Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
días
2
0
horas
1
0
minutos
4
0
Segundos
4
9
Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

MAY38. PRISIONERA DE SU CUERPO, de Antonio Nieto Díaz

Cada miércoles a las seis de la tarde y con puntualidad británica, visito a una joven enferma de ELA y la entretengo con canciones de los Beatles o de los años setenta y ochenta: su música favorita.
Ella, en ocasiones, me recibe sentada e inmóvil en su sillón rojo rodante, con una sonrisa natural que me alegra el alma. Otras, sin embargo, su cara de circunstancias refleja lo dura que fue la semana.
“¿Qué tiene la princesa?” -suelo preguntarle a mi llegada-. Ella, forzando una sonrisa me cuenta sus problemas, sus sensaciones, sus dificultades para vivir cada día y evitar la desesperación. El “Let it be” o “Here comes the sun” cantados con mi gruesa y desgarrada voz resuenan como bálsamos contra su tristeza; sonríe con mis repetidos desafinos y después me pide que le limpie las dos lágrimas derramadas sin intención. Y me mira dulcemente como si nada de lo que brutalmente ocurre, estuviera ocurriendo.

MAY37. BUENOS DÍAS PRINCESA, de Asunción Buendía Hervás (Asun)

La voz le llegó desde algún punto detrás de ella. Princesa, nadie la había vuelto a llamar así. Habían pasado demasiados años, sin embargo volvió a sentir una punzada de dolor, emoción y ansiedad. Todo en los pocos segundos que tardó en darse la vuelta y ver a un hombre, que la observaba sonriente, y ella ladeó la cabeza en gesto interrogativo y expectante.
– Princesa, soy yo, ¿no me reconoces?
Eso era exactamente, no lo reconocía.
Había llorado mucho por él. Hubiera dado todo por escuchar toda la vida como la llamaba princesa. Y ahora 20 años después la casualidad, o el destino, ponían las cosas en su sitio. Le contempló largamente, hasta que con una radiante sonrisa, y un suspiro, como quien se ha quitado el peso de una pena que llevara a cuestas durante años, dijo:
– Ah!, si, eres tú, cuánto tiempo ¿no?, Te veo muy bien -mintió- pero… tengo un poco de prisa, ya nos hablamos ¿vale?
– Vale, pues adiós princesa…
Y salió disparada en dirección contraria a esa voz, que era lo único que quedaba reconocible del que ella había creído su príncipe azul.

MAY36. EPÍSTOLAS, de Lluís Servé Galan

Arrodillada en el suelo, llora. Desconsolada. ¿Qué tendrá la princesa?, diría su príncipe azul, aprendiz de poeta. Se echaron a perder sus labios, tan lívidos y pálidos que ya no suspira sino que solloza. El llanto nubla su mirada liviana con una pesadez que la ha desvelado noche tras noche desde hace… tan siquiera lo recuerda, ha perdido la cuenta. Tantas epístolas con versos, tantas palabras para hacer que soñara en jardines exóticos, en idílicos parajes, que se convirtieron en sueños rotos entre coladas y fregados, con el hilo musical sin fondo del completo silencio. Pero ese necio, que la había conquistado con falacias, nunca preguntó qué tenía, por qué lloraba. Solamente la gritaba por una arruga en la camisa, por no quedar cervezas en el frigorífico, por no corresponder a sus necesidades. La única pregunta sensata que le ha hecho estos últimos años, de maltrato constante, ha sido referente al cuchillo que empuñaba. Su única pregunta, la que ella se formulaba en silencio, se ha respondido con la de él. En su pecho atravesado, todavía se encontraba su corazón sangrante y el de ella, gélido con tanto menosprecio, impávido. Ahora, mientras recoge la sangre, llora en el suelo, arrodillada.

http://deomises.blogspot.com.es/

MAY35. UNA VERDADERA PRINCESA, de Maricarmen Brun Martín

-¡Cómo te quiero princesa! y es que tú eres mi princesa.
Desde que llegaste a mi vida todo ha cambiado y es que, solo tú, sabes comprenderme. Mamá siempre me castiga porque Juanito y yo nos peleamos, pero tú sabes mejor que nadie que la culpa es suya.
Y esos niños malos que me llaman gafitas ¿a que a ti no te importan mis gafas?, por las noches me las quito y bien juntitas que dormimos las dos. Sabes, te voy a hacer un precioso vestido de princesa, mejor de reina, con una corona de brillantes y un collar de perlas y vas a ser la envidia de todas las demás muñecas que serán tus damas de compañía.
No quiero que estés triste nunca y como sé que te gustan mucho los cuentos, esta noche te voy a contar uno muy bonito que anoche me contó mi abuelita María: ESTO ERA UN REY QUE TENIA, UN PALACIO DE DIAMANTES, UNA TIENDA HECHA DEL DÍA Y UN REBAÑO DE ELEFANTES…

MAY34. DE VUELTA A CASA, de Nuria Casado Marco

Con las mejillas arreboladas por efecto del aire y el sol, observa el vaivén de las olas y se deja llevar por esa placidez mareante, cautivadora, que le hace experimentar una sensación de plenitud como nunca antes había sentido. Recuerda la primera operación, pues hay una barrera como una cortina de niebla espesa, que le impide buscar más allá. Nunca supo lo que ocurrió. Siempre mimada por su padre, un viejo pescador que la llamaba “mi princesa del mar”.
Sin imaginar la verdad, ni el porqué de su permanente tristeza, contempla las cicatrices en sus piernas, y se sumerge despacio en el agua. Siente un estremecimiento cuando un cosquilleo agradable sube por sus extremidades, extendiéndose hacia la cintura, mientras se produce la metamorfosis. Poco a poco se va disipando la bruma de su memoria y empieza a comprender la insistencia del viejo marinero, a veces súplica, de que no se acercara a la orilla.
Brillantes escamas plateadas van transformando su macerada carne, mientras una mueca de perplejidad se extiende en su rostro, es entonces cuando atraída con la fuerza de un imán hacia el fondo de las aguas, se desvela esa parte insondable de su historia.

MAY33. ¿QUÉ TE PASA, PRINCESA?, de Fernando da Casa de Cantos

Tu triste carita de turrón de azúcar me entristece.
Paseas alegre en mis fantasías, como ninfa púber de mirada infantil.
Pero esa mirada ya no es alegre. Ya no es púber. ¿Infantil? No sé.
Tus caricias alegraron mi espíritu, lo elevaron al cielo, me sentí Dios.
No entiendo qué hiciste con el Diablo, por qué te dejaste engañar.
¿No sabías que te quería? Te quiero, te princesa, te quiero. Te querré.
Tú no me quieres, tú me engañaste, yo te enseñé. Ahora te ensañas.
¿Por qué no me hablas? Ya no puedes ¿No te disculpas? Tú no quieres.
Zorra, más que zorra… Eso te diría otro en mi situación.
Yo te sigo llamando princesa. ¿Qué te pasa, princesa?
Tu sangre llevo en mis manos, tus ojos me miran sin mirar.
Tu corazón ya no late, ya eres mía para siempre.
No necesito que me respondas.
Hijadeputa.

www.serfineu.blogspot.com

MAY32. EL PELUQUERO DE BARBIES, de Juana Mª Igarreta Egúzquiza

A Manuel le encantaba jugar con las muñecas de su hermana Candela. Peinaba a las Barbies haciéndoles unos recogidos muy estilosos. Y mientras Luisa, su madre, a esto no le concedía mayor importancia, a Juan, su padre, no le hacía ninguna gracia. Decía que jugar con muñecas era cosa de chicas…

Una noche Manuel escuchó una conversación entre sus padres:
– Oye, Luisa, ¿este hijo nos habrá salido “rarito”?
– No lo sé – dijo su madre.
En este punto de la conversación, se cerró la puerta de golpe y ya no pudo oír nada más.

Llegó el cumpleaños de Candela y entre los regalos hubo uno que llamó especialmente la atención de Manuel: un maravilloso disfraz de princesa.
Aprovechando un momento que todos estaban en el salón, Manuel entró en el cuarto de Candela y se puso el disfraz. Se quedó hechizado ante el espejo viendo su menuda figura envuelta en raso y puntillas. De pronto, entró su padre. El corazón de Manuel galopaba. Juan se le acercó y, cogiéndolo cariñosamente en sus rodillas, le preguntó: – ¿qué le pasa a la princesa? Manuel abrazado a su padre rompió a llorar, preso de una emoción entretejida de alivio y esperanza.

MAY31. PRINCIPE DE BEUKELAER, de David Vivancos Allepuz

Os comprendo muy bien, claro que entiendo lo que decís… –rezongó volviendo a abrir los ojos y renunciando definitivamente al beso–. Pero contadme… ¿qué tiene él que yo no tenga? ¿Es su apostura la que os cautiva? ¿O acaso su juventud e inteligencia? ¿Su educación exquisita? ¿El delicado modo con que tañe el laúd? –prosiguió con cierto despecho, saltando de un lado para otro entre pregunta y pregunta–. Podéis ser franca conmigo. Un momento… es por su mata de pelo, ¿verdad? –hablaba el sapo verrugoso entre jadeos, motivados por el esfuerzo que le suponía esquivar los pisotones de aquella princesa histérica que no paraba de chillar–. Ajá, ¡eso es! –exclamó, triunfante–. ¡Es por su mata de pelo! ¡Ahora lo entiendo todo!

MAY30. ANHELO, de Cristina González Prieto

“La princesa esta triste… ¿Qué tendrá la princesa? Los suspiros se escapan de su boca de fresa, que ha perdido la risa que ha perdido el color”… Hacia tanto tiempo… Desconozco el motivo por el cual ese pequeño fragmento de la Sonatina regresaba después de tanto a mi memoria. No puedo evitar reírme sola. Recuerdo con que ímpetu mi padre siempre me repetía una y otra vez “esto es como montar en bici, una vez lo aprendes, jamás lo olvidas”. Mas, cuan errado estaba. Hace mucho olvidé como conducir aquel chisme, pero por mucho tiempo que pase jamás olvidaré el enigma de la princesa. Quizás los poemas sean mi bicicleta pues, por más que persista, me olvidé de olvidarlos.
¿Qué le pasaba a aquella princesa de ensueño? Pobre princesa de boca de fresa, si aun siendo princesa su rostro palidece ante la luz del sol y sólo la libertad de su prisión dorada puede devolverle la sonrisa.
Princesa que tiene todo lo que los demás anhelan mientras que ella desea poseer aquello que el resto del mundo ve como una condena. Siempre deseando lo que los demás tienen… Así es nuestro mundo… así es el mundo de la princesa.

MAY29. AÑORANZA, de Gloria Arcos Lado

Los últimos tiempos no eran dignos de ser recordados.
Años atrás sí que valía la pena vivir. Todo era encantador. Sus vidas entonces todavía les pertenecían, no como ahora, que siempre estaban en boca de todo el mundo y se encontraban a expensas de cualquier desaprensivo.
Mientras sus padres gobernaban gozaban de todos los placeres.
Ellos, empezando por su hermano, llamado a ser el futuro monarca, y ella, la princesa Ana, así como su querida hermana mayor, Victoria, eran bienvenidos en todas partes.
Los súbditos de sus padres, sus Serenísimas Majestades, se peleaban siempre por estar cerca de ellos, mientras intentaban convencerse que tenían alguna influencia sobre la Familia Real.
Pero después del golpe militar se convirtieron en parias y apátridas.
Tuvieron que salir a toda prisa y se vieron obligados a abandonar su país, apenas con lo puesto, para evitar que se repitiera la historia de sus primos lejanos, los Romanov.
Ahora que eran ciudadanos sin país, estaban siempre en manos de varios cortesanos que les ofrecían sus servicios y su ayuda económica desinteresadamente, cumpliendo las antiguas reglas señoriales, ahora en desuso.
Y todavía osaban preguntarle ¿Por qué estás tan triste?

MAY28. DE HÉROE A VILLANO, de Mariano Álvaro

La primera vez que entré con ella en casa dormitaba en mis brazos; la llevé hasta su nueva habitación y la deposité lentamente en su cunita. Habíamos preparado para ella un lugar especial, de cuento de hadas, donde no faltaba el castillo (las paredes de nuestro hogar), ni el dragón protector (nuestro perro Totó), ni los reyes (mi mujer y yo), ni sus juguetes y vestidos de princesa.
Fueron años felices en los que nuestra pequeña crecía sana y feliz. Sin embargo, algo estaba a punto de ocurrir.
Nuestra princesa empezó el instituto y ya no quería ser princesa; ni nuestra. El odio y resentimiento se alojaron en su corazón, sin causa justificada. Cambió sus preciosos vestidos y sus zapatitos de charol por ropa botas militares; se hizo un piercing en la lengua, otro en la nariz, otro en la ceja y no sé cuántos más en las orejas. Cortó su larga melena y convirtió su hermoso cabello en una especie de cresta.
Ya no reconocía a mi princesa. A nuestra princesa. ¿Qué le había ocurrido?
Un día me enteré de que el príncipe había dejado de ser el héroe para convertirse en el villano.

Nuestras publicaciones