Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

¡ADIÓS PRINCESA!

Se acabó este mes de princesas. 
Aunque Petra Acero eligió el rosa para acompañarnos durante este mes de mayo, lo cierto es que nuestras princesas han vestido de todos los colores… verdes, rosas, negros, blancos… Ha sido otro mes en el que los personajes se han comido a las historias en la mayoría de los casos… y más si tenemos en cuenta a este bicho extraño que hemos puesto en libertad a fin de mes (la microbestia) y que casi ha terminado «zampándose» a las princesas… 
Hemos vuelto a superar nuestro récord de participantes hasta llegar a los 177 relatos, y el valor de eso sólo es que ENTC sigue siendo un “lugar interesante”, eso nos basta. Tal vez sea esa la razón de que cada vez nos vayan saliendo más voces discordantes que se empeñan en convertirnos en lo que nunca hemos pretendido, aunque les agradecemos que nos recuerden que podemos hacerlo mejor, y vamos a intentarlo. 
El caso es que las 53 000 páginas visitadas de este mes han terminado dejando 3300 comentarios… una barbaridad. Gracias por vuestro generalizado tacto en la crítica y el comentario, y vuestro entusiasmo en el ánimo. 
Ahora entra en funcionamiento (aunque llevan trabajando duro desde hace tres semanas) el jurado, que este mes está compuesto por Arantza Portabales, Asun Gárate, Ana Fúster, Raúl Ariza y Juan Morán. Volveremos a dejarnos atrapar por vuestras historias de la manera que cada una o uno responda a su sensibilidad y pensamiento, y ya sabéis que, además, la fortuna participará también de la manera que considere oportuno. 
Gracias a todas, para todos mucha suerte. 
Y ahora esperaremos unas horas hasta que a medianoche se abra el espejo y podamos ver lo que se “esconde” al otro lado…

66628. MASTER CHEF PEDRO BOTERO, de Manuel Montesinos

-A esta temperatura el souffle se te quema, no conseguirás el punto de nieve y el plato volverá a ser un fracaso ¡Joder!- Vocifera el Master Chef cuyo apellido rima con zipote.
– ¿Eres medio tonto o tonto entero?-Creo que cuando me dice esto, hecho una bestia endemoniada, no me está preguntando, quiero creer, en todo caso, que es un didáctico toque de atención y no se lo tengo en cuenta.
El souffle se me viene abajo, la salsa de sangre encebollada emana de los poros de la masa que no llega a subir y lo encharca todo de un rojo abizcochado y viscoso. Me cago en la cocina francesa yo quería hacer cabrito al horno o chorizo al infierno pero solo soy un aprendiz.

MAY177. ALIVIO PARA LA PRINCESA, de Óscar Quijada Reyes

En su aposento, la princesa llora inconsolable; de pronto, una mensajera toca a la puerta y dice:

–Alteza, el rey la recibirá.
Con el protocolo acostumbrado frente al trono, escucha al rey. 
–Querida, ya están listos los preparativos para tu cita con el príncipe de Francia. Si esto resulta, ambas naciones nos beneficiaremos. 
–Pero padre, yo no lo amo, ni siquiera lo conozco. 
–¡Lo sé!, amas y conoces a ese simple campesino que acabará con el honor de toda la familia ¡Ni siquiera sabe comportarse, te deshonrará, te avergonzará! –gritó su majestad extremadamente molesto. 
–Padre, no es cómo crees, al contrario, es un escritor que no huye de sus responsabilidades, valiente, tenaz y luchador. 
–Está bien hija, tu convicción cambió mi parecer, cancelaré el compromiso y pronto haremos los arreglos para conocer a ese chico. 
Luego de los actos formales, la princesa regresa satisfecha a su morada, llena de felicidad y aliento. Entretanto, el rey hace que lo dejen solo con uno de sus hombres de confianza. 
–Sabes quién es el hombre al que se refiere mi hija. 
–Sí, ha sido visto con la princesa. 
–Ve por él, y cuando lo encuentres, ¡mátalo!

MAY176. HOY HABRÍA CUMPLIDO DIEZ AÑOS, de Xavier Blanco

Me abandonó el sueño y empecé a contar los minutos. Uno detrás de otro. Intenté matar el silencio a puñaladas, a gritos, con todas mis fuerzas. También desnucar la oscuridad. Matarlo todo a golpes secos, a ritmo de olvido. Encendí la luz, pero los muertos no duermen, se sientan al borde de la cama y te miran con sus ojos vacíos. Luego deambulé por la casa, me acerqué a la ventana; llovían palabras que cuarteaban los cristales: víctima, soledad, culpa. Vocablos que infectan las heridas. Me asfixiaba, abrí las puertas, las ventanas, los cajones. Se habían acabado las pastillas. Quise huir y volar con una escoba, planear entre las nubes; ni siquiera tuve agallas. Chillé. Conté otra vez los minutos, los segundos, pero el tiempo nunca se acaba. Ese ruido metálico seguía carcomiéndome las entrañas. La casa olía a goma quemada. Franqueé la puerta de la habitación y mi pequeña sonreía, vestida de princesa, desde una foto colgada en la pared. Me hablaron los juguetes. Luego cerré los ojos y escalé montañas, para acabar tirada en el suelo.
Sigo aquí, inmóvil. Todo está lleno de lodo.
No frené a tiempo, eso fue lo único que ocurrió.

http://xavierblanco.blogspot.com.es

MAY175. LA PRINCESA RUBIA DE CORAZÓN NEGRO, de Purificación Menaya Moreno

Cuando la princesa Violeta nació, los astrólogos le pronosticaron un don extraordinario para la música. Para desarrollarlo, el rey y la reina contrataron a los mejores maestros. Pero el arpa aburría a la pequeña Violeta y desafinaba ante el inflexible clavicémbalo. Recién estrenada su adolescencia, escapó del palacio: ansiaba conocer la auténtica música del mundo, sin academicismos refinados. Perdida en los pasillos del metro, escuchó una melodía arrebatadora. Guiada por ese ritmo que arrastraba sus emociones, encontró a un músico negro que extraía íntimos sones de jazz a un saxofón. 

Maravillada por aquel descubrimiento, la princesa pidió a los reyes un saxofón. Ellos, escandalizados, se negaron: ¿rebajarse a instrumentos de plebeyos? No, una princesa debía aplicarse en delicados instrumentos. 
Cuando se sentó ante el arpa, sus dedos emitieron un calambre, que hizo saltar las cuerdas. Estas se enrollaron en el moño de su maestra arpista, que salió espantada de la sala. 
La princesa, liberada, respiró hondo, cerró los ojos y empuñó un instrumento invisible; lo acarició con los dedos y sopló con sus labios. La melodía disolvió su cuerpo en vapor violeta y salió por la ventana, para materializarse en un club del Soho, junto al saxofonista de jazz.

MAY174. JANE DOE, PRINCESA ETERNA, de Miguel Ángel Page

Se ha cansado de ser heredera del reino de los muertos. Tiene que tratarse de eso, dice uno, mientras los demás asienten frente al sepulcro de Jane. Lo cierto es que le hemos dado mil vueltas y no se nos ocurre otro motivo posible. Descartamos mal de amores sin dudarlo; apenas hace unas semanas celebraron sus bodas de cuarzo negro henchidos de felicidad. Dieciocho años desmembrando sueños en compañía y sosiego. Su familia permanece unida, más ahora que arrecian las primeras críticas por el modo de gobernar la necrópolis. La gente pretende que cualquiera que fallezca, sea quien fuere, pueda hacerse un día con las riendas del camposanto. Amigas no le faltan; tan azarosa fue esa década al otro lado. Parecen no quedar demasiadas opciones. 

Yo, que la he cuidado lo mejor que he sabido desde que llegó, no me resisto a verla sufrir. Últimamente, apenas se relaciona con nadie. Vaga perdida, y solo abandona esa mirada exangüe para observar minuciosamente a su madre.
 Jane está deseosa, y triste.
 Quizá una noche tenga suerte y el enterrador anuncie, por fin, el acontecimiento; cuando todo el pueblo grite al unísono aquello de “la reina ha resucitado, ¡viva la reina!

MAY172. NO ES TRISTEZA, de Mei Hiei

Al mirar por la ventanilla del avión, a medida que ascendemos, veo la terminal aérea de Toronto empequeñecer. Karl, mi amigo por internet, quedó allí. No pude evitar que se escapase una lágrima cuando se despidió: 

“Temo mucho no estar a la altura de mi compañera de batalla. En el videojuego, personificando a la Princesa Karuna, eres astuta, intuitiva, osada, de movimientos gráciles, asertiva… Yo solo soy la fuerza bruta que sigue tus órdenes, neutralizando los enemigos de cada nivel, mientras tú descifras los acertijos y localizas los trofeos que nos permiten avanzar. Eres igual a tu personaje, eres real, eres hermosa. 
No quiero perderte. Haré todo lo posible para estar a tu nivel, para ser tu compañero en las batallas de la vida real. Eres mi princesa, prometo que lucharé por volver a estar juntos. Hasta entonces, no permitas que tu corazón se entristezca, pues me harás sufrir.” 
Vuelvo a mi realidad, en un vuelo comercial de vuelta a casa. Mi familia, de origen asiático y tradicionalista (cuando conviene) no estará muy feliz con esta relación. 
Espero que Karl me perdone, no estoy triste sino preocupada. Por esta princesa tendrás que enfrentar muchas batallas… algunas te harán sufrir.

66627. AMANECÍA, de Asunción Buendía

Amanecía. Nunca deseó tanto ver la claridad que daba color al horizonte, perfilando poco a poco las siluetas de los montes circundantes. Pudo contemplar la dimensión de sus heridas. Si esperaba que todo hubiera sido un sueño, ahora tenía la prueba de su realidad. Pero estaba a salvo, aquel árbol tenía un hueco donde había pasado la noche, entre aullidos y la lucha por controlar la sangre que manaba de sus heridas. Los aullidos habían cesado. Asomó la cabeza unos centímetros. Le llegó una ráfaga tibia de nauseabundo aliento, acompañada de un gruñido bestial y la última imagen que vería en vida: unos enormes colmillos que la atravesaron con implacable rapidez.

66624. GÉNESIS, de Mei Morán

Amedrantada, la niña vino a pedirme ayuda. Le di cobijo. Exhausta y febril se acostó en una pequeña habitación, donde guardaba mis recuerdos de infancia. Al poco tiempo, desde la cama empecé a oír unos bramidos espeluznantes. Fui al cuarto de la nena. Al abrir, el rojo carmesí de sangre, repartida por todas las paredes cegó mis sentidos. No vi a la muchacha. El espacio rebosaba de pequeños monstruos de hedor insoportable. Luchaban entre sí por hacerse un sitio en la ubre de la bestia estirada en la cama. No daba abasto a amamantar a las decenas de crías que había traído al mundo. Me miraron todas a una. Cerré y eché a correr, sin mirar atrás ni una sola vez.

MAY171. FIN DE FERIA, de Pablo Vázquez Pérez

Los operarios terminaron de recoger las atracciones y guardaron las lonas y estructuras en los vehículos. El gallo cantaba cuando la caravana de camiones y demás automóviles se alejaba del pueblo. 
Ray, el tragafuegos, transportaba el camión con la pecera de su mujer, Marta la Sirenita. En otra furgoneta, la Mujer barbuda cantaba con su novio, el Hombre Anguila. Clara, la pitonisa, adivinaba todo lo que le pasaba por la cabeza a su copiloto, Fran el Mago. 
El viaje hasta la siguiente ciudad se presentaba agradable para todos los feriantes, menos para Eva, la princesa feliz. Lloraba desconsolada en su motocicleta, sin saber cómo se había escapado su sapo.

66626. HABERLAS HAYLAS, de Mª Elena Sánchez

Aquelarres y conjuros, presagiaban la desgracia.
La madrugada de difuntos, disfrazada de deseos ocultos, dispuestos al desenfreno, se apoderó de los habitantes de la aldea. Todos acordaron dar muerte a la raposa.
Enmascarados y ahogados por el orujo, corrieron tras la bestia, adentrándose en el bosque. Piedras y palos golpearon el cuerpo del animal, que yacía ensangrentado exhalando sus últimos suspiros.
La raposa, como la madre que la gestó, fueron víctimas de las supersticiones.
Cuentan, que el canalla que la forzó, la obligó a beber. El brebaje equivocó los efectos. Siete meses, hasta el día del alumbramiento. Catarina murió y el engendro vio la luz.

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