Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SERENDIPIA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en SERENDIPIA

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LA SERENDIPIA. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
días
2
5
horas
1
4
minutos
4
7
Segundos
1
6
Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE NOVIEMBRE

Relatos

82. De la UCI al Psiquiátrico (Alberto BF)

Cada mañana me levanto antes del alba, y subo bien temprano a la torre más alta de la ciudad.

Desde allí oteo el horizonte con mi gran agudeza visual, observando con tranquilidad cómo, poco a poco, va despertando la vida ahí abajo.

Lo que les cuesta a algunos comenzar el día. Me encanta contemplar desde mi atalaya cómo inician la jornada esas pobres criaturas desgraciadas, ignorando que, sobre sus cabezas, hay alguien que analiza con paciencia todos sus movimientos.

Pero yo les dejo vivir, aunque sea un rato más. Hay que permitir que esos ilusos, en su escaso entendimiento, se sientan felices. Incluso libres. Lo pienso y me río,  ¡libres! Menudos desgraciados.

Soy yo el que decide quién es libre, y solo lo será mientras yo quiera. Así que, sintiéndolo mucho, ha llegado la hora de acabar con esto.

Despliego mis alas, establezco mi objetivo, y comienzo un vuelo vertiginoso hacia mi primera presa. Después seguiré por el resto, hasta acabar con toda su raza. Que sepan quién manda aquí, ya les he permitido respirar demasiado tiempo.

《Benjamín, menudo golpazo, está vivo de milagro. Recuerde: no es usted un ave depredadora, solo un vulgar genocida. Y tómese la pastilla.》

 

81. Metástasis

Hace ya… ni te acuerdas, quizá miles de décadas, que no celebras tu cumpleaños, pero en el núcleo de tu corazón sientes que acumulas más de los que desearías. Añoras tu juventud de reptiles gigantes y frondosos bosques interminables, que entonces creías eterna, y rememoras con dolor aquella época oscura que te hizo entrar en la edad adulta, mientras que ahora pareces moverte solo por inercia y atraída por el calor del sol.

Y aunque desde hace un tiempo no dejas de preocuparte por tus achaques, esa tos volcánica tan perniciosa que desgarra tu interior o la última fractura que te produjo la deriva de los continentes, te inquieta que la inmensa belleza que aún atesoras se pierda entre el humo negro e irrespirable que tiñe el cielo de tus pulmones, en la sequedad que se extiende en zonas cada vez más amplias de la superficie de tu piel, abrasada por esa fiebre que no remite y te hace subir de temperatura inexorablemente año tras año y, más que nada, te angustia notar cómo te corroen, de forma irreversible, esas células incontrolables que ni siquiera sabes de dónde surgieron. Y cómo proliferan. Ya son más de ocho mil millones.

80. LETARGO (Ana María Abad)

Flotando entre dos aguas, a la deriva, la ballena azul no emite un solo sonido, no mueve ni una aleta, ni siquiera hace el esfuerzo de abrir los ojos. ¿Para qué? Todo es inútil, el amor le ha sido revelado y negado al mismo tiempo y ya no le quedan ganas de nada que no sea abandonarse a ese silencioso sopor que, poco a poco, va hundiendo su formidable corpachón en las frías profundidades.

Desde las alturas, la luna la contempla, pesarosa. ¿Cómo iba ella a suponer que uno solo de sus rayos de plata provocaría semejante drama, primero al jugar, inocente, con el animal, y luego al huir de él, travieso?

79. El color con que se mire

Titán es un mastín gris de collar amarillo que sabe dónde y qué morder. Nacido en La Matanza bonaerense, los dueños lo vendieron a un policía federal que, en su tiempo libre, sale de caza. Aprendió a sentarse, a responder con rapidez, a pararse a la voz de su amo. El mejor amigo del hombre. El cazador dispara a todo lo que se mueve. Son días largos teñidos de un granate penetrante. Pero Titán detecta mejor el amarillo y el azul y confía en su olfato, como en aquel incidente en el que arrancó los genitales al manifestante que se saltó a escondidas el cordón de vigilancia. A diario, cuida que los transeúntes circulen por su sitio, que las mochilas estén vacías de toda amenaza. Ladra poco, su gruñido es una señal contenida que suele recibir el premio de la mejor carne roja. A veces, el amo lo deja con hambre, pues regula con medida sus costumbres: lo suelta para que se desate con los prisioneros de mono azul en el sótano de El Olimpo, en las celdas clandestinas, donde la soledad, al contraluz de la entrada, se torna afilada y amarilla.

78. OTRAS VIDAS

Me quedo embobada observándolo. ¡Cuánto ha cambiado! Y, sin embargo, puedo reconocer gestos y detalles de cuando era pequeño, como la cara de enfurruñado que tiene en este momento. Creo que nunca le dije que me gustaba esa ceja fruncida, me recuerda a la que ponía mi padre. ¿Se heredan las expresiones de nuestros antepasados?

Me considero afortunada pudiendo seguirle de cerca estos días después de tanto tiempo sin contacto con él. En mi estado actual muchas veces estoy a merced de otros y no siempre consigo vivir donde me apetecería.

Fíjate, qué gran pareja hace con su novia. Es muy buena chica y se nota que lo quiere de verdad. Y bien cariñosa, la muchacha. Acerté en mi pronóstico: continúan juntos tras todos estos años. Ahora llegan sus amigos del instituto. Me acuerdo de ese miope, tan lleno de miedos entonces. Me mira mal… Está claro que si deseo seguir viendo a mi hijo deberé elegir mejor el animal en mi próxima reencarnación, y ya llevo tres, porque el de gafas viene hacia mí con el insecticida en la mano.

77. El mejor conversador.

«Todos los hombres son iguales», dijo María. Esta frase, que las chicas pronuncian constantemente ,es una oración neutra; podría significar, por ejemplo, que todos sus novios son maravillosos. Aunque lo que realmente quieren decir es: «Todos los hombres son unos canallas». Cuando una mujer aprueba la conducta masculina, dice : «Paco es un cielo»; dejando al resto de los varones excluido del calificativo celestial.

Con los animales todo es más fácil, somos sus grandes amigos. Ellas hablan y nosotros escuchamos. La comunicación es unilateral. Y así debe ser, aunque hay idiotas que no lo comprenden.

El martes estábamos viendo la tele, y apareció el maldito anuncio.

« Escuchar a tu mejor amigo es posible ,con Talkdog tu perro puede hablar».

María me compró el dichoso artilugio. No me puse colorado, porque soy un perro, pero me asusté al oír mis pensamientos.

« Estás más gorda».

« Eres muy pesada».

Tras unos minutos de desconcierto, mi chica comprendió que el aparato no funcionaba. Es evidente que se necesita ser humana para interpretar guau, guau.

Ahora, sin traducciones innecesarias, yo sigo siendo el mejor conversador.

76. CALLEJERA (Belén Sáenz)

Un móvil bueno (con la pantalla rota), trescientos euros en billetes de cincuenta y las perlas de mi madre. Todo lo guardaba en un cajón de mi mesilla y es el botín que te has llevado. Además, te dejaste abierta la puerta del piso, varios yogures a medio comer y una jeringuilla manchada de sangre en la encimera. A esta cuenta debería sumar mil pavos para que tu chulo te dejara irte de aquel antro de carretera donde te secuestraron el alma y las venas ya desde cachorrilla. La primera noche no dejabas de ladrar y tuve que llevarte en taxi a pillar metadona. Todo lo destrozabas: los vasos se te resbalaban entre las pezuñas y se hacían mil añicos. Te revolcabas en el barro con la ropa que acababa de comprarte. Parecías contenta cuando te ponía la correa y el collar y nos íbamos al parque. Te gustaba que los niños te acariciaran y pedías con ojos tiernos que te lanzaran la pelota. Me prometiste que siempre dormirías a los pies de mi cama, que lamerías las manos que te quitan las pulgas. Era la piel del lobo. Qué estúpido fui al fiarme de una humana de raza pura.

75. Su secreto (Patricia Collazo)

Aun sabiendo lo que ella hará, los peces de largas aletas coloridas no dejan de mirar hacia arriba cuando la niña se acerca a la pecera. Y la niña lo hace con frecuencia solo por verlos padecer. Esperar el alimento que mantendrá cogido entre sus dedos justo sobre la superficie del agua durante un tiempo esperanzador y angustioso a la vez para los animalillos hambrientos. Luego ella esbozará su sonrisa triunfal antes de llevárselo a la boca y saborearlo con fruición.

Que se deleita con la comida de los peces es su secreto. Como el motivo por el cual su padre se los regaló.

74. Experimentación animal

El doctor muestra a sus alumnos los tres injertos realizados hasta ahora en el espécimen: sobre la cuarta vértebra cervical, una oreja que ya ha desarrollado tejido epitelial con varias capas de células escamosas; un segundo apéndice nasal por encima de los ojos, electrónico, atornillado a la zona frontal y con acceso directo al rinencéfalo; y, por último, los tubos de drenaje activo conectados a los órganos para la toma de muestras durante los procesos digestivos y la inoculación de sustancias.

Hoy, señala, realizarán la amputación de los genitales, de escaso valor científico, e injertarán en ese espacio una tercera pata que se anclará a la parte central del hueso denominado cadera. Desconoce si realmente será viable, pero insiste en que estos experimentos pueden ser cruciales para la supervivencia de los roedores. Solo espera que, cuando empiece la operación, este humano grite menos que el donante.

73. Metamorfosis

 

No sabía cómo comenzar este relato y apareció Lucía y a ella le apareció una mariposa blanca y se santiguó, no quería que le cambiara la suerte, ahora que parecía haberla encontrado. Estaba ensimismada recordando el día que visitó un mariposario por primera vez, impresionada por esos pequeños insectos lepidópteros que llenaban aquel espacio de vida y color.

Se sentía como la mariposa monarca, después de haber hecho un viaje de transformación parecido; empezó siendo una jovencita enamorada, vivió luego como una mujer humillada por las continuas infidelidades de su marido y acababa de realizar su metamorfosis final ante el féretro del mismo.

“Raúl, no puedes seguir así” le decía continuamente su amigo Luis, que además es un cardiólogo de prestigio. El estrés de vivir tantas vidas a un tiempo y las sustancias fueron mermando su salud y tal vez, sólo tal vez, cuando Lucía preparó el café se equivocó de polvos blancos….

Cuentan que si se posa una mariposa en ti significa que un alma del pasado quiere enviarte un mensaje, Lucía se estremeció abruptamente cuando una mariposa negra se deslizó sobre su hombro; disimuladamente ensartó aquel mal augurio en su broche y siguió recibiendo el pésame.

72. Si ella pudiera contarlo (Juana María Igarreta)

Desde la grieta del viejo edificio donde pasa el verano nos observa detenidamente. Si ella pudiera contar lo que ve a través de sus inquietas pupilas verticales, diría que la plaza tiene ocho bancos que han ido perdiendo pintura y ganando abandono. Que en un pasado todavía reciente el lugar fue muy concurrido, donde no faltaba el eco bullicioso de los niños tras salir del colegio, como tampoco un buen racimo de ancianos disfrutando del sol en las horas más apacibles del día. También, que la recoleta plaza se tornó oscura cuando encontraron sin vida el cuerpo de Martín. A él le gustaba terminar la jornada ocupando siempre el mismo banco. Con los ojos cerrados y las manos entrelazadas trataba de ordenar su nutrido bagaje de recuerdos. Y que, además, nadie lo echó en falta en su casa esa aciaga noche porque nadie lo esperaba.

Si ella pudiera contarnos que el arma homicida, una pequeña navaja con la que perforaron varias veces el abdomen del octogenario, permanece oculta en lo más profundo de la oquedad que le da cobijo, quizás no dudaría en salir a pregonarlo a los cuatro vientos. Pero, ¿alguien daría crédito al testimonio de una salamanquesa?

71. LA VIDA ANTE SUS OJOS

Trajimos a casa un pajarillo caído del nido. Salvarlo sería una vivencia extraordinaria y poco habitual para un niño de ciudad como nuestro pequeño. Compartimos en redes sociales su carita escuchando las indicaciones de cómo cuidarlo hasta el momento en que pudiera volar por sus propios medios. Estábamos muy orgullosos de representar el paradigma de la vida ante sus ojos. Le preparamos una casita y la abastecimos con agua y semillas, dispuestos a vivir con nuestro hijo una aventura emocionante, ante la mirada atenta de nuestros seguidores.

Durante dos días nuestra vida giró en torno al pajarito, hasta que en una retransmisión en directo ante más de quinientas personas, Carlitos, convencido de que había llegado el momento, corrió hacia el balcón, abrió sus manitas hacia el cielo y lanzó al diminuto polluelo. El pequeño gorrión aleteó brevemente y, tras un picado bastante pronunciado, desapareció de nuestra vista. El niño, creyendo haberle salvado la vida, sonrió a la cámara, feliz. Pero no tan feliz como el gato que jugueteaba en el jardín y vio caer ante sus ojos semejante manjar. Ni tan feliz como la lagartija que, aprovechando la confusión del momento, escapó de entre las fauces del gato.

Nuestras publicaciones