Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

MAMIHLAPINATAPAI

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. Comenzamos el año con MAMIHLAPINATAPAI, el entendimiento con la mirada. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
31 de MARZO

Relatos

ENE122. EL ALIVIO, de Kriselda Fernandez

Cuando despertó  la chiquilla deseo  que todo lo que le avisaba  dentro  de si fuera una confusión. Un sudor que no alcanzada a hacerse gota la sorprendió y un nuevo miedo la asusto ,ya eran las cinco y no quería salir, jalo la sabana , tendió la cama nuevamente y ya no había nada que hacer .El anciano en la cocina, se ha levantado temprano para nada, Doña Tovita duerme, ¿por qué  habrá envejecido tanto?. Saludo y fue mas amable intentando persuadir, tal vez buscando compasión  o pretendiendo que la vieran mayor, fuerte y se detuviera  , apenas dos ,tres frases ,se precipito  sobre ella, la tiro a la cama,  la beso, a como pudo lo empujo y  escapo , salió corriendo sin mirar atrás, limpio con fuerza su boca con el puño de su saco y la calle  completamente sola y oscura,  la camino sin darse cuenta, llego a comprar su pasaje y  subió al camión , corazón  asustado y  mente confundida, cerró los ojos y deseo  que nada fuera cierto. Ha vuelto a casa y nunca mas volverá, han pasado diez años  y hoy sintió alivio de saber que  ayer ha muerto. Han pasado quince años y hoy siento alivio de contarlo.

ENE121. EL BALCÓN, de Zunilda Moreno

Entre nubes tenues de color rosa,  Magdalena se movía lentamente sin poder acelerar su marcha. Los pies le pesaban, las piernas no le respondían y ya casi se resignaba a no llegar  hasta el amplio balcón con macetones de florecillas azules y petunias rojas, donde su abuela tejía al atardecer.  De repente una brisa fresca onduló sobre su cara y se sintió mejor; a tal punto que logró asirse de la baranda de madera de su destino final. Cuando se asomó al vacío, divisó el mar azul, ése que tanto amaba y que le engullera su esperanza adolescente.  Volaría hasta él.  Pero un zamarreo en su hombro la hizo reaccionar. Cuando despertó, su abuela había abierto el ventanal y regañándola, la invitaba a levantarse.

ENE120. EL NEÓFITO, de María Rojas

Cuando despertó, el paleontólogo soñaba entre oscuras aguas freáticas. Cuando despertó, el sarcófago abierto rebosaba de luz azulina. Cuando despertó, la momia de la reina niña lo arrullaba entre sus delgadísimos brazos. Ya despierto, saltó al mundo con la ilusión de ser el primer bebé dinosaurio del siglo XXI.

ENE119. VIAJE MALDITO, de María Asunción Buendía Hervás

Cuando despertó pensó que estaba en el cielo. Debía de haber dormido mucho, porque se sentía llena de energía, renovada, y feliz. Notó la agradable caricia de una tibia luz en su cara, el sol. Giró la cabeza y vio que los rayos se filtraban entre las finas lamas de la  persiana de una gran ventana.
Abrió los ojos de golpe, no conocía  esa ventana, ni la habitación a la que pertenecía.
Pero era tan confortable la ensoñación que la envolvía, que de nuevo se sumergió en la profundidad calmosa de ese cielo.
Repentinamente apareció una sombra roja. Una llamarada. Todo se dio la vuelta, la tranquilidad se volvió agitación. Veía el mar, pero era un océano enfadado, las olas no eran de agua azul, eran de oscuro fuego rojo.
Ahora pensó que estaba en el infierno. Se quemaba y con ella muchos más.
Recordó un vagón de tren y un  ruido ensordecedor que lo llenó todo.
Se dejó caer de nuevo en la dulzura de otra ensoñación. Alguien con bata blanca le había tomado el brazo y buscando sus venas, introdujo un poco de paz en su cuerpo y su alma, a través de una afilada aguja.

 http://tbtasuncion.blogspot.com.es/

ENE118. NUEVO DESPERTAR, de Loren Simón Zanza

 Los sonidos insistentes del timbre y los gritos en el portal me despertaban de un plácido y feliz sueño del que casi… no me podía despertar, todo parecía perfecto en aquella mañana de enero fría…
– ¡¡¡Inmediatamente¡¡¡ viene la ambulancia ¡¡deprisa, deprisa¡¡, Dios mío algo grave la está ocurriendo Sra. Del Río… levántese por favor, levántese…
– …tranquilo no alborote, no voy a correr me tengo que pintar los labios, los tacones, darme la crema y peinarme… váyase no voy a correr… Doctor, tranquilo, tranquilo le va a dar un infarto…
La ambulancia corría deprisa, el pabellón era blanco, limpio, amplio, recién pintado nadie sabía lo que allí guardaba el destino.
– “Necesita 5 bolsas de sangre, rápido enfermera ponga una vía, está muy débil”
– “Sonríe con la alegría de una veinteañera… su aspecto joven milagroso no da muestras de la verdadera realidad… “
La noche se hacía larga, las gotas del suero y el plasma bajaban despacio …
Amanecía un día más… maravilloso, una día para seguir soñando… disfrutando de la compañía de los que amar, abrazar, escuchar, vivir… unos minutos mágicos más … como cada día de vida de cada ser vivo, de cada nuevo despertar …

ENE117. CASO RESUELTO, de Carlos Enrique Rodrigo López

Don Alberto, como cada año desde hacía treinta y cinco, cumplió religiosamente con su ofrenda de Viernes Santo ante el Cristo de su pueblo en agradecimiento por los beneficios recibidos a lo largo de su vida. Y como cada año, mientras todos rezaban fervorosamente, sustrajo una modesta e indeterminada cantidad de dinero del cepillo de la Iglesia, rememorando tiernamente sus años de pobre pilluelo con causa. El problema era que Don Julián, párroco y compañero infantil de correrías, sabía más por viejo que por cura, y por fin este año había instalado una cámara de video vigilancia en el retablo, segundo angelote a la derecha. Concluida la ceremonia le tocó el hombro alargándole la fotografía. La instantánea era lo suficientemente explícita como para desbaratar cualquier argumento de defensa. Se miraron sonriendo. Obviamente este año no cabía sobreseimiento provisional. Don Alberto invitaría a torrijas. Esta vez no le libraba ni Dios.

ENE116. MAMÁ, ¿DÓNDE ESTÁ EL ABUELO?, de Mª del Rosario Val Gracia

 Felipe estaba triste. Recientemente había fallecido mi padre y aunque todos lloramos su pérdida, él fue quién más notó su ausencia. Tenían una relación muy especial.
Seguía despertándose por la noche, iba a su cama y allí se quedaba dormido. Llegaba del colegio y lo buscaba. Pensé que sacándole de casa unos días, mitigaríamos su pena. Decidimos llevarle a un parque de atracciones, aprovechando así, las vacaciones de Semana Santa
Cuando embarcamos, para él su primera vez, parecía emocionado. Tomó asiento y sin ayuda nuestra, se puso el cinturón de seguridad. Nos sorprendió lo feliz que estaba, hasta bromeaba con un libro de dibujos que sacó de su mochila…“estamos dentro del dinosaurio más grande, el sauroposeidón, el lagarto dios de los terremotos”. Me congratulé, Felipe sonreía de nuevo.
Cuando alcanzamos altura, contemplaba con insistencia las nubes. Movía su cabeza de un lado a otro para volver de nuevo su vista hacia la ventanilla. Empezó a ponerse algo tenso, en su cara un rictus de impaciencia.
-¿Qué te pasa Felipe, no te encuentras bien?
– Es que no le veo
– A quién cariño…
-Al abuelo mamá, dónde está el abuelo, ¿no me dijiste que estaba aquí arriba?

NO HABRÁ ALFOMBRA ROJA… SNIF…

Siento tener que admitir mi fracaso, pero NO cumpliré con mi palabra de poder organizar una entrega de premios que nos sirviera como ocasión para reunirnos y conocernos; me ha sido imposible alcanzar unas condiciones mínimas de organización. Ya sabíamos que no son buenos tiempos, y tras unos meses de gestiones y proyectos debo claudicar, renunciar a la jornada de encuentro y entrega de premios, y conformarnos con mantener todos nuestros premios y asegurar nuestro funcionamiento para este 2013; aunque también será, muy probablemente, nuestra última convocatoria. Tendremos que esperar otra ocasión o aprovechar alguna otra de las quedadas que veo anunciadas por los medios de la red con vistas a un futuro próximo para conocernos personalmente. 
De los ganadores y seleccionados finales del año 2012 no podemos decir nada áun. Tenemos al jurado en pleno proceso de lectura y creo que tendremos el resultado hacia mediados de febrero. Ya que no habrá alfombra roja, iremos dándole un poco de emoción y gracia. 
Os iremos contando; lo sentimos…. snif… Mil disculpas.

UN DINOSAURIO TREMENDO…

Un valor del que presumen los clásicos es que siempre
gozan de plena actualidad.
Ayer mismo, en el diario EL PAÍS
el humorista gráfico EL ROTO
nos ofrecía esta VERSIÓN de nuestro 
famoso dinosaurio de este mes
(Gracias Ximen por compartirlo)

ENE115. LA ZONA DE CONFORT, de Javier Ximens

 Desperté sobresaltado al sentir unos dedos que acariciaban mi pecho. Me asusté, no eran los de mi mujer, pero sus caricias me levantaron otros recuerdos e hicimos el amor, ella con pasión y yo con remordimiento. En la cocina me dieron los buenos días y me besaron dos jovencitos que me llamaban papá, mas no eran mis hijos. Los miré con miedo. En la oficina fui recibido con sonrisas y el jefe me felicitó por los resultados en las ventas. Temí lo peor. Trabajé toda la jornada en asuntos que me gustaron. A la hora de salida me puse el abrigo y nadie me preguntó si tenía frío. Llegué temeroso a casa, sin embargo, la mujer me recibió con abrazos y besos; los chicos dejaron de jugar con la consola; todos juntos hicimos la cena y nos sentamos a ver y comentar una película que no disfruté.
Fue al quedarme dormido cuando volví a sentirme tranquilo al saber que había sido una pesadilla: mi mujer me regañaba por la falta de espíritu, por no buscar un trabajo en el que ganara más, por intentar darle un beso; mis hijos se recluían en sus habitaciones, me evitaban y despreciaban mis conversaciones.

ENE114. SENDERO A NINGUNA PARTE, de Belén Molina Moreno

Paseaba  por el monte y supo que la muerte, tan cierta como inmisericorde, se cernía sobre él. Lo cantaba el graznido del cuervo tapando el cuchichí de la perdiz. Las alas  de los halcones lo silbaban al caer sobre las musarañas que huían despavoridas. Lo veía en el tono de súplica muda que gritaban las hojas secas de los árboles rendidos. La boca ensangrentada del perro que corría relamiéndose se lo dijo.
El fondo del valle se iluminaba con la luz difusa de nubes grises cambiantes, amenazadoras. Cuando el estruendo de los latidos de su corazón le despertó, la  nube cenicienta seguía oprimiéndole la cabeza.

ENE113. HACIENDO PRÁCTICAS, de Isabelle Lebais

No podía gritar, estaba amordazada pero con sus ojos le suplicaba que todo aquello terminase de una vez fuera cual fuese el final.
Había perdido toda esperanza de salir con vida de allí y solo esperaba que la siguiente vez, fuese lo suficientemente doloroso como para matarla, no se creía capaz de soportar otra sesión y casi deseaba que empezase de nuevo para descansar por fin.
Oyó como la puerta se abría y el penetrante olor a rancio de su verdugo le precedió unos segundos, antes de aparecer en su campo visual. Todo acabaría pronto, y con ese pensamiento casi sonrió detrás de su mordaza.
Le dolía todo el cuerpo, lo que aquel salvaje le estaba haciendo traspasaba todas las barreras soportables humanamente. Se oyó el chirriar de la sierra eléctrica cuando la enchufó de nuevo.
Era la cuarta vez hoy, y después vendría ese horrible olor a carne chamuscada, ya se acercaba a ella, el dolor fue insoportable, y se dejó ir con la esperanza de no volver nunca más.
Cuando despertó y vio que no estaba amordazada, creyó que todo había sido un sueño. Levantó su cabeza, al notar algo extraño en sus extremidades. No estaban.

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