Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

BLANCO Y NEGRO

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en BLANCO Y NEGRO

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán relatos que desarrollen el concepto BLANCO Y NEGRO. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE DICIEMBRE

Relatos

01. OBJETIVO CUMPLIDO

El entusiasmo llegó con las primeras explosiones del fuego de mortero. Los periodos de tregua solo servían para retrasar el regreso a casa. Tras dos semanas de una insoportable calma, querían abandonar las trincheras. Avanzar. Cumplir la misión de tomar al asalto aquella colina y marcharse a casa. Recuperar la normalidad de sus nombres y sus vidas. Ser recibidos por los vecinos de la ciudad y que la banda municipal de cornetas tocaran el himno nacional en su honor, atragantados por la emoción de considerarlos héroes.

Pero, con esa precipitación que despiertan a veces los retornos y la niebla de las detonaciones cercanas, algunos olvidaron los cargadores, y otros saltaron hacia el lugar equivocado. Solo se cumplió una parte del sueño de todos ellos, cuando sonaron los compases solemnes en las calles de Jacksonville, al paso de aquellos catorce ataúdes iguales.

75 Enfermos

Podría haber sido un gran cardiólogo. Tiró por la borda el sacrificio de sus  padres para costearle los estudios. Las dichosas cartulinas rojas y negras le hechizaron, dejó todo por esas timbas donde ganar dinero fácil. Las gafas de sol y la mascarilla ocultaban cualquier mueca de su rostro.

Muchas noches por la puerta de urgencias del hospital deambula un joven que lleva siempre una baraja con aspecto de indigente, tiene un parecido a uno de los conductores de ambulancia. Ciertos pacientes llegan con una carta, siempre de corazones, donde hay escrita una palabra clave para su diagnóstico.

74 Expiación

Volví a mirar la dirección. Sin duda era allí. Me sorprendió la blancura inicial de la fachada, el equilibrio de sus muros, la apatía cenital que escapaba por las ventanas como gatos asustados. Toqué con los nudillos la puerta medio abierta. Volví a llamar hasta que una voz estéril me invitó a pasar. Tenía la baraja preparada sobre una mesa redonda de madera, una lámpara con forma de lechuza que parecía tener vida y un cenicero que soportaba un cigarro recién encendido. Me ofreció café, una silla en la que sentarme frente a ella y me ordenó cortar. Dividí en dos el mazo y me mostró una carta. Un gran sol iluminó la sala. Su luz parecía escapar de su jaula de cartón. Se puso en pie, imponente, y dejó caer la túnica celeste que le cubría el cuerpo. A pesar de las arrugas sus pechos se mantenían firmes, su vientre liso. Apenas tenía pelos en el pubis, pero tan blancos, que un rumor nevado parecía invitarte a beber de aquella fuente. Dejé unos billetes en un cuenco de madera y salí de allí. Era de noche y un adiós con acento extranjero se confundió con el ruido de la puerta.

73 LA BOLA DEL MUNDO

Lo que más me gusta de la clase es la bola del mundo. Se llama así porque dice la seño que donde estamos todos los que vivimos en la tierra, es el mundo y es redondo. O sea que tierra y mundo es lo mismo, me parece.

Me gusta tanto que me quedo mirando la bola y pienso en los nombres de los países tan raros, que se llaman el extranjero y la seño me dice que atienda, que atienda.

A veces, la coloca en su mesa y la hace girar. Cuando para, pone el dedo donde sea. Entonces, cuenta cosas de ese sitio, si es un país o dos, un mar, una montaña… Cosas de verdad: cómo hablan, qué comen, qué hacen las personas, o un cuento de los que viven allí, en el extranjero.

Un día que una niña empezó a llorar y luego otra y luego un niño y al final  todos llorábamos, la seño nos preguntó que qué nos pasaba y cuando le dijimos que nada, nos explicó que en muchos países del mundo extranjero hay millones de niños que no lloran y les pasan cosas malísimas, y entonces sí que empezamos a llorar de verdad.

72 Ansiada derrota (Alberto BF)

Pilar se deja ganar todas las tardes. Es lo único que le permite contemplar algo de brillo en los ojos de Adolfo, y eso da sentido al esfuerzo que realiza diariamente para que la reconozca.

Él ya ha dejado de comer y caminar solo, y a duras penas controla sus esfínteres, en un progresivo deterioro físico y mental. Todavía le entretiene jugar a las cartas, aunque desde hace un tiempo las lance sin ningún criterio y con llamativa torpeza.

La neuróloga había advertido meses atrás que pronto olvidaría todo lo aprendido a lo largo de los años, pero aún así resulta muy duro constatar cada día esta pérdida de facultades. Por ello, y pese a producirse de manera cuestionable, la efímera satisfacción de la victoria cobra más importancia que nunca en sus visitas a la residencia de ancianos.

Cada anochecer, tras despedirse, Pilar regresa a su casa deseando que Adolfo vuelva a reconocerla al día siguiente y la vida le dé la oportunidad de perder otra partida.

71 EXTRANJERO

Marcos no fue un niño como los demás. Se pasaba los días encerrado en el dormitorio,  examinando el mapamundi desplegado sobre el suelo, calculando distancias y soñando con visitar todos los países.

Desde que tuvo independencia y algo de dinero en el bolsillo, no ha parado de viajar. Adora la sensación de perderse por las calles, de que lo miren con extrañeza y de no entender ni una palabra del idioma. Durante años ha malvivido como artista callejero o vendedor ambulante, pero en cuanto los habitantes autóctonos empezaban a acostumbrarse a su presencia, hacía las maletas y elegía otro destino, cada vez más lejano y exótico.

Hace un mes regresó a su pueblo, convencido de que el mundo es realmente un pañuelo y se le ha quedado pequeño. Se comunica en una mezcolanza de lenguas, no soporta los guisos de la madre porque dice que en España todo lleva ajo y ni siquiera sus hermanos lo reconocen como parte de la familia. Ahora es totalmente feliz, porque en ningún lugar se había sentido tan extranjero como en su propia casa.

 

 

70. Amnesia

Arribamos sigilosos, taimados. Se abrían a nuestro paso cansado las puertas de par en par. Nos regalaban peroles para las viandas, guadañas para la siega. Y bien nos parecía. Los cuatro gatos que recelaban se ablandaron y departían luego dicharacheros. Poco luchaban y nos hicimos con el valle en un santiamén. Agrandamos las haciendas que aprendimos a quitarles de las manos, cada año les corríamos las lindes a nuestro favor. Y pasamos muchos años en aquella miel.
Un día de ocres en el paisaje llegaron desde allende aquellos otros. Vestidos de harapos, dejaban saludos con hierbabuena en las cancelas de nuestras casas. Nosotros respondíamos con piedras y mal de ojo.
Nos pedían un pedazo de tierra para pan y una de las mil fuentes para apagar su sed. Querían mitades o cuartos o lo que fuera porque teníamos hasta donde alcanzaba la vista, aun más allá del horizonte. Y ellos una mano delante, otra detrás. Pecho henchido, con la mirada altiva, los desterramos. Que todo era nuestro.

69. Y le he perdonado

El confesionario me recordaba a la pequeña cabaña en la que me refugiaba cuando mis padres explosionaban.

Tras el “Ave María” y el “Sin pecado concebida” comencé a intentar expiar mis pecados.

Le conté lo mucho que odiaba a mi padre.

—Muchacha, eso es muy grave. Dios no lo acepta hacia cualquier persona y mucho menos a tu progenitor.

Le expliqué los porqués. Que era un borracho, maltratador y jugador, y que para esto último le robaba el dinero a mi madre, la cual se mataba a trabajar todo el día, cuidando la casa y ocupada en míseros trabajos para poder llevarnos algo a la boca.

—Hija, entiendo los motivos, pero debes tener sobre todo capacidad de perdón y poner de tu parte para que las cosas se arreglen. Si tu lo haces, la divina providencia hará el resto. Es cuestión de fe.

Volví a casa mascullando las palabras del sacerdote para encontrarles el sentido y poder ayudar a papá a dejar jugar.

Esa noche, cuando volvía tambaleante de su timba de póker, acabó rodando por la escalera con malas consecuencias.

Me miré el pie sin saber que proporción del movimiento había sido mía y cual por intervención divina.

68. Amor sin fronteras

Faltaba una hora para abrir el Gran Casino y la jefa de sala estaba inquieta, muy inquieta. Llevaba así varios días esperando una nueva remesa de naipes que llegaban tarde. Por fin le avisaron que ya estaban separando y clasificándolos, esperando su conformidad para distribuirlos según el juego. Ella llegó arrebolada, conteniendo la respiración y las dudas que le amordazaban los pensamientos. Pero, allí estaba. Como en los últimos pedidos desde su visita a la fábrica: una baraja roja con las cincuenta y dos cartas iguales. No traía ningún distintivo, más ella se sabía la destinataria.

A kilómetros de allí, en la planta de producción de la empresa más famosa del país estaban desorientados. Desde hacía unos meses, en cada expedición al Casino, la máquina lanzaba un mazo completo con la misma figura, la Reina de corazones, que desaparecía antes del control en un recodo del mecanismo. No habían conseguido encontrar el fallo.

67. PURA GENÉTICA

Después de pasar una mala racha en el juego fue a una vidente esperando que le pronosticase que sería muy afortunado en el amor. Las cartas no le defraudaron, es más, en ese mismo instante supo que se había enamorado y sólo necesitó un rápido cruce de miradas para confirmar que era correspondido. Tenían muchas cosas en común, su pasión por las cartas les unía mucho, las barajas para ellos era casi un objeto sagrado, no en balde era su principal herramienta de trabajo.

Desde aquel día en que se conocieron no se han separado, su vida en común ha sido muy azarosa, han dormido en mansiones y en la calle, han viajado en descapotables y han hecho autostop, han comido en restaurantes de cinco tenedores y han pasado hambre…

Ahora su mayor alegría es su hijo Sotero, al que todos llaman “carapóker” porque es un niño especial, jamás sonríe ni se muestra triste, por mucho que lo mires nunca sabes cómo está. Sus padres no pueden estar más contentos con él, son conscientes de que en sus manos tienen una mina de oro, no paran de hacer planes para convertirlo en el mejor jugador del mundo.

66. Barajando…

En el grupo de amigos, todos esconden sus cartas.

PICAS
“Las lanzas están en alto por Claudia. Hace tiempo que no pienso en Roberto como colega, sino como competidor. Todavía conservo la esperanza de que ella me elija a mí.”

DIAMANTES
“Paula está muy buena, pero he de ganarme el cariño de Claudia pasando de Andrés. Con la pasta de su familia tendría el futuro resuelto sin dar un palo al agua en la vida.”

TRÉBOLES
“Todos van detrás de Claudia. ¿Cómo podría mostrarle mis sentimientos? No quiero abordarla directamente, quizá me rechazaría de entrada… A ver si, con un poco de suerte, ella se da cuenta de lo que siento.”

CORAZONES
“Algunos de mis supuestos amigos son unos cazafortunas, mi madre ya me lo advirtió. Aunque no sé qué opinarán mis padres sobre mi elección de pareja si, reuniendo valor, me declaro a Paula y me dice que sí.”

65. Dadas o tomadas -Calamanda Nevado-

-Mejor-, espeta mamá después de hacerme  caminar, erguida y  elegante, como si estuviera en    el casino. -Ahora descansa-, murmura. Y me tapa con la manta  apartando  los mazos de   naipes que  dejó  sobre los pies de la cama. Los mira. La tensión    se refleja en su  rostro. -Qué pasa ¿Ocurre algo?-  Niega con la cabeza. -No  me engañas-. –No, lo de siempre-.

Lo de siempre son sus sensaciones,   antes de mis partidas. Quiere irse pronto a la cama, me dice,  levantarse temprano,  meterme en la ducha y lavarme el pelo; lo hace  a diario. Aunque disimulo mi malestar,  acepto. El estómago me duele, otra vez.  No  puedo dormir. Recuerdo como desde niña, me entretenían ella y papá  con partidas de cartas de la baraja española, según  su opinión la más antigua,  porque estimulaba mi imaginación.  Me recuesto y  repaso algunos detalles de bazas, rondas y apuestas.  Espero   que nadie mire las cartas lentamente,  o las tenga demasiado tiempo en la mano. Deberé intervenir.  Mañana, a primera hora,  tengo reunión con el comité de empresa.  Como jefa de mesa, procederán a darme a conocer el cómputo de propinas de la semana pasada, que no introduje en la ranura  destinada a eso.

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