Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

NEPAKARTOJAMA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta última propuesta es el concepto lituano NEPAKARTOJAMA, o ese momento irrepetible. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
Esta convocatoria finalizará el próximo
31 de DICIEMBRE

Relatos

27. VENGANZA RADICAL

Juampi Rómano fue el mayor asesino de árboles. Quemó centenares de bosques. Cuentan que, incluso en la noche de su entierro, consiguió que ardiera el pequeño ciprés que había junto a su tumba. Sin embargo, cuando por asuntos forenses decidieron exhumarlo, lo que encontraron fue inaudito. El resto de árboles, en venganza por el ciprés quemado, habían penetrado con sus raíces en el abdomen de Juampi, colonizando velozmente sus tripas. Nadie daba crédito. En apenas horas habían perforado su hígado, su páncreas, habían destruido bazo y vesícula, y le habían enmarañado y anudado los intestinos de un modo que causaba dolor con solo verlo.

Hay quien dice que la venganza de los árboles no es nada nuevo. Que en realidad llevan años confabulando bajo tierra. Que penetran por el ano de los recién fallecidos, alterando su descanso,  perturbando el supremo proceso de la vieja de la guadaña.

Pero son mitos y creencias, claro. Como aquello de que los muertos se comunican con nosotros, o que nos poseen. O que se reencarnan. Simples leyendas. No son datos científicos ni tangibles. Como sí lo son, en cambio, el actual calentamiento global, o el inexplicable incremento de las enfermedades intestinales.

25. ABRAZO A LA VIDA

La abrazaré bien fuerte y la llevaré siempre conmigo. Es el bien más preciado, hoy más que nunca, ahora que parece que se está acabando el mundo, ahora que nos cuesta tanto respirar, ahora que todo sabe a rancio y a plástico. Lo único que cuesta menos ahora es la muerte; por eso, mientras haya un atisbo de vida, de futuro, me quedarán fuerzas para no soltarla. Por suerte además siempre estás tú, y así todo será mucho más fácil.

24. LOS RELOJES BLANDOS (Juan Manuel Pérez Torres)

Definía su vida como aire que viene o va, luces y sombras que se empeñaban en no convivir, riadas o goteras que se iban alternando en sus corrientes…

Una vez me dijo que a menudo pensaba en la existencia y le abrumaba su gran insignificancia. Que le maravillaba el aire, la luz, el agua. Que nada sería posible sin ello, ni él mismo. Sabía que dependía enteramente de la naturaleza y le deprimía una vida subordinada a cosas tan etéreas.
Cada día pensaba en dejarlo todo… y convertirse en cielo, en luz difusa, en fina lluvia…
Me lo dijo: nunca llevaré a cabo mis planes suicidas, porque para el que ya no está, nada existe, nada hay, el aire se volatiliza, la luz se extingue, el agua se seca… porque el mundo es mundo solo porque somos mundo… por eso, cada mañana, no me queda otro remedio que desistir, mirando la aurora.

¡Ay! Desde aquella noche asesina que apagó tu brillo, noto el aire como un leve peso en mi piel, y las caricias de la luna cuando, titilando, me mira. ¡Ay! En el frescor del rocío está la indeleble huella de tu aliento, hijo mío.

23. Estigmas (Susana Revuelta)

Se le encogía a uno el alma al oír sollozar a aquel paciente, sus aullidos eran de auténtico pavor. ―Fíjese ―hipaba muy alterado, poniéndose de rodillas sobre la cama de cara a la pared, levantándose hasta el cuello el camisón― en los latigazos de la espalda. Y mire la llaga que me hicieron con la punta de una lanza ―desvariaba señalándose el costado―. Y estos agujeros ―proseguía, casi ronco, mostrándome la palma de las manos― son de cuando me clavaron a la estaca.
En medicina lo llamamos síndrome post-UCI. Ocurre a veces que al despertar del coma sufren alucinaciones y ataques de pánico. Yo intentaba calmarlo, enseñándole con un espejo el torso, los pies, para que viera que solo había sido un mal sueño. Pero mientras le enjugaba la frente empapada en sudor, descubrí espantado una espina clavada en su sien.

22. Leyenda viva (Toti Vollmer)

Murió mil veces en su vida: del calor, de la tristeza, del miedo, una muerte por cada despecho. Murió del hambre, del sueño, de la risa. Estuvo muerta muertita de los nervios, de la envidia y del frío. Murió de ternura, de los celos, de soledad ¡de dolor! ¡Tantas veces murió de abandono y de dolor!

El resto del elenco apostó a que moriría de sobreactuación.

21. Saco bendito

El inquisidor dijo que mi vida no valía nada y sentí pánico. Lo dijo con aquella voz cruel que brotaba de su boca amarga mientras los dedos acusadores trazaban cruces en el aire. Los míos huyeron al amparo de alguna madrugada cómplice y se llevaron sólo la llave de su casa para custodiarla con melancolía durante siglos. Pero yo, una viuda joven sin hijos a los que dar ejemplo, no quería dilatar la penitencia ni abandonar mis cuatro paredes de piedra gris. Y tras padecer la garrucha y la tortura del agua, grité: “Dios es amor”. Sí, extravié mi dignidad por esas calles empinadas, es verdad. Cargué con el acre sambenito, soporté el escarnio y dejé de buscar tres estrellas en el cielo cada sábado. Sin embargo, cuatrocientos años después, mi nombre resuena como un eco dentro de los muros de un museo diocesano y los visitantes me descubren entre cálices de oro y plata. Todos saben ya que me llamo Antonia Henríquez, judía reconciliada, que fui condenada por la rancia maldad del juez, por su dañina intolerancia. Aquel que despreció mi vida, sin quererlo, me convirtió en una reliquia sagrada: esta es y será por siempre mi venganza.

19 Compañía

Sea por vagancia o por no tener con que vestir la pared, lo cierto es que todavía conservo este viejo retrato. Sospecho que se trata de la antigua inquilina a la que no llegué a conocer pues realicé la compra del piso a través de una inmobiliaria. Las visitas, incómodas con su presencia, me aconsejaban deshacerme del cuadro, pero cada vez que lo sugerían acontecía algún tipo de percance. Ya sea atragantarse con el consomé o cortarse con el cuchillo de untar. Así que ya no me dicen nada. De hecho, ya ni vienen a verme. Pero no me siento solo. Noto como ella me observa en todo momento. Esos ojos suyos tan expresivos que parecen hablar. Precisamente ahora mismo me están recordando que es la hora de la telenovela.

18 ;)

El abuelo talló en madera cada una de las veintiocho piezas de un dominó.

Fue el último regalo que le hizo a su nieto, quien, por temor a estropearlo, lo guardó en el fondo de un cajón.

Hasta que una tarde de tormenta (también de aburrimiento, caídas de red y cortes de luz), decidió desempolvarlo para jugar con sus colegas.

No pudo evitar emocionarse, los ojos le brillaban mientras mezclaba las fichas dispuestas boca abajo sobre el tapete.

¡Cuántos recuerdos!, les dijo a sus amigos, ¡os juro que acabo de ver la sonrisa de mi abuelo!

Nunca les contó que la vio grabada en una muesca diminuta en el seis doble…

17 TÍTULO DEL LIBRO: ÉSA SOY YO

Desde que mamá ha empezado a relacionarse con ese señor alemán casi no se acuerda de nuestros nombres, oía decir a mis hijas en un contubernio secreto a pesar de mi presencia, yo sólo las miraba.

Cuando sonó la alarma del móvil seguía perdida en un sueño extraño, con una sensación de angustia terrible ante la perspectiva de que algunos sueños pueden cumplirse.

Esa mañana tomé algunas decisiones, empecé a registrar en mi diario las sensaciones, las emociones, los olores…, ¡qué difícil describir a qué huele un beso o un abrazo!, y cogí una pañoleta, un top, una camiseta, todo guardado y etiquetado en una caja.

Recopilé todos mis escritos y los ordené; inspiración, fecha, comentarios. Hice lo mismo con las fotos, a cada una le coloqué su fecha y su historia. Detallé con escrupulosidad absoluta toda mi rutina y finalmente grabé varios videos siendo yo, con mis miedos, mis deseos, mi forma de ser en toda su amplitud.

Será la oportunidad de aferrarme un poco más a mí misma si dejo de reconocerme y de paso vivir en todos tal cual soy ahora con la mirada brillante, no ausente.

Portada: mi sonrisa

Contraportada: las sonrisas de mi recuerdo.

16 Vivirás en mí (Ana María Abad)

Sentada junto a la cama del hospital, sostengo entre mis manos temblorosas la tuya inerte, y rozo con un beso tibio tus labios pálidos y fríos, añorando el azul de tus ojos, que no se han abierto desde el maldito accidente de moto, hace ya tres meses. El médico me ha avisado esta mañana de que hoy te desconectan del respirador y, aunque soy consciente de que eso es lo que tú querías, me cuesta mucho hacerme a la idea de que ya no podré apartar de tu frente ese mechón rebelde, ni tu sonrisa pícara volverá a acelerarme el pulso, ni nuestros cuerpos se enredarán más entre las sábanas tras la pasión compartida.

Es la hora. Un último adiós en silencio y me apresuro a salir de la habitación antes de que el pitido de la máquina me golpee con su demoledora ausencia. Mientras espero el ascensor, acaricio mi vientre abultado y le prometo a tu hijo que siempre podrá visitarte en mis recuerdos.

15 En mis letras estoy

ACTA DE RECTIFICACIÓN DE TESTAMENTO, en el que se dispone de los Bienes de Doña María Covadonga Valdés-Quirós y Mier.

 

Número Mil Novecientos Setenta y Dos.

 

En Oviedo, a veinte de Abril del año dos mil veintitrés.

Yo, Alicia Paredes Amieva, Notaria del Ilustre Colegio de Asturias.

 

HAGO CONSTAR:

 

Que, redactado Testamento, dictado por la antes mencionada Doña María Covadonga Valdés-Quirós y Mier, mayor de edad y domicilio en (…) / (…),  se añade un Anejo, a la atención de los futuros herederos; en el que la precitada testamentaria deja manifestado, aplicando la correspondiente legislación vigente, y cito:

 

A todos aquellos parientes, cercanos y lejanos, que despreciaron mis palabras, mis escritos, mis historias, les comunico que ESE es mi legado. Nada material, excepto mis libros publicados, quedará.

No recibirán nada tras mi muerte, puesto que en vida renegaron de mis bienintencionadas manifestaciones, orales y escritas.

Determino, asimismo, en este Documento Legal voluntad de hacer donación de todas mis obras publicadas, tanto en asturiano como en castellano, a las bibliotecas públicas de mi Comunidad Autónoma de residencia.

Para que se sepa de mí a través de ellas.

 

Todo lo cual queda dicho, escrito y firmado.

14 EL BABAYU NELO (Jesús Alfonso Redondo Lavín)

Me contaba, de niño, mi abuela Lola, que el cuento preferido de mi tatarabuela Carmelita, la de San Martín de Vallés, aldeíta de las entrañas asturianas, era el del babayu Nelo.

El inocente Nelo era un muchacho aquejado de polio en una pierna y por algún otro síndrome en su cerebro. Ayudaba en el pastoreo de vacas y con afición minuciosa cuidaba un pequeño huerto en el que, azadilla en mano, escardaba sin descanso limpiándolo de malas hierbas, insectos y caracoles.

Gustaba, Nelo, de visitar al anochecer el chigre de la aldea y admitir las cariñosas chanzas con que le obsequiaban los vecinos cuando contaba el éxito de sus cosechas de berenjenas, pimientos y judías.

Una primavera comenzó a notar en su huerto unos pináculos de tierra removida cuyo número aumentaba con los días. Un topo había ocupado sin permiso su heredad y lograba esquivar el acoso a azadonazos con que Nelo lo acometía.

De toda esta lucha daba cuenta diaria en la taberna a sus parroquianos que divertidos escuchaban su cacería.

Una tarde de verano, Nelo, lleno de alborozo, irrumpió en el bar gritando:

-Matelo, maté al malditu topu.

Los presentes preguntaron que cómo lo había hecho.

-Enterrelo vivu.

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