Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
días
0
9
horas
1
4
minutos
5
8
Segundos
3
1
Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

46 El laboratorio de color

Los Reyes le habían traído un » Laboratorio del color» . Ángel estaba radiante, quería experimentar y obtener  «todos los colores del mundo» . Cuando mamá entró en la cocina, casi se desmaya!

Ángel vas a llevarlo a casa de los abuelos, así, como la abuela tiene pinturas podrá darte las que quieras.

Ángel aceptó entusiasmado, pensó que a la abuela le encantaría. Enseguida cogió la enorme caja y dijo:

-Vamos!

Allí la instaló encima de la lavadora, era el sitio ideal, tenía un grifo al lado.

La abuela observó la alegría que irradiaba, pero a la vez  veía horrorizada lo que se le venía encima!

– Mira, voy a hacer todas las mezclas utilizando el rosa magenta como base,  si quiero aclararlo le echo un poquito blanco, y … si quiero echarle amarillo…. Ya está: rosa salmón!

– Cuánto sabes Ángel!

– Es que he leído las instrucciones!

– Y para qué los vas a usar?

Ángel, se quedó quieto…..no lo había pensado….-

-Voy a hacer arena de colores!, Y plasti de colores! Y haré una selva con animales y plantas!

-Eres un fenómeno Ángel! Me puedes enseñar?

– Claro abuela! Es muy fácil!

Pero, ay! Cómo estaba quedando la cocina, miró horrorizada la abuela.

 

 

45. ESTACIONES PREMATURAS ( BELÉN MATEOS)

Ella se vestía de rosa, se revestía de un tono sonrosado para no desentonar con su piel abierta a la herida.

Ella era todo, ella era nada, ella era esa ofrenda al pecado, una alfombra salpicada de tropiezo, caída, axioma en la hondura de su vientre.

El último invierno recogió la cosecha descosida de sexo. En la primavera despertó el agua del manantial habitado en su pecho. En el verano arrastró su deseo húmedo de arena. Al llegar el otoño se adentró en los asustadizos pájaros que se escapaban en la arista de su abdomen.

Así era ella, excitación en sus andares, rocío prematuro, labios excéntricos, pálpito en su espasmo.Una estación para cada uno de nuestros sentidos. Una espera a la vida.

Ayer hizo tres años de su gestación vomitada en llanto, de un parto de nueve minutos, de una oscuridad teñida de sangre.

Hoy el color rosa lo ponen nuestras flores. Ellas habitan en un jarrón al lado de su nombre.

 

44. Un man de pura ley (María Rojas)

Un hombre, bajito él, se encasquetó el sombrero y se dispuso a realizar un viaje a su pueblo. En cuanto el sombrero tocó su cabeza, el encéfalo del hombre bajito se vistió de rosa y puso al hombre bajito a pensar incongruencias rosáceas.
Al final de la tarde, el hombre bajito, entrapado de incongruencias, se desencasquetó el sombrero recuperando su discreción y color.
Sin embargo, el encéfalo del hombre bajito, lo obligó a encasquetarse de nuevo el sombrero y salir a la calle, a luchar por su identidad rosácea como un man de pura ley.

43 La plaga

Una mañana el agua del río se volvió rosa. Las orillas se llenaron de curiosos que querían ver el extraño fenómeno; peces de vivos colores nadaban indiferentes al inusitado interés. Un científico llegado de la capital dijo que la coloración rosa del agua se debía a unas bacterias desconocidas. Pronto algunos visionarios del desarrollo pensaron en explotar el hecho insólito. Se construyó un gran hotel, tiendas de recuerdos, cantinas, y se levantaron en las márgenes del río unas casitas con techo de zinc para los trabajadores. En el trajín de la prosperidad casi nadie se dio cuenta de que apenas se veían peces. Algunas mujeres valientes protestaron, pero desaparecieron misteriosamente con una breve reseña en los noticieros. El rumor de la bonanza a orillas del río rosa se extendió por todo el país y atrajo a toda clase de forasteros, buscadores de fortuna, parranderos, tullidos en busca de sanación, mercachifles; una fiebre del oro que se instalaba en barrios improvisados de los que surgían pestilentes afluentes de mierda hacia el río. El agua se volvió gris, sin rastro de vida, pero el pueblo al fin había superado su atraso de siglos y había alcanzado el progreso.

42 Ayer y hoy de una página en rosa

En verano las revistas suelen  ir acompañadas de “souvenirs” propios de la estación; hoy he comprado una , y esta vez el complemento era un libro, una novela romántica que se deja leer fácilmente al rumor de las olas, mientras sentada en mi hamaca me mojo los pies en la orilla.

Recuerdo que hace muchos años, siendo una niña mi madre me enviaba al quiosco a intercambiar (por un módico precio)  novelitas de Corin Tellado. Ella que no sabía escribir correctamente y se definía a sí misma como analfabeta porque no tuvo la oportunidad de aprender,  solía leer en la cama  y se bebía los títulos de esta prolífica autora de género rosa.

Con apenas cuatro años  empecé a interpretar las letras y desde entonces leía todo lo que pillaba; un verano de mi pre-adolescencia , también yo devoré esas novelitas con fruición, identificándome con la mujer protagonista  y anhelando a ese “atractivo pero enigmático hombre” que iba a ser el amor de mi vida.

Muchos años después, inmersa en la lectura de esta novela rosa, mi imaginación vuela en busca de ese amor que  despierta mariposas en la barriga…. y está sentado en una hamaca a mi lado.

41. DOS CORAZONES

El último tsunami que asoló el pueblo dejó la plaza sembrada de caracolas, un tridente oxidado y un viejo lobo de mar con un parche en el ojo y un corazón tatuado a la altura del suyo. Pronto nos hicimos adictos a sus historias de batallas sangrientas, piratería y abordajes imposibles. Pero el viejo, que aseguraba tener cientos de amaneceres, se apagaba día a día al tiempo que sus historias trepidantes y cargadas de aventuras se iban edulcorando hasta convertirse en anodinos cuentos rosas. La última que nos contó hablaba de un amor imposible y le llenó los ojos de lágrimas, igualándolo con los demás viejos que lloran sus recuerdos. Perdió nuestro interés y desapareció. En su lugar hallamos un corazón viejo y descolorido, casi rosa.

40 Fluido rosa (Pablo Núñez)

Siempre que lee las esquelas del periódico y reconoce un nombre, atisba de soslayo en el calendario que el último capítulo de su vida, o la última página, está cada vez más cerca. Le embarga entonces una zozobra similar a la que surge a la vuelta de unas vacaciones. Desearía rebobinar el tiempo, volver a su infancia, cuando la vejez era algo abstracto, incierto. Sin embargo, a pesar de los nubarrones que flotan en su cabeza, todo lo sigue viendo de color de rosa; tan rosa como el humo que salía del crematorio en el momento en que el cuerpo de Sara se transformaba en ceniza. Sus amigos se sorprendieron de tal circunstancia, pero él no. Había metido en el ataúd los discos de su grupo favorito para que los pudiera escuchar en su nuevo hogar, sin duda en el lado oscuro de la luna. 
Nota que sus ojos se humedecen, señal de que debe arrinconar los desvaríos que lo llenan de angustia. Espanta sus pensamientos sacudiendo la cabeza, pone un vinilo en el tocadiscos, se asoma a la ventana y mira al infinito con los ojos cerrados, mientras comienzan a envolverle los primeros acordes de Wish You Were Here.

39.- Estrategias.

Esta vez no fallaría. Han sido semanas repasando al detalle croquis, planos, tiempos…

Madrugo. Doy un paseo, leo la prensa, tomo un café. Hago la compra, cocino.  Repaso el guión y compruebo que continúa sin llover. Bien.

Me enfundo mi mejor traje a las 19:05. A las 19:30 compro las flores y a las 19:45 llego a la calle. Son las 19:53 cuando me apoyo en el escaparate de la mercería. Todo va perfecto, al milímetro, al segundo.

Sale a las 20:04. Me ve, se hace la sorprendida al ver las flores. Sonríe. Esta vez, al menos, recuerda mi nombre. Charlamos unos minutos. 20:17, acepta mi compañía hasta su casa. Genial.

20:39, llegamos a su portal. Me invita a subir. Ahora soy yo el sorprendido, pero disimulo. Cogemos el ascensor, séptima planta. Y hasta aquí mi plan… porque ahora me mira con una lascivia que no tenía planificada. Pulsa el botón que detiene el ascensor. Se desabrocha la blusa y contemplo los bordes de su sostén de encaje. Rosa, como el color que cubre sus labios y ahora también los míos… Inolvidable.

Aunque no sabría decir si mi estrategia realmente ha funcionado, o ha sido la suya… No sabría.

38. Baila, baila, bailarina

Alexander Ivanov, el gran maestro de ballet, le entregó su alma a la lujuria y al alcohol hace mucho mucho tiempo. Tras perder el prestigio, la reputación y los amigos, se encerró en su casa y nada más salía para reponer la despensa de precocinados y ginebra barata. Solo le quedaba ella que, de vez en cuando, aún le deleitaba con maravillosas coreografías, como las que él mismo creaba, que le hacían recordar aquella época de gloria, mientras la contemplaba desde el raído sofá lleno de lamparones y olor a vómitos de noches pasadas. A veces se le caía alguna lágrima que se mezclaba con las babas, aquellas que se columpiaban en la comisura de los labios, tras el penúltimo trago. Pero también sentía odio por ella, no soportaba que fuese capaz de seguir bailando mientras su vida se había ido a la mierda y por eso, un día, sin miramientos, lanzó con fuerza la caja al suelo, que se partió en mil pedazos, menos aquel par de zapatillas rosas que, desafiantes, se quedaron en pie.

 

37 ROSA Y NEGRO (Toribios)

Todas las niñas tienen su etapa rosa, esa en la que su cartera es rosa, y las paredes de su habitación , y su bicicleta, y su ropa y, si por ellas fuera, todas las pinturas de su estuche. Luego viene la etapa negra, en que reniegan de su vida anterior  para convertirse por un tiempo en seres más bien cercanos a la familia Monster. Pero tú no. Tú seguiste siendo una adolescente de cuento, con todas tus cosas en el abanico que va del rosa palo al fucsia. Así te conocí y así me enamoré, y de rosa nos casamos ambos en una ceremonia tan glamurosa que salió en la prensa… rosa. Nuestra vida no ha sido siempre de ese color de ensueño, pero nunca nos hemos rendido. No pudo con nosotros el accidente que me dejó en esta ergonómica silla rosa, ni la muerte de nuestra hija Rosa en manos de una secta, ni podrá tampoco esa caja satinada en rosa en que reposas. Mantendré ante todos mi porte nacarado, aunque sienta avanzar  en mi interior esa corriente espesa de  bilis negra como la pez que pugna por convertirse en geiser y emborronarlo todo.

36 DESNUDO INTERIOR (Gabriel Pérez Martínez)

Pasamos la vida intentando saber quiénes somos. Y aunque se diga que es en el fracaso cuando nos conocemos a nosotros mismos, yo sólo deseaba triunfar.

No creo en el destino, pero el horóscopo del día del estreno lo decía claro: “Para lograr el éxito, ponte una prenda rosa”. En el espectáculo de humor en el que iba a actuar, hacía de ciclista. Descarté enfundarme el maillot amarillo (por lo de la mala suerte ligada a este color) y como coincidía que en esa época se corría el Giro de Italia, me decanté por una maglia rosa. Hubo carcajadas durante mi interpretación. «Eres único», pensé mientras el público vitoreaba mi nombre entre aplausos y bravos. Tras finalizar la función, ya en mi camerino, contemplé por primera vez, horrorizado, la mano del ventrílocuo.

35 ESOR NE EIV AL (Pilar Alejos)

Otro escurridizo amanecer desliza su líquido sol a través de la persiana. Hace mucho que desperté, pero permanezco en la cama con los ojos cerrados. Los auriculares me susurran en bucle la misma canción. Es como un mantra que me aísla de todo, mantiene mi mente en equilibrio y ayuda a ponerme en pie.

Me impide pensar en cómo evitas mirarme a los ojos cuando rozas mis labios al llegar a casa. Prefiero recordar tu risa. Resultaba tan contagiosa cuando aún éramos cómplices… Aunque, cuando estás conmigo, no puedo dejar de temblar de ausencia dentro de tus abrazos.

El tiempo pasa, pero el dolor no cesa y late con fuerza perforándome el pecho. Una y otra vez, me envuelven esas palabras de Edith Piaf que actúan como un bálsamo:

 

«…Quand il me prend dans ses bras

Il me parle tout bas

Je vois la vie en rose…»

 

Entonces, me levanto y atravieso el espejo. Allí no me duele encontrar la habitación llena de mi rabia y vacía de su aliento. Siempre enmudecen los reproches de por qué la olvidaste en el asiento trasero del coche. Aquí, donde, en lugar de a culpa, tus besos saben a chicle de fresa.

 

Nuestras publicaciones