Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SERENDIPIA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en SERENDIPIA

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LA SERENDIPIA. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE NOVIEMBRE

Relatos

JUN75. CUIDADO A QUIÉN DESEAS…, de Karina Delprato

Ante mi espejo era feliz. En él podía ver cómo cambiaba mi mirada incomprendida, a sensual y provocadora. Mientras me maquillaba, le contaba mis sueños y mis desilusiones. Sé que era el único que me entendía y me aceptaba tal cual era, sin discriminación. 

Ante el mundo era la bella Victoria, no pasaba desapercibida ante ninguna mirada. Todos me deseaban. Yo, quería alguien que me amara por quién era. 
Llegó el día de la cita esperada. Tenía miedo, mucho miedo. Unas sábanas rojas de seda brillaban en la tenue oscuridad de la habitación. Él, apresurado, sólo pensaba en mi cuerpo desnudo y saciar su sed. Tan solo con mi mirada se prendía fuego por dentro. Tomé el control. Lo senté sobre la suavidad de esas telas color pasión y con mucha sutileza, desabroché uno a uno los botones de su camisa, mientras mi dedo recorría su pecho agitado. Despacio, lo recosté. Entre roces, me desnudé lento, muy lento, ocultando mi secreto. Me deseaba, lo excitaba, dejé que observara. Cerró sus ojos mientras yo me acercaba y besaba con mis labios tibios, su cuerpo varonil. En el techo, el espejo, dejó ver el secreto que guardaba. Mi identidad. Mi verdadero YO.

JUN74. SOSPECHAS, de Concha García Ros

Sospecho de él desde hace tiempo. No me fío de sus buenos modales ni de su pelo engominado. Me repelen sus corbatas de seda y sus trajes caros. 

Sospecho que planea asesinarme. Y nunca le cogerán, nunca encontrarán el cuerpo. 
Hoy he sabido que mi fin está cerca cuando, al mirarme al espejo, el muy cabrón me ha dedicado una sonrisa almidonada.

66662. EL INTERVALO, de Pablo Vázquez

Acudes zozobrando hasta el claro del bosque y tratas de recordar dónde  comenzaste tu pergrinaje nocturno. Has llegado hasta el bosque calcinado, sin  árboles ni arbustos. Observas tus brazos heridos y te lames esas cuchilladas, que se cruzan como aspas por tus extremidades.
Te sientas con cuidado, para no arañar más tu cuerpo desnudo con las piedras del suelo. Quieres descansar pero aún no es de día. A pocos kilómetros de ti hay un  hombre que juguetea con fuego, puedes olerlo. Tu corazón palpita desbocado. Quizás sea el pirómano. Notas el calor que ruboriza tu piel como si fuera hierro candente.
Podrías acabar con él. La luna llena sigue brillando. Eres capaz.

JUN73. UN POCO DE MAGIA de Paz Alvar

Cuentan que una vez, en el corazón del barrio judío de Paris, existió una tienda de antigüedades en la que los objetos elegían a sus dueños y no al revés. Tras el mostrador, envuelto en una luz ambarina, el anciano señor Herzog regentaba el negocio desde tiempos inmemoriales. Muchos encontraron allí la felicidad. Al señor Dupont, ávido lector y frustrado escritor, le cayó en las manos la novela más hermosa jamás escrita, cuyo final cambiaba según era su estado de ánimo. La señorita Dreyfuss, la eterna soltera más por obligación que por vocación, encontró un reloj que se retrasaba en los momentos felices, haciéndolos así más duraderos.
Dicen también, que el espejo de mi habitación procede de aquel mágico lugar. Mi abuelo lo rescató cuando los nazis desmantelaron la tienda y se llevaron al señor Herzog. En él puedo verte junto a mí, tan guapa como siempre. Te acercas por detrás sonriendo y me abrazas ladeando la cabeza, como solías hacerlo. Parecemos felices y eso me ayuda a soportar la inmensa soledad que siento desde que te marchaste.

UNA INSPIRACIÓN SIN PALABRAS

Fiel a su cita mensual, Rafa Heredero ha buscado una oportuna inspiración para los asuntos del mes.
Preciosa propuesta sin palabras… la peli es Sopa de Ganso
Gracias Rafa

66661. EL DIABLILLO DILETANTE, de Belén Molina

Aurora incendiada la de la mañana en que llegó al valle sufriente, tras 6 meses de calor de infierno y sequía agostada, un ser pequeño, hostil y rezumante de rabia.
Sin cruzar palabra con nadie alcanzó la casa de la Petrona, la mujer más vieja de la comarca, la que nos había visto nacer a todos. Su voz de trueno escupió 666 exigencias y convocó al rayo que mató y arruinó a todos los habitantes del valle.
Ardieron árboles, se quemaron cultivos y se calcinaron hombres, cerdos, vacas y gallinas. Aquel demonio rojo no calculó que bajo los escombros quedarían larvas, huevos, promesas de vida. ¡Pobre diablo, pensó que acabaría con todo y no era más que un aprendiz!

JUN72. LA OTRA, de Isabel Oliva Yanes

Me gusta mirarme en los espejos, en los escaparates y vidrieras. Aquella vez fue distinto. Tengo un espejo de pie alto. En él finalizo siempre mi repaso. Ese día sonó el teléfono y, mirándome en el espejo, lo cogí. Me quedé observando fijamente. El aparato lo sujetaba con la mano derecha pero en el espejo era la izquierda, llevaba el reloj en la izquierda pero “la otra” no. Mis piernas estaban cambiadas. ¿Por qué, si se trataba de un simple reflejo, se comportaba al revés que yo?

Nunca había reparado en ello y pasé la jornada pensativa. Al llegar a casa y desvestirme me tumbé en la cama contemplándome en el espejo. Si yo guiñaba el ojo derecho, ella el izquierdo. Sencillo pero inquietante. Pasaron las horas. Anocheció y seguía contemplando a esa otra yo que por momentos cambiaba ante mí, que tenía los ojos más rasgados, labios más finos, orejas puntiagudas, uñas largas y que caminaba hacia mí, de rodillas y con esa mirada roja y esos dientes puntiagudos de pantera… Descubrí por fin el secreto que suponen todos los espejos del mundo: son ventanas abiertas a nuestro universo desde donde pueden contemplarnos, vigilarnos y atacarnos… y… ¡son tantos!

JUN71. EL ESPEJO DE LUCÍA, de Ángeles Medina

Cada veinticuatro de junio frente al espejo se hacía la misma pregunta, ¿quién soy? Su mirada de mujer olvidada le respondía con otra desconcertante interrogante, ¿por qué? 

Observaba sus arrugas con ternura. -Huellas de un tiempo feliz- Afirmaba en sus pensamientos. Una diminuta verruga en la mejilla izquierda, le provocaba una inexplicable sonrisa; ¡cuántos besos apasionados, siendo lunar! -La pícara peca- Solía susurrarle al oído, su esposo. 
Finas canas resaltan ahora el negro azabache de sus cabellos. -Quizás Lola tenga un hueco mañana en su ajetreado salón de belleza- Pensaba mientras se atusaba el pelo con persistencia, como si al pasar el cepillo por su enmarañada cabellera, aquellas tintadas blancas fuesen a desaparecer sin más. 
Su nariz torcida le recordaba el innombrable puñetazo, varios días inconsciente y la cicatriz por siempre en la memoria. Pero, su demanda tiene ya, por fin veredicto. El esperado juicio se celebró en la mañana de San Juan. -¿Casualidad o cosa de meigas?- Divagaba mientras decidía, escrutar el rostro de su carcelero con efusivos ojos azules, ávidos de indiferencia. 
Hernán tendrá su condena. Hoy, el espejo de Lucía refleja su justa libertad.

JUN70. LA MEMORIA DEL ESPEJO, de María Sergia Martín (Towanda)

Cinco minutos… ¿Listas, chicas?… 

Base de maquillaje ¡Vaya!, se está terminando… Lore, ¿me dejas la tuya?… Cógela tú misma, Yeny. 
¿Alguien ha visto mis pestañas?… ¡Están aquí!… 
¡A escena! 
El mismo vodevil dura ya varios lustros y percibo que, últimamente, las risas y las burlas son más frecuentes que los aplausos y ovaciones. El Gallego debería retirar este anticuado espectáculo y dar un aire nuevo al local, o venderlo. Es un buen tipo y pierde dinero con nosotras. La Lore opina como yo, pero la Vane dice que aún es un gran show. Pobre Vane. Hoy ha confundido varios pasos de baile y los abucheos y pitidos nos han impedido continuar. El Gallego ha sacado pecho y nos ha defendido como un león. Luego ha acudido a consolar a la Vane. Creemos que siempre estuvo algo enamoriscao de ella. 
Es hora de dejarlo Lore… Sí, Yeny, sí…
Con algodón de desmaquillar, impregnado en crema hidratante, voy borrándome los ojos, las cejas, los labios y este absurdo lunar en la mejilla… Y mi espejo; ése que antaño me hacía guiños, hoy me devuelve la tierna imagen de un hombre viejo y demasiado solo, cansado de interpretar por más tiempo su comedia. 

JUN69. EL OTRO LADO, de Carmen Llombart

Un día desaparecieron. Todos los espejos se fundieron a negro y nunca volvimos a ver nuestros reflejos. Los buscamos en los cristales de los escaparates, en el agua del estanque, en las grandes pupilas de los niños… Pero desde aquel día, nada brilla, todo es mate. Y nosotros vagamos arrastrando la silenciosa ausencia de aquella gente idéntica —pero inversa— que tenía el corazón a la izquierda.

JUN68. RELATOS PERRUNOS , de Silvia Asensio García

Me desperté con una sensación rara, como de vacío interior. No sabría exactamente como describirla, pero cuando bajé la vista y vi aquella pata peluda, di un grito que resonó por toda la estancia. 

Abrí los ojos como platos, ¡esa pata se continuaba con el resto de mi cuerpo, que tenía el mismo aspecto! Fui al baño para cerciorarme, me miré en el espejo como pude, dando saltitos y más saltitos, hasta que pude tener una visión más general de mi y si, no cabía la menor duda, parecía un auténtico Golden Retriever. Era de lo más real, hasta llevaba puesto un collar antipulgas. 
Me rasqué la cabeza pensativo o ¿serían las malditas garrapatas? Mi mujer se dirigió a mí como si nada ocurriera. No pareció inmutarse al verme. 
— Carlos, ¡termina de vestirte que vamos a llegar tarde a la cena! 
— Le contesté un “ya voy” que de perruno no tenía nada. 
Me miraba una y otra vez y no entendía nada, hasta que mi mujer fue a pintarse los labios frente al espejo y entonces lo comprendí todo…

JUN67. REFLEJOS APREHENDIDOS, de Amparo Martínez Alonso (Petra Acero)

Cogió el martillo y golpeó con cuidado. Con el mismo cuidado con el que vivía. Cuidado de no enfadar a papá, de no provocar una queja en clase, de no molestar a los vecinos —sus impecables trenzas y su dulce mirada se reflejaban receptivas—. Cuidado en el trabajo, en el matrimonio: mejor callar que dar un escándalo —sus labios rojos y su espalda recta reverberaban complacencia—. Cuidado durante el embarazo, por la salud del bebé —dejó de trabajar, de quedar con las amigas…, engordando sola ante el espejo— ¡Cuidado cómo vistes, cuidado con lo que haces y dices!… Golpeó más fuerte, sin modales. ¡A cara descubierta, con su legítima sonrisa! Otro martillazo, otro y otro. ¡Rompiendo aquella imagen! Con fuerza, sin cuidado. Hasta que el pasado aprendido se quebró en un espejimo de esquirlas.

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