Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

ANIMALES

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en ANIMALES

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el 5º de este año serán LOS ANIMALES. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de AGOSTO

Relatos

OCT84. DIBUJOS, de Alfonso González Cachinero

El abuelo es muy mayor para tirarse al suelo a jugar. La abuela no puede leerme cuentos porque ha perdido las gafas de cerca, y siempre está dándome besos pringosos y estrujándome la cara. Ya llevan una semana en casa y estoy un poco harta, la verdad. ¡Tengo unas ganas de que vuelvan mis papás!
Los abuelos me han dicho dónde están, y que siguen queriéndome. Pero yo sé que se despertarán y volverán aquí, conmigo. Lo he visto en Blancanieves.
Y mientras tardan en despertarse, en mis dibujos siempre pongo dos estrellas chiquititas en el cielo. Mamá y papá. Una a cada lado del Sol.

OCT83. DE LAS DANZAS CÓSMICAS, de María José Pérez B.

Salltti, Risass y Cántikus diéronse cita el atardecer del jueves, día gobernado por el   azulado gran Júpiter. Tres estrellas llenas de vitalidad y alegría, juguetonas,  tocadas por la gracia de la fantasía y de la imaginación, habían anunciado compartir durante la puesta de sol danzas importantes, de esas que sólo se realizan en ocasiones puntuales. Transmitidas por sus ancestros, eran custodiadas con mucho cariño y respeto. Un conocimiento que era necesario que siguiera pasando de generación en generación para el orden del universo. Y, efectivamente, llegado el solsticio de invierno, existían una serie de rituales «Estrellites» que propiciaban la manifestación de energías concretas para beneficio de todo el cosmos.
Llegó el momento adecuado para  irradiar esas energías, este año sí, puesto que había aumentado el número de seres interplanetarios que lo anhelaba y ya  estaban preparados para recibir esta ayuda extra que les facilitaría seguir evolucionando.
Maravilloso espectáculo que admiramos y que cambió para siempre nuestros destinos. Las tres estrellas se alinearon formando una línea recta rosa, posteriormente su configuración pasó a formar un triángulo amarillo y, en último lugar, en comunión, formaron un único punto vibrante de un verde resplandeciente en el firmamento.

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OCT82. VACÍO, de Fernando Martínez

Miradlo salir a la noche con el anorak puesto, frotarse las manos y echar a andar hacia el bosque que hay detrás del molino. Miradlo caminar entre la espesura con la culpa a cuestas, visitar la curva, el guardarraíl reparado y subir a la colina negra. Miradlo tumbarse en la hierba húmeda con la mirada fija en las tres estrellas que resplandecen sólo para él. Miradlo llorar desnudo mientras arrecia la escarcha.

 http://espiralesdetinta.blogspot.com.es/

OCT81. EN LA ESPIRAL DE LA NOCHE, de Pilar Pastor

Vincent saltó de la cama  y corrió a asomarse a la ventana. Un cielo turbulento, agitado, brillante, preñado de miles de estrellas incandescentes, iluminaba el enhiesto ciprés que, noche tras noche, velaba el sueño de la ciudad.
Recluido entre las cuatro paredes de aquella habitación pasaba los días recordando formas, colores, luces, brillos, perspectivas, … y movimientos de aquel cielo que se había apoderado de su alma, arrebatándole la poca cordura que le quedaba.
Realidad y fantasía se debatían, incansablemente, entre sus sueños diurnos y las horas pasaban lentamente hasta la caída de la tarde.
Aquella noche, por fin, las tres estrellas que revoloteaban en el cénit azul y morado de la noche lo habían absorvido en medio de laberínticas nebulosas, dejando tras de sí, y grabadas en su retina, una impresionante y brillante estela en forma de espiral. Al fin podría terminar su obra.
Hoy, Vincent descansa feliz sabiendo que su «Noche Estrellada» despierta admiración entre los miles de visitantes del MoMA.

OCT80. CELOS DE LUNA, de Calamanda Nevado

Tres estrellas  sembraban su luz dorada y esplendorosa, sobre las capas rojizas   de Marte; abrillantando sus   estelas azafranadas.
La luna, plata nacarada, resentida y prendada; soñaba para sí la seda bermeja de los  casquetes polares, irradiados, y la fuerza de su nombre. “Dios de la guerra”.
Ejercían  tal fascinación  sobre ella los brillos y múltiples fulgores, del planeta rojo, que obsesionada deseaba, como su abrazo, sus    espirales y ondulaciones.
Palpitaba, cada noche, en los ventanales del universo; observando su ritmo circular, rosado  y envolvente. Lo   envidiaba.  Era la… ¡súper estrella!  Obraba más prodigios de fulgor y brillantez sobre los oscuros caminos del infinito, que ella.   Febril, se equivocaba; intentando accidentar sus “arándanos marcianos”, iluminados de umbría.  Creía que,  poco a poco, conseguiría sus giros de  titán  color  de sangre; y decidida, probó sin éxito, llamar su atención con lluvias de micrometeoritos sobre su dióxido de carbono, hielos permanentes, estériles  ascuas, ráfagas luminosas sin resplandor, luz cenital, confines alejando sus  cobrizos,  imanes centelleantes y rayos afilados para, erosionar  el arrebol de su esfera.
Así, década tras década…continuo, y  continuo su acoso al llamativo refulgir de los  estratos rosados. Hasta que desde la tierra, alertados, un amanecer aterrizaron, en  ella, tres exploradores…

OCT79. TRES ESTRELLAS AZULES, de Matilde Benegas

Mientras Efi calentaba por tercera vez el café en el Ibrik, Menderes me ha dicho que su patria le recuerda al color azul porque se encuentra entre tres mares. El Mármara, el Negro y el Mediterráneo.  Tres estrellas azules ha añadido sonriente. Entonces, hemos mirado los tres por la ventana absortos. La tarde sin pretensiones sucumbía a la noche. Afuera las bicicletas se bañaban en nuestro otoño berlinés.

OCT78. PIEKLO (Infierno en polaco), de Pablo Fidel Moncayo

Cae la noche. ¿Lo veré de nuevo?
Mi vista se desvía a la oxidada verja. Allí está. Elevado a escasos metros de mi carretilla en reposo, pía un ser magistral. Es un ave común, pero tres estrellas lo acompañan a modo de corona celestial, en una imagen de inconmensurable belleza. Está ahí, tan cerca y tan lejos.
Contemplo al pequeño pájaro piar en la verja, en la frontera entre el Cielo y el Infierno. Está gordo y tiene colores tan vivos que me cuesta admirarlo tal y como merece, acostumbrado al tono amarillento que observo cada noche gracias a los faroles que iluminan el Infierno. Con un movimiento casi arrogante, abre sus alas y se eleva.
Levanto la carretilla, vacía, y comienzo a moverla por el camino embarrado.
Continúo el camino a paso lento. He llegado al szpital. Los demonios de ojos azules salen entre risas. Me escupen. Sin miramientos, arrojan vidas segadas a la carretilla.
Camino y las lágrimas inundan mi cara. Ahí está, solo a unos cuantos postes de distancia. Qué bonito es. Me acerco despacio. Voy a acariciarle…
¡Bang!
Los demonios ríen. Ya no hay pajarillo, solo tres estrellas en el firmamento. Y un alma vacía.

OCT77. NADIE ES PERFECTO, de Elena Casero

Se repantigó sobre su sillón, se acarició la barba y sonrió satisfecho.  Observó con detenimiento los cielos azules, surcados de nubes blancas, como borreguitos traviesos, el mismo cielo en el que, al anochecer, contemplaba esas tres estrellas, a las que llamó planetas, abrazados por unos anillos multicolores, flotando en la nada.
El lago a sus pies, con el tono verde esmeralda que le confería la tarde nubosa; las montañas que lo rodeaban, altivas, difíciles de conquistar,  esculpidas con el cincel de un artesano. Sobre sus lomas cientos de árboles, verdes, poblados de pájaros cantarines. Correteando entre la espesura los animalillos salvajes.  Repasó cada uno de los elementos por él creados. Había hecho un buen trabajo y ahora correspondía descansar.
Sin embargo, algo vino a truncar sus planes. Al mirar de nuevo hacia abajo vio, paseando entre los árboles frutales, al único ser que había hecho a su imagen y semejanza. Su intuición le dijo que había hecho un mal negocio.

 http://escriptorum54-adlibitum.blogspot.com.es/

OCT76. LA GLORIA, de José Antonio Tejeda Cárdenas

Con el pecho de revés y el corazón sin aliento va el poeta balbuceando lo que le susurra el viento:
« A mala estrella has confiado todos tus sentimientos. La estrella que has elegido huida está del firmamento.  Bajar le vieron ayer con una estela de versos. Llevaba un deseo tuyo entre tinieblas muy envuelto. No le volverás a ver. Tu poesía se ha muerto»

INSPIRACIÓN… DESDE LAS ESTRELLAS

Lo mismo que Adán la primera noche,  igual que los poetas la soledad primera o el primero sueño, yo descubrí mi constelación primera.

Fue Orion, un gigante cazador, guerrero o lo que fuera… En sus hombros lucían Rigel y Betelgeuse, que lo mismo podían ser nombres de estrellas que de caballos; en la cintura los tres Reyes Magos, que no supo decirme si lo atan como un cinturón o solo le señalan el camino.
¿Quién era Orion? Podía ser un gigante, como el Ursus de Quo vadis?, provisto de una maza y un escudo para defenderse del Toro. (El Toro era la constelación que estaba enfrente de él, cuya estrella Aldebarán, mira por dónde, tenía el mismo nombre que el cuarto rey mago que se inventó mi abuelo). (…)
Cerró la ventana, como se cierra una cartilla, y dijo:
—Míralas bien, porque ya dijo otro poeta que «una noche es la edad de las estrellas».
—¿Qué quiere decir eso, abuelo?
—Que al alba todas se mueren.
—No es verdad. Están todas las noches.
—Pero no son las mismas.
—¿Que no son las mismas?
—No. Nadie se baña dos veces en el mismo río n i ve dos veces la misma estrella. Aunque siempre podremos preguntarnos si es porque se apagan y se encienden cada noche o porque nuestros ojos son incapaces de verlas.
EMILIO PASCUAL. El fantasma anidó bajo el alero. Edit. Anaya

OCT75. CABALLO DE TROYA, de Ignacio Rubio Arese

Los fantasmas pusieron cerco a nuestra casa, hostigándonos cada noche con su ulular de laúd quejumbroso. Mamá calafateó las ventanas para cerrarles cualquier resquicio. Padre impregnó el tejado con resinas y alquitrán.
El desconcierto se apoderó de ellos. Vagaban entre las sombras con gesto confuso, lamiendo los muros en busca de alguna rendija. Terminaron por desistir. Sin más, desaparecieron de la comarca tras meses de acoso. Las estrellas regresaron de su exilio.
Pasado un tiempo encontramos en el patio un arcón de madera, una suerte de cofre semienterrado que contenía un televisor. Nadie en la aldea podía permitirse tamaña suntuosidad. ¿Qué demonios hacía ahí? Lo introdujimos sin demora en el cuarto de la lumbre, lo colocamos sobre una repisa y, con aires ceremoniosos, Padre lo puso en marcha. Imágenes en blanco y negro desfilaron ante nuestra mirada perpleja.
– ¡Hay que deshacerse de ese engendro! – gruñía la abuela Casandra desde su   poltrona –. ¡Solo traerá disgustos!
Esa tarde contemplé por primera vez la efigie del Caudillo, el rostro de sus acólitos. Estaban ahí, sin previo aviso, junto a la chimenea. Entonces comprendí la sutil celada que nos habían tendido. Finalmente, los fantasmas habían tomado nuestro hogar.

OCT74. ANHELO, de Virginia González Dorta

Por si alcanzaba alguna, para saber de su tacto y de su aroma, subió a la colina más alta.  Al llegar a la cima, seguían lejanas, inaccesibles.
Trepó  a una montaña mayor, luego a otra y a otra.
Incansable, se ganó todos los ochomiles, sin poder atisbar siquiera de dónde salía el titilar que lo cautivaba.
Desde el balcón contempla ahora el triángulo del verano.
Y en el cuerpo, tatuadas para siempre, fulgurantes, con su polvillo en la sangre, siente un rumor: el de los tres astros girando alrededor del corazón.

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