Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

ANIMALES

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en ANIMALES

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el 5º de este año serán LOS ANIMALES. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de AGOSTO

Relatos

MAR158. EL MOTIVO, de Elysa Brioa Escudero

El mundo era un lugar triste y gris. Mujeres y hombres existían para producir sin descanso. Algunas horas de sueño y otra vez a la faena, así era la vida entonces. Un día, alguien, empezó a susurrar una melodía, los que estaban alrededor primero se asustaron, después se dirigieron miradas asombradas y como en un coro improvisado empezaron a cantar siguiendo aquella cadencia. Mientras aumentaba el tono del cántico las sonrisas se instalaban en todos los rostros, trabajaban a buen ritmo, con más alegría. El poder se asustó, no querían que las condiciones de trabajo mejoraran para que todo siguiera en el orden establecido. Aquel centro de labor fue precintado y sus obreros llevados a reeducación. Solo escapó al castigo el que había iniciado el canto, fueron incapaces de atraparlo. A partir de ahí y con la misma rapidez que prende el fuego en la hierba seca, surgieron otros conatos de alegría y la revolución fue imparable.
Hoy el planeta es un lugar mejor para vivir. Cuando le preguntan al hombre que inició todo por sus motivos, siempre contesta lo mismo: No lo sé, solo recuerdo que esa noche fui feliz, soñé por primera vez.

MAR157. E-GAFAS, de Virginia González Dorta

Se puso las gafas, las famosas gafas.
Años que llevaba esperando para conseguirlas y ahora, ahora había llegado el momento. Saldría esa tarde después que ella, la seguiría hasta el lugar de la cita con sus amigas… ¡con sus amigas, le dijo, como si a esas alturas ya él no supiera distinguir entre la verdad y la mentira! Y así lo hizo, esperó un rato que doblara la esquina, se subió el cuello del abrigo y echó a andar. Las gafas eran cómodas, sólo un levísimo rumor parecía salir de la montura, de color oscuro, sin señas aparentes de su verdadera utilidad.
Cuando volvió a casa, venía cansado, pálido y con ganas de vomitar. Dejó las gafas en la cómoda de la entrada, se acercó al baño y se miró al espejo. No se reconocía.
Las gafas le habían dejado una huella indeleble: lo que habían grabado era un tatuaje en su piel, pequeños fotogramas que relataban la ausencia de amor, la búsqueda del deseo y la frágil mentira con que habían construido sus vidas.

MAR156. 2000 80 4, de Leticia Oliva

Con mi bolígrafo en mano pensaba: “2084…”, una sonrisa ilusionada intentaba llevarme a ese tiempo, mientras que una ceja rebelde me ataba al presente,
– ¿qué futuro? si con 2000 euros que bien que estaría ahora.
– ¿Cerebro? concéntrate, futuro y hacemos la historia.
– Ya, pero igual nos vienen bien los 2000 euros ¿y no le debemos como 80 a Juan?.
– Sí, pero ahora no tengo ni 4 , ¿podemos volver a la historia?.
– Vale, pero no me tientes con esos números.
– Ok, entonces… futuro, año…, sin año mejor… la gente es…
– ¿Pero tú crees que en el futuro próximo cercano consigamos los euros?
– ¡Me cago en estos números! Que no se me ocurre nada y que futuro voy a ver si con la crisis que hay no me imagino llegando al mes que viene.
Menos mal no gaste la hoja, capaz que el mes que viene se me ocurra algo digno de ser plasmado aquí, pero como está la cosa, no está ni para hacer bolitas de papel.
– Al menos agradezco lo ecológica que me he puesto, todo lo ahorro y lo reciclo, a este paso, si habrá recursos en el futuro.

MAR155. SU MAYOR DILEMA, de Alfonso Carabias Antunez

El aura de calma y concentración de la sala se interrumpió por el ahogado lamento de uno de los científicos.
El maestro, preocupado, se acercó a él.
– ¿Qué es lo que perturba tu mente, estimado colega?
– Disculpe maestro – respondió el científico pesaroso – es este algoritmo, soy incapaz de resolverlo correctamente.
 – Revisa el planteamiento y la solución saldrá sola – respondió el maestro.
– Eso intento señor  – contesto nervioso – pero al desarrollarlo siempre llego a una cifra en la que no puedo seguir.
– ¿Y cuál es? – preguntó el maestro intrigado.
– 2084 Señor – fue su respuesta.
El maestro, después de mirarlo a los ojos, encontró la raíz del problema.
– No creo equivocarme al decirte que hay una variable externa que nubla tus planteamientos, que probablemente te haya acelerado dos veces el corazón al recordarla, que mantiene a cero tu concentración desde que la conoces, que te habrá venido al menos ocho veces a la cabeza en el día de hoy y la hayas nombrado no menos de cuatro. Yo tuve ese dilema hace tiempo.
– ¿Y lo resolvió maestro?
– Entonces tomé la solución que entendí más racional, aunque no hay día en que no me arrepienta.

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MAR154. EL SECRETO DE LA HABITACIÓN 2084, de Mercedes Daza

Todos los viernes recibía un sobre en el que me citaban a medianoche en la habitación número 2084 de un sombrío hotel resguardado en la Gran Vía. Yo, letrado de renombre pero protagonista de una larga lista de relaciones frustradas, acudía a aquel lugar con la excitación de la primera vez. Ella me esperaba semidesnuda en la cama, con su rostro cubierto por una máscara dorada y una peluca roja a juego con sus labios carnosos que quedaban al descubierto. Durante aquellas horas mi mundo envuelto en leyes se desvanecía para abrir una puerta que daba paso a la incoherencia, la fantasía, el deseo.
Nuestros encuentros se repitieron de manera puntual durante casi un año, hasta que un día sus negras lágrimas asomaron por su cuello. Comprendí que la magia había terminado.
Meses después hallé en mi buzón una nueva cita. Pícara, quería que al fin nuestras miradas se cruzasen en el juzgado donde ejercía. Entré en la Sala buscando sus labios que con desconcierto encontré. La ubiqué en el estrado. Por primera vez no intervine como abogado. Era el denunciado y ella mi hija, aquella que abandoné hace 2084 noches, y que cada viernes besé en una fría habitación.

MAR152. RDT 2084, de Juana Mª Igarreta Egúzquiza

Ayer Ana se pasó parte de la mañana en su RDT 2084, pero nadie la echó en falta. En realidad es su gran secreto, una herencia recibida de Nicolás, su abuelo preferido.
RDT son las siglas de “REFUGIO DEL TIEMPO”. Vivir en él es vivir fuera de tiempo, sin que éste corra, en otra dimensión.
Ana, para hacer uso de este don, tan sólo tiene que contener la respiración unos segundos con los ojos cerrados y los dedos pulgares colocados sobre las sienes. Con este sencillo ritual, logra sustraerse de lo que llamamos realidad y adentrarse en otro mundo paralelo. Ella lo utiliza cada vez que necesita huir del estrés, escapar de una situación tensa.
Ayer, el reloj marcaba las 11 de la mañana cuando Ana se sometía a un duro examen de oposiciones. Ella, cumpliendo el ritual, se refugió en su RDT 2084. Una vez que consiguió relajarse, volvió a la «normalidad«. Seguían siendo las 11 de la mañana.
Nunca podrá olvidar el día que su abuelo Nicolás, sintiendo de cerca la muerte, le desveló el secreto RDT. Ella cumplía 20 años. Su abuelo tenía 84. Así es que Ana decidió llamar RDT 2084 a tan precioso regalo.

MAR152. DISECCIÓN, de Mercedes C. Velázquez Manuel

-Y dígame ¿qué le trae por aquí?
-Quisiera analizar el número 2084 para estar preparado…
– Ah, bien. Estudiemos el asunto.
-Si al 2 le sumamos 0 nos dará 2. Si al2 le sumamos8 nos dará10 y si al 10 le sumamos4, nos dará14. Como hay que reducir esta cifra a un solo dígito…pues nos quedaría el número5.
-¿cinco?
-Sí, cualquier número es válido para el interrogante que desee plantear. Pasemos pues a diseccionarlo.
El 5 está en el justo medio de la secuencia del 1 al 9, por lo tanto en el centro de la serie 123456789. El número 5 nos retrotrae a los cinco sentidos que posee el ser humano. De no emplearse bien estos cinco sentidos con cabeza, amor y generosidad, de nada le valdría al ser humano tanto ensayo-error etc.etc. Y es una lástima porque siempre le gustado avanzar bajo su propia libertad, la misma que ha venido empleando desde tiempos inmemorables. Sólo que esta vez la está llevando a extremos inapropiados.
2084 va a necesitar ese equilibrio de número cinco intermedio, pero de una manera cambiante, expansiva y social. Con un equilibrio sostenido en lo constructivo y en el progreso solidario y colaborativo…digamos más favorecedor.

MAR151. CONTRA TODO PRONÓSTICO, de Mª Carmen Gómez Caro

Contra todo pronóstico la naturaleza nos ganó la batalla. Cuando todos pensábamos que la destrucción del planeta no tenía remedio, la situación dio un giro inesperado: los animales se rebelaron con una violencia casi humana y el reino vegetal se convirtió en un imperio invasor de cuyo colonialismo no podíamos librarnos. Harto de ver morir a sus glaciares, el mar implacable recuperó sus playas y fue vomitando en ellas todas las ofensas que le habíamos hecho tragar durante siglos. El cielo decretó temporales coercitivos y la tierra se negó a gestar más semillas intoxicadas.

Contra todo pronóstico aprendimos la lección, y en el año 2084 firmamos al fin la paz. Como miles de años atrás, dio comienzo la vida en la Tierra. Nos despojamos de todo aquello que le hacía daño a la Madre y a nuestra propia especie, y vimos que era bueno.
No fue fácil desde luego. Surgieron profetas engominados y discípulos agrupados en escuadrones que intentaron persuadirnos de los peligros de los nuevos tiempos. Por todas partes instituciones anacrónicas se resistieron a morir y amenazaron a la humanidad con desastres apocalípticos. Contra todo pronóstico no hubo sitio para el miedo.

MAR150. A ESTAS ALTURAS, de Laura Sáez-Díez

Todos los que la conocieron podrían decir que ella tenía todas esas cosas que la hacían ser diferente a los demás. Algunos decían que su risa se contagiaba alli por donde pasase. Otros, que nunca habían olido un perfume mejor. También alguna vez escuche que sabía cantar como los ángeles. Nunca escuché a nadie hablar de ella con rencor, sabía cuidar de los suyos y era una esposa excepcional. Todo el pueblo hablaba de ella conociéndola más o menos. Pero sólo yo sabía su secreto. Aquellos 2084 días que había pasado en la cárcel le habían transformado. Aquellas 2084 mañanas entre rejas habían hecho a una persona como ella, aunque ese seguiría siendo nuestro secreto.

MAR149. ETERNA INCERTIDUMBRE, de Luz Leira Rivas

El desconocido me abordó diciendo que venía del futuro. Según su narración, un 13 de diciembre de 2084, ojeando periódicos antiguos, vio una fotografía mía y de él, cogidos de la mano en una galería. Como no me conocía siquiera, sospechó que algo había hecho mal en la vida, que el Universo le enviaba un mensaje, y construyó una máquina del tiempo para viajar hasta aquel instante exacto y pedirme que saliéramos juntos conforme al destino.
Nunca supe si era verdad o se trataba de una bonita historia para conquistarme. Pero accedí y, con los meses, la cosa cuajó y nos casamos. Vivimos felices hasta que el 13 de diciembre de 2084, ojeando periódicos antiguos, Antonio no vio ninguna foto nuestra en una galería. Entonces me dijo que sospechaba que algo habíamos hecho mal, que el Universo le enviaba un mensaje, y partiría a buscarme de nuevo para intentar recomponer nuestras vidas conforme al destino.
Nunca supe si era verdad o se trataba de una bonita historia para abandonarme. A veces sonrío y pienso que, en algún tiempo, Antonio está posando conmigo desde esa galería. Y otras que, en algún lugar, Antonio cuenta a una incauta la misma estupidez inverosímil.

MAR148. MAJESTUOSO KILIMANJARO, de Luis Cruz Cubero Villalba

Recuerdo cuando todavía estábamos allí, juntos, en aquel parque nacional de Tanzania, cuidando del hábitat y de esos dos mil y pico elefantes. “Dos mil ochenta y cuatro”, te vi anotar en tu libreta de campo. Estabas obsesionada con la exactitud, cuando a mí lo único que me complacía era mirar al fondo la belleza del gran Kilimanjaro, que a su vez nos observaba a nosotros con su majestad, dándose el gusto de ser el gran rey de la sabana. Para ti todo fue una época más de tu vida, aportando tu granito de arena en el mundo. Aprendí tanto de ti. Todavía era un adolescente, con la oportunidad de acompañar a su madre. Dondequiera que estoy recuerdo todo. Te despediste allí, ocurrió en cualquier tarde, donde te gustaba siempre vivir. Me arrimo a este recuerdo como al árbol más fértil, pues me aporta esa seguridad que en cualquier instante me puede fallar. Junto a ti aprendí a esforzarme en cada paso, aplicando una exactitud como la tuya, como cuando tenías que contar los ejemplares de cada especie. ¡Ah! No me falta tampoco recordar la sombra del Kilimanjaro, me cobija en los días de frío, tristeza y soledad.

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