bolso, que huele a alcohol, tabaco y sudores mezclados, para ir a comprar pan y cigarrillos.

MAY159. FRACASADA, de Elisa de Armas

Desde pequeña dormía a pierna suelta en colchones bajo los que los lacayos amontonaban guisantes, garbanzos o incluso puñados de nueces; nunca consiguió mantener el equilibrio sobre tacones de cristal; si encontraba un sapo rehuía besarlo, pues sabía que son ellos, y no los príncipes, los que están en riesgo de extinguirse; ignoraba el significado de la palabra «melancolía«. Cuando suspendió definitivamente el examen de graduación como princesa, no tuvo más remedio que abandonar el palacio. Ante la sorpresa del rey, la madrastra, que siempre había sido su mejor amiga, decidió fugarse con ella. Desde entonces vagan por los anaqueles de la biblioteca. Aún no han decidido si ayudar a miss Marple en sus investigaciones detectivescas, aprender robopsicología con la doctora Susan Calvin o afincarse al pie de las colinas de Ngong, junto a aquella baronesa que tenía una granja en África.

MAY158. ¿QUÉ LE PASA A LA PRINCESA?, de Fernando Sopeña Lopez

Un dia de aquel verano que paso en Ibiza decidio operarse las tetas y colocarse una 95. Pero mientras iba reuniendo la pasta los chicos que se enrollaban con ella la convencieron que las tenia preciosas asi, como dos flanes. Lo demas es historia, conocio a su marido en una cena de empresa, tuvieron tres criaturas en seis años, adosado en urbanizacion de las afueras, monovolumen y vacaciones en Salou. Pero una mañana, hace poco, mirándose en el espejo se le ha vuelto a meter la talla 95 en la cabeza. Y ha empezado a ahorrar.

MAY157. DETALLE REAL, de Antonia Garcia Lago

La bandeja con los manjares llegó precedida de flores, música y danzarinas.

El príncipe invitado destapó el recipiente plateado con sutiles arabescos y contempló satisfecho la delicadeza del obsequio:Corazón en salsa agridulce, higadito encebollado con curry oloroso, dulce lengua caramelizada con ralladura de jengibre, rosadas mollejas, tiernos bocaditos color de fresa, suaves costillas rebozadas. Y el manjar más atractivo y exquisito: los delicados y azules ojos, coronando la temblorosa gelatina de tuétano. 
Pero un desagradable detalle arruinó el banquete. El descuidado cocinero no vislumbró que un suave y rubio cabello de la jugosa princesita había quedado en el plato.
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MAY156. ARRIESGADA METAMORFOSIS, de Ignacio Feito

Sepamos que el pretendiente nació zángano y, por tanto, grueso, peludo, de ojos grandes y desarmado, necesariamente huérfano de padre, y que había participado en quince vuelos nupciales sin ningún éxito, que las obreras, que las había a miles, empezaron a amoscarse con él y a bailar en círculo y a bailar bullicioso, y él sabía cuándo estaba de más. 

Este es el joven que entra ahora en los aposentos vestido de rama. La princesa, de espaldas, gira absolutamente la cabeza. Está de rodillas, seguramente rezaba (no se ve a ningún macho). Él se encarama a su espalda y ataca su aria con voce dolcissima…”sé que el amoroso lance ha de durar dos horas, lo que a algunos parece mucho y acaban del todo resecos, y que a otros los devoras a mitad del viaje. Pero yo, que no soy mejor que ninguno, de todos modos entraré a tu reino seguro de que, si acaso te sobreviniera el antojo, tendrás la delicadeza de no dañarme del todo y dejar intacto y en buen uso aquello que entonces nos una. Porque yo te quiero, Mantis Religiosa, santateresa, tatadiós, te quiero, maríagarcía, princesa de la muerte, te quiero, caballito del diablo”.

MAY155. EL REGALO, de Luis C. Castilla Ortiz

¿Qué le pasa a mi Princesa? ¿Ha dormido mal, su alteza? ¿Cuántas erais anoche? ¿Te juntaste con la plebe? y ¿seguro que sólo bebiste cerveza sin alcohol? 

No, no me digas nada, prefiero no saberlo. Déjame adivinar, estaban María, Carmen, Raquel, Esther, Maite, Elsa y tú. ¿Me falta alguna? Salisteis de clase, espantasteis a los chicos y fuisteis al bar a cortar trajes a diestro y siniestro. Por supuesto, dejasteis las escobas aparcadas en la puerta y cerveza tras cerveza, fuisteis repasando a vuestras parejas. A saber que les habrás contado de mí. No, no me mires así, no me gusta nada esa sonrisa, no les habrás contado lo que te regalé por el último aniversario, ¿verdad? Ni lo que hiciste con él. No, no puedes haber sido capaz. 
Esa mirada de ingenua me desarma. Mira princesa mía, ahora mismo te ayudo a desvestirte, te preparo una manzanilla y nos vamos a la cama, que esta noche ha llegado tu príncipe. 
Pero abre los ojos. Despierta. Ahora entiendo cuando me dices que no soportas cuando me hablas y no te respondo.

MAY154. ADIÓS PRINCESA, de Esther Gómez

Hace muchos, muchos años, en un país no muy lejano, vivía una princesa de cualquier cuento. Se sentía muy afligida. Los bufones de la corte no lograban arrancarle una sonrisa. Sus damas de compañía se hallaban muy preocupadas, no sabían por qué estaba tan triste. Todos se interrogaban: ¿qué le ocurre a la princesa? 

Un día decidieron preguntarle qué apenaba su corazón. Levantando la mirada y con semblante serio contestó: 

— Las niñas ya no quieren ser princesas, me lo ha dicho un juglar llamado Sabina. Los allí presentes posaron sus ojos en ella, se hizo un profundo silencio. 
De repente se giro, miró a todos y cada uno de ellos y empezó a correr y a correr hasta que sus pies simularon unas alas. Durante el camino que separaba los jardines de Palacio de sus aposentos, se fue despojando de su ropa, primero del corsé que le oprimía su pecho, después de aquel miriñaque que le impedía sentarse y al fin deshizo aquellos ridículos bucles que tanto odiaba. 
Se enfundó unos vaqueros, que el mismo juglar le había regalado, se puso una camiseta, en ella escribió: “LIBRE”. 
Sin mirar hacia atrás, amaneció en el mundo real.
 Los cuentos estaban cambiando…

MAY153. DIAGNÓSTICOS, OPINIONES Y SENTENCIAS, de Nacho Muriel Martínez

Las versiones científicas pasaban por la amnesia, la depresión post parto –aunque el menor de los infantes ya tuviera nueve años- o tortícolis, por aquella persistencia en mirar hacia otro lado. 

 Como el otro lado era siempre el derecho, los politólogos de cámara y los tiralevitas reales, comentaban con arrobo sobre la firmeza propia de su linaje. Los amantes, poetastros de casinos, en confesiones a sus círculos más íntimos, abundaban en palabras que rimaban con hez, tales como rigidez, frigidez e incluso, el más miope de ellos, versaba sobre la delgadez, obviando el talle vacuno del que la compartida musa empezaba a dar muestras. 
Por si todos aquellos posibles síntomas, constantes actitudes, imaginadas virtudes o imposibles defectos fueran ciertos, el estado puso a su disposición todos sus aparatos. Desde los jueces a los hechiceros, desde el ejército a la televisión, incluso desempolvaron el Circo Royal, con su remendada carpa y sus disecados elefantes mutilados. 
Sólo la plebe sentenció, con sabiduría de dolor añejo, que lo qué le pasa a la Princesa, era eso, que era una Princesa. Y el que tenía trabajo siguió en sus quehaceres y el resto siguió rezando para que saliera el sol.

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