Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

BLANCO Y NEGRO

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en BLANCO Y NEGRO

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán relatos que desarrollen el concepto BLANCO Y NEGRO. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE DICIEMBRE

Relatos

23. Discontinuidades

La belleza del error, la línea recta que se quiebra en una curva. La nota que desconcierta en el pentagrama, como la nariz de Juan, ese mascarón de proa que se me acercó un día enarbolando un soneto de Quevedo en pleno rostro. Me abordó en la parada del bus para preguntar por una calle. Hube de recular. Tomar distancia, evaluar esa cara de belleza intermitente partida por la mitad, calibrar el encaje de sus partes, ubicar en mi mapa mental el lugar deseado para decirle que no, que no sabía dónde quedaba, pero que cerca había un café donde tomar algo. Jamás dimos con la dirección en cuestión, aunque esa misma tarde exploramos territorios personales guiados por dos brújulas apuntando idéntico rumbo. El problema de las brújulas es que, pasado un tiempo, se desnortan. Hoy la suya se orienta opuesta a la mía y yo aprieto la mano de mi hija (nuestra hija), mientras observo la alegría de su semblante al pasar por casualidad por esa misma calle que años atrás desvió mi camino, como la curva que quiebra la línea recta, como la belleza del error.

21. YA SÉ DELETREAR

Mamá, hoy en el colegio me han pedido que deletreara la palabra “belleza”. Enseguida he pensado en ti. Empieza con la “B” de “Bimba”, la perrita que me regalaste en mi cumpleaños. Sigue con la “E” de “Ernesto”, ese bebé que llora todo el día y al que se supone debo cuidar como buen hermano mayor (no sé cómo hacerlo). Después va la “LL” de “llanura”, tan grande y tan verde. Me gusta verla desde la ventana de tu cuarto. Luego viene otra “E” de “espera”, aunque soy un impaciente y tampoco sé bien qué debo esperar ahora. Continúa con la “Z” de “zarpazo”, porque eso fue lo que sentí, mamá, un enorme zarpazo en las entrañas, desgarrador como una gran mordedura. Y al final está la “A” de “añoranza”. No sabes cuánto, ni te lo imaginas.

20. UNA HISTORIA APÓCRIFA (Paloma Casado)

Nunca pudo explicarse como consiguió entrar en su casa sin que nadie lo viera porque, cuando pensaba en él, lo recordaba bañado por una luz sobrenatural. Además de una belleza que no parecía de este mundo, poseía el don de la persuasión y ella, que no conocía varón, se dejó inundar por un fuego que no ardía, pero que incendió su cuerpo de gozo. Avergonzados de su estado, los padres concertaron su matrimonio con un hombre manso que le doblaba la edad, pero que dio apellido y profesión al hijo que esperaba. Cuentan las crónicas que dos años más tarde, él la visitó en su nuevo hogar. Quería alertarla para que salvaran al niño de la matanza que iba a exterminar a todos los inocentes.

La historia posterior que refiere el destino del hijo olvida la vida de la madre. Solo sabemos que cumplió con abnegación el papel al que estaba destinada. Pero podemos imaginarla al atardecer, sentada a la puerta de su casa con la mirada perdida en el horizonte. En silencio, como si pasara un ángel.

19. CUANDO LO BELLO ACABA

Fue bello mientras duro.

Era tan hermoso verlos pasear por el prado. Como la fresca hierba acunaba sus no menos lindos cuerpos, mientras Lucas y Fany no cesaban en eternos juegos sobre ella.

Sin saber como, todo cambio, tornándose bronco y feo.

El acuerdo de divorcio estaba decidido. No podían seguir así, se sucedían las peleas, gruñidos, malos gestos, siempre marcando territorio. La separación parecía la única solución.

Dadas las circunstancias, seguro que sus hijos lo entenderían.

Mas, se dieron una última oportunidad, algo a lo que aferrarse, para intentar evitar la separación a toda costa.

Llamaron a un adiestrador, este, en menos de una semana, consiguió que Lucas y Fany volvieran a convivir juntos en armonía.

El matrimonio estaba feliz, ya no tendrían que separar a sus queridos perros.

 

18. TRATADO SOBRE PROPORCIÓN (A. BARCELÓ)

Acudió a su cita preocupado y encontrarse con aquella joven no atemperó sus nervios, más bien lo contrario. Se trataba de una criatura divina y no cabía la más mínima duda que también debía ser inteligente y capaz. Poco a poco, gracias a su dulce tono de voz y a su hipnótica mirada verde su confianza fue ganando enteros, tanta, que cuando ella lo propuso, él ya había conseguido vencer miedos, reticencias y reparos.

Su alarido debió escucharse hasta en Sebastopol, porque al momento apareció una compañera preocupándose por si todo estaba bien. Él, entre sudores fríos y lágrimas contenidas, más por no dejarla en mal lugar ante la que debía ser su supervisora que por propia convicción, asintió.

Pasadas algunas semanas, la que estaba nerviosa ante su cita era ella. Cuando se vieron, ambos desearon que los tragara la tierra. No eran necesarias presentaciones, pero los dos disimularon. Ella, belleza de proporción áurea, la doctora novata que le había atendido. Él, próstata normal de proporciones adecuadas a su edad, padre de su novio y el primer tacto rectal de su recién iniciada residencia.

17. CUENTO DE INVIERNO. MERCEDES MARÍN DEL VALLE

Hiedra salió una noche buscando la luna, pero no halló rastro del satélite.
El gato Canela se interesó por ella, sabía que le dejaba raspas de pescado en un derrubio cercano. Él tenía un sexto sentido, además de siete vidas. Se sentó a su lado y buscó la luna también.
Era gracioso ver como movían sincrónicamente sus cabezas.
Después de un rato decidieron volver a casa. Era tarde. Hiedra lo miró para despedirse. Él vivía dos puertas más arriba. Cuando puso el pie en el último peldaño, Canela balanceó su cola erguida, mirándola insistentemente.
Salieron de nuevo y caminando en paralelo se dirigieron al parque.
Hiedra de pie, envuelta en su bufanda, insistía en su búsqueda. Canela, subido a la cima del tobogán estiraba el cuello de tal manera que, contra todo pronóstico, perdió el equilibrio y bajó acelerado por la pendiente metálica. Hiedra se asustó tanto al escuchar el maullido agudo del gato que, aunque la situación era un tanto cómica, corrió evitando que se estrellara contra el suelo. Lo apretó fuertemente. Sus corazones latían, al unísono, agitados.
Una luz misteriosa realzó la belleza del momento. En un charco cercano, la luna, sigilosa, bebía agua de lluvia recién caída.

16. Introspección (Ezequiel Barranco)

Su condición de sordociega no le impidió disfrutar de la belleza. Comenzó su aventura en París, donde le dejaron que acariciara y estudiara a La Victoria alada de Samotracia. Se impresionó tanto que, cuando la recordaba, imitaba los movimientos con que la acarició en una especie de baile sensual, sinuoso. Repitió la experiencia, entre otras,  con La Piedad, El discóbolo, Nefertiti, El pensador y El éxtasis de Santa Teresa.

Cada recuerdo, cada representación era un baile distinto, lento, profundo e hipnotizador, y así lo entendió un célebre coreógrafo, que la llevó a estudiar esculturas famosas y, para cada una de ellas, compuso una obra musical basada en percusión, que ella notaba por la vibración del suelo. Recorrió el mundo entero, alcanzando grandes éxitos con coreografías como El dolor de Laoconte, La noche oscura del Moái o Los amores de Venus y David.

En el cénit de su fama se encerró en su casa casi un año para aislarse y crear su baile más hermoso, personal y sincero. En el estreno, sin música, iluminada por un potente foco, y en un silencio casi religioso, comenzó a bailar como en un milagro invertebrado, para ofrecernos su más logrado número: Autorretrato.

15. IZQUIERDA ÁUREA (Mariángeles Abelli Bonardi)

El barrilete volaba hasta su cuna y tocaba sus labios con la punta de su cola… Prolijamente, en espejo, escribe ese sueño que tuvo de niño y se pregunta:
¿Por qué el ojo ve más nítidamente en sueños que con la imaginación cuando está despierto?
¿Por qué su vestimenta de tonos rosáceos les resulta a los demás tan provocadora?
¿Por qué Salai— el “pequeño diablillo” de diez años que lo ayuda en el estudio— lo exaspera y conmueve en igual medida?
¿Y por qué teme que su vida se reduzca a tan sólo una montaña de cuadernos?
Dibuja al Hombre de Vitruvio y prosigue escribiendo:
“El ombligo es el punto central natural del ser humano. En efecto, si se coloca un hombre boca arriba, con sus manos y sus pies estirados, situando el centro del compás en su ombligo y trazando una circunferencia, ésta tocaría la punta de ambas manos y los dedos de los pies.»
«La belleza— concluye Leonardo— perece en la vida pero es inmortal en el arte.”

14. Freaks?

Ciega de un ojo, la Luna observa la Tierra desde lejos. Tanto que le parece ver a un enano. En realidad, grande o pequeño, da igual: es un ser humano. Y está enamorado. El Amor, un bello sentimiento, que parece no serle correspondido. Por Ella, de distinta talla, quien se siente alta y bella, demasiado para él. Un ser insignificante.

No entiende cómo Ella, hermosa y tan perfecta, ha ido a parar a ese rincón, lleno de seres feos, deformes, extrañas criaturas…

Algunos parecen cadáveres vivientes, otros entes indeterminados, a medio hacer, y el resto meras atrocidades salidas de experimentos fallidos de laboratorio, que después fueron desechados. Algo falló en la Naturaleza cuando esos freaks vieron la luz. Pero todos se unieron en un grupo único e irrepetible. Compartiendo sus imperfecciones y recursos, convirtiéndolos con ingenio en habilidades, útiles para su convivencia.

Ella sigue sin entender que su belleza no sirve en ese mundo. Y se aleja de los monstruos.

Pero entonces se siente sola y desgraciada.

Y la Luna deja caer lo que le molestaba en el ojo, haciendo que el Cielo llore y truene sobre esa hermosa solitaria; quien llora también por una belleza no entendida.

13. Clavar la rima

—Tío, no me jodas, que fui yo el que más rimas clavó y resulta que gana aquel mamón de mierda.

En la pandilla de los chavales del banco contiguo al mío la conversación va subiendo de tono. Salgo de mis aburridas ensoñaciones. Sé solo un poco de qué van las batallas de gallos con sus rimas, su flow….

—Mamón lo dirás tú, pero en los temas se le notaba muy entrenado.

—A ver listillo, si te digo «belleza», ¿qué coño nos rapeas?

—Pues… —se pone de pie frente a sus compañeros sentados en el respaldo del banco, los playeros en el asiento, empieza a gesticular como si estuviera disparando un rifle automático y que por culpa del retroceso le dieran espasmos—, te digo que la belleza es mi destreza y que tus rimas huelen a simpleza.

Se ríen. Otro salta del banco en plan parkour. Sus gestos son diferentes. Parece que está arrancando una sierra mecánica.

—¿Belleza?, la de mi cerveza, bosteza tristeza.

Más risas. Más rimas.

—¿Belleza?, la de mi coca toda pureza.

Sigo sentada. Escucho. Dejo que un rayo de sol me recueza la cabeza y busco, yo también, palabras que rimen con belleza.

12. Descifrando el código de belleza de unos rótulos (Milagros Sánchez)

En el museo del Prado dicen que se encuentran auténticas celebridades, que han sabido plasmar con sus pinceles, la belleza que esconden las obras de arte.
Me pregunto si siguiendo la pista de unos significativos rótulos entercianos podré descifrar semejante enigma…
El sueño se hizo recurrente, veía a unos Chicos leyendo La postal verde, que La pobre de los sábados les había enviado a esos Dos muchachos: Eolo y Narciso, quienes se dedicaban a perseguir a un tal hidalgo Don Quijote, que dispuesto a liberar a Una esclava en venta, a la que se disputaban Dos luchadores con Sed de venganza, siendo ella La ofendida, pidió clemencia a una Anciana sentada escuchando Confidencias bajo el paraguas, que hacían las delicias de la Inocencia de Magdalena penitente, a quien nunca se la pudo relacionar con La familia de Caín, ni con los Náufragos de Alta mar, que partieron temprano del Muelle de Boulogne Sur Mer y A pesar de ello, todavía La caridad romana promulga la Siesta.

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