Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

ANIMALES

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en ANIMALES

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el 5º de este año serán LOS ANIMALES. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de AGOSTO

Relatos

66618. EL ELEGIDO, de Ginette Gilart

Al nacer, su madre se desangró dándole la vida. A los seis meses, un incendio en su casa acabó con la vida de su padre. Con seis años demostraba tener una inteligenciasuperior , hablaba varios idiomas y no pasaba desapercibido, su mirada azul contrastaba con el color rojo de su pelo. Tenía un especial interés por la teología, y antes de entrar en el seminario, sus padres adoptivos borraron la extraña marca que tenía detrás de la oreja. Llegará a lo más alto en la jerarquía de la Iglesia: el cónclave ha terminado, desde el balcón en la Plaza San Pedro, el nuevo papa elegido investido con un pectoral de oro, se dirige a sus fieles levantando el sagrado cáliz.

66617. EL PEOR DEMONIO, de Begoña Heredia

“Al oír la señal deje su mensaje”. De nuevo esa voz cansina. Cinco días llamando y ni rastro de ella. Lo tenía decidido, de aquella noche no pasaría. Salí dispuesto a acabar con el demonio que me acorralaba, la bestia para la que ni siquiera el astra semiautomática de mi abuelo, me sería útil. Cuando llegué, el bar aun estaba abierto. Crucé la puerta alterado. Sentí mi propia sangre a borbotones.
Luego me lancé directo hacia la barra. Cogiéndola por los hombros, la miré fijamente y grité:
-Te quiero Margarita- el monstruo había desaparecido, la bestia que me impedía decirle lo que sentía por ella había muerto, había vencido al miedo, por fin había sido capaz.

66616. SANGUÍNEO, de Lluís Servé

Acuciante, el rugido bestial rasgará el silencio de la noche. Imaginarán unas fauces con el rojo intenso de la sangre galopante y los árboles abandonarán sus movimientos. No habrá muchas alternativas, sin lugar a duda cruzaron los límites del dominio de la bestia. No discernirán cómo pero lo sabrán, estos estúpidos humanos lo sabrán, y el olor del miedo se olerá fácilmente. El ataque les cogerá desprevenidos.
Pero, cuando aparezca el rostro desencajado y los ojos dementes del niño, se confiarán y todos ellos relajarán la tensión de sus músculos e incluso reirán. Será entonces cuando la jauría de lobos, dirigida por mí, ataque de forma tan precisa como audaz.

66615. IMAGO, de Alejandro Pozo de la Cámara

A la puerta de la cueva, enrojecida por el refulgir del fuego, llegan ruidos sordos como de rascado y la joven se encoge imaginando al sátiro entrar en ella y a pesar del miedo que siente, se humedece y cruzando sus piernas se mece entre las pieles de animal con que se cobija.
Al otro lado de la hoguera y entre destellos y chispas que huyen de la fogata, intuye a una pareja de su tribu, copulando salvajemente, pero sin emitir un sonido y se queda extasiada ante las brasas de las que emerge un gigantesco imago que irguiéndose, provoca un aterrador crujido y de su dorso, aparece un ser peludo, fétido, con cuernos, patas de cabra, que se lanza contra ella voraz.

MAY169. HACÍAN BUENAS MIGAS, REALMENTE, de Rodrigo Lobeira

Abrí y allí estaba ella, como perdida, desorientada, entre riquezas dando vueltas sin parar. Vistiendo un flamante tutú, ¿qué ocurría? ¿dejó su reino por el baile? Los juglares cantaban que de un príncipe se hubo de enamorar, y a un lugar secreto se fueron a encontrar, dónde hermosas melodías se podrían escuchar… o algo así. No entendía nada. Apenas le fui a preguntar, cuando me di cuenta de que no estaba sola, junto al espejo, luciendo vanidad. ¡¿Una galleta?! Raudo me corrige, pomposo. «¡¡Soy el heredero del reino de Beckelar!!«. Atónito cierro el joyero, les dejo intimidad.

66614. ZAPATOS, de Gabriel Bevilaqua

A poco de salir de casa se largó a llover torrencialmente. Por suerte hallé refugio bajo el alero de una tienda, aunque al costo de perder un taco en el proceso. Entonces opté por sacarme los zapatos y al instante advertí que la calle estaba desierta como en una película de terror. Seguidamente, una mujer pasó corriendo con su ropa hecha jirones. Detrás de ella iba un animal, mezcla de águila y león, que se paró justo delante de la tienda, rugió crispando su melena de fuego y retomó su marcha. Me quedé con el corazón en un puño, hasta que, finalmente, un alarido me avisó que podía recoger los zapatos que en su malograda carrera había perdido aquella infeliz.

66612. LA ÚLTIMA VEZ, de Mariano Álvaro

Aquella noche no iba a ser diferente a las demás. Escuchó el característico ruido de la llave haciendo girar la cerradura. Reconocía ese sonido que siempre la estremecía. No sabía si en esa ocasión la bestia vendría furiosa y sedienta de sangre o vendría con la tranquilidad y somnolencia que le producían los efectos del alcohol. Escuchó el golpe de la puerta al cerrarse violentamente; al volverse, lo vio allí, delante de ella, con los ojos inyectados en sangre y el reflejo del fuego interior que lo quemaba asomándose a sus pupilas. Mientras recibía los repetidos golpes, pensaba que esos serían los últimos, buscaría el amparo que dicta la sentencia del Juez.

66611. LA SEMILLA DEL DIABLO, de Arantza Portabales

A priori, él era perfecto.
Endiabladamente guapo, agradable, rico y educado. Inalcanzable.
O no.
Como en un sueño, se sucedieron las citas y la mudanza a su loft. La boda. El predictor. La elección del nombre del bebé.
Y empecé a atar cabos.
La extraña enfermera de la clínica privada. Su obsesión por adelantar el parto al seis de junio. La suma de las cifras del año en curso. Las reuniones a puerta cerrada en la habitación roja.
Todas mis sospechas corroboradas ayer, cuando, casualmente, capturé en el espejo de la habitación su mirada infrahumana. Teñida de sangre.
Sigo aquí, anclada por la semilla que crece dentro de mí.
Se llamará Azazel. Para los amigos, Azaz.

MAY168. BLANCANIEVES HA MUERTO, de Alberto Quiles

-¿Qué le pasa a nuestra princesa? Ya ni ríe, ni come. No sale de su cuarto y cada día está más insoportable. 

-¿Ves aquel espejo, hijo? 
-Sí, padre. 
-Cree que no es bella como en su juventud y no se encuentra a sí misma por mucho que lo intenta. 
Desde la otra punta del cuarto la madre de aquel niño vino tapando con la mano el vacío que había quedado en su pecho y cerró de un portazo la puerta. 
-Mañana será otro día hijo.

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66610. UN RELATO ME MANDA HACER JAMS, de Aurora Royo

A toda máquina, digo, a todo ordenador, empiezo este relato que me propone mi amigo Juanan. Tengo que darme prisa, porque me emplaza a término desconocido, a saber, el que me concedan los lectores ávidos de curiosear las historias que otros relatan. Sin remedio he de allanarme a la pretensión del demandante. Para conseguir el premio uso el rojo. El color de la sangre, que mientras completo la tarea, asoma ya en mis mejillas. Tanta es mi concentración. Rápido, debo completar el encargo en un número de caracteres que no me atrevo a pronunciar en voz alta. El que aquel grupo de heavy, Iron Maiden -y su mascota Eddie, una bestia-, popularizaron durante mi niñez.

66609. EL GLADIADOR, de Calamanda Nevado

Aquella primavera volvería para cazar al esquivo león al norte de África; con equipó imprescindible para curarse las heridas; las últimas técnicas.
Era un profesional; seguro prolongaría su estancia. Murmuró a su mujer -En la selva la emoción te hace sentir importante, eso dificulta la supervivencia. —y sonriente se despidió—Hasta pronto; sobreviviré. — Convencido proclamó su vuelta adornado con la corona de la victoria; nunca la del infortunio.
Su suerte encontró al peso pesado cargado de rabia; no lo sometió cuando su vida pendía colgada de sus colmillos y llegó a rastras hasta el fuego del inframundo, ahí continúo su exitosa carrera hasta la vejez.

66608. LA POSESIÓN, de Rafa Heredero

Antes de que naciese la niña ya estaban pendientes de lo que pudiese ocurrir. No en vano era la séptima hija nacida de una séptima hija. Con todo, se quedaron sorprendidos al verla crecer llena de virtud natural y atesorar tanta santidad como nunca habían visto hasta entonces. Por eso, teniendo en cuenta tales referencias, echaron la culpa de la posesión al espíritu de la niña prodigiosa, y ninguno se extrañó de que, para contrarrestar esa fuerza sobrehumana de pura bondad que tenía el poder de apagar el fuego del infierno escupiendo agua bendita, fuese el mismísimo Lucifer quien realizase el exorcismo sobre aquel pobre diablillo para acabar así con su cruz.

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