Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SERENDIPIA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en SERENDIPIA

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LA SERENDIPIA. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE NOVIEMBRE

Relatos

20. Relicario (Izaskun Albéniz)

Una arruga hendía el entrecejo y mostraba los labios en un rictus apretado. Como respuesta a mi pregunta, un galimatías seco y severo. Solo le había pedido la cartilla de vacunación de Ladis. ¿A qué tanta furia? ¿Cuándo había cambiado? Apenas lo recordaba. Las lágrimas llenaron mis ojos cuando subí las escaleras tras sus pasos, sumergida en otros tiempos remotos y dulces.
Enrabietado, se revolvía dentro de la habitación como un tornado mientras hacía y deshacía montones de papeles hasta que, bajo uno de ellos, encontró una caja. Aquel recipiente oscuro de esquinas maltrechas lo detuvo de golpe. Pese a su fealdad, lo miraba atónito sosteniéndolo entre sus manos con el mismo fervor místico de un devoto ante una reliquia. Pum-pum, pum-pum, pum-pum. Escuché un sonido que brotaba de aquel estuche ajado. Un golpeteo rítmico, obstinado y firme.
Cuando levantó la tapa, sus cejas se alisaron, y el rictus severo se destensó ante mis ojos. Desconcertada, recorrí con ternura la sonrisa que había vuelto a su boca y en su mirada, brilló de nuevo la memoria de los días felices. Me contempló sereno. Tomó su corazón entre las manos y en ese gesto, comenzó su regreso a casa.

19. De sabios es dudar (Francisco Javier Igarreta)

Cuentan de un sabio que un día

salió a recoger sus hierbas

y buscando las más tiernas

vio que algo refulgía

allá al fondo de la senda.

¿Será oro?, entre sí decía,

¿tal vez un guiño de sol?

Aunque tarde, comprendió

cuando vio que su colega,

obviando presto las hierbas

sacaba un broche de perlas

de la duda que él meció.

18. LA BUENA ESTRELLA

Fortunato asistió a la fiesta en busca de los favores de una compañera de clase; sin embargo, ella no sentía atracción por él y le presentó a una amiga. Desde el primer instante, ambos sintieron una conexión especial, y Dulce, que a ese nombre atendía y con ese carácter trataba, demostró ser una persona excepcional convirtiéndose en el alma gemela que todos anhelamos y que pocos encuentran. Fortunato tuvo la suerte de hallar el amor cuando solo buscaba el cortejo.
Así comenzó su relación. La naturaleza despertó en ellos ese instinto gozoso que impulsa a la procreación. Aunque no era eso lo que habían planeado, la falta de precauciones los llevó inevitablemente a lo que suele suceder en estos casos.
Después de unos meses de angustia, temiendo que la llegada de la criatura truncara su futuro, finalmente nació la pequeña, y la alegría que ella trajo a sus vidas fue asombrosa. En su búsqueda de placer, se encontraron inesperadamente con un tesoro. La niña iluminó su matrimonio y dado que era un sol, decidieron llamarla Estrella.
(Con el tiempo llegó a estudiar Bioquímica y se hizo famosa cuando, investigando la estructura del ADN, descubrió, por casualidad, el sacacorchos para zurdos).

17. «El fuego inolvidable»

Él murió en su cama tranquilo, rodeado de toda la familia en su grandiosa mansión.

Yo me retorcí entre terribles dolores durante horas agonizando, sola, a excepción del minúsculo embrión que me llevé conmigo a ese viaje de ultratumba.

Mis últimos segundos los dediqué a lanzar una contundente maldición.

No llegué a entender el sentido de la vida, pero aprendí que el dolor puede acompañarte en todas sus facetas mientras observas la rara justicia de los hombres inclinándose peligrosamente…

Mi captor prosperó, celebró y navegó una existencia plena, plácida y reconocida.

Me lo encontré en el infierno al que yo misma le había arrastrado, pero no lo ataqué de pronto. Preferí ver cómo iba desarrollando sus artes para sobrevivir esa infinitud oscura. Y me sorprendió gratamente comprobar que, sin toda la parafernalia de la estructura del poder, del ejército y de sus secuaces no era más que un diablillo bisoño y torpe en sus primeros pasos hacia el mal no normativo.

Se lo comerían vivo… Y yo estaría allí para contarlo.

Pero me trasladaron al cielo, arrebatándome todo. Y seguí sin entender nada, ya que lo único que me mantenía ahí, era la dulce, dulce venganza.

16. Brindis

Me crucé con Laura por el pasillo. El tiempo justo para verle los ojos. Rojos, hinchados. Volví un paso atrás. Oye, ¿Qué te pasa? Se le escapaban las lágrimas. Anoche Fran se fue. Me he pasado toda la noche llorando. Luego te cuento. Continuamos deprisa, mirándonos aún.

No la vi hasta después del fin de semana. Estaba radiante. ¿Os habéis reconciliado? No, ha sido fantástico. Estoy encantada de haberme librado de él.

Su esplendor se hacía patente allí donde estuviera. Trabajando, en el descanso… desbordaba una energía irresistible.

Pero, ¿Qué te ha pasado? Estás distinta… Sí, me tumbé en el sofá, en silencio. Pasó un rato, no lo echaba de menos. Sentía alivio. Me invadió una alegría que ya había olvidado. Ya no me pesaría su mirada en la nuca. Mis vísceras, pobrecitas, se esponjaron y ocuparon de nuevo su espacio.

Pues no sé qué decirte, me entran ganas de reír. ¡Ríete! La vida me ha echado un cable. Se dejó un par de calcetines sucios que ya he tirado y una botella carísima que compramos unas vacaciones para una ocasión especial. Si quieres, te vienes y lo celebramos. Sí, claro, una ocasión especial.

Estoy loco por ella.

15. Breve relato de algo pequeño que se volverá grande ( Fernando García del Carrizo)

Nada. Todo en blanco. Por primera vez en años, no se me ocurre qué contar. Ni mi insomnio de las cuatro de la mañana, que ha sido siempre tan creativo, me ayuda para empezar. En frente del folio vacío, hago malabares con el bolígrafo invocando a las musas para que acudan en mi auxilio. Silencio. Agotado, me tumbo en el sofá para echar una cabezadita. Antes de dormir contemplo a mi hija jugar con su tiranosaurio de peluche. Al abrir los ojos veo que sigue ensimismada en su juego. Tengo una idea.

14. Capacidad creativa de Jose María Escudero Ramos

El acto de observar conscientemente produce descubrimientos fortuitos _ dijo el profesor de química antes de acabar la clase.

Regresé a casa reflexionando las palabras del profesor.

Ahora se ve fácil pero las personas que dieron en el clavo, wow, que manera de mirar la vida. Eso si que es sacar provecho de los incidentes del día a día. Nada es casualidad y si obtienes una respuesta adecuada del hecho de que tu perro vuelva a casa lleno de bolitas pegadas entre sus patas tras un paseo por el campo, inventando algo tan usado como el velcro, te puedes convertir en millonario. Ojalá pudiera descubrir cómo fabricar un papel de colores con adhesivo de quita y pon, o un refresco.

“Observar es vivir con los pies en la tierra buscando oportunidades, no problemas”- me dije. Fui a clase de química y descubrí el secreto de la felicidad. Como cuando te metes en internet buscando plataformas para compartir tu poesía y descubres una que organiza periódicamente concursos literarios. Este si que es un gran premio. La fama y el dinero no interesan tanto en este momento, lo importante es poder desarrollar tu capacidad creativa con cada oportunidad que se presente.

13. ANTES DEL DISCURSO (IsidroMoreno)

Saludo ante cientos de focos y cámaras. Hoy me entregan el premio Nobel en Medicina. Sonrío,  pero no saben que estoy aquí por una serie de despistes que marcaron mi vida.

Mi milagrosa molécula la descubrí por descuido del becario, que confundió un reactivo con un bote de insecticida para moscas olvidado por mi esposa. Quizá estaba allí “por si las moscas”.

Me equivoqué de sala en un congreso y allí estaba la mujer de la maleta amarilla, que asistía por petición de una amiga que no pudo acudir. Surgió el amor. Era bióloga y me enseñó muchas cosas.

A la chica de la maleta amarilla la conocí en la estación  de autobuses cuando tuve que correr tras ella porque se equivocó y salió con mi maleta. Diluviaba. La alcancé, hicimos el intercambio y tomamos un café. Si no hubiera llovido, estaría soltero.

Mi maleta amarilla la heredé de mi tía abuela que nunca tiraba nada, “por si acaso”.

Aquí estoy, ante gentes que piensan que el conocimiento científico es la base de mi galardón, pero no saben que más obedece a mis múltiples despistes y torpezas.

No sé si hablarles del milagro molecular o del poder de la serendipia.

12. DOLORES O LOLA (Juan Manuel Pérez Torres)

La vida me estaba dando palos por todos lados, y mi salud mental y física se estaba resintiendo mucho. Ayer estuve en el hospital por ansiedad y muchos dolores, esperaba que no fuera a más, porque no podía, no podía con tanto… Dejando la mente en blanco, salí de urgencias, sin rumbo, buscando desconectarme del mundanal ruido, y me adentré, absorto en la nada, en ese callejón que siempre evito. Entonces sonó el móvil. Casi paso de él, pero contesté… Y eras tú, mi vida, que volvías a casa.

 

 

11. 1492, 1993, 2013 (Luisa Hurtado)

Del mismo modo que aquellos barcos buscando un camino en el agua que los llevase a las Indias encontraron unas tierras, que eran un continente, que durante un tiempo reinaron y acabarían llamándose América; exactamente del mismo modo, aquella noche de aquel sábado en la que entré en aquella discoteca buscando una chavala con la que pasar un buen rato, conocí a Vera, a mi Vera. La misma a la que veinte años más tarde telefoneo para decirle que no llegaré a cenar, que encontré una maleta llena de dinero en una de las calles de la zona que tengo asignada como barrendero y estoy llevándola a la comisaría más cercana para evitar tentaciones y apropiaciones indebidas, sin sospechar que algunos días más tarde aparecerá en la puerta de nuestra casa un tal Pedro para darme las gracias, contarnos su vida e invitarnos a formar parte de ella, el mismo que buscando y habiendo encontrado el camino más corto para hacer dinero, se ha encontrado rey y señor de su vida pero que está solo, muy solo, Pedro, el mismo que ahora es nuestro amigo más querido, por diferentes motivos y desde aquel día.

10. Perder el tren

Siempre estábamos bromeando con eso: El primero que se vaya, le mandará una señal al otro. Habían pasado dos meses y yo seguía tan a oscuras como el primer día. Pero aquella mañana, al recoger de la alfombra el libro que intentaba leer la noche antes, un papel plegado por la mitad se escapó de entre sus páginas. Reconocí al instante el dibujo: una pareja que se besaba bajo el cielo rojizo del amanecer sobre Madrid. “Nunca olvidaré nuestro primer beso”. Una fecha y tu firma al final de la hoja. “Esta es la señal” pensé. El mismo día, diez años después. Y se me ocurrió volver a aquel bar donde desayunamos churros y donde nos besamos despacitoEse cambio de planes en mi rutina diaria hizo que perdiera el tren de las siete y media que cogía en la estación de Atocha. Y tuve que quedarme esperando al siguiente en el andén, pensando si habría interpretado bien la señal que me enviabas. Pronto lo entendería todo: Era el once de marzo del 2004. 

09. SERENDIPIA A FUEGO LENTO

Todo un “hallazgo” (cercano a las siete cifras), lo del seguro de vida que contrató a mis espaldas hace trece años, recién casados. Ella fue una mujer temerosa y, por ende, muy precavida. Vivió siempre con miedo a sufrir un accidente; decía que en cualquier momento puede ocurrirnos, que todos estamos expuestos. Tenía razón. Yo soy un hombre calmo, paciente, además de metódico, y sostengo que un buen accidente necesita mucho tiempo de preparación. Exactamente 12 años, 4 meses y 20 días.

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