Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

ANIMALES

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en ANIMALES

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el 5º de este año serán LOS ANIMALES. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de AGOSTO

Relatos

SEP87. NOS VEMOS EN KAIROS, de Concha García Ros

Apenas advierto el incesante tic tac. Son tantos años en este lugar escuchando el sonido de los que atrasan, los que adelantan, los de pared, los despertadores, los de cuco, los vulgares, los de coleccionista…, que éste se ha convertido en un silencioso ruido que sólo percibo con mucho empeño.
Pero ayer pasó algo insólito. Cuando él entró en la tienda, todos, sin excepción, realmente dejaron de sonar. El intenso silencio se podía casi tocar. Cuando, despacio, se acercó sonriendo y me besó, sentí lo mismo que aquella primera vez.
Hoy dudé, pensé que sólo había sido un sueño, hasta que encontré una nota en mi bolsillo. Era su letra, la misma de antaño. “Te espero en Kairos”, decía.
Mi reloj se ha vuelto a parar a la misma hora. Sólo escucho el chirriar de la puerta al abrirse y el ritmo acelerado de mi corazón.

SEP86. LA RECAIDA, de Ramón González

Con la respiración agitada, miraba fijamente la pequeña bolsita. Iba a hacerlo y sabía que iba a hacerlo. No lo había hecho aún porque no podía creer que fuera a hacerlo. No podía creer que fuera a tirar al retrete más de un año de su vida.

Más de un año. Trescientos noventa y dos días para ser exactos. Más de un año de médicos y terapias. Trece meses de sufrimiento, de ansiedad, de insomnio, de tratamientos de probada eficacia, de pequeños fracasos, de tratamientos alternativos. Con voluntad de hierro, con la ayuda incondicional de su familia y unos pocos y selectos amigos. Evitando tentaciones, evitando lugares, evitando según qué compañías.

Volvería a ver lágrimas en los ojos de su madre, nunca enfadada pero siempre triste. Preocuparía otra vez a sus hermanos, siempre delicadamente pendientes de su evolución, prudentes pero firmes en su apoyo. Iba a decepcionarlos a todos.
Porque iba a hacerlo. Con ansiedad, cogió ambos lados de la bolsa haciendo pinza con índices y pulgares y tiró. Al oler los doritos salivó de tal manera que, mientras engullía el primer puñado, unas babas con tropezones le caían por las comisuras de los labios.

UN BELLO CÍRCULO QUE SE CIERRA

El Sendero del Agua eligió un relato de Nacho Rubio como ganador de su primera convocatoria y le obsequió la posibilidad de alojarse aquí en alguna ocasión.
Nacho Rubio obsequió a su vez esta posibilidad a Adela y Antonio.
Adela y Antonio han pasado unos días aquí; acaban de marcharse dejando un obsequio para el Sendero en su libro de visitas, éste…

CONCIERTO EN VERDE

Desde le verde, verde glauco
hasta el verde, verdi negro
todos los verdes del verde
se dan cita en el Sendero

Verde erizo de castaña
verde ciprés, verde helecho,
verde manzana de sidra,
verde pasto, verde tejo.

verde de la yerbaluisa,
verde hierba en prado abierto,
verde de los avellanos,
verde de menta y romero

verde jazmín perfumado
verde nogal, verde fresno,
verde roble, verde hiedra,
verde aliso, verde acebo,

verde abedul y quejigo
verde rosal, verde viento…
Verde el Sendero del Agua
verde el agua del Sendero
todos los verdes a coro,
en verde, verde concierto.

Un círculo de obsequios y palabras se cierra.
Gracias por tan precioso regalo.

SEP85. UNA ESTACIÓN A LA QUE VOLVER, de Carmen Aguado

¿Por qué iba a querer volver a intentar que lo nuestro saliera bien, si yo soy el mismo y tú no has cambiado, si seguimos siendo los mismos jóvenes llenos de ilusiones que se despidieron en esta misma estación hace más de veinte años, rumbo a una ciudad que prometía ilusiones y a la que jamás debí permitir que me separara de ti?

SEP84. ENVOLVER, de Òscar Pareja Bañón

Lágrimas desbordadas lo transportan a esbozados recuerdos de fuentes de agua, a escapadas fugaces, donde fue robado su primer beso.
Al cerrar sus ojos, la voluntaria ceguera, lo devuelve a espacios oscuros, a ventanales de lugares con encanto, al primer encuentro entre sábanas anónimas.
Mantener la calma, ahora sin él y con él en su mente, será un espejismo en el desierto, una utopía sin futuro, una improbable vuelta.
Otros recuerdos lo bombardean de sonrisas perdidas, de vaporosas caricias, de palabras que envuelven momentos especiales, únicos y que no volverán.
Romper, aceptar la ruptura definitiva del amor de tu vida, es lo más duro. Es otra muerte. Todo pierde su sentido y el caos te acecha, cual ave de rapiña, preparado para alimentarse de tus recuerdos de eternidad con él.
Rencor.
Odio.
Toda una historia iniciada y acabada en cinco palabras. Ese es el resumen de los años compartidos, de los momentos vividos y con el deseo inexistente pero real, de su imposible regreso.
“O él o yo, decide”. Le miró a sus pétreos ojos grises y las actuales lágrimas diluyen el sonido de aquel “él” que lo ha envuelto de soledad y silencio, cual Hércules tras sus victorias.

SEP83. A ¿CASA?, de Esperanza Tirado Jiménez

Volvemos a casa, le informaron sus padres con gran entusiasmo.

Durante dos semanas la actividad fue frenética en el complejo de bungalows playeros que la familia regentaba.

Papeleo, maletas, órdenes, consejos y reuniones de última hora con sus socios locales, reservas de avión,… Mil preparativos en los que él no tomó parte. Tan solo llenó un macuto con algunos de sus ‘tesoros’. No sabía qué llevarse. Su casa estaba allí, en los bungalows. La playa enfrente, el mar azul, el sol dorado, el pueblito de casas bajas multicolores,… Allí había vivido hasta su adolescencia y allí era feliz.

Pero aquella estancia era temporal. Sus padres deseaban volver a su país, a su ciudad, a casa. Ese país, esa ciudad, a él le resultaban algo extraño, oscuro, lejano. Más lejano que los casi 10.000 kilómetros que tenía el ancho océano que separaban su isla, -su casa-, de su nuevo destino.

Llegó el día. Una lágrima rodó por su mejilla al alejarse de la playa y de su vida. En el avión sintió mariposas, de mareo y de tristeza infinita. Su madre le abrazó, intentando consolarle. No había consuelo posible. Presentía que cuando aterrizaran nada sería como en su isla.

SEP82. COMO UNA ESQUIRLA, de Javier Palanca

Se dice que Víctor Balbuena volvió ciego de la guerra.
Según los médicos, a causa de una esquirla de metralla alojada en su cerebro. Según él, no era más que vista cansada; un hartazgo de visiones insoportables que transformaron la miseria humana en resultados.
Aquel día, con la nieve blanqueando el pueblo, y cuando intuía que la frialdad de sus dedos anunciaba los últimos suspiros de sus agotados pulmones, me hizo llamar.
Ya junto a su lecho de hierro forjado,me dijo, con palabras entrecortadas por la fatiga, que su peor condena había sido no volver a discutir con mi padre tras la contienda, que no había vuelto a tener un contrapunto como él en aquellass tertulias del casino y en las entonadas lidias en fiestas.
Yo, desconcertado y emocionado, le pregunté si no había sido peor la ceguera, y fue entonces cuando él me regaló la complicidad:
-Tienes los mismos ojos verdes de mi añorado amigo Eladio.

SEP81. VOLVER A ELEGIR, de Antonio Nieto Díaz

Últimamente no visito a mis clientes. Desde hace años, estos parecen no necesitarme; como si el mercado de nuestro producto estuviera consolidado y, sin apenas publicidad, la mayoría terminan en nuestra Asociación.
No obstante, Felipe Miñones, un pensionista que gozaba de una vida tranquila, no paraba de invocarme. Tanto fue su insistencia que, para no perder la costumbre de lo que fue mi trabajo en otros tiempos, acudí a valorar su petición.
Felipe ofrecía su alma por volver a aquella situación cuando eligió a Anita, su actual mujer, en lugar de Paquita su novia de adolescente. Estaba convencido que eligió la peor de las alternativas y quería negociar.
Me dio “pena” y accedí. El primer año de su nueva vida fue agradable; el segundo no tanto, y el tercero inaguantable. A tanto llegó su desesperación que volvió a llamarme para un nuevo trato: deseaba volver con su esposa inicial. No accedí a su petición por piedad.

SEP80. SÍNDROME DE ULISES, de Manuel Montesinos

He llegado a casa, a mi casa de siempre, con mis muebles de siempre, mis mandos a distancia, el agua corriente y el supermercado. He llegado a casa y sólo pienso en volver a sus ciudades ruidosas y a sus coches atestados de gente transitando carreteras polvorientas.

He vuelto a casa y mi corazón busca la bravura del río, la bondad de sus habitantes y la protección de sus dioses. Necesito su música, la cadencia del dromedario, el fraseo de la serpiente y el compás de las estaciones húmedas.

Si no vuelvo olvidaré cómo leer el horizonte y las variedades del té. Dejaré de tropezar con los tesoros de agua potable y los lugares donde la mitad de la gente piensa que todo irá bien, y la otra mitad cree en la magia.

Sueño que el viento me transporta a fronteras de mil dialectos y arena tibia donde los pies no se queman y las heridas las cura la tradición oral. Sueño con el tacto de sus ropas tintadas en el cielo por fuegos artificiales.

Ni siquiera he desecho mi equipaje. Mañana prepararé todo para volver a cualquier lugar donde me lleve mi voluntario ser.

http://montesinadas.blogspot.com.es/

SEP79. A VECES ES MEJOR NO VOLVER, de Mari Carmen Brun Martín

Hacía mucho tiempo que la abuela había fallecido y desde entonces no habíamos vuelto a la casa que esta tenía en la sierra.

Aquel fin de semana decidimos ir.

La casa, a la que daba acceso un precioso jardín, estaba en lo alto de una colina desde donde se divisaban las oscuras aguas del pantano y del que se contaban historias espeluznantes.

Cuando llegamos a nuestro destino, bajo un cielo amenazante, una sensación de insufrible tristeza nos invadió.

Todo era desolación. La vegetación del jardín había sido sustituida por la maleza y era imposible imaginarse que allí, en otro tiempo, hubiera existido vida. Después de un trueno que hizo temblar la tierra, el sentimiento de tristeza fue sustituido por el de terror.

Nos costó mucho abrir la puerta de la casa, una bofetada de olor a polvo y moho nos sacudió la cara…

De repente, un relámpago iluminó la estancia y mientras que la abuela nos sonreía desde el retrato que colgaba de la pared, un grupo de murciélagos surgió de dentro de la chimenea dándonos un susto de muerte.

Pusimos en venta la casa y no volvimos jamás.

MARI CARMEN BRUN MARTÍN

SEP78. LA VUELTA AL COLE, de Marga González Acinas

Dice mamá que hoy es un gran día porque voy a volver a ver a mis amigas y al profe y a tocar el violín en el conservatorio.
Yo la creo, porque casi siempre razón pero… en el pueblo no se estaba mal.
Mamá dice que allí no debemos estar mucho tiempo porque nos asilvestramos y nos aburrimos.
Pero yo allí puedo tirarme con la bici por las cuestas y chillar como una loca jugando al tepillo. Además no tengo nunca prisa, porque la abuela me llama desde la ventana cuando tengo que volver.
También se puede pescar pececillos, bañarse en el río, hacer concurso de escupitajos, coger mariposas y otro montón de cosas.
Ayer lloré un poquitín despidiéndome de los abuelos, pero casi nada porque ya soy mayor.
Hoy con mi uniforme nuevo y los zapatos relucientes estoy más contenta; sobre todo porque voy a jugar con la mema de Marieta que es mi compa de pupitre, escuchar las monsergas del profe procurando dormirme con los ojos abiertos y tocar la mierda esa del violín que suena como un gato con el rabo pillado por una puerta.
¡En fin la típica vuelta a cole!

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