Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

ANIMALES

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en ANIMALES

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el 5º de este año serán LOS ANIMALES. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de AGOSTO

Relatos

77. Incorrector 3.0

Siempre fui reticente a instalar la aplicación, pero al final claudiqué. Tan aislado de los demás me sentía. Con el nuevo Incorrector (en su versión 3.0) pude, por fin, whatsappear con familia y amigos en igualdad de condiciones, con todas aquellas faltas de ortografía que tanto me horrorizaban.

La app es kapaz de traduzir mi scritura combirtiendola en 1 galimatias yeno derrores k paradogicamente es muxo + fazil dentender xa la mayoria. las tildes, los signos d apertura dexklamaziones i dinterrogaciones desaparezen,,, las faltas dortografia se distribyen en el testo al tuntun i la puntuazion al boleo. hasta ay bien lo malo vino kn la IA. el pograma aprendio solo + aya dl was. aora toma iniziativas siempre incorrectas (i peligrosas) i redirije mnsjs kn intimidades d mi mujer a los kolegas. igual kn los mails. i lo d los micros es peor xk yo partizipo en concrsos dd este mismo dispositibo. si las bses dizen k los relato an d ser respetuosos añade x su kuenta palabras kmo marika o sucnormal i si dize k el tope son 200 palabras se passa aposta kn lo fazil k me resultaria borrar unas pokas k no alteraran el sentido dl testo

(estas 5 ultimas, x ejemplo).

76. Testamento

Los labios se los doy al mayor de mis hijos: el ingeniero. Para que sonría. De resolver tantas ecuaciones, los suyos se le han quedado rígidos.

Al segundo, el juez, le entrego  la mano izquierda. Siempre ha sido muy hábil esta mano mía. Le servirá para proceder de forma inteligente aplicando las leyes.

La neurocirujana necesita otras piernas vigorosas que sostengan su cuerpo durante muchas horas. Mi pobre niña trabaja demasiado. Y yo aún puedo presumir de tenerlas fuertes.

Dejo mis dos orejas  al cuarto de mis hijos. En  reuniones y almuerzos complicados, siempre escuchará mejor si dispone de cuatro. También ha llegado muy lejos: es diplomático.

La última, sin embargo, solo consiguió  empleo en una guardería. Que le hacía ilusión trabajar con los críos, eso me dijo. Pero su vida a penas ha cambiado desde que lo dejó para ocuparse de los pañales que ahora necesito. Y yo, como siempre he sido un hombre correcto, le daré lo que le corresponde: nada.  Por cumplir con el deber de hija, ni siquiera la uña de mi dedo meñique.

75 CAMBIO DE RUMBO (Ana María Abad)

El día que decidió cogerse unas vacaciones, tomó a uno de sus acólitos, lo instruyó en sus deberes, y le traspasó manto y capucha negros, mientras ella se embutía en pantalón corto y camisa hawaiana para no desentonar en la playa de moda. A su regreso, halló sus dominios transformados: su sustituta vestía de corto y de blanco, lo había redecorado todo en tonos pastel, y los difuntos jugaban al mus y a la petanca, bebían mojitos, y por las noches bailaban los últimos éxitos de la radio bajo una bola de luces multicolores.

Sabía que su deber era enfurecerse, poner el grito en el cielo, hacer rodar cabezas con aquella guadaña que ahora colgaba de la pared como un vetusto trofeo. Pero, en vez de abrirles a todos un expediente, se limitó a firmar su jubilación anticipada con un mohín que a nada la comprometía, y regresó a la playa.

Ahora es instructora de pádel-surf, se ha llenado la melena de rastas y lleva en el hombro un tatuaje que reza: “Estoy de Muerte”.

74. SIETE

El día siete las siete hermanas se reúnen a comer y, aunque siempre acaba mal, nunca se han planteado dejar de hacerlo.

La cita es en casa de Avaricia, que tiene piscina, por lo que todas asisten con la intención de disfrutar. A excepción, claro está, de Envidia, que acude obligada y con el cuerpo lleno de sarpullidos.

Como es tradición, durante la comida Soberbia no deja de lanzar comentarios maliciosos sobre el menú, y sobre cómo ella podría mejorarlo.  Hasta que alguna de sus hermanas le sugiere que la próxima sea en su casa.

Al acabar, Pereza se tumba en el sofá, sin molestarse siquiera en quitar su plato, lo que provoca el esperado enfado de sus hermanas. Enseguida la sigue Lujuria, que muestra su cuerpo desnudo y hambriento, esperando un incesto que nunca llega.

Entonces, Ira, harta de las hermanas que le han tocado en suerte, explota. Y comienza la guerra.

Ajena a la batalla que se ha desatado a su alrededor, Gula, que sabe que siempre se repite el mismo patrón, se ha escondido en la cocina. No piensa salir hasta que acabe con las sobras de las demás.

73 Todo en orden

Cada mañana, Laura salía de casa con la misma armadura: pantalones anchos, camiseta sin forma, sudadera con capucha. Su padre la examinaba como un vigilante de aduanas. Esa mañana, antes de dejarla cruzar la puerta, le dijo:

—Tú no sabes cómo son los hombres. Les gustan mucho las colegialas descaradas.

Laura asintió sin responder.

En el ascensor, como cada día, se transformó: minifalda negra, top ajustado, un toque de brillo en los labios. Lo hacía con la precisión de una coreografía aprendida en secreto. Era su modo de existir fuera de lo caducamente correcto.

Pero apenas llegó a la esquina, algo cambió. Un tirón en el vientre la detuvo. Supo enseguida lo que era. La roja. Y no llevaba nada.

Volvió corriendo. Subió las escaleras sin aliento, deseando no cruzarse con nadie. Entró a casa sin hacer ruido.

Y entonces los vio.

Su madre, sentada en el sofá, imperturbable. Sobre sus rodillas, su padre, vestido con una falda escocesa corta, calcetas hasta las rodillas, un top blanco de encaje. Recibía palmadas lentas, casi ceremoniales. Gemía suavemente,

Durante un momento —inmóvil, suspendido— no supo qué sentía. Como si todo se hubiera desplazado unos grados. Esos que el tiempo corrige.

72 Exquisita venganza (María Rojas)

El presuntuoso siguió formando rochelas en los pechos de otras mulatas.

Le hice jurar fidelidad. El bellaco no cumplió, así que decidí llevarlo al mercadillo de la Calle del Medio y dejarlo tirado entre cachivaches.

Cabizbajo volvió mi corazón con una nota de «Invendible».

Ahora no hago otra cosa más que mimarlo hasta que llegue el trasplante con el corazón correcto.

71, No habrá futuro

Esta noche, buscará silencios y sombras. Cruzará el pueblo y se llegará hasta el río con la bolsa bien anudada. Mirará a su alrededor para asegurarse de que nadie le observa. Será entonces cuando levantará alguna de las inmensas piedras que se acumulan junto al cauce y la dejará caer, una, y otra, y otra vez, hasta que en la bolsa ya nada se mueva. Sentirá nauseas, dolor y temblará cuando la recoja. Apretará los dientes, rechinarán, y llorará al lanzarla al río. En cuanto escuche el sonido del golpe en el agua, allí mismo, de rodillas, se santiguará y, a pesar de que la vida no le ha dejado espacio para la fe, rezará. Pedirá que su hijo, al que se llevó la corriente, sea feliz en compañía de su mascota.

70. CRIMEN PERO NO CASTIGO (Rosa Gómez)

Tuve la certeza de que eras culpable cuando sentí­ tu ruidoso silencio. Esquivabas la mirada, te movías nerviosa, y hasta tu cara enrojeció.

Eso, y que las comisuras de tu linda boca delataban que mi Nigeria Golden, con ochenta y cinco por ciento de cacao, había pasado a mejor vida.

69. MUTACIÓN

Mis sentimientos estuvieron enterrados junto a él, allí donde lo planté siguiendo los consejos de mis padres. Pero venció a las malas hierbas, a las heladas y al granizo y al despuntar mayo ya asomaba más de medio cuerpo. Sus ojos más azules y amorosos que nunca, su torso fuerte y sus brazos bien torneados, sólo tuve que regarlo un poco para hacerlo resurgir de todo.

Los vecinos nos evitan y la familia nos ha dado la espalda. Sospecho que los restos de tierra que dejan en la escalera las raíces que cubren sus pies y el gorjeo de la pareja de zorzales que aletea en su cabeza les molesta. Yo también estoy experimentando cambios. En mi pecho han germinado unos coloridos pensamientos que me han ayudado en la decisión de dejar el bufete y mudarme al campo con él.

Seré jardinera. Colocaré la intolerancia dentro de una maceta que abonaré con bolitas de esperanza y, quién sabe, tal vez si soy buena en mi nuevo oficio, con esfuerzo y dedicación consiga que aflore una nueva flor que llamaré respeto.

 

68 Entre mujeres

Amigas en la desgracia, lejos de sus familias; ellas malviven hacinadas. Al caer el sol , las esterillas recubren el suelo. Son momentos de reposo, tiempo de confidencias.

« La casa era un infierno, me hijo se casó con una inútil. No sabía ni encender el fuego, era tan torpe, que murió abrasada en la cocina».

« Mi nuera estaba maldita, nunca parió un varón. Además no sabía cuidar de sus hijas. Todas murieron antes de los seis meses .Yo cumplí con mi deber de abuela».

« La familia fue engañada. Mis hijos se casaron con dos hermanas, nos prometieron pagar dos dotes, pero… ».

Presas políticas, encarceladas injustamente. Sus voces gritan : « Fue un accidente».Nadie las escucha. Tienen sueños con mujeres jóvenes: sus espíritus las visitan cada noche. En la India se abolió la ley de dotes en 1961, pero la tradición continúa. Suegras en las cárceles, nueras en las tumbas. Mujer contra mujer.

¿Hay algo más incorrecto?

 

 

 

67. Abandono (Jesús Navarro Lahera)

Una no es nueva en esto ni mucho menos tonta, y aunque la verdad es que sigue haciéndome el amor cada tarde, lamentablemente, ya no es lo mismo que antes. Y no me refiero a que ahora hayamos perdido el morbo de tener que buscar que todo suceda a escondidas, porque, como suele decir, desde que ella se marchó ya no tiene ningún motivo para andarse con esos rollos. No, no se trata de eso. Lo que ocurre es que, a pesar de que después de muchos años de servicio ya le he visto hacer de todo, y que por lo tanto no debería escandalizarme por nada, no logro salir de mi asombro. Me resulta denigrante que entre en la habitación, se tumbe encima de mí y que cuando termine me deje ahí, tirada, igual que me ha encontrado, sin tan siquiera preocuparse de inflarme.

66. Lealtades (Aurora Rapún Mombiela)

Las babas de la mano estrechada en un callejón establecían claramente la validez del contrato, así como la sumisión del contratado ante las órdenes del contratante. Él siempre había sido un hombre de palabra, sin embargo, desde hacía un rato, sentía como un escozor en la parte interna de la nariz, como una certeza de que por una vez debía ser desleal para hacer lo correcto. Desde su posición elevada, desvió el cañón del arma y le descerrajó a su suegro un tiro entre ceja y ceja. El alivio que sintió afianzó su convencimiento de haber actuado bien. Una vez desaparecida una de las partes contratantes, el vínculo quedaba roto. Recogió tranquilamente y se dirigió silbando al bar. Primero lo celebraría y luego actuaría convenientemente cuando recibiera la llamada desconsolada de su pobre mujer, huérfana y heredera de la fortuna familiar.

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