Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

ANIMALES

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en ANIMALES

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el 5º de este año serán LOS ANIMALES. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de AGOSTO

Relatos

OCT108. SECUESTRO, de Francisco Manuel Marcos Roldán

Mi padre nos cuenta todas las noches el erase una vez. Y nosotros tres le escuchamos atentamente. Al principio empieza con la historia en un lugar muy lejano, y sus ojos se enrojecen cuando la bruja va en busca de sus tesoros. Entonces papa respira profundo, y se le cae una lágrima por la mejilla. Después nos mira y dice que es un cuento y que no debemos temer. Nos dice que somos sus ojitos derechos. Que somos como los tres cerditos, que nos cuidará y nos dará de comer. Pero que no puede darnos el sol, porque ha desaparecido. Por eso se lleva el cazamariposas y la varita mágica, y que a pesar de que afuera es siempre de noche y llueve, se lleva con él sus tres estrellas para que le iluminen el cielo.  Dice que tras la puerta se encuentra un mundo misterioso lleno de peligros. Eso dice, cuando la cierra y nos deja descansar a salvo.  Quizás mañana podamos ver el sol porque nuestro padre es un héroe y rescate a mama, encuentre al sol y haga desaparecer a la bruja para que seamos siempre felices, colorín colorado.

 cirujanosdeletras.blogspot.com

EL CARTERO SIEMPRE DEBERÍA LLAMAR 2 VECES


Me pilló en casa:
–Un paquete para Ud.
Firmé, lo abrí y allí estaba. No era un simple tarro de mermelada, como aparentaba a primera vista, era La Mermelada. Antes de que el cartero recuperase la calle (dos pisos), ya había hundido la cucharilla (mediana) un mínimo de seis veces en el tarro, buscando su “culo”.
Una línea roja descendente en mi camisa, a la que mi mujer llamó lamparón, me delató cuando ella llegó a casa, cinco minutos después del hecho consumado. Se desató entonces un enfrentamiento en el que mis siete hijos se pusieron de su parte. Entre otras cosas me llamaron egoísta, glotón, insolidario, ansiaviva, y algún otro calificativo más que me niego a transcribir debido a su álgido tono. Cuando sospechaba que estaban a punto de terminarse las palabras y comenzar las acciones beligerantes, llamaron a la puerta. Era el cartero, se había equivocado de Fran (mi vecino de arriba) y explicó que el paquete no era para mí. Demasiado tarde, pensé, y así se lo hice saber.
El juez decretó quince días de arresto domiciliario. Lo llevo bien: leo, escribo, sueño (con mermeladas) y, sobre todo, no dejo de estar pendiente del timbre por si hubiese suerte y el cartero vuelve a equivocarse…

Fran Rubio

OCT107. TRES ESTRELLAS, de Juan Luis Plaza

Nunca me he considerado un manitas, pero realizo las reparaciones domésticas con dignidad. La chapuza que más desagradable me resulta es colgar lámparas. Pero Lucía decidió cambiar la de la habitación de la niña y no he encontrado escapatoria.  Manos a la obra, como siempre que me enfrento a tareas ingratas, intento crear un ambiente agradable. Levanto las persianas y descorro las cortinas para conseguir buena luz, brilla un sol espléndido.  Algo fundamental es la música, no puedo trabajar sin música: Estrella Morente, “Autorretrato”, suenan las primeras notas. Preparo las herramientas: taladradora, pelacables, destornillador para los tornillos de la clema, un destornillador de estrella para fijar la lámpara al techo y por supuesto una escalera, no soy tan alto, jeje.
Solo queda por describir la parte más ingrata y no pienso mortificaros con ella, todos habéis colgado alguna vez una lámpara, ¿o no?
Con los brazos doloridos y la satisfacción del deber cumplido me dirijo ufano a bajar de la escalera para contemplar mi obra desde un ángulo apropiado, no sin la sensación de que falta algo, cuando de manera inexplicable mi pie derecho se enreda en un peldaño y mi cuerpo se estrella sin piedad contra el suelo.

OCT106. EL VUELO DE ARCHITEUTHIS, de Jesús Lozano López

 —Architeuthis Magna V, flota interestelar Novæuropa, solicitando permiso para aterrizar —comentó Edwin Zabala mecánicamente jugueteando con la consola olográfica—.
—Aquí Península Canaria. Permiso concedido: pista Bravo-Siete. Bienvenido a casa capitán.
Zabala suspiró reclinándose hacia atrás, meditativo, volvió a pensar en Karla, en ese “estoy embarazada” que le alcanzaba apenas concluida la primera jornada de viaje durante el repostaje en Orion. Semanas previas a partir su relación se desintegraba y se ofrecía voluntario para la misión del milenio. Mi vida alcanzando la velocidad de la luz— se dijo.
Tras diecisiete jornadas de crucero hiperespacial alcanzaba el sistema de los tres soles y Gaia, planeta habitable, calco de nuestra tierra, pero inopinadamente yermo, vacío de toda existencia, mera colección de lienzos cuajados de océanos estériles y bosques pétreos, animados por sombras flamígeras proyectadas por la magnificente tríada de esferas que coronaban sus días.
Tras el comité de bienvenida, camino a su terminal, le detuvo una aseveración — ¡una experiencia que vale por toda una vida! —. Al girarse, en aquel encorvado anciano quiso ver a su difunto padre… y el vacío que encontrara en Gaia se expandio en su pecho… — Quizás La mía, la tuya, nunca hijo mío —musitó.

OCT105. BOCA ABAJO, de Diego Sebastián Erice

Estás acostada en tu cama boca abajo y yo miro tu cuerpo desnudo, tumbado junto a ti. Coqueta, tierna, femenina, apartas con la mano el pelo de tu nuca, descubriendo tu cuello en espera de una caricia que sabes va a llegar. Acerco mi boca para besarte y descubro bajo tu oreja tres pequeños lunares que contrastan con la blancura de tu piel. Mis labios se mueven hacia ellos, los recorren despacio, con sensualidad, noto que te estremeces. Tres lunares que no conocía, tres lunares que son como tres estrellas en el firmamento de tu piel. Los bautizo con un susurro: “Deneb, Altair, Vega, el triángulo del verano”, y siento que sonríes. Luego mis dedos siguen recorriendo tu cuerpo, despacio, despacio, en busca de nuevas estrellas, de nuevas constelaciones, hasta llegar a perderse si tú quieres en el centro de tu galaxia.

 http://cuevamayrena.blogspot.com

OCT104. MICROCOSMOS, de Fernando Sopeña Lopez

Llegue a la ciudad en un triste coche cama. Me recibió una noche oscura. Me instale en la parte alta, frente al mar, en un barrio de empinados callejones entre huertas y con alguna iglesita aquí y allá. En los primeros días conocí a Marta y paseando por aquellas callejuelas la ame sin desvaríos. Cuando enloquecí con Susana mi corazón de escritor excesivo regreso abrumador. Mónica fue para mí como un mar dulce, sin días de viento sur, sin naufragios. Cuando la creación se convirtió en tormento y busque de nuevo aquel tren, la noche fue aun más negra que a mi llegada, pero en mi cabeza resplandecían aquellas tres hermanas.

OCT103. VAMOS A CONTAR ESTRELLAS, de Bea Aparicio

Me subí a la montaña rusa por casualidad.
Pude ver las tres estrellas desde lo alto al iniciar el primer descenso, justo cuando la boca del estómago hace el camino inverso y asciende hasta la garganta. Dicen que ves esas tres luces alineadas en el cosmos cuando tu mente pone el piloto automático de “prohibido pensar”. Una curva, otra, excusas varias para no hacerlo. Una cuesta hacia arriba, otra hacia abajo, más excusas. Y trepamos de nuevo hasta ese punto en el que parece que todo acaba. ¿Será que realmente acaba?
La montaña rusa hace un extraño, mientras un estruendo enorme y la velocidad del sonido me propulsan hacia el cielo. Me da tiempo a ver los ojos aterrados y las manos aferradas a los asientos de mis compañeros de viaje. Se hacen cada vez más pequeños. Insignificantes. Tan lejanos, que acaba por inundarme la inmensidad del espacio. Soy etérea: sublime sensación.
Paso por delante de la primera estrella. Paso por delante de la segunda y, al llegar a la tercera, mi velocidad inicial se convierte en paseo para terminar por detenerme. Mis pies tocan suavemente la superficie.
¿Dónde estoy?
En un mundo al que no pertenezco.
Superviviente.
O exploradora.

 http://elsuenodedesdemona.blogspot.com.es/

OCT102. PARAISO, de Mei Morán

Pisó una estrella y luego otra y otra. Sin querer, pero es que había tantas que era difícil esquivarlas. Con cada pisotón se desprendía un aullido luminoso, que le cegaba los ojos. Era tal la estridencia de claridad que se hubieran podido alumbrar centenares de campos de fútbol. Luceros y cometas le salían al paso por cada esquina. Se creía solo. Sin embargo, otras almas extraviadas, escogidas con criterio, por su buen hacer en vida, erraban por el mar de luz. Desorientadas buscaban a familiares, amigos o conocidos. Ignoraban que se habrían de enfrentar a una terrible soledad y que estaban condenadas a la eternidad perpetua.

 meimoran.blogspot.com

OTRA INSPIRACIÓN … TRES ESTRELLAS

Entre el tejado del cobertizo y la gran planta que cuelga sobre la valla desde la casa de al lado veía la constelación de Orión.

La gente dice que Orión se llama Orión porque Orión era un cazador y la constelación parece un cazador con garrote y arco y flecha, así
                            
Pero eso es una verdadera tontería porque no son más que estrellas, y podrías unir los puntitos como quisieras, y hacer que pareciese una señora con un paraguas que saluda, o la cafetera de la señora Shears, que es de Italia, con un asa y vapor que sale, o un dinosaurio.
Además en el espacio no hay líneas, así que podrías unir trocitos de Orión con trocitos de la Liebre o Tauro o Géminis y decir que son una constelación llamada El Racimo de Uvas o Jesús o La Bicicleta (sólo que no tenían bicicletas en las épocas romana y griega, que fue cuando llamaron Orión a Orión).
En cualquier caso, Orión no es un cazador o una cafetera o un dinosaurio. Es Betelgeuse y Bellatrix y Alnilam y Rigel y 17 estrellas más de las que no me sé los nombres. Y son explosiones nucleares a billones de kilómetros de aquí.
Y ésa es la verdad.
MARK HADDON. El curioso incidente del perro a medianoche. Edit. Salamandra

OCT100. CONTACTO, de Sara Lew

Hank lleva largo tiempo intentando comunicarse con una de las tres estrellas rojas, la más brillante, esa que parece llamarlo desde el cielo; sin embargo, por más que llora y suplica nadie contesta, nadie viene a buscarlo. Lo abandonaron siendo un niño en un mundo que siempre le ha resultado ajeno y cruel. Creció en la calle, solo, sobreviviendo de las sobras y ocultándose de la vista reprobadora de la gente. Su único asidero a la cordura ha sido la certeza de que allí arriba se hallan los suyos. Esa noche, sentado en el porche de su casa, mira con fruición el firmamento. El palpitar del cosmos se refleja en sus pupilas, que se dilatan y retraen oscilando entre el entusiasmo y la pena. Ya no puede esperar más. A su lado hay una batería de coche de la que emergen varios cables conectados a un colador metálico con el que cubre, como un casco, su cabeza verde y escamosa. Apenas unas lágrimas y volverá con ellos.

 http://microrelatosilustrados.blogspot.com.es/

OCT99. OBLIGADOS, de Belkys Pulido

La maestra les entregó el libro y la hoja de lectura. «Tienen que leer durante diez minutos. No olviden la firma de un adulto«. Dana respiró el desagrado colectivo, los bufidos como ranas en acrobacia allá, al final del salón. Cuando llegó a su casa, al pie de las tareas, lo hojeó. Iba atascado de palabras, con ilustraciones opacas colgando aquí y allá. Murmuró:
– Quizás, si la maestra nos hubiera ofrecido a cambio un playstation o un wii; pero leer cada semana, obligados, por ¡tres estrellas!
Escribió cualquier cosa y su madre, sin tropezarse en los detalles, le firmó.

 www.halocubano.com

OCT98. LA BUENA ESTRELLA, de Amparo Martínez Alonso

Lucas nació con «buena estrella«. Vino al mundo como el hueso de una ciruela escupido con fuerza, directo a las manos de la comadrona. En el instituto, cuando aquel loco disparó sobre sus compañeros de clase, Lucas y su «buena estrella» estaban encerrados en el servicio, fumando el primer cigarrillo prohibido. Hoy debería estar muerto, tirado en el asfalto, pero su «buena estrella» también le ha salvado de esta. Por eso, Lucas se incorpora, busca su zapato izquierdo, se limpia la sangre de la cara y deja el coche empotrado en el quitamiedos.
—Tienes mal aspecto, Lucas.
—El de un zombi.
—¡Eso!…
Ahora, Lucas se siente apagado, fugaz, del montón. Mira al cielo: allí está, la más brillante. ¡Su estrella muerta!

 http://petraacero.blogspot.com.es/

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