Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

ANIMALES

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en ANIMALES

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el 5º de este año serán LOS ANIMALES. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de AGOSTO

Relatos

OCT158. PERMANECES, de Elysa Brioa Escudero

Miras con intensidad los tres reflectores que alumbran el quirófano. La violencia de la luz es tanta, que tienes que cerrar los ojos y bajo tus parpados empiezan a bailar tres estrellas que te seducen y te invitan a acompañarlas.
Dejas de percibir el frio de la camilla bajo tu cuerpo, te sientes liviana, flotas en una oscuridad que no asusta. Oyes la melodía que lo llena todo, te atrae, es la música del universo, lo sabes, te dejas llevar a través de las ondas que recorren esa inmensidad.
Una luz vivísima te toca, ves como en una película tu infancia, escuchas desde muy lejos risas, recuerdas y sientes las escenas de tu vida, estás fuera, pero también dentro. De pronto, todo se acelera como si te deslizaras por un tobogán infinito y no puedes retener ninguna imagen, se escapan como agua entre los dedos. Te estás disolviendo, convirtiéndote en polvo celeste, lo aceptas; así debe ser, sabes que no es el final. Formas parte de una cadena infinita, que nunca acabará, mientras las estrellas bailen en el firmamento. Eres un eslabón más, te hicieron, has hecho y por ello permaneces.

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OCT157. AÚN SIGO ESA ESTELA DE LUZ, de Isabelle Lebais

Me asomé a aquel nuevo mundo y me deslumbró la estrella más brillante que había en el firmamento. Sin pensarlo dos veces, la seguí por todo aquel universo desconocido en un acto de fe sin medida.

Cuando pude acercarme a ella vi que no era una sola estrella, sino tres, que unidas eclipsaban a todas las demás.
La primera que alcancé, un día sin más, se apagó y era lo físico, lo tangible. No me importó y seguí adelante sin titubear siquiera.
La segunda que llegue a alcanzar, era su amor por mi y lo que parecía un leve tintineo en su luz, se convirtió en una intermitencia bien definida en el tiempo, sin llegar a apagarse nunca del todo, ahora si, ahora no tanto… Tras un breve titubeo, decidí seguir adelante.
La tercera era su alma, su luz era brillante, cegadora y atrayente, nublaba mis sentidos y mi raciocinio, avasallando todos mis pensamientos y mis actos con una fuerza desconocida hasta entonces para mi.
No me importó y dejando todo lo demás atrás, proseguí mi camino persiguiendo mi sueño, tan solo creyendo en su alma, en su hermoso alma.

OCT156. LA IMPORTANCIA DE LOS TRES PUNTOS, de Carolina García

Aquellas, son puntadas hechas con hilos de luna para mantener al cielo en su lugar, dijiste una noche señalando las tres estrellas más grandes del firmamento.
Te miré un rato largo y me enamoré un poco más, empapado todavía en la ternura que me había provocado tu comentario infantil.
Como a mí me parecen estrellas, tomaré una y te la obsequiaré, adelanté feliz aunque con esa sensación cotidiana de estar en deuda con vos.
Pero entonces gritaste que no lo haga, por favor, que ni siquiera lo intente, que confíe en vos ignorando lo absurdo de esa opción.
No discutí. El terror de tus ojos me estremeció y me forzó a creerte. Aunque no comprendiera.
Anoche, sin embargo, recostado a tu lado lo entendí todo.
Mientras te observaba dormir, el horizonte que establecía la sábana sobre tu clavícula se desplazó hacia el sur, descubriendo la respuesta.
Allí estaban, también atraídos por el magnetismo de tu piel, en una posición curiosamente similar a la de las estrellas. Tres lunares sobre tu pecho, justo encima del corazón.
Recordé tus palabras. No me atreví a acariciarlos.

OCT155. EL CORRECTO HUMANO, de Anais Moutsanas Carela

De entre las tres estrellas que forman la cola de la Osa Menor, emergieron tres naves extraterrestres. Su misión: encontrar al ser humano más correcto para dialogar con él sobre los graves asuntos del cosmos. Así que alzaron una larga antena por una ventanilla e inspeccionaron los niveles de pureza, deseo de un mundo estable, y tranquilidad en Obama, Merkel, Rajoy… entre otros grandes políticos de nuestro tiempo más.
        —Jefe —comunicó una nave a la otra—, las estadísticas dan negativo.
        —Todavía quedan zonas por explorar —intermedió la tercera nave—. Sigamos albergando esperanzas de encontrar al correcto ser humano.
        Sin querer, sobrevolaron un tramo de selva africana donde había un chimpancé rascándose el culo. La antena de las naves registró al simio e increíblemente dio positivo, así que al rato andaban abduciéndole. Habían visto humanos importantes tan poco agraciados, que aquel pobre chimpancé sólo les parecía un humano feo pero a fin de cuentas el más correcto.

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OCT154. UN GRAN SECRETO, de Jezabel Luguera González

-Te voy a enseñar el mayor secreto del mundo pero, tienes que prometerme que no dirás nada, ¿prométemelo?
-Te lo juro, anda cuéntame.
Subimos a su habitación apago la luz y al abrir la cortina una luz invadió todo, era como formar parte del sol.
-¿Lo ves? Son mis estrellas, ellas me ayudan a conseguir lo que me proponga.
-¿Cómo… te ayudan? Explícate.
– Hace unos días había decidido rendirme y hacer lo que todo el mundo esperaba de mí,  no lo que yo quería, pero de la noche a la mañana, mis tres estrellas aparecieron y la responsabilidad de proteger el secreto, me dio el empujón para seguir mis sueños.
-¿Y por qué son 3?
– Una son las ganas, otra la fuerza y última la paciencia.
Feliz por mi amigo, me despedí de él. Di vuelta a su casa y confirme mi sospecha, las estrellas eran las luces de las nuevas farolas de la carretera comarcal. Pero, prometí no decir nada y eso haría.
Sin darme cuenta yo también encontré ese empujón, aunque a mis estrellas yo las llamo farolas.
“Busca las tuyas” y cuando las encuentres, protégelas, nunca te fallarán.

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OCT153. LAS CUATRO ESTRELLAS, de Amparo Hoyos Sanchis

Edelmira sabía de la Noche Vieja, pero en su aldea casi nadie la celebraba. Eran gente humilde que trabajaba en el campo, tenían otras preocupaciones y ahora que estaba sola, sin hijos y sin marido, todos los días eran iguales.
Cuando se casó con Pascual, la vida era dura, pero se tenían el uno al otro. Hombre callado y bueno, por las noches se hacían compañía junto al fuego.
Edelmira quedó dos veces encinta. El niño nacido del primer parto murió de neumonía con dos años; los antibióticos llegaron tarde. El  segundo nació sin vida, en el hospital. Le dijeron que había hecho demasiados esfuerzos  en el campo.
Pascual y Edelmira ya no pudieron ser padres, pero siguieron unidos con su monótona vida de campesinos. El tiempo, el clima y el trabajo los fue consumiendo, hasta que Pascual, partió un treinta y uno de diciembre.
Todos los años, cuando llegaba esa fecha, Edelmira después de tomar la misma cena que el día anterior, pedía a Dios por sus tres estrellas que brillaban en el cielo, hasta que una noche, se quedó sentada en un banco contemplándolas; al día siguiente, el firmamento contaba con una estrella más.

OCT152. EL BOSQUE DE ESTRELLAS, de Mª Carmen Gómez Caro

Pasó su infancia atrapando luceros. Capturaba el reflejo en un charco y saltaba sobre el agua diciendo \»eres mía, estrella\», y así, poco a poco, se hizo con un bosque de luminarias de escarcha prendidas en la noche. Porque en la hora de los prodigios, cuando se abría el cielo después de un aguacero, la calle se llenaba de niños que saltaban charcos y construían bosques.
Eso fue antes de que los soldados entraran en el pueblo con los ángeles ensartados en sus lanzas, antes de que a su padre y a su hermano se los tragara la tierra, antes de que le diera terror que le crecieran los pechos, mucho antes de que el río bajara cargado de miedo.
Ahora, el suelo. La boca y la nariz llenas de barro y de sangre seca. Las piernas rotas. El frío en la espalda. Los ojos cerrados para pensar en charcos y en bosques de estrellas.
El hombre de las botas le aparta el pelo en un repentino gesto piadoso. Saca su pistola y dispara tres veces sobre su vientre. Mientras los tres luceros rojos anidan en su camisa, ella camina entre los cuerpos celestes.
«Eres mía, estrella…Eres mía, estrella…«.

OCT151. LAS MÁS BRILLANTES… de Inmaculada Rodríguez Flores

Como cada anochecer se acerca a sus camas a darles el beso de buenas noches. El día ha sido intenso, un ir y venir para llevarlas al colegio, prepararles el almuerzo, volverlas a recoger, escuchar sus historias —siempre poniendo cara de mucho interés—, comentar lo que piensa sobre los relatos que escucha… Esa es la labor de esta madre abnegada, una de tantas, como la tuya y la mía, es que a cada instante vela por sus tres estrellas.
Un día llegó la primera a sus brazos, y le pareció la más bella del mundo… Años después llegó la siguiente, y pensó que eran dos estrellas maravillosas, las más brillantes, las más hermosas de todo el mundo.
Hasta que llegó la benjamina, y en ese instante comprobó que para cualquier madre todas sus hijas han de ser igual de bellas, igual de amadas,…todas han de recibir el mismo trato.
De hecho,  son sus tres estrellas, las que alumbran sus momentos más oscuros, las que guían sus más duras decisiones… las que hacen que cada día exista un maravilloso motivo para saludar al sol, sabiendo que nuevamente, cada noche… volverá a arroparlas, a besarlas, a sentir ese amor indescriptible.

OCT150. SOLUCIÓN, de Pablo Vázquez Pérez

La niña dibujaba esos triángulos incompletos en su cuaderno durante las clases, figuras que al enseñárselas al maestro y a sus compañeros, nunca lograban comprender.
En la universidad, ya de adulta, la joven siguió marcando esas líneas sugerentes y misteriosas que ni los colegas ni los docentes eran capaces de descifrar.
Varios lustros después, siempre había administrativos curiosos en la oficina, que trataban de adivinar imágenes ocultas en los formularios de su compañera, entre vértices y ángulos difuminados unos encima de otros,.
En la residencia de ancianos, una tarde lluviosa de otoño, la mujer, ya vieja, marcaba con el dedo índice las rayas en el vaho que empañaba el cristal, hasta que otro interno se acercó a la ventana uniéndolas con un solo trazo, hasta formar tres estrellas sobre el vidrio húmedo.
Aquella noche el firmamento lucía más brillante que nunca.

  http://pablosinbulla.blogspot.com.es/

OCT148. ORIÓN Y SUS ESTRELLAS, de Jose Vicente Pérez Bris

He dilapidado tres amores. El primero fue Ana, flechazo de instituto. Nos casamos jóvenes y  renunció a la carrera. Fue la escudera fiel, sacrificada por su héroe. Soportó penurias sin fin hasta que publiqué la novela.
Joana la editó. Intimamos enseguida. Alimentaba el caudal de halagos que deseaba escuchar. Descubrí un mundo diferente. Glamour, estilo y una fe ciega en mis posibilidades. Tiré siete años de matrimonio por la borda. Me zambullí en un mar de fiestas, presentaciones y banalidades. Al despertar, habían pasado dos años. Joana exigía más espacio en el campo de juego. Se ahogaba. Y lo peor de todo, quería una segunda novela. Terminé destrozado.
En la retirada, la vencedora se apiadó buscándome un empleo. Al menos, un sustento que alimentara los devaneos de escritor frustrado.
El destino me otorgó una tercera oportunidad. Apareció Laura. Era la nueva becaria. Convertirme en mentor de un alma joven pasó a ser una nueva pasión. Resultaba increíble como se dejaba moldear en forma y manera sin rechistar. Descubrir que jugaba un doble juego me llevó un año. Ahora, solo al caer la noche, miro al cielo y evoco las tres estrellas que apagué y nunca lucirán.

OCT147. DISTANTES, de Miguel Ángel Page

Están aquí, y allí. Pasan desapercibidos entre la gente. Son cuerpos huérfanos que cada noche bajo las estrellas se sueñan y, a ambos lados del océano, recuerdan su futuro, comparten el lamento. Todo es pasado en su plato, junto con algunas migajas de porvenir. Los hubo también que vivieron a cada lado de un muro, separados por una guerra; hoy a pocos kilómetros de la frontera, o con un estrecho de por medio acrecentando sus heridas; mañana uno en la Tierra, otro en Marte, o sabe Dios dónde.
Las estrellas no tienen puntas. Simplemente existen y, con suerte, titilan. Entonces las miramos, y nos sentimos más cerca. Pero a los niños aún no les ha dado tiempo a dibujarlas como las vemos nosotros. Algunos allí, otros aquí.

 http://page-realidadilusoria.blogspot.com.es/

OCT146. LUCES Y DISTANCIAS, de Juan Herminio García-Zeballos

Esas tres estrellas que brillan por las noches en el firmamento, quizás ya estén extinguidas, pero como se encuentran a una enorme distancia de la Tierra, sus emisiones, aún viajando a la velocidad de la luz, tardan miles de millones de años en llegar a nuestro planeta y por esta causa, creemos ver una realidad que ciertamente ya no existe. De alguna manera y gracias a este fenómeno, podemos conocer el pasado: hoy, vemos algo que hace mucho que ocurrió.
¿La máquina del tiempo?… Algo así. El Universo no sólo nos permite filosofar y ser románticos, también nos da la oportunidad de vivir la Historia.

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