Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

NEPAKARTOJAMA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta última propuesta es el concepto lituano NEPAKARTOJAMA, o ese momento irrepetible. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
Esta convocatoria finalizará el próximo
31 de DICIEMBRE

Relatos

JUL93. IDEALIZACIONES, de Adelina Garbuio

Escritores y soñadores han imaginado volar en avión. Si uno piensa en ello se imagina flotando entre las nubes, mirando bellos paisajes, acariciado por el sol que se refleja en la ventanilla y un suave movimiento que junto con nosotros permite que nuestros sueños vuelen.
Los grandes cineastas norteamericanos nos hicieron soñar con un interior sobrio, azafatas con escotes pronunciados, faldas apretadas y ricos tragos en las manos. La sensación de importancia, el saber que estamos por sobre todos.
Los más aventureros quizá soñaron con turbulencias, estado de emergencia y ser el único sobreviviente que utilizando un paracaídas se convierte en un nuevo héroe mediático.
Pero no, anoche el viaje me enseñó que sólo nauseas y fuertes dolores de oído me esperan haya arriba, ni poético, ni poderoso, ni valiente es viajar en avión.

 malabareandoconpalabras.blogspot.com.ar

JUL92. PARADOJA, de Ana María Cuevas Calonge

El dolor es una cuestión de Física.
Acerca de flexibilidad, de resiliencia, de resistencia de materiales.  Cuando no pude cargar más, ni resistir más, el dolor me dobló y me quebré. Dolía tanto que simplemente no podía respirar, ni moverme. No había salida. Giré y giré sobre mi eje y lo único que pude ver fue obscuridad.
   Para escapar, corté por lo sano, las arterias de mis piernas y dejé la sangre fluir hasta morir.
   Hoy no veo otra cosa, ni siento otra cosa, ni puedo pensar en otra cosa que no sea el dolor del que quise escapar. El que hoy me rodea, me persigue, me acorrala igual que antes, más que antes, por siempre, para siempre. El viaje me enseñó que la eterna presencia del dolor, que me acecha, que me embosca, que me amenaza y que me lacera es el verdadero infierno de los suicidas.

 draanamary.blogspot.com

JUL91. ADAN Y ODOT, de María Elejoste Larrucea

Odot era perfecto pero no lo sabíamos. Se fue y Adán ocupó su lugar. Con Odot viajé a occidente en busca del milagro de la ciencia. Después, con Adán,  fui a oriente en busca de paz-ciencia. Viajé. Huir, para el silencio no oír. Me hice vieja.
Entendí que incluso los más pobres regalan sonrisas y centrifugué el huracán de mi rabia hasta hacerla brisa. Me dieron su calor, y reciclé mis lágrimas en gotas de rocío de un mañana mejor. Encontré la calma, los 21 gramos de mi alma, porque aunque anochece, siempre amanece.
Dicen, y es mentira, que el tiempo lo cura todo. Dicen y es cierto, que pone las cosas en su sitio.  Un día paseando sin rumbo, encontré los cuentos de Jams y en el número  10, Ana, la dependienta, me invitó a pasar. Y escribí un cuento, donde parte es cierto y parte invento. Y así, lo pasé por el espejo que aunque refleja la verdad,  lo pone del revés:  Adán cambia y  Odot tiene sentido.
Sus ojos verdes dan luz a otros padres, y su pequeño corazón late en otro pecho. Para ellos… el cielo, para nosotros… consuelo.

JUL90. LO QUE POSEO, de Ivana Laura Pizzio

Como un ermitaño, fuera de este mundo, vivo yo,
Una criatura sin miedo a mostrar quién es.
Un par de ojos mojados,
Un arrepentimiento fuerte en mí,
Esta piel que se marchita, cada vez que te habla mediante roces.
Con una mente abierta, he aprendido todo lo de la vida…
Preferí ser sola, porque descubro muchas cosas, aprendo más,
Sólo digo…
Únicamente tengo a mi cámara para tomar recuerdos,
Que se borrarán con el tiempo…
Bebo un té de menta,
Sinónimo de mi tristeza…
El mar me cuenta
dónde estás, si me recuerdas…
Pero a veces se aburre, y no quiere hablarme,
Por más que suplique.
Nubes grises me atormentan en el frío pavimento,
Con mi cuaderno manchado,
 De tantos borrones que le hago a mi vida.
Necesito hospedaje,
Para mis íntimos.
Sé que eres confiable;
Puedo confiar en ti, si esa es la duda.

JUL89. EL VIAJE ME ENSEÑÓ (CICATRICES), de Paula Morán

Empecé con las botas de mi padre, que me estaban grandes de talla y experiencias. Por todo equipaje tomé recuerdos, agua, expectativas y sal para las heridas. Supongo que mi inconsciente decidió el rumbo porque de repente me vi frente a todos mis espejos en una marea de bosques, estaciones, ríos, ciudades y otras selvas en las que jugar mis cartas intentando no llevarme demasiadas cicatrices. El viaje me enseñó a conocer mis fronteras y a respetar las de otros. Aprendí a limpiar mi piel de voces, a entender que es bueno que siempre queden castillos por alcanzar y que está bien conquistar cualquier palacio que se te ponga por delante, pero no cualquier corazón. Me enseñó que bajo todas las pieles hay cicatrices de los «Nunca» y los «Quizá» y que, al final, la idea de vivir en este mundo es no arrepentirse de nada cuando tengamos que salir.

 purpuraenlassespinas.blogspot.com

JUL88. SENTIMIENTO DE PARTIDA, de Alberto Quiles

Comienzas a caminar por un sendero que separa el asfalto del mar y empiezas a sentir entre tus dedos desnudos, el calor que produce la arena cuando lleva rato al sol.
Abriendo tus pulmones te acercas a la orilla, esa orilla que lleva allí desde antes que nacieras brindando la belleza a tu ciudad. Entonces respiras sin prisa, con fuerza, aire marinero.
Observas el vaivén calmado de las olas y sumes tus pies en esa agua que no es ni fría ni templada.
Y caminas, caminas por una zona más dura, más compacta, dejando por tu derecha en el horizonte, los últimos rayos del día.
Es cuando el sol, luminoso, incandescente y anaranjado está a su mitad entre el cielo y el reflejo del mar; cuando te sientas en tu arena, tu playa y contemplas la puesta de sol.
Vas percibiendo los últimos destellos, cada vez más débiles del ocaso del día y en cuestión de minutos comienza a soplar una suave brisa que refresca el ambiente.
La oscuridad vuelve a cernirse, trae una noche de esas en las que tus ojos brillan atónitos y maravillados con el manto estrellado.
Apenado, descubres lo difícil que será…
Alejarte de tu tierra.

JUL87. EL VIAJE MÁS LARGO, de Julio Olmos de Prada

Un espejo y un baúl custodian la ventana. Instantáneas sembradas sobre la almohada. Mapas y tickets desluciendo la pared. Suvenires hacinados en el rincón. Restos de pizza compartida por el suelo.
Tu mirada vidriosa y ausente recorre el angosto espacio. Sobrevuelas los obstáculos. Abandonas tu cuerpo maltrecho. Brotas al camino traspasando el mar de la ventana. Sostienes la sonrisa en tu rostro.
Te observo y aprendo: el viaje más largo puede ser a ninguna parte.

JUL86. EL VIAJE ME ENSEÑÓ, de Garbiñe Albisua Garmendia

El viaje me enseñó que hay que salir puntual, pero no demasiado. Que si el depósito de gasolina no está lleno al partir, habrá que parar a repostar en el camino, pero que a veces, el señor de la gasolinera nos da un ratito de buena conversación. Que si quieres llegar pronto no te puedes entretener mirando el paisaje, pero que si lo haces, a lo mejor descubres un lago, un pozo o unas espigas de trigo que bailan al son del viento. Que se puede viajar solo, pero que la compañía nos ayuda a ver el cielo de otro color. Que es importante llegar al final de nuestro destino, pero que a veces, ese final no es el que habíamos pensado. Y que… viajar es un placer, y que vivir es viajar, y viajar es vivir.

JUL85. RESACA, de Luisa Hurtado González

 El viaje de mis lágrimas saladas hasta ser mar me enseñó que tu piel ya nunca volvería a serme vetada. Nunca lo sabrás, pero el dolor que me causaste me convirtió en ola, ésa que te besa la piel una y otra, incansable, la misma que hoy viéndote junto a él te arrastrará a lo más hondo para satisfacer mis recién estrenadas ansias de venganza.

JUL84. EL ÚLTIMO VIAJE, de Mercedes Daza García

Él no me quería.
El viaje fue fugaz como el descenso en picado de mis emociones. Diez metros resumen mi vida. Un amor intermitente que apaga de manera definitiva su luz; anhelos que anhelan; lágrimas no descifradas; lamentaciones enredadas a mi estómago;  vestigios de un corazón maltrecho; una obsesión que vuelve a brotar en mi interior; frágiles sentimientos que han agotado su razón; una soledad que busca desesperadamente a soledad; miradas relámpago que se eternizan en un recoveco de mi memoria; un deseo deshecho por amor.
 El viaje me enseña  un alma transparente refugiada en mi cuerpo durante mi efímera existencia. Escurridiza, una vez liberada de sus ataduras emprende el vuelo espiritual recogiendo esperanzas esparcidas en el aire. Al día de hoy,  mi ánima no ha regresado, ni lo hará nunca. Pasa sus días colgada en el filo de una estrella, pendular como nuestro idilio, alumbrando el  camino que no recorrimos.

JUL83. OTRA VEZ ALLÍ, de Jesús Lozano López

Hace unos días viajé al pasado, no por nada en concreto, simplemente quería revivir aquellos acontecimientos que -digamos- me marcaron. O eso presume mi lacaniano psicoanalista. Pero no creáis, no pude cambiar nada. Sólo observé.
En realidad, no usé una máquina del tiempo al uso, sino que elegí el inveterado recuerdo como medio de transporte. NO ese exprés que te lleva automáticamente al lugar y tiempo exactos, sino el de largo recorrido, que como tren de provincias te va llevando por los paisajes marginales de la memoria.
Pasé por momentos olvidados, otrora imborrables. Rodeé otros que me enternecieron… sucesos –muchos- desapercibidos, que me robaron la sonrisa, sorprendiéndome por su intensidad y riqueza de matices.
Poco a poco, sin tener claros ni causa ni objeto, me iba acercando a aquel momento horrible. Ahí estaba por fin, clavado en la yerba, roto, en ese parque junto a aquella nuestra casa. Mirándola. Mirándolos. Quise abrazarme, estrechar a ese joven yo entre mis brazos y decirle, “ya ha pasado ese tiempo del que todo el mundo te habla, ya todo está bien…”. Pero yo ya no estaba allí. Entonces comprendí, debía dejar a aquel joven continuar con su propio viaje, y proseguir el mío.

JUL82. VIAJE PARA OLVIDAR, de Puri Otero Domarco

Tenía que madrugar para coger aquel tren, sus compañeras de trabajo iban en otro mas tarde,pero Sonsoles prefería ir sola, sin tener que sonreir y hablar con las demás.
El trayecto duraba una hora, tiempo suficiente para dejarse embutir por los personajes que pululaban entre las hojas de su libro.Su única compañia eran ellos,todo lo demás a su alrededor no existía.
Su vida era monótona,aburrida,triste y vanal.Despues de que su novio Tomas la dejara plantada a la puerta de a iglesia ya no era la misma, habían pasado tres años pero el tiempo no había conseguido aniquilar de sus pensamientos todo lo sucedido. Solo ellos, los libros y el traqueteo del tren le ayudaban a luchar en la contienda que diariamente mantenia  para conseguir borrar de su mente todos aquellos recuerdos, alejandola así de la realidad.
Para ella aquellos viajes le proporcionaban momentos de felicidad y con esto tenía suficiente para seguir viviendo.

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