Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

NEPAKARTOJAMA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta última propuesta es el concepto lituano NEPAKARTOJAMA, o ese momento irrepetible. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
Esta convocatoria finalizará el próximo
31 de DICIEMBRE

Relatos

AGO46. AZUL, CASI NEGRO, de Garbiñe Albisua Garmendia

Manos sucias, llenas de azul… el azul del añil que impregna la ropa que lavo contra la piedra apoyada en el borde del río, igual que lo hacían antes las mujeres del pueblo. Sábanas que han cubierto camas viejas de jergones ruidosos y colchones de lana. Esas camas que cobijaron en su día a mis padres, a los suyos y a los padres de aquellos… y que esta noche han cobijado el cuerpo de mi madre… muerta entre sábanas blancas que ahora golpeo contra la piedra con la fuerza que me da la rabia de saber que fueron las últimas en disfrutar las caricias de sus manos. Su vida no fue azul… más bien transcurrió entre negros, y yo que podría haberlo evitado, no lo hice, consentí que siguiera atada al carcelero que osucrecía su horizonte… el agua diluye el añil, lo clarea… azul marino… azul celeste.

AGO45. ROMPEOLAS, de Cristina gonzález Prieto

No quedan días de verano para pedirte perdón… Una bella letra de una canción con múltiples significados para mí. Otro agosto más, diferente al del año anterior. Nunca sabes las vueltas que puede dar tu vida…nunca sabes que puedes regresar a un camino que abandonaste hace mucho. Nunca un atardecer me ha parecido tan hermoso. Sentada en las rocas, notando la brisa mover mi pelo, respirando el aroma del mar… Sentada viendo el azul más hermoso que jamás soñé que mis ojos podrían ver. Que bello me parece ahora todo. A mi lado esta él. ¿Y quién es él? No es más que la otra parte de mi alma la cual perdí hace ahora un año y que nuevamente el destino le ha puesto en mi camino. Hoy es un día cualquiera, no tiene nada de especial. Una caña de pescar, las olas romper contra las rocas, la luna y las estrellas iluminando una noche de verano y a mi lado la mejor compañía que jamás pensé que podría volver a tener. Simplemente es un sentimiento ñoño de una tonta enamorada que nunca creyó en los cuentos de hadas. En mi corazón, un azul marino que nadie me podrá arrebatar.

AGO44. BALSA, de Fernando Andrés Puga

Algo me dice que falta poco. ¿Las gaviotas que graznan y planean sobre las olas? ¿La señal radiofónica que empieza a emitir balbuceos entre el zumbido que nos acompaña desde hace días? ¿Tu cara que empieza a envejecer?
En altamar los días son largos. Azul es la distancia; también la cercanía. Azul marino como un blues ronco en el humo de un bar a altas horas de la noche, ya de madrugada, después del alcohol y los besos.
Se divisa en este despertar una línea de tierra en lontananza. ¿Habrá un sitio donde guardar tu último suspiro o tendré que abandonarte y verte bajar a las profundidades donde morderán los peces los restos del amor que nos trajo hasta aquí?

AGO43. EN BLANCO Y NEGRO, de Elena Casero

En la foto en blanco y negro hay dos mujeres y una niña. Las tres llevan un bañador de pantalón de media pierna de rayas blancas y azules y un gorrito fruncido, de color claro, que abarca la frente. Las dos mujeres están sentadas en unas sillas de madera mientras que la niña lo hace sobre la arena, entre las dos, en pose de sirena, con la mirada  enfocada hacia el mar. A ese mar tan azul, salpicado de perlas unas veces o cubierto por una espesa bruma cuyo aroma se incrusta en la nariz como las puntas de las estrellas  en el corazón. El  profundo mar lejano, en cuyos arrecifes, años más tarde, naufragarían los sueños de la niña.

AGO42. ADIÓS A LA FAMILIA, de Sotirios Moutsanas

Estaba en el Gran Casino de Sardinero en Santander. De repente vi una mujer exótica con una belleza extraordinaria. Llevaba un escote y una minifalda escandalosa. Su belleza era tal que no pude contener mis pensamientos. “El que se acuesta con este ángel ha conocido el paraíso. Si pudiera besar a esta diosa conseguiría el clímax de mi existencia.” De súpito ella me esbozó una sonrisa. No perdí el tiempo, la invité a una copa, ella aceptó gustosamente. Hablamos más de media hora con tono jocoso. Era tailandesa, una persona muy agradable, educada, y con buen sentido de humor. Se acercó un momento a mi oreja y me susurró. ¿Te gustaría hacer el amor conmigo? Creo que la testosterona empezó chorear por mi nariz.
En el camino hacia el hotel imaginaba mi vida con ella con nuestros hijos surcando el mar azul de Cantabria con mi barco Topper Omega.
En la habitación le toqué los pechos firmes y cuando mi mano llegó a sus partes íntimas me topé con el ¡¡ plátano !! quiero decir el pene. Mis sueños se esfumaron en un pispás. No hubo ni boda, ni familia, ni niños, sólo hubo sexo, pero que mucho, mucho sexo.

(Concursa CAN)

AGO41. AZUL PROMETEDOR, de Patricia Irene Chabat

Necesitaba llegar a la habitación vacía. ¿Cuánto tiempo llevamos sin salir de esta casa?… ¡Contestame!
    Caminaba del sillón a la cómoda y de la cómoda al sillón lastimándose los brazos con las uñas…Pará Ana… Se detuvo frente a la cómoda, abrió el cajón y volvió a sorprenderse. El olor era insoportable. Recién allí pudo sentir los hilos tibios surcándole la carne.
      La otra mujer se acercó por detrás, cerró el cajón y le dijo burlona al oído “es tuyo”. Ana giró con furia y se quedó tiesa. Temía a esa mujer.
Aún así tomó coraje,  llegó al umbral  de la habitación contigua y todo comenzó a sacudirse. Apoyó sus pies y las palmas de las manos sobre el marco de la entrada como si quisiera sostener las paredes, como si pudiera así sostenerse.
 Creyó girar su cabeza noventa grados y vio   a la temida mujer sentada en el sillón, con ambos brazos marcados de rojo sosteniendo una masa sin vida.
Entonces dio el paso.  Llegó al lugar dónde nunca se atrevió la noche, donde la claridad iluminaba   paredes de humo, dónde un azul     marino, gélido,  amenazante y prometedor, se ofrecía tras el pequeño escalón de la puerta siempre abierta.

AGO39. MANUELA, de Asun Gárate Iguarán

-Azul… marino. No, negro, era negro -rectifica la mujer.
-¿Pudo ver la matrícula? -pregunta el policía.
-No -contesta ella.
-Ese conductor huyó sin detenerse a auxiliarla -dice el policía.
-Estaba oscuro, pensaría que atropelló un perro o un gato -sugiere ella.
El policía la observa unos instantes:
-Tiene que poner una denuncia. Podría estar muerta.
Ella agarra fuerte el embozo de las sábanas con el nombre del hospital.
El policía continúa:
-Ha dicho a las enfermeras que no tiene familiares ni nadie a quien avisar que está aquí. ¿De verdad? ¿Ni un amigo? Es usted joven y guapa…
Ella se sonroja levemente, pero no responde.
El policía se despide y sale de la habitación.
Manuela cierra los ojos y siente el cuerpo dolorido. Sin embargo, no le importan tantos hematomas y huesos rotos. Allí se siente a salvo. Hasta ha dejado de sobresaltarse cuando la despiertan en plena noche las enfermeras para administrarle calmantes. Enseguida reconoce que esas manos no pretenden hacerle daño.
Manuela no sabe cuándo estará curada, pero reza para que ese día no la esté esperando a la puerta del hospital el coche azul marino para llevarla de vuelta a casa.

EL VIAJE DE JULIO NOS HA TRAIDO HASTA… ESTE RESULTADO

¡¡¡GRACIAS A TOD@S POR SEGUIR PARTICIPANDO
UN MES MÁS EN ESTE ESPACIO!!!

Como decía una participante del blog en un comentario…el mes de julio, en general, nos ha inspirado un «viaje triste», repleto de historias en las que el aprendizaje ha supuesto dolor.
Nos ha dejado también la selección más complicada por la igualdad de los relatos: hasta 29 relatos (casi 1 de cada 3) seleccionó el jurado en el primer corte.

Antes de ofreceros los resultados definitivos, agradeceros a todos los que estáis convirtiendo este blog en un lugar muy especial por el nivel e intensidad de vuestros comentarios, y a Sara Lew, Mari Carmen Cobo y Miguelángel Flores por su estupendo trabajo como jurado en un mes tan complicado como éste.

Estos han sido los relatos elegidos por el jurado del mes de julio:

RELATOS SELECCIONADOS (orden numérico):
Los relatos que tienen premio de finalistas, son candidatos al premio final y se aseguran aparecer en la publicación de la 2ª Edición son:
RELATOS MENCIONADOS (orden numérico) 
Los relatos elegidos como «mencionados«, que podrían ser incluidos en la edición final como finalistas mediante la repesca que realice el jurado de la final son:

A todas, a todos, os animamos a seguir participando con la completa seguridad de que seguiremos intentando responder con el mismo esfuerzo e interés.
Comienza un largo mes de agosto para los que no tenemos vacaciones y un fugaz periodo de descanso para los demás… en cualquier caso, esperamos vuestras hermosas historias de color azul… marino.

AGO37. ILUSIÓN, de Isabelle Lebais

Una calurosa tarde de verano,  a la orilla de mi mar, ese mar profundo, oscuro y bravo que sin pausa lanza sus olas contra la orilla. El calor apretaba y sentí la necesidad imperiosa de bañarme.
Me dirigí al agua, despacito,  ya que el contraste de temperaturas no invitaba a otra cosa, entré  me lancé a nadar metiendo la cabeza y abriendo los ojos.
A lo lejos noté como una presencia se acercaba, cada vez estaba más cerca y tendía su mano hacia mí. Casi pude tocar sus dedos, pero me faltaba el aire y al sacar la cabeza para respirar, una ola enorme, me desequilibró y me lanzó a la orilla revolcándome y haciéndome perder el equilibrio.
Al ponerme en pie busqué a mi alrededor, no estaba. Pero en el horizonte divisé una figura… era él, allí estaba. Era mi “SIRENO “.
Mi hermoso sireno, que se reía, a pesar de haber estado tan cerca… tan cerca…  que casi nos tocamos y una ola nos separó de nuevo.
Me saludó con la mano, lanzó un beso al aire, que sentí cuando llegó a mis labios, dio media vuelta y con un gran salto se marchó.
Otra vez será…

 http://elhadaisabelle.blogspot.com.es

AGO36. OTOÑO FRÍO, de Héctor Ramón Romero

Otoño frío,llovizna finita,gente que camina presurosa sus calles,  yo veo a mi ciudad desde una ventanita y la abrazo y la pinto como a un verde valle,su imagen se refleja en las aceras sobre los charcos que deja la naturaleza y en ellos las hojas que caen se enredan, como si jugando quisieran atrapar la tibieza que un rayito de sol a dejado al pasar.El viento de la tarde aleja la niebla del profundo verde-mar,llevándolo muy lejos hasta desaparecer por la llanura azul marino de la soledad y,… el alma de un árbol se estremece al sentir caer su amarillenta y última hoja,como si fuese una gota de rocío que se mece desprendida del cielo sobre una rosa roja.

AGO35. ¿ADONDE EL AZUL MARINO?, de Christine-kistila Cleret de Langavant

Azul… mar inocente como nuestros juegos de palabras entre primos que se reunían cada verano en la casa vetusta de Normandia… cuentos, mimos, canciones, tante Anna al harmonio… vidas de santos o de caballeros de la mesa redonda: el rey Arturo procediendo como nosotros de la tierra bretona  en donde correteaban los korriganes…
Azul… mar inocente como el uniforme llevado adonde las monjas, cuellito blanco y lacito de terciopelo… religión castradora para una familia castrense…
Azul marino como el uniforme de los padres que vuelven de los mares o cielos pero…
…Pero el uniforme de mi padre era caqui y volvía tan poco…
Nada inocentes fueron los juegos en el mar de sensaciones vividas contigo en el mar verdoso del cantábrico: ¡cuantas impaciencias saciadas!… bodas de oro y plata del mar y de la playa, se invaden y abrazan y su propia sed calman…
Durante años, malherida y desamparada, esperaba con ansias tu vuelta a casa cuando el cielo se oscurecía con sus estrellas como decoraciones sobre un uniforme… pero perdías tu brújula en los mostradores de los bares…
¡Adonde el azul marino de las noches sosegadas de antaño!…

AGO34. SOLEDAD AZUL, de María del Carmen Guzmán Ortega

El joven pensativo de cabellos y barba rizados parece mirar hacia un mundo de aguas profundas donde no se percibe el fondo. Una mano soporta el leve peso de su barbilla y la otra reposa indolente sobre el músculo de una pierna. Sobre la mesa camilla, sobre el paño viejo, lana antigua cosida quizás por una madre amorosa, hay un vaso a medio beber, y más allá un recipiente que hace las veces de cenicero.
       La habitación está levemente  iluminada por una luz azul que parece emerger de la pantalla de un televisor. La pantalla está  vacía de imágenes,  pero el joven  no lo percibe porque su mirada va más allá, o más adentro, o más abajo, a lo más profundo y gris de sus pensamientos, un fondo abisal. El ambiente es opresivo. No hay ventanas, ni puertas. El tiempo y el espacio han huido del habitáculo. Ni siquiera el calendario que cuelga de la pared es capaz de indicar en qué época del año estamos, ni qué día, ni qué noche. Se adivinan letras exóticas, posiblemente en chino, pero no importa. Lo que realmente importa es la extraña, la insólita soledad de un hombre joven.

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