Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

ABR.84. TRAS LOS CRISTALES, de Puri Otero

Tras los cristales de mi ventana las gotas de lluvia se deslizaban formando a su paso autopistas de vida. Allí para recibirla estaba yo esperandola inquieta, nerviosa, con la cara apretujada sobre su fría superficie deseosa de sentirla, de buscar en cada una de esas gotas a mis ilusiones y mis sueños, mis penas y mis alegrías, pero sobre todo la buscaba a ella.Creí que  no vendría que se había olvidado de Abril,pero fue fiel y ya estaba aquí. Fue tanta mi alegría al verla que de mis ojos brotaron lágrimas que se unieron a ella para así viajar por los caminos hasta llegar al mar. A lo largo del recorrido pude ver como renacía la vida a su paso.Las flores se abrían mostrandonos todo su colorido, los pájaros nos esperaban en los charcos  y las ranas disfrutaban saltando en el estanque. Desde lo alto las nubes con un semblante serio viendo tanta alegría dejaban escapar de una forma fugaz una sonrisa que de pronto se transforma en estruendo y en negrura. EL cruce de truenos y rayos puebla la ciudad mientras la lluvia golpea con mas fuerza pero yo seguía allí tras el cristal.

http://puri-dulcinea.blogspot.com.es/

ABR.83. UN MATRIMONIO PECULIAR, de Juan Enrique Nebot

Otra vez lo mismo, ha sido caer la primera gota y mi marido ha vuelto a fugarse. Le fascina pasear bajo la lluvia. ¿No podría quedarse en casa como todo hijo de vecino? Los días lluviosos siempre son días tristes, anodinos, melancólicos… Y me gustaría tenerle a mi lado, arropándome y haciéndome sentir que con él todos los problemas desaparecen, y los días fríos y pluviosos se vuelven días acogedores y cálidos.
¡Pero no! Él prefiere irse a recorrer mundo. ¿No podría hacerlo cuando haga sol, como hago yo? Así me acompañaría en mis caminatas, en vez de quedarse en casa anhelando que el cielo se encapote…  Es que no sé qué le ve de especial, si las cosas se vislumbran peor cuando el día está nublado… ¡Hasta nuestro estado de ánimo cambia y nos volvemos más huraños! En cambio él, es al revés, en los días lluviosos es cuando más enérgico se siente, parece que le guste esa oscuridad de las nubes, la humedad en el ambiente… Ay, si es que ya me lo decía mi madre: ¡no te cases con un caracol, que son muy raros! Pero yo, una cigarra terca y cabezota, no le hice caso…

 cupitaru.blogspot.com

ABR.82. CAMBIO CLIMÁTICO, de Esperanza Temprano

Hace dos semanas que empezó a llover. Cuando cayeron las primeras gotas lloramos las últimas lágrimas,  esas que teníamos reservadas para cuando se terminara la sequía,  pero todo sigue igual:  el arco iris sigue emitiendo en blanco y negro; las nubes convertidas en estropajos de aluminio añoran los tiempos que parecían  bolitas de algodón; las partículas de polvo suspendidas en el aire se han transformado en pelotas de fango que explotan sobre nuestras cabezas y el olor a podredumbre se ha instalado en nuestras  narices. Cada día amanece uno de nosotros comido por el moho, vamos quedando pocos y lo peor de todo es que ya no tenemos lágrimas para decirnos adiós.

 https://elrastrodelapalabra.blogspot.com

ABR.81. SI LA NOCHE ME ENVUELVE, de Javier Fenollar

La noche era un cristal cóncavo y constelado donde el aire preso en él inflamaba de silencio la soledad que habitaba. No recuerdo el día, ni la hora, ni el momento que era, pues el tiempo sólo cobra sentido para los que viven, y yo, después de su adiós, me había limitado a estar, a permanecer, a llenar el espacio que mi cuerpo ocupa, sumido en la confusión pesada de su ausencia. Entonces, en algún momento, retornó. Lo trajo la lluvia, cubriendo sus ropas de recuerdos que se deslizaban en un atropellado caudal hacia mi memoria. Su cuerpo no era piel, sino palabra, vida en mi sonrisa, imagen vaporosa de lo vivido. Besa mis labios -le dije- pues la lluvia en la noche hiela el recuerdo y lo hace puñal. Besa mis labios -insistí- que la lluvia me envuelve y ya no te alcanzo. ¡Qué bien que hayas regresado! Estaba tan solo que me creía perdido. Cúbreme con tu silencio de caricias, que la oscuridad y su humedad caen de la memoria al olvido, y ya casi no puedo  verte.

ABR.80. MAGIA, de Eva García Martín

 -La lluvia es mágica – decía siempre mi madre, apresurándose a sacar todas sus macetas a la acera en cuanto las gotas golpeaban  el tejadillo.
Yo no estaba tan seguro: Una tarde de lluvia, el cielo se había llevado para siempre a mi hermano y no me gustó nada aquel truco.
Desde entonces, cuando llovía, solía sentarme en el escalón del portal, esperando en silencio que el cielo gris me lo devolviera. A veces pensaba que la supuesta magia de la lluvia haría aparecer en los tiestos de mi madre duendes o hadas a los que poder pedir un deseo y seguía ansiosamente con la mirada el rodar de las gotas sobre hojas y pétalos.
Aquella tarde el cielo me contagió y lloré sin esperanza, conteniendo el impulso de dar patadas a las flores mojadas de las que nunca surgía el hechizo que remediara mi soledad.
Entonces lo oí, muy bajito. Levanté, sorprendido, la cabeza y allí estaba, sentado frente a mí, entre las macetas, mirándome fijamente, como un duendecillo de enormes ojos verdes: Empapado, diminuto, sucio, escuálido, desamparado, frágil… pero sin miedo.
– ¡Miauuuuuuu! –repitió dulcemente. Y supe que la lluvia mágica lo había traído para que se quedara conmigo.

ABR.79. LOS CHARCOS Y CHASCOS DE LA VIDA, de Kistila Cleret de Langavant

He ido a la busca de este recuerdo de un día de lluvia por ahí detrás de la memoria de la adolescencia…
Era un domingo de abril y había concedido a un compañero de la Sorbona,  muy estirado y engominado, el favor de ir al museo de los impresionistas…
 El calor de Van Gogh y la frescura de Monet empezaron a producir efecto…
Descubrí en él una faceta desconocida, un \»saber ver\» y fantasía inesperada…
Al salir, las gabardinas no abrochadas porque hacia un solete que daba gusto, íbamos charlando con animo cuando de sopetón cayo un chaparrón salvaje, nos pusimos a correr desbocados a abrigarnos en un portal adonde se apretujaban otros transeúntes transidos… y ahí, sin premeditación, nos dimos un primer beso…
Se separo todo colorado y cabizbajo, muy compungido… le cogí de la mano diciendo: \»¿a que a ti no te dejaban pisar los charcos de pequeño? ven ya veras lo divertido\»…
Cogidos de la mano, los pelos revueltos y empapados, riendo y cómplices, saltábamos charcos como brasas de San Juan, o en medio en salpicaduras de agua y amor embriagador…
El día siguiente, notita en el buzón:
\»Quería ser cura… ¿me puedes esperar?\»… sigo esperando… ¡que chasco!

ABR.78. NO SABÍA, de Miguel Pereira

Recuerdo aquella tarde. Salí al porche acompañado por mi padre para ver como el tejado servía de tobogán a las últimas gotas de agua. Y cuando miré al suelo, me lo encontré a los pies de un gran charco. Mis cinco años y mis veintitrés kilos de curiosidad insaciable se volvieron para preguntarle “¿Cómo llegó? Él, como acostumbraba a hacer, derramó un par de palabras. “Gota a gota”. Hizo una pausa y continuó. “Gota a gota, invadiéndolo todo, hasta hacer del suelo enraizado pequeños saltos de agua, arroyos improvisados que desembocan en riachuelos inmensos. Seguramente, uno de ellos lo trajo hasta aquí”. “¿Y por qué no lo arrastró hasta un río o hasta el mar?” le pregunté yo, que como buen cantabro, pese a mi corta experiencia ya sabía la vida y milagros del agua. En ese momento, se quedó pensativo mirando el humedecido trozo de papel, que todavía hacia gala de desteñidas letras de imprenta y, con una sonrisa en la boca, respondió que ese barquito chiquitito no sabía, no sabía…

ABR.77. LAS LÁGRIMAS DE LA LUNA, de Maribel Martínez

Querida luna de abril, miras nuestras caras, nuestras vidas, visitas cada hogar con la calma de quien sabe dónde va. En ellos encuentras tristeza, enfermedad, soledad, algún que otro beso, pero también alguna maldad. Nos sientes tus hijos porque nos viste nacer, y siempre vigilante intentas proteger lo más tierno de nuestro interior, eso que no sacamos a la luz por temor a ser descubiertos; por miedo a que otros aprovechen nuestra debilidad. Tú nos conoces bien, conoces el fuego y la vida que perdemos en ese error. Hoy llena de dolor e impotencia rompes tus normas, y comienzas a llorar.
Es la lluvia la que llega desde el fondo de mi corazón, está fluyendo como manantial, ya los ojos se van llenando y resisto; no la dejo fluir. Como fuente natural una gota resbala por mi cara, ya  nada la detendrá. Desde este momento comienza a caer y el mundo me mira, la tierra seca respira y dichosa recibe alimento; surge de la nube oscura del alma y se derrama todo el interior: las lágrimas antes contenidas fluyen y comienza la inundación. Un mundo de agua que recorre tu interior, desde mis ojos directamente a tu corazón.

 http://tecuentohasta6.blogspot.com.es/

ABR.76. GOTA LLUVIA, de Pilar López Moraga

Ahora acabo de tocar el cristal, es una sensación agradable, me deslizo, me dejo llevar, al otro lado, unos ojos miran asombrados, es un niño, parece que disfruta viendo llover, yo sigo mi camino, cuando llegue al suelo todo habrá acabo, mi efímera vida se habrá terminado, puede parecer triste, pero no es así, serviré de alimento a los árboles, a las plantas, a los animales, normalmente mi llegada es motivo de alegría, es un escaso tiempo el que existo, pero muy placentero. A cambio de perecer tan pronto se nos concede el don de ver el futuro de las personas con que nos encontramos, como este niño, he tenido suerte, será feliz, todo lo que se puede ser, y verá muchas veces llover. Mientra me voy diluyendo veo lo que será su vida, esos grandes ojos amarán y serán amados y dejarán un recuerdo imborrable.
 Toco la tierra y lo que he sido, ya no seré, ahora existiré a través de este precioso rosal amarillo. Siento que ha merecido la pena.

ABR.75. EL CEMENTERIO, de Isabel Fernández

Guiado por una incesante lluvia, Obo acude aturdido hasta la puerta de hierro del viejo cementerio, que se abre al compás del sonido estrepitoso de las bisagras, anunciando sin pudor la llegada del cachorro. El impertérrito silencio sale a recibirle, envolviendo su pelaje mojado y encaminando sus pasos entre la maleza desbordada y abundantes ramificaciones de enredaderas, que trepando desde la verja que separa lo terrenal de lo incorpóreo, reptan descaradas hasta las patas de su exiguo huésped. A su paso, incesantes tumbas olvidadas y asoladas por el devenir del tiempo, coronadas por apacibles y abundantes cipreses, observan al pastor alemán que sortea entre saltos las piedras desdibujadas en forma de cruz cristiana incrustadas en sepulcros que acogen en sus manos efímeras historias que reposan eternamente. A los pies de una inutilizada e inutilizable fuente sumergida en la tierra, un vetusto panteón con olor a hierbabuena, reclama la atención del perro, ofreciéndole el cobijo deseado. Con asombro y algo de desconfianza, Obo se introduce en el sepulcro, acunándose entre el gélido calor que desprende la tumba. Con la humedad latente en su piel, y los sentidos expectantes, aguarda paciente a que la tormenta cese.

ABR.74. MI BENEFACTORA, de Mayte González-Mozos

Hace un mes yo era un desconocido, estaba extraviado, el miedo y la lluvia que caía queriendo arañarme, me hacían temblar. Aprecié de refilón una bruja tras un castaño centenario, y temí que me lanzara su trillado encantamiento. Pero me tranquilizó el ver unos elfos que retiraron la hojarasca del bosque a mi paso. Un zorro al cruzar el Camino, se detuvo para lanzarme una mirada misericordiosa. Yo debía proyectar una imagen lastimera y desoladora. Así recorrí el húmedo Sendero y llegué a la puerta de un alojamiento. Aquella noche las hadas tejían mi destino. Toqué la puerta y Ella me abrió. Y allí chorreando agua, con mi aspecto patético, me quedé paralizado, mirándola, a merced de su piedad y bajo el aguacero. Fui invitado a pasar al acogedor interior de piedra.
    Volvimos de vacaciones. Hoy distingo que Ella se agita bajo la ropa de la cama. Suena la urgente alarma. Como todos los días estoy a su lado y percibo su ansiedad al pensar en su jefe, en la jornada que le espera… ─Si yo fuese humano también sufriría el absurdo de la vida-. Me pasa su cálida mano por el lomo y yo intento alegrarla moviendo el rabo.

ABR.73. SEQUÍA, de Rubén Gozalo

Algunas noches aporreaba la máquina de escribir con furia y el aguacero de frases mojaba el papel. Los párrafos caían en tromba. El chaparrón de metáforas calaba los textos. La borrasca de personajes inundaba los capítulos. Los chubascos de pasión, celos, asesinatos y amor formaban regueros de lágrimas alrededor de las historias. Un día dejaron de llover las ideas y la sequía creativa se adueñó de mi cabeza. Tras meses sin caer una gota, busqué inspiración en la Lluvia amarilla de Julio Llamazares, en las canciones A cántaros de Pablo Guerrero, November Rain de Guns N\’ Roses y Ojalá que llueva de Juan Luis Guerra. Nada. La aridez creativa se apoderó de mí. Para remediarlo, contraté los servicios de un meteorólogo. Predijo nubosidad variable por el este, precipitaciones en la meseta sur del hemisferio cerebral y que en abril caería algo de chirimiri. Se equivocó. Y ahora, meses después, mis familiares me han internado en un psiquiátrico. Los médicos me han dicho que estoy como una regadera. Pero yo, por más que canto, no consigo atraer la lluvia.

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