Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SERENDIPIA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en SERENDIPIA

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LA SERENDIPIA. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE NOVIEMBRE

Relatos

DIC17. ¡QUÉ BONITO ERA EL MES DE DICIEMBRE…! de Marcos Santander Llona


Sobre todo su final. Desde principios a los árboles les salían unos frutos como luces, caros, muy caros, frutos para solo ver. Casas, tiendas, escaparates se poblaban de figuritas, bolas y copos de nieve que referenciaban una religión, la VER-DA-DE-RA, my friend. Tristura total.
Yo, en diciembre, también deseaba lo mejor a aquellos a los que deseaba el bien, más o menos como siempre, y lo peor para hipócritas automáticos que se encarrilaban a sabiendas, conscientes, de que después de diciembre estaba el enero de otro diciembre en este puto calendario de la vida. En la resaca de la conmemoración de esa otra religión laica y atea, preparábamos las fauces para deglutir, de manera pomposa, lo que días antes podíamos haber adquirido por la mitad de la mitad de la media vida.
La víspera era la apoteosis, y las bocas lentamente manipuladas iban desgranando dimes y diretes de sordomuda y corta felicidad, y el cura de turno se llevaba a la andorga el trozo de turrón robado de otros muchos hogares en los que iban sonando, a golpe de zambomba y pandereta, los sones de un hambriento villancico para celebrar que estábamos vivos, desde aquella Navidad, de niño. . .

DIC15. AÑORANZA, de Gloria Arcos Lado

Aunque lo intentaba con fuerzas, por mucho que echaba la mirada atrás, no era capaz de  recordar  ninguna Navidad de cuando era niña.
  Sólo podía  recordar que había festejado  esas fiestas con  14 o 15 años.
  Quizás pensaba, se debía a lo precario de su economía familiar. Sólo acudían a su frágil memoria el día de Reyes, que en su hogar era sagrado, pues siempre aparecía algún regalo sobre sus únicos zapatos.
  Hasta que no fue mayor de edad, no fue consciente de lo que tanto le había costado  a su querida madre, su único Rey Mago, hacer realidad las inacabables esperanzas de sus cinco hijos, con tan breves ingresos.
   La mujer hacía verdaderas maravillas, y cuando no tenía con que pagar los regalos, cosía vestiditos para el  único muñeco que poseían, Vicentito.
    Completaba los regalos con canicas, soldaditos de plástico, cuadernos y colores, imprescindibles para el Colegio, a los que añadía algún cuento, envueltos todos ellos en papeles y cintas de colores.
   Sin embargo, sí recordaba que su mayor regalo habían sido unos patines,  con 14 años. Pese a ello añoraba esas lejanas mañanas de Reyes, siempre llenas de sorpresa, aunque nunca se hicieran realidad todas sus expectativas.

DIC14. 1978 a.C. (año Crítico), de Aurora Royo Cañadas

Aquella Navidad, su madre, con el corazón roto, le sacó de la niñez con una noticia que nunca, nunca se les olvidaría. “Los Reyes Magos son pobres, hijo. Han repartido tantos juguetes a los niños que ya no les queda dinero para más. Pero no te preocupes, yo te seguiré haciendo los regalos que los Reyes no pueden traer. Lo que pasa es que mamá también es pobre. No podrá comprar lo que quieras, sino lo que necesites. ¿Lo entiendes, verdad?”

Pues claro que no lo entendía. Era un niño de siete años. No sabía lo que era la paga extra ni la crisis ni el paro. Sólo sabía que a partir de ese día la Reina Maga le iba a llenar los cajones de calcetines, pijamas, camisetas…  Todo lo que pudiese servirle para capear el crudo aire del Cierzo. La Reina Maga tampoco podía pagar la calefacción.

DIC13. LA NOCHE DE LA REINA, de Montaña Campón Pérez

Cada cinco de enero la abuela ritualizaba un piscolabis para los Magos: turrón del duro, tres copitas de jerez, y agua para los camellos. Tan insignes invitados apenas comían un bocado de turrón, apuraban el jerez y derramaban el agua. Fueron infalibles siempre, nos dejaban los regalos pretendidos y a la abuela… un poco piripi.

DIC12. UN CUENTO DE NAVIDAD, de Ginette Gilart

Erase una vez una niña a la que no le gustaba nada, nada la Navidad. No soportaba ver las calles iluminadas, los escaparates de las tiendas llenos de juguetes y tampoco a las niñas de su clase, eufóricas por la llegada de las fiestas que suponían para ellas reuniones familiares y regalos abundantes.
En su casa, la Nochebuena no se distinguía mucho más de las demás noches; un mantel distinto, una cena un poco especial, algún regalito y nada más. Ella disimulaba como podía su decepción, pero por la noche, en su cama, se echaba a llorar y llorar.
Unas Navidades, de sus lágrimas creyó ver saltar una chispa, era un ser minúsculo, tal vez un duendecillo o un hada buena que le susurró:”No llores más, duérmete y sueña, sueña lo que desees y tu sueño se cumplirá»  La niña obedeció y se durmió plácidamente.
Al año siguiente, todo cambió. En esa casa brillaba una estrella. Era la niña, que de tanto soñar, se había rodeado de una luz radiante que repartía sonrisas y buen humor a su alrededor. Había conseguido ablandar y alegrar el corazón de los que allí vivían.

 http://cantabriaendoslatidos.wordpress.com/

DIC11. UN REGALO INESPERADO, de Nuria Casado Marco

Todas las Navidades, estrujaba su cerebro, para complacer a sus pequeños el día de Nochebuena, con los pocos medios de que disponía. Sus regalos nunca coincidían con los deseos de ellos, pero lo paliaba con grandes dosis de imaginación, dedicación y amor. Recordaba sus navidades de niña en el pueblo, en las que la escasez de dinero no era obstáculo para la diversión, y por ende, se afanaba en preparar envoltorios de colores, papelitos con mensajes enigmáticos, lacitos imposibles, que enterraban la sorpresa final siempre exigua. Pero aquellas navidades serían distintas, el día 23 de diciembre aquellos hombres les despojarían de su casa. Miró tristemente su hogar, pensando que debía luchar por ellos hasta el final. Aquel día se levantó temprano, y rodeada de sus escasas pertenencias y de sus hijos, se sentó a esperar el fatal desenlace. Cuando oyó voces que cuyo volumen fue creciendo según se acercaban. Se asomó a la ventana, y comprobó emocionada, a una marea humana agolpándose a la entrada de la casa, e impidiendo la entrada a toda persona ajena a la misma.  Tendría que darse prisa para preparar su particular fiesta, aunque el mayor regalo ya se lo habían hecho.

DIC10. MARCADA, de Mayte González-Mozos

  “Te llevaré a visitar bellas ciudades revestidas con luces mejores que ésta”. Y ella, que llegaba tarde a casa, echó a correr. Al día siguiente, él, le propuso viajes a lejanos países donde hay trineos, y la nieve es protagonista. Y mi prima, seguramente, levantaría sus ojos glaucos cargados de timidez.
      Una mala mañana de Navidad él fue a buscarla entre los columpios. La llamó aparte y puso una pulsera en su muñeca izquierda, que ella nunca enseñó. Un atardecer escarlata, en el rincón más apartado del parque, a la vez que se oían villancicos, le dijo: “no hables de esto; a todas les pasa”. Y un buen día después de Reyes, mientras él disimulando esperaba a mi prima frente al colegio, fue detenido.
     Ahora, cada vez que llega la Navidad; y ella que ya es toda una mujer, no quiere saber de calles iluminadas, de regalos, de promesas ni de hombres. Sólo a mí me explicó el porqué.

DIC08. SOTIRIOS VISITA EL SENDERO DEL AGUA, de Sotirios Moutsanas

Toc… Toc…
—Señor Bill, le estábamos esperando, bienvenido al Sendero del Agua. Hemos hecho lo que nos había pedido. Ya tiene la mejor habitación  con vistas y hemos adquirido el mejor pescado, y carne de primerísima categoría. Normalmente la gente viene por unos días, pero como usted reservó por un mes nos ha sorprendido gratamente.
En los días venideros mi relación  con Juan fue explosiva. Es casi imposible encontrar dos personas  enamoradas  con la literatura, locos por el senderismo, y entusiasmados por el juego de ajedrez a la vez. Durante nuestros partidos, de cada tres juegos le dejaba ganar uno. ¿Tendrá razón mi  psiquiatra  que dice que tengo el síndrome de mal perder? Pasábamos horas juntos, leyendo cada cuento y expresando nuestra opinión. Muy pronto ya tenía su plena confianza  y contestaba los mensajes como Jams.
—Bill, cuando remitan el ganador de aquella Navidad de niño, me lo notificas.
—Descuida, Juan…
¡Aquí está! Ahora jaquearé el nombre, y podré el nombre del glorioso.
¡No! ¿No puede ser?
—Bill, ¿por qué lloras? ¡Vaya, Sotirios ganó el concurso!
—¡Gracias a Dios! A ver si este pesado nos deja en paz.
—Bill, deja de lloriquear como una niñita y echemos una partida.

 http://en.wikipedia.org/wiki/Sotirios_Moutsanas

DIC07. LIMOSNAS DE AMOR, de José Antonio Tejeda Cárdenas

Hoy no viste los harapos con que suele mendigar. Hoy su barba a nadie asusta, todos la quieren tocar. En holgado traje rojo, hoy su cuerpo va a pasear. Un costal muy regordete, a su espalda veo asomar. Son sorpresas, son juguetes. Sueños todos a estrenar. De Santa va hoy el mendigo, que ayer sorteaste al pasar.
Los niños que ayer, cual diablos, se burlaban sin cesar; hoy le buscan, sin agravios, porque abrazos quieren dar.  De un abrazo hasta otro salta, sin apenas reposar. Nadie intuye que el mendigo cobra así su soledad.
– ¡ NAVIDAD ! – grita al gentío, que a su lado ve pasar.
Él está tan convencido, que es feliz hasta en su andar. Bailando sobre su espalda va el pesado costal. Lo que fue ayer limosna, hoy lo llaman: caridad.
Pasarán las fiestas, y los niños… volverán. Esta vez, con mofas nuevas, que todas para él serán. Aquella Navidad de niños buenos, otro año ha de esperar.
De momento, no se angustia. Fiesta aún queda por gastar. Sordo ya está el silencio, de oírle feliz  vocear:

–  ¡NAVIDAD! ¡NAVIDAD!

Para volar sin alas, basta con saber soñar.

DIC06. SE ME CAYERON DEL CAMELLO, de Jesús Alfonso Redondo Lavín

En nuestra pandilla éramos 5. Todos de 1949: José-Ignacio, José-Luis, Juanma, Miguel y yo.
Después de que el General Franco y el Cardenal Primado dejasen entrar en España a Papá Noel por las bases militares de Morón, Rota, Zaragoza y Torrejón, y antes de que saliesen, el “Olentxero” de su aldea  y el “Cagané” de Cataluña, aún, nuestro amigo Miguel creía en la veloz ubicuidad con que los tres Reyes Magos repartían los juguetes a los niños en una sola noche.
Tratábamos de convencerle pero, Miguel, testarudo, erre que erre, no cedía.
Hasta nos atacaba furioso, con la pasión de un templario a infieles sarracenos.
Miguelito, también creía en la cigüeña y eso que en San Ignacio, la barriada de Deusto, donde residíamos, no vimos nunca una, salvo en los dibujos de las fábulas de Esopo.
Tres años antes, en 1956, en nuestra casa de Lezama, en Vizcaya, mi padre no pudo resistir más. Me acompañó al gran armario que había en su dormitorio. Me hizo jurar que no se lo diría a mi madre. Abrió las puertas y me enseñó todos los juguetes que para mi había comprado.
Aquel día Melchor, Gaspar y Baltasar se me cayeron del camello.

DIC04. DEMANDA, de Eva García Martín

Rojo. Blanco. Dorado.
Abrí los ojos, pero vi todo negro.
Campanillas, villancicos…
Mis oídos solo captaban un pitido extraño. ¿Dónde demonios estaba?
Traté de girar la cabeza sin éxito. Mis brazos tampoco respondían. Intenté gritar, pero mi boca estaba llena de… ¿algodón?
“No tengas miedo”, me dije asustado.
El olfato no me fallaba: Olía a beso de papá cuando llegaba tarde a casa y mamá se enfadaba.
Traté de recordar que había pasado aquel día: Los deberes, el muñeco de nieve, la tele, la carta… ¡el centro comercial!
Aliviado, comencé a escuchar un murmullo de voces que se iban transformando en gritos. Y villancicos de fondo: Menos mal, no estaba muerto.
De repente se hizo la luz, se despejó mi boca y  pude moverme. Parpadeé confuso: Blanco… rojo… y la campanilla dorada incrustada en mi frente.
– ¡Que vergüenza! ¡Es indignante!- exclamaba mi madre- ¡Dani, Dani! ¡Hijo! ¿Estás bien?
Empecé a llorar. Mi carta era para los Reyes Magos, pero ella se había empeñado en que se la diera a aquel antipático tipo gordo y tambaleante: Habían hecho falta cuatro duendes verdes para quitármelo de encima.
Sorprendentemente, aquel año, por fin me trajeron todo lo que había pedido…y mucho más.

DIC03…. EN EL CIELO, de Marta Trutxuelo García

Un rayo dibuja una brecha irisada sobre la hierba, donde ella reposa. La luz se desparrama por doquier y enciende aquella mañana de Navidad. Unas piernitas levantan a su paso una brisa ligera que la despierta. El niño le ofrece su mano, intenta asirla, pero ella, impulsada por una ráfaga de aire corre por el jardín, se balancea en el columpio… Él la sigue. El viento le susurra algo y ella escala unos peldaños, brinca y… Él mira a su alrededor… ella ha desaparecido… Lanza su mirada hacia el firmamento y entonces la descubre…
Ella vuela… liviana, etérea… Despliega sus asas al viento, se deja inundar por el  gaseoso elemento. El sol maquilla su rostro y se observa, coqueta, en el cristal de la ventana de la habitación del niño.
Él sonríe, su cabeza se desplaza al ritmo del vaivén que marca ella con sus piruetas.
Una suave voz ase, cariñosa, la mano del niño. Dentro le esperan sus regalos. Y entonces ella exhala el aire de su cuerpo de plástico y cae. Vuelve a ser lo que era,  pero por unos momentos fue libre, veloz, intrépida… el mejor regalo para aquel niño. Aquella simple bolsa fue… una estupenda cometa.

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