Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

DIC22. VISITA NON GRATA, de Edita Nogueira Tallón

Ya está aquí. Como siempre, se presenta sin previo aviso. Se instala en casa y ya no se va hasta después de Reyes. Me acompañará a todas partes; estará presente en mis compras, mis dudas, mis decisiones y, sobre todo, en las fiestas, haciendo que las odie tanto como a ella. En plena velada de Navidad o Noche Vieja, cuando todo el mundo destile alegría, me recordará:

-¡Qué pena que falte papá, con lo que disfrutaba en estas celebraciones…!

Tendré que encerrarme en el baño para enjugar las lágrimas, y también allí sufriré su presencia. Los demás ni se enterarán; así no podrán echarme una mano para sacármela de encima. Estoy acostumbrada a disimular, nadie tiene la culpa de que ella se haya obsesionado conmigo y no me deje respirar. Esta vez todavía será peor, porque no vendrá mi hijo. Se queda con la novia y su familia. Normal. Pero en el momento que menos me lo espere, saltará ella:

-Si, la familia de la novia… ¿Y tú, qué?

No sé lo qué daría por dar un salto en el tiempo y aparecer a mediados de enero. Cualquier año ocurre una desgracia. ¡Maldita depresión!

http://palabradenoz.blogspot.com.es/

DIC21. DE AQUELLOS POLVOS VIENEN ESTOS LODOS, de Ricardo González

Dormí bajo la liviana y cálida manta Eivor con la ayuda de la soporífera televisión. Hasta donde aguanté, el documental trataba del cronógrafo filocaliano. Decía:

-Furio Dionisio Philocalus fijó el nacimiento de Jesús en el 25 de diciembre. Aunque también, por decisión romana, se celebraría La Epifanía el 6 de enero. Y bla, bla, bla…-

Sucumbí pensando que en España lo agradecemos.

Me despertaron las voces.

Adornaban la estampa con un villancico de Juan del Enzina

Cucú, cucú, cucucú,
Guarda no los seas tú.

Compadre, debes saber,
que la más buena mujer,
rabia siemprehi por hoder,
Harta bien la tuya tú.

Cucú, cucú, cucucú,
Guarda no los seas tú.

Compadre, has de guardar,
para nunca encornudar,
si tu mujer sale a mear,
sal junto con ella tú.

Cucú, cucú, cucucú,
Guarda no los seas tú.

Me costó entender la letra. Y busqué y hallé en el bendito Google.

Y pensé.

-¡No hemos avanzado nada!-

Me habían escrito el relato hace 490 años.

DIC20. UN TRES DE DICIEMBRE, de Macarena Abilleira Álvarez

Se había ido hacía ya nueve meses y sabíamos todos que debía estar allá dos años.La comunicación era fluida en este tiempo pese a la distancia,escribía cartas que enviaba por fax ya que no teníamos internet en casa.Grababa mensajes que enviaba con conocidos,hablábamos por teléfono al menos dos veces por día. Empezó a preocuparme algunos de sus comentarios. «Hoy no me acosté».»Estoy viendo amanecer».Había manifestado necesidad de desprenderse de todo antes de irse,regalaba joyas,ropa,libros.»Quiero que los tengas».Me cruzaba la espalda un escalofrío cada vez que la veía hacer eso,parecía un adiós definitivo.Ahora la voz delataba una emoción distinta a meses anteriores,extrañaba sí pero no era eso.Una excitación que se transformaba en agresividad la hacía oirse otra.»Regresamos mañana».Sabía que algo había pasado.Cuando la vi en el aeropuerto ahogué el grito y la sorpresa, tenía una mirada nublada por los ansiolíticos y el litio,caminaba lento como sonámbula. Había vuelto pero no era la misma.» Vamos a estar juntas para Navidad».Asentí con la cabeza y la abracé fuerte.Murmuré «Te amo mamá».Y su sonrisa fue el mejor regalo.

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DIC19. CERRADO POR NAVIDAD, de María Elena Sánchez Álvarez

Todo comenzó aquella tarde tras visitar a mi abuela, justo en la esquina de la calle Hermosilla mi madre accedió a satisfacer mis deseos. Braulio, fue mi mejor amigo hasta aquella Navidad en la que mis padres decidieron darlo en adopción, yo sabía lo que al pobre le esperaba, siempre recordaré su despedida con aquel quiquiriquí atragantado, se había convertido en un arrogante gallo. Jamás lo olvidaré, tanto es así, y que Braulio me perdone, lo que hubiera dado por darle un bocado cuando me despidieron años más tarde de los Almacenes Sepu, entonces apenas tenía que llevarme a la boca. También me acordé de aquellos basureros que le adoptaron y decidí seguir sus pasos, me subí al carro ahora tan de moda de los emprendedores y me hice recogedor de basura, confiriendo al negocio algunas innovaciones. Llevo años viajando por toda España y no me va mal, la basura es muy sucia y crea morbo, mis principales clientes: prensa, radio y televisión. Ahora, próximas las navidades me tomo unas vacaciones, la escoria se cubrirá con los mejores regalos, deseos y promesas que como todos los años vuelven por Navidad.

DIC18. DULCE NAVIDAD, de Ginette Gilart (Amélie)

En el comedor de la residencia de ancianos, se acerca la Navidad. Pedro toma su sopa fría : “ para variar, piensa”. En la sala sólo se oye el ruido de las cucharas sobre los platos soperos y de vez en cuando alguna tos o estornudo. No soporta este sitio rancio y lleno de viejos achacosos y rutones como él.

Era la peor época; decoraban de manera hortera y cutre el lugar, alguna organización benéfica se acercaba ofreciéndoles un espectáculo deplorable. También venían las autoridades, alcalde y concejales, haciendo el paripé, regalando dulces y turrones ya caducados; dos pájaros de un tiro se decían, de paso preparamos las próximas elecciones.
Ocurriría en Navidad, la víspera de Nochebuena. Pedro no se presentaría a la famosa cena.

DIC17. ADVIENTO Y VIGILIA, de María Estévez

La ropa blanca ondeaba al viento, y el sol iluminaba hasta las puntas de las sábanas, llenó todas y, otra, y otra. El griterío de los chicos en la cocina hizo que dejara el cesto de mimbre en la pileta. La leche humeaba y las galletas, que habían quedado demasiado tostadas llenaban las bocas de los niños. No habían pasado más que unos pocos años después de la gran contienda y aún escaseaba comida y la ropa era cosida una y otra vez por las mismas manos, que luego, secaba al aire, siempre esperando el amarillo ocre que aparecía por el horizonte. Unas cuadras más arriba la familia Ortiz se llenaba la boca con alfajores y mazapanes recién horneados por la Clarisas. Los jueves tocaba plancha. Buenos días señora, dijo la madre de los niños. Buenos días replicó la señora Ortiz. Hay una montaña más alta que un carrusel, de vestidos y de calzones de mis pequeños esperando en la habitación de planchado, le dijo. Mientras secaba la frente de sudor y espaciaba el agua sobre aquella ropa tan cara, observaba a sus seis chiquillos y una discreta sonrisa se escapaba de entre sus labios agrietados.

DIC16. LA CHICA DE LA 101, de Begoña Heredia

Escuché el traqueteo rítmico de las ruedas de su maleta. Llegaba antes de lo previsto. Con disimulo la llevé lejos de allí, dejando a los demás decorando el hotel: cada adorno en su lugar, como ella siempre había deseado y yo nunca había cumplido. Cuando todo estuvo preparado, entramos juntos; ella no esperaba ese recibimiento y mucho menos aquel día. Durante la noche celebramos una navidad muy especial. El final de esta historia podría haber sido completamente cinematográfico, apareciendo un verdadero Papá Noel, pero no fue así. Pasadas las tres de la mañana, llegó un cliente inesperado pidiendo un refresco en aquella noche calurosa de septiembre. Y pensé que no se podía vivir la navidad cuando uno quiere ni siquiera por la chica de la 101. Estaba equivocado. En ese momento ella salió con el refresco solicitado saludando con un “Feliz Navidad” y repentinamente comenzó a nevar. El hombre debió pensar que estábamos locos. Segundos después, se fue insultando a quien desde el balcón sacudía una bolsa con migas de pan, pero ella no lo oyó, y yo no lo quise escuchar.

DIC15. SUPREMACÍA, de Salvador Esteve

En los confines de la tierra, donde se cruzan desiertos y nieves, una batalla cruenta, fraticida, había comenzado. ¡Ho!, ¡ho!, ¡ho!, Santa Claus se lanza a repartir golpes con su saco lleno de juguetes con aristas cortantes. Melchor lo coge desprevenido por la espalda, mientras, Gaspar, a grito de ¡ muerte al pagano !, le clava su corona punzante en su voluptuosa barriga, el rojo de su casaca se vuelve más intenso. Rudolph cocea a Baltasar en sus partes y por muy reales se le saltan las lágrimas. El espíritu de la Navidad repartía manotazos, como espíritu que era, se perdían en el aire. La batalla parecía no tener fin, juguetes destrozados salpicaban el paisaje. De repente, una muchedumbre alborotada rodea a los combatientes, armados con troncos de abeto ( naturales o artificiales ), golpean furiosamente con saña a los contertulios bélicos; nieve y arena se tiñen rubí.
Los cuerpos yacen sin vida. Rudolph moribundo, y el espíritu desorientado. La algarabía ya saciada se dispersa. Los padres vuelven a sus hogares.

SUPREMACÍA. +9

DIC14. ROMEO Y JULIETA.0, de Virtudes Torres

Cuando despertó, después de una noche repleta de pesadillas, buscó el retrato de aquella época feliz.
Habían viajado en un Peugeot gris con los números 2084 en la matricula. A ella le gustaba el nº 5 y esa cifra lo tenía escondido.
Él, emulando a los caballeros medievales, abrió la portezuela y con una reverencia dejó el camino expedito hasta el asiento.
Risas, besos, roces… amor, amor, amor y más amor. Eran tan jóvenes, tan inexpertos, todo lo aprendieron juntos. Todo lo descubrieron juntos, todo… hasta su enfermedad.
En mayo, ella se fue apagando; ¿qué le pasa a la princesa?
¿Qué te pasa, princesa? Le preguntaba él…
Y cuando ella se miraba en el espejo, éste le devolvía una imagen indigna, impropia…
El pensó: preferiría no hacerlo, pero tomó una resolución; con paso torpe, lento, llegó hasta donde estaban los productos tóxicos y sin dudarlo bebió de aquella botella donde se leía “mata insectos…”
Ya no se podía volver atrás, tenía una cita con la muerte.
Lo encontró allí desmadejado, sin brillo en sus pupilas, sin latido en su corazón.
Destrozada se alejó de Ventina anu Apalbar.
Y esta vez… tampoco ella apareció por Navidad.

DIC13. OPERACIÓN CABEZA DE TURCO, de Fran Rubio

El monarca ya había sugerido algo unas horas antes en su tradicional mensaje navideño. Lo estaban esperando. Conocían lugar y hora de su aparición. Y apareció. Nada más poner un pie en tierra, se encendieron potentes focos que lo cegaron, mientras un primer cordón de seguridad aislaba la casa y los agentes del comando interior lo reducían e inmovilizaban. A los tres segundos se radió el mensaje: “objetivo neutralizado, operación finalizada con éxito”. La prensa afín, que aguardaba en segunda línea, tomó la casa para derrochar fotografías que se adjuntaron a los artículos, informes, e incluso ensayos escritos de antemano y que esperaban en sus respectivos medios las imágenes. La primera edición digital inundó las redes sociales a los tres minutos doce segundos de la detención y en papel vio la calle cuarentaicuatro minutos después.
Se le hizo confesar por todo: aeropuerto, palacete, cierre de la televisión, farmacias, paro, hospitales, becas, excarcelaciones, corrupciones nacionales y autonómicas… incluso lo del cambio climático. Se le imputó asimismo el delito de intrusismo profesional, por lo de los Reyes Magos. “Confiamos en que no vuelva a aparecer por aquí en años venideros”, declaró, en un comunicado posterior pero pregrabado, el presidente de la nación.

http://pequenastretas.blogspot.com.es/

DIC12. EL CAGONET, de Paloma Casado Marco (Ópalonegro)

Mi abuela es una bruja. Se lo oí decir a papá cuando mamá nos informó de que se vendría a vivir con nosotros. “Es muy mayor y además, este piso es suyo”, argumentaba ante nuestra falta de entusiasmo.
Al mes de llegar con su gato Lucifer, papá dijo que iba a comprar tabaco y no regresó. Mamá llamó a los amigos, a los hospitales, y más tarde a la policía, pero todo fue en vano. La abuela murmuraba: “Ya lo sabía yo” con un extraño brillo en los ojos.
En esas llegó la Navidad y, para alegrarnos un poco, decidimos poner el Belén con las figuritas que la abuela había coleccionado a lo largo de su vida. Eran verdaderas obras de arte, y tan realistas, que parecían personas de carne y hueso.
-No las toques –me prohibió mamá- no se vayan a romper.
Así que, mirando como las colocaba la abuelita, descubrí una que representaba a un señor en cuclillas con los pantalones bajados.
-Mira, mamá ¿no es igualito que papá? hasta lleva gafas.
Ella tomó la figura en sus manos y tras examinarla, gritó histérica:
– ¿Me quieres explicar qué es esto, mamá?
-Es el cagonet, hijita, el cagonet.

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DIC09. REGALOS, de Juan H. García-Zeballos

El reloj marcaba medianoche; el día había llegado. Todos aguardaban con expectativa el momento crucial, pero nadie se atrevía a adelantar el resultado del encuentro. Las miradas se entrecruzaban para dirigirse finalmente hacia el fuego del hogar.
A la mañana siguiente, las noticias informaron sobre lo ocurrido, dijo el locutor: “La Justicia apareció en Navidad. Hoy, durante una fría madrugada, la policía desbarató la entrega de una importante cantidad de estupefacientes que eran lanzados desde un helicóptero en bolsas de amianto para entrar en una elegante casa a través del ducto de la chimenea.

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