Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

JUN27. CRISIS DE LOS OCHENTA, de Mayte González-Mozos

Nada más levantarse le ve. Mira al cristal de la ventana y ahí está. Cierto que es su única compañía. Pero también un acecho continúo. Qué este acoso siga el resto de la vida es lo inaguantable. Emprendió un viaje en barco, para huir de él, sin resultado; lo vio flotando, saludándole con su misma sonrisa, con la huella del tiempo en el acartonado rostro. De no ser por el temor a la guasa de sus conocidos, le hubiera puesto una denuncia por persecución nada más llegar a tierra. Un domingo por la tarde, ya hastiado por el acorralamiento, se fue a la feria de las afueras de la ciudad. Y allí también lo encontró, multiplicada su imagen en el pilar poligonal del tío-vivo. Viejo, descaradamente mirándole, con la corbata de flores que le regaló su ex para buscar trabajo. Entonces fue cuando se dio cuenta que él llevaba la misma.

JUN26. EL ESPEJO MÁGICO, de Sara Lew

Tras comprobar que no hay nadie a la vista, Matías se cuela sigiloso en la habitación de sus padres y se para frente al enorme espejo que hay detrás de la puerta del armario. “¡Soy el rey de los piratas!” exclama. “¡Soy el rey de los piratas!” sentencia una voz carrasposa, y en su reflejo aparece un hombretón tuerto con casaca de terciopelo negro, camisa entreabierta y un ancho fajín para las dagas. “¡Soy el terror de los mares!” pregona el niño. “¡Soy el terror de los mares!” oye decir a ese que, con gesto hosco y aguerridas maneras, blande desde el espejo la espada. “¡Soy el más alto y fornido!” declara el pequeño Matías, y frente a él asoma un pirata robusto y musculoso. “¡Soy el más alto y fornido!” repite el periquito que viene a posarse en su hombro para verse, majestuoso y gigante, como un guacamayo rojo.

66640. HULKA, de Sergio Cambrils

Ahora, durante la crisis de los cuarenta, mi vida está llena de avatares y cambios personales. Me pasa como al increíble Hulk, pero en rojo. Me enfado por cualquier cosa y, cuando no puedo contener mi ira, mi blanca figura toma ese color endemoniado. Cuando estoy con gente es lo peor. Debo esconderme en cualquier sitio, normalmente un lavabo, y aguantar como mi cuerpo se llena de varices asquerosas y nódulos que supuran un líquido lechoso. En cuestión de minutos mis músculos se hinchan de tal manera que destripan mi ropa y me quedo con cara de tonta con lo único puesto que ha aguantado el empuje de mi transformación: mis braguitas elásticas de punto de cruz.

JUN25. ENTRE OTROS MÁRGENES, de Lladiu de la Mata

Puedo asegurar que mi espejo no es mágico, ni siquiera especial. No es capaz de decirme quién es el más bello del reino, ni tan sólo el de mi comunidad de vecinos. Permanece inerte cuando le consulto sobre mi pronosticable porvenir. Nunca me muestra furtivas imágenes fantasmagóricas a mi espalda que se desvanezcan al girarme. Jamás quiso entreabrir la puerta a mundos tentadores; impávido, me refleja uno que no me agrada para nada: lleno de áridos amaneceres entre legañas, ojeras e insurgentes cabellos. Me hace sentir el protagonista, que no quiero ser, de una intrascendente película en blanco y negro. Las señales horarias que suenan en radio me exigen celeridad, y, como siempre, me apresuro a sacarle brillo a mis cuernos, ajusto el aro en mi hocico y arrastro mis apáticos pasos de minotauro a un absurdo mundo de minotauros.

66639. QUIS UT DEUS?, de Eduardo Iáñez

Azrael siempre había temido ese momento. Hacía cuarenta días que había caído la última hoja a los pies del trono de Dios, y esta era la última alma que acompañaría a los reinos inferiores. Por fin dejaría de sufrir este ambiente sulfuroso, calcinante, y podría abandonar el cinismo mefistofélico en sus razonamientos.
—Ángel de la Muerte —le espetó entonces Luzbel—, ¿estás preparado para tu propia inexistencia?
Aunque durante eones había sopesado todas las almas, Azrael no tenía respuesta. Y mientras Luzbel le sonreía, él seguía preguntándose: «Y si soy el último de los vivos, ¿quién será mi valedor?; ¿quién rodeará mi nombre en el Libro con un círculo de luz?»

JUN24. CULPABLE, de Cris Nóvoa Presas

Le duele vivir, sus culpas cada día pesan más, se siente sola y perdida. Sigue con sus obligaciones cada día de forma autómata, con sus ojos tristes, la mirada ausente. Intenta cada mañana entender qué la ha traído hasta este punto, qué ha hecho mal… Siente los pensamientos críticos de la gente por la calle aunque en realidad nadie la mira, pasa inadvertida. Duda entre tomarse pastillas o tirarse desde el balcón, pero en el fondo tiene miedo y nunca reúne el valor suficiente para hacerlo. Tiene diecisiete años, ya es mayor, pero necesita tanto alguien que la cobije que la quiera y que le diga que no es tan mala, alguien que crea en ella. Después de un matrimonio de dieciocho años de auténtica tortura, su padre se ha vuelto a enamorar y no hay sitio para ella en su nido de amor. ¿Y su madre? ¡Ay su madre!
Se mira en el espejo, odia lo que ve. Observa lo que le una madre esquizofrénica ha hecho de ella: un monstruo. La culpó por haber nacido y a partir de ese momento le hizo pagar cada día, la responsabilidad de una enfermedad que nadie sabe cómo llegó…

66638. EL BEBÉ DE LUZBEL, de Patricia Mejías

Apenas se despierta en su cunita, despuntan la aureola y las alas; también esas zarpas que me ocasionaron desgarros en su descenso sangriento por el canal uterino. Y en la superficie de sus ojos abiertos orbita el número de la bestia: 999, 666…, como en una sopa de letras. Solo yo puedo ver las señales; el médico dice que son alucinaciones, y la solución, las pastillas. Pero hoy no las tomé. Le oprimo la carita con la almohada. Saca las garras. Después de un rato de lucha, una pluma reposa estática en su nariz.
La sentencia fue benigna. En el siquiátrico me reciben como una heroína: las otras infanticidas saben que salvé al Infierno de un arcángel de luz.

JUN23. LA OTRA, de Paloma Casado

Me he mirado en el espejo grande del salón y parecía otra. No, era otra. Hicieron el cambio en el quirófano del hospital en donde, al parecer, me confundieron con una señora que se acababa de hacer una operación de estética. Cuando vino a recogerme mi marido, (quiero decir, el suyo), me miró brevemente; dijo: “No estás mal” y continuó escuchando no sé qué programa de la radio. Mi hijo, (quiero decir, el suyo), no estaba en casa y, cuando llegó de madrugada, fue derecho al baño y después se encerró en su habitación. El único que pareció darse cuenta del cambio fue Boby, el perro, que me enseñó los dientes y me gruñó hasta que le di un bombón de licor de los que me habían regalado las visitas en el hospital. Lo malo es que se ha aficionado al alcohol y ahora me pide una copita de coñac todas las noches

UN ÉXITO ENTRE LOS ABOGADOS

Otra gran noticia que nos llega del pasado mes de mayo. En esta ocasión en un concurso que no solemos coincidir mucho… y eso que las condiciones son bastante parecidas a ENTC…
Pues entre los cinco seleccionados del mes de mayo del V CONCURSO DE MICRORRELATOS SOBRE ABOGADOS hemos econtrado a 
NACHO RUBIO
Es una alegría para ENTC, porque no sé si alguien no lo sabe (tal vez los últimos en llegar, pero Nacho fue el ganador (junto con Paloma Casado) de nuestra I convocatoria
¿Queréis recordar AQUEL RELATO?

JUN22. BARRERAS INFRANQUEABLES, de Eva García

Por un momento deseé atravesar la superficie de plata hacia aquel mundo inverso, besar tu nuca y acariciar la piel desnuda, sin tirante, de tu hombro. Como antes. Pero cerré los ojos aferrándome al lavabo frío y a la triste realidad, donde ese gesto ya no resultaba natural ni tenía sentido. Cuando los volví a abrir nada había cambiado; no aprecié huellas en mi rostro de las cicatrices del alma y tú habías desaparecido dentro del albornoz cobalto que compramos en Portugal.

JUN21. UNA VERDADERA EXPERIENCIA PARANORMAL, de Sotirios Moutsanas

Queridísima amiga, Inés. Te prometí que iba a contarte una experiencia paranormal, así que voy a cumplir con mi promesa. Durante el transcurso de mi vida tuve innumerables experiencias, pero algunas son tan fuertes que me da miedo de herir tu sensibilidad. No es mi propósito convertirme para ti un especie de Voldemort y sólo con la mención de mi nombre empezaras correr despavorida. Elegí una experiencia suave espero de todo corazón que la disfrutes, con mucho cariño tu amigo, Sotirios.

Me levanté después de una amena siesta y me dirigí hacia el salón. En el pasillo pasé por la habitación de mi hijo. 
—¡Hola, Yanis! ¿Qué tal el colegio? 
Ni caso, él estaba ensimismado en su ordenador. “¡Vaya con estos juegos los chicos se convierten abobados!” En el salón mi hija leía un libro y mi mujer veía su culebrón mejicano. 
— ¿Ana, me preparas un café? 
Ni un pequeño ademán de mirarme, cómo no existía. ¡Algo no iba bien! Fui directamente al baño y me miré al espejo. Una radiante felicidad llenó mi semblante. Hace nueve meses que no visito a mi madre. Es una oportunidad única para verla. Y empecé a prepararme para emprender el largo viaje.

JUN20. IN CRESCENDO, de Alejandro Pozo

Bici estática, velocímetro 40 km, pulsómetro 110, en el espejo una rubiaca de 40, tetas nuevas, camiseta vieja, malla amarilla, calentadores, mi culotte a reventar, ahora a 60 km y 190 pulsaciones, saltan las alarmas, el monitor viene y me desenchufa. 

Cojo las mancuernas y en el espejo frontal se me tumba la Valkiria en las alteras y yo me altero, su malla no esconde nada, tiene las ingles brasileñas y si yo supiera leer en los labios, sabría que era por mí. Se me cae una mancuerna en el pie. Sentado en el banco los brazos en la barra para mejorar los dorsales y ella delante, en la plataforma oscilante y giratoria y por efecto de los espejos enfrentados, hasta el infinito y más allá como Orson Welles en Citizen Kane. Me quedé sumido en un estado onírico y una contractura en la espalda. 
En la cinta de correr pegada a la mía, la rubia inicia una carrera de gacela saltarina, pechos bamboleantes en el espejo y ante mi trote cochinero, por velocidad y gruñidos, pongo tres niveles más. La caída fue bestial. 
En el Samur, el sanitario me pone un espejo en la boca. 

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