Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SERENDIPIA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en SERENDIPIA

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LA SERENDIPIA. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE NOVIEMBRE

Relatos

ABR160. PUSILÁNIME (O ETCÉTERA) de Lluís Servé Galan

No hay nada que lo asuste ya. Se muestra impasible ante todo. Ni la mirada hierática de los leones le hace desistir de sus peripecias caballerescas. Se ha propuesto emular a su ídolo, sin un ápice de duda. Cada nuevo episodio le reafirma en su índole salvadora, aunque las lenguas viperinas le tilden de pusilánime. Ya ocurrió con su idolatrado caballero en su época, y nunca cejó en el empeño y su fama sigue perviviendo ahora, aunque lo llamaran loco.
Su entrada es seguida por centenares de ojos, llenos de rencor, de rabia. Incluso de envidia. Son monstruos traicioneros, de dientes afilados, ávidos de su sangre, con el deseo de hacer leña cuando consigan que caiga. Pero no les dará el gusto. La lógica y la elocuencia no son su punto fuerte, pero tiene artimañas para contrarrestar la mediocridad de sus actos. La de los demás, no la propia. Pero el disimulo esconde esa versión.
Saluda correctamente, disimulando también el odio recíproco que les tiene; le basta su condición de mesías de su patria. Con su discurso, el caballero Mariano les dará una lección de buena política, tirando por los suelos sus críticas de déficit, de paro, de recortes, etcétera…

http://deomises.blogspot.com.es/

RELATO FUERA DE CONCURSO

CABALLEROS… SE ACABO EL MES DE ABRIL

Si el formulario no nos ha jugado ninguna jugarreta de nuevo y todavía hay por ahí algún relatillo que no ha llegado (esperaremos hasta la tarde por si acaso…) podemos dar por finalizado el mes de los caballeros… para que comience el de las princesas. 
Los arquetipos tienen la dificultad de evitar dejarnos llevar por lo fácil y trillado para conseguir encontrar vetas nuevas donde indagar; y creo que hemos reunido aquí una buena colección de ellas. Además, contando con tan buen padrino como es El Quijote, ha sido fácil enfocar las distintas facetas que la imaginación puede descubrir en un caballero de ayer o su eco actual. De nuevo, habiendo leído por encima los 159 relatos llegados, va a resultar muy muy cumplido ir cerrando el embudo hasta que terminen pasando solo 3… Los encargados de llevar esa “ingrata” misión adelante ya llevan trabajando desde que fueron seleccionados y me consta que Mercedes Jiménez, Rosa Molina, Antonio Toribios y Sergio San Martín van a sufrir un poquito como jurado. 
Ha sido un mes marcado por una estupenda ilustración (creo que ha inspirado muchas de las historias que han llegado) de Vicente Mateo Serra (Gracias, Tico), y por un divertido e interesante Día del Libro. Quiero agradeceros además a todas y a todos vuestro animo permanente a participar en todo momento, llegando a sobrepasar de nuevo los 3300 comentarios en este mes; pero me asombra mucho más el continuo trajin de acceso y estancia que las distintas herramientas de estadítica nos anuncian: si parece ser que ya hemos llegado a nuestro techo de participantes alrededor de los 160 el número de páginas visitadas sigue creciendo cada mes, y en este en concreto ha superado las 55 000 visitas
Es un orgullo estar al timón de una nave que marca tan buen rumbo, espero seguir sabiendo interpretar lo que la ruta nos exige… De momento, cuento con vosotras, con vosotros, que ya es un lujo: graaaaaacias. 
Pues caballeros… dejen paso, que aunque tristes, llegan las princesas…

ABR159. CABALLERO TORTUGA, de Juancho Plaza

En las eternas mañanas de verano, palo de escoba en ristre, yelmo de cartón, espada de lamas de persiana atada a la cintura y escudo de tapadera de tambor de detergente colgado del antebrazo, es el primero en tomar la calle. Reinos todavía no conquistados, dragones rebosantes de fulgor, crueles generales al mando de ejércitos sin escrúpulos y preciosas doncellas deseando ser cautivadas, esperan, aún vírgenes, la llegada de un valeroso caballero que derribe sus murallas, que apague sus llamas, que aniquile sus tropas y que enamore sus párvulos corazones. Su madre desde la ventana ejerce de un invisible Merlín que solo aparece circunstancialmente como suministradora de bálsamos contra los inevitables golpes o restauradora de rodillas ensangrentadas. Mientras, el sol continúa su ascenso, las calles comienzan a recibir sus primeros pobladores y otros niños se reúnen y deliberan sobre a qué van a jugar hoy, su sombra se acorta cada vez más y replegado sobre sí, retoma impaciente su camino a casa. El reposo del guerrero, metido en su concha, le proporcionará nuevos bríos para reconquistar el mundo en un próximo amanecer.

ABR158. OJOS SARRACENOS, de Rafael Aracil Alemañ

En el sepulcro de la vieja catedral, reposan los huesos del último caballero, Don Enrique de Mendoza. Sus hazañas difundidas por todos los confines de la Cristiandad, hablan de asedios interminables, de heroicas batallas, de infranqueables murallas derribadas por sus valerosas huestes. De sus duros enfrentamientos con la morisma siempre salió victorioso y las crónicas de la época narran que su gallardía y noble porte hacían que el enemigo emprendiera la huída con su sola presencia en el campo de batalla. Un día de mayo, plagado de mil fragancias, se abre camino Don Enrique por verdes florestas llegando a una frondosidad del bosque donde escucha el rumor producido por un salto agua y observa, entre la transparencia que proyectan las sombras, unos negros ojos sarracenos que parecen no apercibirse de la mirada cautiva que, en la distancia, se ha prendado de ellos. Don Enrique, sigiloso, desmonta su corcel e impaciente se aproxima a las inmediaciones del lugar presto a cruzar el umbral que separa el abismo de angustia que la lejana visión ha provocado en su desbocado corazón. Incauto y perdido por el ímpetu de la insensatez… en su epitafio aun puede leerse: “Caído por Dios ante el infiel

INSPIRACIÓN FINAL

Anoche estuve (con algun amigo más de ENTC) escuchando a Luis Mateo Díaz, Jose María Merino y Juan Pedro Aparicio (tres leoneses con casta) defender el relato en su distancia más corta (lo relacionaban con las reuniones de filandón en las que la gente de los pueblos se reunían alguna tarde a contar historias al calor de la lumbre) y de paso, escuchar alguno de los que ellos tienen publicados en sus libros. Fue un verdadero placer ver lo sencillo que puede ser un texto si está bien escrito.
Esta mañana, hojeando (tenía un vago recuerdo de ello) lo último que leí de Merino, he encontrado el micro que, sin saberlo, escribió para este mes… y quiero compartirlo como cierre de este mes.


LA CUARTA SALIDA

El profesor Souto, gracias a ciertos documentos procedentes del alcaná de Toledo, acaba de descubrir que el último capítulo de la Segunda Parte del Quijote –“De cómo el Quijote cayó malo , y del testamento que hizo y su muerte”- es una interpolación con la que un clérigo, por darle ejemplaridad a la novela, sustituyó buena parte del texto primitivo y su verdadero final. Pues hubo una cuarta salida del ingenioso hidalgo y caballero, en ella encontró al mago que enredaba sus asuntos, un antiguo soldado manco al que ayudaba un morisco instruido, y consiguió derrotarlos.  Así, los molinos volvieron a ser gigantes, las ventas castillos y los rebaños ejércitos, y él, tras incontables hazañas, casó con Dulcinea del Toboso y fundó un linaje de caballeros andantes que hasta la fecha han ayudado a salvar al mundo de los embaidores, follones, malandrines e hideputas que siguen pretendiendo imponernos su ominoso despotismo.

JOSE MARÍA MERINO. La glorieta de los fugitivos, Páginas de espuma.

ABR157.AMANECER, de Antonio Diego Araujo Gutierrez

A pesar de la calma nocturna, las aspas del molino se cimbreaban como sí quisieran girar con una inercia antigua. Una grieta se extendía desde la base hasta uno de los ventanucos, tan marcada y profunda que podía verse incluso en medio de la lúgubre luz del primer albor. Don Alonso Quijano hizo una seña a su noble escudero Sancho, y éste desmontó de su pollino, abrió las alforjas y sacó de ellas unos retales hechos de sábanas gastadas, remendadas a lo largo. Con cierta maña y no pocas penurias, fueron subiendo a las aspas, una por una, cubriéndolas con aquellas lonas improvisadas, que sujetaron a la madera con cuerda de cáñamo.

Una vez concluida la labor, regresaron al lugar donde aguardaban sus rocines. Sancho aprovechó entonces para equilibrar el peso de las alforjas. Don Alonso se alzó en su montura y, lanza en ristre, esperó a que el aire del amanecer hiciera el resto.

 http://lugardemirecreo.blogspot.com

ABR156. RESCATE INSÓLITO, DESCONTENTO INESPERADO, de Óscar Quijada Reyes

De paseo en una lejana y solitaria playa, hallé un recipiente antiguo casi completamente sepultado. Contenía un rollito, que traducido al español actual creo que dice:
“Hace como treinta años que me deshice de mi armadura y demás implementos. Intento olvidarlo, pero cada vez que paso por este camino de Castilla, encuentro a estos dos tontos. No tienen la más mínima idea de lo que es ser caballero.
“Llego a casa y consigo a mí esposa echada, llorando, inconsolable.
–¿Qué ha sucedido? ¿Dónde está Patricia? –Pregunto.
–Esos tres bandidos se la han llevado.
“Lo primero que pienso es en mis gestas como guerrero y en dar alcance a aquellos que recién he visto. Es sorprendente, me ayudan a calzarme una nueva armadura y voy tras los delincuentes.
“Al conseguirlos, los ataco desesperado y justo cuando van a liquidarme aparece ese dúo. De no ser por ellos, estaría muerto, ahora son mis héroes. Patricia luce muy triste, así que trato de consolarla:
–Tranquila cariño, pronto estaremos con mami.
–No quiero ir a casa, amaba a uno de ellos –declara causando mi asombro.
“¡Qué amargura para los padres que ignoramos los sentimientos de nuestros hijos!”

ABR155.CON POCAS ARMAS; ALGUNAS HERRAMIENTAS, de Mercedes C. Velázquez Manuel

Fabricó su espada con dos trozos de madera tosca de brezo. La tapa del viejo caldero de aluminio hizo las veces de escudo. Y el propio caldero, tiznado por las sucesivas brasas de leña y carbón, protegía su cabeza a modo de casco. Su yegua alazana permanecía amarrada al tupido cañaveral. Ahí, en ese viejo cañaveral, encontró tan bello animal que le serviría para sus andanzas personales y guerras imaginadas. Respetó su larga cola de hojas que limpiaría los caminos polvorientos cuando se paseaba montada a su grupa. Las riendas las había hecho con restos de badana trenzada. Y cada vez que le decía ¡arre! o le decía ¡so!, la potranca acudía a su voz de mando. Tenía todo el dominio del animal. Tanto si corría, como si iba al trote o simplemente de paseo, formaban un tándem imposible de separar.
Cabalgo, cabalgó y cabalgó. Se empeño en recorrer caminos polvorientos, algunos trechos pedregosos y muchas veces llenos de barro. Sin más armas que las suyas: flaca, desgarbada e hiperactiva, no cabía duda de que su infancia transcurrió vital y muy cercana a la naturaleza. De cabellera rubia, a veces coronada con dos trenzas, ella terminó siendo su propio caballero.

 yotanci.blogspot.com

ABR154. DULCINEA, AMOR DE HIJO, de Laura Garrido Barrera

Alberto saludó a María, la enfermera del primer piso. Subió un tramo de escaleras y entró en la habitación. Saludó en voz alta esperando una respuesta. Desde el baño se escuchó una voz acatarrada que le dijo que esperara mientras se miraba en el espejo y se afanaba en recoger sus cabellos lacios, largos y encanecidos en un moño sin gracia. Se ajustó el corsé y la falda, y dio gracias por estar tan sumamente delgado. Después repasó con un pintalabios sus labios agrietados y entonó sus mejillas con algo de color. Por fin salió para abrazar a su hijo y preguntó:
—¿Aún no te has puesto la armadura?
Tras dos horas, Alberto, con el abrigo puesto, descendió las escaleras hasta la primera planta.
—¿Cómo ha encontrado a su padre? —preguntó María.
—Mucho mejor. Intercambiar los papeles le ha quitado un gran peso de encima.
—Dice que ya se sabe veinte capítulos de memoria.
—Sabe cuarenta y… por si acaso, ¿podrían retirarle todos los libros de caballerías? ¡temo por sus vidas!
—No se preocupe. El barbero y el cura han muerto, y al ama y a la sobrina les quitamos las cerillas.

http://demispalabrasylasvuestras.blogspot.com

ABR152. NOBLEZA, de Belén Molina Moreno

El hidalgo caballero Juan de Garay huía de las airadas tribus tucumanas, asediadas por sus huestes y las de Núñez de Prado durante largos meses. Respiraciones furiosas mezcladas con cantos de guerra le perseguían y le cegaban el entendimiento y la visión. Su pie tropezó con el vacío encerrado en el hueco de una roca. La piedra le dio un primer beso convulso, como un silbido. Su cuerpo se fundió con la dureza del fondo y su cabeza quedó envuelta en una explosión de luz.
El atleta caballero Juan Fernández corre un cross bajo el sol cegador del mes de julio. Sofocado pero manteniendo un buen ritmo, alcanza a su mejor contrincante que corre sin rumbo, perdido. Tropieza con su honor, la luz del sol explota en sus ojos, hablan y le cede su norte y su victoria.

ABR151. LOS TRECE DE LA MAGA, de Ignacio Feito

Bajo el torreón de la bella Azozaifa se han juntado decenas de pretendientes. Pedro de Fadrique traza con su espada una línea recta en el suelo.
-Esto es la tierra. Aquí y ahora, decidid si queréis ir en busca del cielo.
Un hombre avanza hasta la línea y con su arma dibuja otra, formando ángulo con aquella. Quebrados así los temores, más hombres se acercan y van trazando líneas que, pegadas a las anteriores, representan un primer cuadrado. Redobla el murmullo cuando otros caballeros deciden dar el paso de modo que van sumando líneas, formándose una fila de cuadrados y, como algunas veces llegan varios señores al mismo tiempo y son todos caballeros, por no molestarse dibujan dos cuadrados uno al lado el otro siguiendo luego la fila de a uno hasta que queda sobre la arena una especie de cruz de cuadrados con dos transeptos.
Fadrique toma entonces un guijarro del suelo y lo arroja con levedad sobre el dibujo sagrado. Después comienza saltar con una sola pierna sobre los cuadrados, rito que es inmediatamente imitado por el resto de los caballeros.
Trece subieron al final donde Azozaifa. Y Boabdil, su padre, viéndolo todo y lloriqueando como una niña.

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