Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SERENDIPIA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en SERENDIPIA

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LA SERENDIPIA. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
días
1
1
horas
1
4
minutos
1
4
Segundos
5
9
Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE NOVIEMBRE

Relatos

JUL130. LA BÚSQUEDA, de Belén Molina Moreno

Mario se interna en el mundo secreto de su padre. Espera encontrar un resquicio de pensamiento asomado y descubrir los que están retenidos por la barrera de oscuridad. Preferiría no hacerlo porque explorará los que le coaccionaron en su infancia y tocará los que hicieron estallar las tremendas batallas libradas en su adolescencia.
Siente la calidez de la mano que mantiene apretada, la misma que le llenaba de confianza camino del colegio y se adentra en la espesura de los pensamientos paternos cantando “Mambrú se fue a la guerra”, la canción que cantaban a voz en grito durante los interminables viajes de veraneo familiar.
Avanza entre el bosque de densidad sólida y encuentra al fin la tronera por la que asoma una punta de lucidez rodeada de ramas secas, pensamientos antiguos y Mario canta. Vuelven a cantar los dos a voz en grito esa canción antigua, luminosa y frágil que les une eternamente.

JUL129. RESPUESTAS, de Mei Hiei

¿Arrepentirme de haberte conocido? Preferiría no hacerlo. La distancia que siempre nos ha separado, pudo suponernos el dolor que provoca la lejanía, el sinsabor de los reproches de amigos y familiares.
Cuatro mil kilómetros no parecen mucho cuando son sólo palabras. Físicamente son un muro de responsabilidad, compromiso y seguridad.
¿Arrepentirme de sentir lo que estoy sintiendo? Preferiría no hacerlo. Es un sentimiento no explorado antes y del que temo no volver a sentir por otra persona que no seas tú. Ignoro si todo está fundado en algo real y tangible, o si es solo un sueño que añoro.
Todos me aconsejan, me advierten de los peligros de una relación a distancia como la que tenemos, ¿lo hacen por mi bien o por su tranquilidad?
Podría decirte todo esto mientras conversamos esta noche, preferiría no hacerlo. Cuando hablo contigo soy tan dichosa, que estos momentos de felicidad, prefiero no empañarlos con dudas.
La decisión, el riesgo, los obstáculos, son nuestros. Ellos serán abatidos por nuestra honestidad, confianza y amor del uno por el otro.
Mi respuesta es no. No me arrepiento de haberte conocido, de sentir lo que siento…y sí, Si quiero compartir mi vida contigo.

JUL128. 0PUS TEXELATUM, de Luis Carlos Castilla Ortiz

Sus ojos, vidriados en ambarinas teselas, observaron la serena figura que señalaba la salida a su espalda. En su memoria amerizó la letanía de alguna vieja canción interpretada en el pasado. Si cruzaba el umbral, todo estaría perdido. Derrotado, movió la cabeza mientras el cerrojo se arrastraba a su fin. Asió su bolsa vacía de esperanza, bajó las escaleras y salió a la calle con el paso desganado de quien no va a parte alguna. Pasado un tiempo, volvió sobre sí para regresar. Sin pensar, apretó el botón del portero para escuchar su voz:
¬–¿Quién?
–Preferiría no hacerlo–apenas un susurro acudió en su auxilio, después, silencio.
Abatido, se dejó caer en el portal y esperó a que las líquidas teselas arasen sus mejillas con su rastro salado. Rememoró el día en que la luz se hizo color, el tacto calor y el vértigo danzó en su estómago. Abrazó la bolsa, su aroma todo lo impregnaba, abrochó su mirada y vio a centenares de mariposas componer el mosaico de su vida. Fue entonces cuando una sonrisa descarriló las lágrimas de sus mejillas y la luz esculpió su mirada.

http://elblogdeluiscar.blogspot.com.es/

JUL127. JUSTICIA EN LA CORTE, de David Moreno

Las calles fuera de Palacio descubre por accidente a sus dieciocho. Los sirvientes que corrían tras él no pudieron frenarle, fueron incapaces de evitarlo esta vez. Enseguida los ojos huecos de una niña se le clavan en lo más hondo del corazón. No entiende qué hacen las moscas alrededor ni el silencio que se respira allí. La alegría por primera vez siente que huye. Tanto dolor repentino no lo soporta. Y regresa. Enojado, abatido, confuso. Y busca. Y encuentra al culpable, claro que lo encuentra. Sentado en el trono de oro con adornos de diamantes y zafiros junto a su madre. Necesita saciar la rabia que ahora lleva dentro y aunque prefería no hacerlo, los ojos se le bañan de lágrimas justo cuando su espada penetra a través del tórax de su progenitor.

JUL126. GARROTE, de Diego Rinoski

Pero oiga usted ¿Qué tipo de contestación es esa? Ande, ande, tire para allá que ya le explicarán los compañeros.
—Pero es que yo preferiría no hacerlo.
—Y dale con la mula al trigo. Olvídese de la parte negativa de su trabajo, hombre. Además, una vez que empiece verá como no es para tanto, con el tiempo puede que le coja el gustillo y todo.
—¿El gustillo?
—No me malinterprete, quiero decir, que mire para otro lado, que no se lleve el trabajo a casa y mucho menos a la conciencia, que en esta vida cada uno hace lo que debe y aquí paz y después gloria.
—No si yo no malinterpreto, lo que pasa es que…
—No me sea usted aprensivo, que aquí no estamos para juzgar a nadie. Es usted un hombre ¿verdad? Pues póngase firme, levante la cabeza, saque pecho y cumpla con su trabajo, cojones.
—Mire, yo no quisiera faltarle a usted ni a la patria, dios me libre, pero es que yo…
—Ya lo sé, preferiría no hacerlo, pero entonces ¿por qué carajo aceptó usted el puesto de verdugo?

JUL124. PREFERIRÍA NO HACERLO, de Marta Trutxuelo García

Comienza de nuevo. Conozco el proceso. Empieza por la cabeza: una tibia lluvia perla mi frente. «Preferiría no hacerlo«. Un repentino temblor me sacude de este a oeste. Me siento esperando su llegada. Aquí está. «Preferiría no hacerlo«. Mi mano lucha con el látigo que fustiga el latido de mi corazón. El galope continúa y acompaso mi respiración a ese ritmo frenético. «Preferiría no hacerlo«. Mi boca arenosa reclama la atención de otro de mis sentidos. Ahora son mis ojos los que corren por la estancia y se detienen en la vitrina: botellas ausentes, mueble abstemio, huérfano, tan desértico como mi boca. «Preferiría no hacerlo». Me dirijo a la ventana, el atardecer me golpea con su abrazo de invierno. Entre el vaho de mi desesperación surge la luz esperanzadora de un cartel luminoso que me atrae sin remisión. «Preferiría no hacerlo«. Me precipito escaleras abajo y salgo hacia un destino incierto. Mi mano acaricia un vaso tan frío como este
enero. El reflejo de mis ojos navega en el espejo improvisado de ese néctar cargado del color del crepúsculo, y, de un trago certero desaparece junto a unas palabras ahogadas por los efluvios de alcohol: «Preferiría...».

JUL123. ENTIERRO, de Marta López Cuartero

Cuando volví al final de la primavera a mi pequeña parcela encontré al señor Antonio, mi vecino, sentado bajo la sombra del olivo, apoyado en el tronco y rodeado de curiosos del pueblo que lo contemplaban santiguándose en silencio. Tenía los ojos abiertos, sin latidos, y una maraña de brotes verdes trepaban zigzagueando por sus piernas, brazos y cabeza, succionándolo hacia el torrente de savia.
– Venga usted a mi casa y coma algo, hombre de Dios- le repetí varias veces al verlo escuálido y demacrado, pero siempre me contestó que prefería no hacerlo, agradecido y con una sonrisa sutil, como resignada.

Desde que le expropiaron el huerto su voluntad se había marchitado
como las lechugas y los tomates, agostados al no recibir ya el agua del aljibe.

JUL122. BASADO EN SUEÑOS REALES, de Érika González Leandro

Ser una pesadilla no es fácil. Cada noche me escondo bajo la sombra de los sueños buscando el camuflaje de mi alma para evitar ser el elegido. Aunque no siempre funciona y entretanto los demás, cargados de magia y aventura, cabalgan cuidadosos por su pelo, yo me maquillo de maldad. El trabajo requiere de gran concentración, primero espero a que su inspiración me absorba, después la agito y así empieza el espectáculo. A veces le hago creer que su juguete favorito desaparece o que la abandonan en la puerta del colegio, ella grita y con la luz llega su madre y con su madre acaba mi turno. Luego regreso a casa, me reciben los aplausos de mis compañeros, no me siento orgullo pero pienso que mientras tenga el sueño de convertirme en sueño, de alguna manera no soy tan pesadilla.

JUL121. ¡RÍETE TONTO!, de Esperanza Temprano

Nació siendo un tipo serio. Tardó dos años en esbozar su primera sonrisa y ya tenía cinco cuando se arrancó con una carcajada. Después de estos prometedores comienzos ya no tuvo ningún otro conato risueño ni falta que le hacía hasta el pasado Viernes en el que, después de muchos meses de malestar general y pruebas médicas, el doctor le dio el remedio.
─Necesita usted reírse, caballero.
─Preferiría no hacerlo─ le confesó él.
─Pues morirá usted en poco tiempo abatido por el peso de la seriedad─ concluyó el médico.
Lo intentó primero ante el espejo, pero la fuerza de la gravedad había ejercido ya un poder incuestionable sobre las comisuras de sus labios, después frecuentando espectáculos cómicos, que no le hacían ninguna gracia para terminar haciendo unos ruidos guturales en el sofá que parecían más la invocación de un totonaca al dios de la lluvia que una risa.
Decidió terminar con su vida, antes de que ésta terminara con él y se lanzó al abismo por un acantilado. Mientras caía le sobrevino un golpe de risa sonora y liberadora y descubrió que estaba curado… pero un poco tarde.

JUL120. INMENSIDAD, de Raquel Ferrero Puchades

–Te quiero
–Lo sé
— ¿Y qué vamos a hacer?
–Creo que ha llegado el momento. Soy plenamente feliz, ¿y tú?
–Si
Analía y Diego se enraizaron en un abrazo. Se besaron con calidez, como a ellos les gustaba, como cuando se conocieron, haciendo de su boca sus manos, sus ojos, su latir, su cadencia. Omitiendo las palabras y sublimando los silencios. Absorbiendo la comunión de sus sentidos, la conversión de sus diferencias, la alegría del encuentro. O del reencuentro, porque supieron desde el primer instante que sus células se adivinaban. Una electricidad como aquella, envuelta en un aura sagrada, era como estar al borde de un precipicio del que sabes que algún día saltarás. Vivieron en su vértigo muchos días, muchas noches y se prometieron que jamás dejarían que la llanura se instalara en ellos. Habían descubierto, sin proponérselo, el más allá.
Preferirían no haberlo hecho, pero la certeza de estar presos en un cuerpo, y aún así sentir que la inmensidad del amor te libera de esa atadura, les dio las alas para saltar al precipicio.

JUL119. ISLA ILUSIÓN, de Mª Jesús Pueyo Ara (Patricia Richmond)

Zarpé en un barco fantasma, sin rumbo ni destino. Y durmiendo de día, oteando el horizonte de noche, envuelta en ecos de cantos piratas, surqué los siete mares.
Un día, al amanecer, divisé una isla y me acerqué a ella. Un fantasma me tocó el hombro y me entregó un pergamino. Era el mapa de Isla Ilusión y riendo a carcajadas me empujó fuera del barco.
Siguiendo el mapa llegué a un acantilado por el que tuve que trepar desgarrándome las manos, hasta llegar a una abertura en la pared.
Entré en la cueva y seguí las indicaciones del pergamino. Así llegué a una estancia con dos puertas iguales cerradas. El mapa sólo decía que había que elegir una y abrirla. Las estudié, me acerqué para escuchar, pero no obtuve ninguna pista. Las toqué con mis manos ensangrentadas y cerré los ojos.
La de la izquierda me transmitió una hermosa melodía, luz de luna, calor de abrazos apasionados… En la de la derecha noté el tacto de una mano sobre la mía, luz del sol, serenidad…
No tuve ninguna duda. Di media vuelta y salí sin abrir ninguna, para volver a mi barco, con mis fantasmas.

Nuestras publicaciones