Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

ENE136. EN LA MADRUGADA, de Maria da Gloria Jesus de Oliveira

Los seres extraños le persiguen. No quería gritar. La madre tenía el sueño ligero. Delirium debido al consumo de drogas, lo sabía. Luchó todo lo que pudo. No podía recordar cómo había llegado a la casa, pero estaba seguro de que uno de ellos también entró. Se tambaleó. El animal cayó sobre él. El peso en su garganta le asfixió. Recordó el estilete. Los gritos se confundían. Trató de recuperar la lucidez. La sangre goteaba. Cuando se despertó, sólo una cosa podía entender: que mató a su padre.

ENE135. SUEÑA CON ÉL, de Mª José Baña Vecino

Se durmió soñando con «él».Cuando se despertó chorreaba amor. Abrió los ojos y vio su presencia pesada y enorme ocupando la cama.Se levantó con sigilo.En silencio pasaría el día, modo fantasma, de puntillas, acomodando el paso al suyo, evitando tropezar para no despertar su ira.Casi envidia a las mujeres que pueden mostrar sus moratones.Sus heridas y cicatrices están escondidas en los recónditos y múltiples repliegues de su alma, detrás de una sonrisa mecánica, limpia máscara de mujer «feliz«.Es una sombra y sólo desea ser invisible a su mirada despectiva, que cuando se posa en ella le recuerda con gozo que nunca, nunca la dejará ir…
En una tumba atada con un cordel a una campana sin badajo, como en una novela de Mary Higgins Clark.
Temblando, pasa el día, añorando la noche porque cierrra los ojos y sueña con»él«.

ENE134. REGALO DE CUMPLEAÑOS, de Ignacio Rubio Arese

Cuando despertó apenas podía moverse, maniatado, sin un atisbo de luz, el cuerpo entero en calambres, dentro de un cubículo con olor a astillas, a humedades, a resina amarga.
Se aventuró a estirar los miembros, en vano, a voltearse sin conseguirlo, mientras escuchaba la enloquecida carrera de unos pies que se acercaban, los gritos de “¡papá, papá, mira lo que me dejaron para mi cumple!”, y se imaginó la sonrisa del viejo revolviéndole el cabello a su retoño, y quiso pedir que le sacasen de allí, por dios, que le quitasen al menos el trapo que le ocluía la boca, pero le resultaba imposible.
A continuación sintió un júbilo de papeles rasgados, un forcejeo de tablas y cerraduras, y entonces se hizo la luz, la claridad intrusa, violenta; después palmadas alegres y una voz enojada, clamando: “¿pero cómo se te ocurrió traérselo vivo?”, seguida de titubeos, de excusas, “mujer, así la carne se conserva mejor”.
Y él, entre tanto, jefe de una importante caja de ahorros, lo escuchaba todo con ajena indiferencia, aún sumido en su barbitúrica hipnosis; lejos, por suerte, de discernir los confines entre la realidad y el sueño; entre el cuchillo afilándose y el pitido del despertador.

ENE132. DURMIENTE, de Paz Monserrat Revillo

 La bella durmiente y el príncipe encantado acaban de tener la enésima discusión sobre cómo van a repartir los bienes del reino y los principitos tras su inminente divorcio.
Mientras se dirige a la cocina, la bella piensa que mejor hubiera sido terminar la historia justito antes del beso, pero el autor la quiso acabar en banquete nupcial sin su permiso y ahora está condenada a tomarse un Tranxilium cada noche.

ENE131. OÍR CAMPANAS, de Alicia Yustas Humanes

Cuando me despierto, me rodea el silencio. Me levanto, me visto, llevo el desayuno al salón, y a medida que me acerco al sofá, comienzo a oír unas campanillas lejanas. Me siento y el sonido alcanza su máxima intensidad. Mientras desayuno, las campanillas parecen sonar justo sobre mi cabeza, a escasos centímetros. Suenan como de cristal y tintinean a intervalos irregulares. La primera vez que las oí miré sobre mi cabeza, luego a mi alrededor, buscando el dichoso instrumento. Nada.
Un día, harto y desesperado, compré un pico y comencé a picar sobre el sofá, en busca del cacharro. Sólo ví el dormitorio a través del agujero. Después, ataqué el suelo sin compasión hasta hacer un boquete de un metro, y sólo encontré cemento y hormigón. Ni rastro de ningún aparato emisor. Sudando y temblándome los brazos, miré hacia arriba. Con la taladradora y la broca más gorda, empecé a horadar el techo. A los diez minutos, mi vecino llamó a la puerta.
– ¿Qué demonios está haciendo?
Me apartó y entró en el salón. Miró pasmado los diversos boquetes. Luego su expresión cambió, y me dijo sonriendo:
– Qué campanillas más lindas …

ENE130. ATURDIDA, de José Manuel Molina Monclova

Cuando despertó la ansiedad no había desaparecido, su pulso estaba a mil, por su frente se deslizaba unas gotas de sudor frio, los ojos fuera de las orbitas y las manos en el pecho. Estaba desorientada, no reconocía la sala en la que estaba, era una sala muy grande de color blanco sin ventanas, no llegaba a vislumbrar el techo. De repente se percató de que no estaba sola, a su alrededor un montón de personas se iban incorporando con la misma expresión en sus rostros.
Entonces empezó a recordar eran las personas que viajaban con ella. ¿Dónde demonios estaba?

ENE129. INSOMNIO, de Alberto Quiles

Cuando despertó tuvo el momento más placentero de su vida. Cuando despertó recordó lo que era soñar, rememoró jugar con las sábanas mientras se estiraba y contempló la claridad con lagañas en sus ojos.
Eran noches y días infinitos, personas que van y vienen, luces que parpadean, sonidos repetitivos. La comida no sabía a nada y la vida no era más que una simple monotonía. Pasaban los días y nada, pasaban las noches y ni uno de sus párpados decían basta ni hacían atisbo de cansancio. Lo intentó con el deporte, lo intentó con el sexo, lo intentó con calmantes y nada. Hasta que un día le conoció. Él recorrió con sus dedos aquellas ojeras interminables y sin saberse cómo, la besó. Y como si de un cuento de hadas al revés, del beso al sueño.

  http://escribirynoparar.blogspot.com.es/

UN DINOSAURIO POR ILUSTRAR

Pues las casualidades son siempre oportunas, y como entre los asiduos a este espacio
 hay unos cuantos que os gusta dejar el boli para coger los pinceles, 
pues nos parece oportuníiiisimo invitaros a que participéis en 
esta convocatoria del portal CUENTOSYMAS
en el que, casualmente, pretenden
ilustrar al dinosaurio de Monterrosso.
¡¡Ánimo!!

ENE128. SÓLO PALABRAS, de Xavier Blanco

No podía dormir. Me levanté en la noche y, sin encender la luz, me dirigí al balcón. Habían florecido las palabras que planté en las macetas. Por ejemplo el verbo gritar. Las palabras solo sirven para atenuar el dolor. El dolor no sirve para nada. Las recogí y las lancé sobre el asfalto, una detrás de otra, como una lluvia de confetis. He contemplado a los niños mientras dormían. He intentado conciliar el sueño. También pensar en una historia tonta: si eres una oveja y tienes insomnio, ni siquiera puedes contar ovejas. Sería un sinsentido. Da igual que seas una oveja blanca o una oveja negra. No hay distinción. Las horas fluyen y el tic-tac sigue prisionero en su esfera. Tal vez la sombra del lobo se esconda detrás de las manecillas. Florecieron las palabras, eso fue lo que ocurrió. He podido escuchar tu respiración entrecortada, he acariciado el contorno de tu cara en la almohada. Entonces me he despertado y no estabas a mi lado. Luego he visto los armarios vacíos y una grieta en el comedor que supuraba tu ausencia. Las palabras germinaron con espinas. Por ejemplo la palabra miedo. También el verbo llorar.

http://xavierblanco.blogspot.com.es/

ENE127. CONSECUENCIAS, de Nerea Leunda

Después de las mil guerras, el general, con la placidez que da la victoria, se sacudió de sus congojas, y se dedicó a desempolvar al bullanguero dinosaurio que desde su temprana adolescencia se encontraba adormecido por los tambores de la guerra.

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